Por muchos años, el ser universitario (y entiéndase como universitario al generalizar al joven que estudia al nivel superior) representaba respeto, representaba entero conocimiento, representaba reconocimiento, representaba valor, pero sobre todo, el estudiante universitario representaba crítica.

Las páginas de la historia nos demuestran que las grandes transformaciones de la humanidad, los grandes momentos de reflexión y en los momentos de decisiones más importantes los jóvenes han sido los que han logrado todos esos cambios que hoy se ven como hazañas. México está atravesando por uno de los momentos más complicados de la historia, vivimos una crisis de violencia, de desempleo, de inestabilidad social, de desigualdad, de desesperanza, que poco a poco está aniquilando el porvenir de las nuevas generaciones.

Hace algunos días, México regresó al año 1975. La Universidad Iberoamericana se transforma en un auditorio de Ciudad Universitaria de la Facultad de Medicina y la figura de un priista se mantiene intacta. ¡Asesino, Asesino! gritaban estudiantes de la Ibero desplegando cartulinas y mantas con consignas referentes a la brutal represión en Anteco; Peña Nieto toma el micrófono y con tono de firmeza, con una mesura de poca credibilidad y tratando de conservar las formas confirma y “asume” las responsabilidades que conllevan las medidas tomada por el Gobierno del Estado de México.

Han pasado 37 años  aproximadamente desde que Luis Echeverría Álvarez, presidente que participó en las represiones estudiantiles de 1968 y 1971,  también salió huyendo de la UNAM con los mismos reclamos, Echeverría asume medidas represivas que usó contra los estudiantes y hace un falso llamado a la unidad entre el gobierno y la universidad. Los estudiantes de aquel entonces, indignados, estallan de frente a este personaje por las medidas tomadas por su gobierno contra las protestas estudiantiles, le cuestionan las muertes de sus compañeros.

Treinta y siete años han pasado, la juventud adormecida despierta, pregunta, cuestiona e increpa a las grandes figuras de la política nacional, esta juventud ya no se deja engañar con discursos falsos y trillados por parte de los opresores, a esta juventud le indigna la muerte, la corrupción y la simulación. Es tiempo de los jóvenes, es tiempo de una nueva transformación y nosotros jugaremos el papel más importante.

¡Unidos y organizados venceremos!