[Carta a la redacción] La Revolución Verde

Escrito por: 

Melodi y Elisa Escoto

¡Un gran plan de la FAO no cambiara el hambre del mundo!

Pero a quien culpamos de que la tierra esta erosionada; que ya casi no existan semillas criollas; de la contaminación de los mantos acuíferos; de que los campesinos, -al no poder pagar la nueva tecnología-, vendan sus tierras a los grandes empresarios; por supuesto que al capitalismo pero hoy vamos a culpar más en concreto a la FAO.

 

Pero ¿Cómo? dirán unos si es la organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación, trataremos de explicarles el por qué de esta acusación.
La FAO a inicios de los años 60, decidió impulsar un plan de desarrollo a nivel mundial llamado revolución verde, debido a la necesidad creciente de alimentos para, según se decía, poder acabar con el hambre del mundo, fue la justificación para esta búsqueda de incrementos de productividad agraria, que recibió el apoyo, entre otros, de las fundaciones Ford y Rockefeller (unas corporaciones, por supuesto, muy compadecidas con la gente que esta en hambruna, con esto limpian sus conciencias, hay ¡Que buenas empresas son!, ¡hipócritas!) y el control en manos de las industrias quimicas.
En los países dependientes sonaba atractiva la oferta que hacia la revolución verde, por ejemplo: que la producción de alimentos aumentaría exponencialmente, que ya no necesitarían tantos pesticidas puesto que en laboratorios ya arreglarían ese problema, y lo mas importante habría comida suficiente para los países pobres, como fue el caso de África en la que se implantaron de manera masiva las nuevas tecnologías, quizá no hay lugar en el mundo donde los resultados de dichas políticas hayan sido tan contrastantes con los objetivos, hoy millones de hectáreas se han convertido en desiertos y la hambruna cunde por doquier.
No obstante en un inicio,  la revolución verde, se vendía a los campesinos como todo un paraíso con más maquinaria y semillas genéticamente tratadas, que aumentarían la producción en el mismo terreno. El cuento se les termino cuando se dieron cuenta que el costo de la producción resultaba  muy superior al pago que recibirían por parte de los acaparadores. Al querer regresar a las semillas normales se dieron cuenta que la tierra ya estaba contamina y en algunos casos totalmente desertificada.
En México el mal gobierno pronto le dio “solución” a estas inconformidades; en el 92 el presidente en turno, Carlos Salinas, ordenó cambiar el Artículo 27 de la constitución, permitiendo que los ejidos pudieran venderse. Así que los campesinos pobres que pensaran que la tierra no daba para más, las vendieran. Esto marco nuestra historia reciente, puesto que las tierras de los pueblos pasaron de unas manos a los terratenientes, y más gente quedo desempleada obligando a muchos de estos  a abandonar hasta su pais.
El gobierno sustituyó los créditos a la producción el  PROCAMPO que en realidad es una especie de limosna para los campesinos de frente a la brutal apertura comercial que prácticamente ha hecho invendibles las cosechas.
Ahora la FAO propone una nueva revolución verde, la verdad es que no tenemos razones para creer que ahora si solucionará algo.
A pesar de todo aún en nuestro país los campesinos, muchos de ellos indígenas, siguen conservando su maíz criollo, siguen abonando con rastrojo carbonizado y aunque muchos han olvidado la miel del ocote para cubrir la semilla de los animalillos malos para la siembra hay algunos que aun la recuerdan y la conservan. Pero, tal parece que los malos gobiernos no aceptan nuestras tradiciones y a toda costa tratan de esclavizarnos ante el mercado global, y por no aceptar los transgénicos y las nuevas formas de pensamiento destructoras para la madre tierra golpean a los pueblos como es el caso de Nurio, Michoacán, que es un pequeño pueblo que ha defendido sus creencias de que la tierra es nuestra madre y quien vende la tierra vende a su madre.
Pero tambien hay que recordar que no es facil cosechar una semilla y tener una planta limpia, esto ha creado una nueva moda  llamada “comida organica” libre de pestisidas y de agentes quimicos, es buena pero demasiado cara, no olvidemos a esas señoras indigenas que si apenas pueden trasladarse con su mercancia de sus pueblos a los mercados ambulantes, que ademas lo venden muy barato y sabemos que igual son sembradios limpios.
No cabe duda que sólo con el socialismo será posible que la tecnología se aplique para el desarrollo y no para la destrucción del campo y sus trabajadores. 

Fecha: 

5 de febrero de 2010

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