Libro del Mes: Ludwig Feuerbach y el fin de la filosofía clásica alemana

Escrito por: 

Francisco Lugo, FAyD-UNAM

Marx tenía más talla, veía más lejos, atalayaba más y con mayor rapidez que todos nosotros juntos. Marx era un genio; los demás, a lo sumo, hombres de talento. Sin él la teoría no sería hoy, ni con mucho, lo que es. Por eso ostenta legítimamente su nombre.

-Federico Engels, “Ludwig Feuerbach y el Fin de la Filosofía Alemana Clásica”, IV, n.

a4d64-marxyengels_0.pngLas afamadas once tesis sobre Feuerbach, de Carlos Marx, son apenas –como lo señaló en su oportunidad Federico Engels– unos rápidos apuntes sobre la nueva actitud que los dos jóvenes alemanes desarrollaban en conjunto ante la filosofía post-hegeliana, hacia 1845. Este esbozo, que se convertiría en la piedra de toque del materialismo dialéctico, fue publicado hasta 1888 en el apéndice de “Ludwig Feuerbach y el Fin de la Filosofía Alemana Clásica”, de Engels. “Trátase de notas (…) de un valor inapreciable, por ser el primer documento en el que se contiene el germen genial de la nueva concepción del mundo.”[1]

                En la célebre tesis XI, Marx propone a los filósofos no limitarse a sólo interpretar de diversos modos el mundo sino transformarlo también. En la obra citada, Engels reconstruye el fundamento de dicha proposición y de la concepción materialista de la historia, toda vez que él y Marx no habían podido volver a ocuparse del tema luego de las dificultades que les impidieron publicar “La Ideología Alemana” en Westfalia; manuscrito que entregaron resignadamente “a la crítica roedora de los ratones”[2].

                Durante la primera mitad del s.XIX, la filosofía idealista se convirtió en la ‘filosofía oficial’ del estado prusiano, no obstante, en su seno se gestaba también la revolución de 1848. Según sus intérpretes más conservadores, la filosofía de Hegel justificaba la existencia del despotismo prusiano como algo racional, como fruto más elevado del desarrollo histórico. En cambio, para los jóvenes hegelianos de izquierda –en cuyas filas se encontraban Marx y Engels– aquel no sería sino una etapa más en el desarrollo ascendente de la humanidad. “De este modo, la tesis de Hegel se torna, por la propia dialéctica hegeliana, en su reverso: todo lo que es real, dentro de los dominios de la historia humana, se convierte con el tiempo en irracional; (…) y todo lo que es racional en la cabeza del hombre se halla destinado a ser un día real, por mucho que hoy choque todavía con la aparente realidad existente.”[3]

                Mas, la filosofía hegeliana, acorde con el espíritu de sistema filosófico que heredó de la tradición precedente, en tanto que manifestación explícita de la conciencia humana de la ‘idea absoluta’ (conciencia del propio proceso histórico), se concibe a sí misma como el término mismo de la historia; “con ello, se erige en verdad absoluta todo el contenido dogmático del sistema de Hegel, en contradicción con su método dialéctico, que reniega de todo lo dogmático”.[4] Sin embargo, pese al auto-estrangulamiento del sistema hegeliano, sólo él había podido abarcar un campo tan amplio de la cultura humana, hasta los albores del s.XIX.

                La disputa filosófica se convirtió en disputa política –enmascarada– entre los partidos hegelianos. La lucha de la burguesía radical en contra del pensamiento religioso se encarnó en un renacimiento del pensamiento materialista, que situó a los jóvenes hegelianos ante un conflicto con el sistema de su escuela, que veía en la naturaleza la degradación de la ‘idea absoluta’ y no la realidad misma. Feuerbach restauró por completo al materialismo al señalar que el pensamiento religioso es sólo una proyección de la imaginación humana y que nada existe en la realidad además del ser humano y la naturaleza misma.

                “Feuerbach rompió el sistema y lo echó sencillamente a un lado.”[5] Pero Feuerbach no reemplazó la masa del sistema hegeliano con una masa equivalente, sino que dejó en reserva al idealismo la dimensión activa del pensamiento: su dimensión práctica. De ahí la necesidad –advertida por Marx en la tesis I– de recuperar e introducir en el materialismo la parte más decididamente revolucionaria del idealismo hegeliano: la dialéctica. En acuerdo con la introducción de una concepción dinámica de la naturaleza en el s.XIX, con la teoría evolutiva, la celular y la termodinámica, el materialismo dialéctico reconoció –novedosamente– que el pensamiento está determinado en su expresión por el desarrollo económico de las sociedades y proveyó consecuentemente al proletariado de una herramienta sui generis para su lucha: el materialismo histórico.

El “sistema” es, cabalmente, lo efímero en todos los filósofos y lo es porque brota de una necesidad imperecedera del espíritu humano: la necesidad de superar todas las contradicciones. Pero superadas todas las contradicciones de una vez y para siempre, hemos llegado a la llamada verdad absoluta, la historia del mundo se ha terminado, y, sin embargo, tiene que seguir existiendo (…); tan pronto como descubrimos esto, se acaba toda la filosofía, en el sentido tradicional de esta palabra.[6]



[1] Engels, Federico, Nota preliminar, en “Ludwig Feuerbach y el Fin de la Filosofía Alemana Clásica, p.17.

[2] Id.

[3] Op. Cit., I, p. 21

[4] Ibid., p.24.

[5] Ibid., p.30.

[6] Ibid., p.26.

 

Fecha: 

10 de abril de 2015

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