[Carta a la redacción] El pueblo cubano no retornará al capitalismo

Escrito por: 

Ricardo Méndez

El fallecimiento del disidente cubano Orlando Zapata, ocurrido el 23 de febrero como consecuencia de una huelga de hambre, y el estado actual de su seguidor, Guillermo Fariñas, constituyen en sí mismas, tragedias humanas que cualquier persona civilizada no puede sino lamentar profundamente. Sin embargo, no es la primera vez que éste tipo de acciones son aprovechadas y exaltadas, más allá de la justeza o no de sus fines, con claros objetivos políticos, hasta convertirlos, como en este caso, en toda una campaña internacional en contra de Cuba.
Para comprender mejor lo que está ocurriendo hoy en Cuba, es necesario darle un vistazo a algunas cuestiones esenciales. Para empezar, es necesario recordar que la lucha por la independencia política del país en 1895, no logró su objetivo fundamental que era el de alcanzar su liberación nacional porque la intervención norteamericana lo impidió. Cuba pasó de la condición de colonia de España a convertirse en una semicolonia del imperialismo norteamericano, sin haber destruido la estructura económica del período colonial.
A partir de entonces el pueblo cubano vivió con enormes sacrificios económicos. Sus riquezas nacionales fueron controladas y explotadas por los grandes monopolios norteamericanos y pequeños grupos de potentados cubanos. En éste período, aumentó la pobreza, el analfabetismo, la desocupación, la prostitución, la insalubridad, la explotación de los campesinos y de los trabajadores. Además de todos esos infortunios, el pueblo cubano tuvo que soportar el golpe de Estado ejecutado por Fulgencio Batista en marzo de 1952, en contra de Carlos Prío Socarrás, golpe alentado por los intereses norteamericanos.
Durante siete años (1952-1959), Batista, considerado por Washington como “su hombre fuerte” en materia de traiciones y dictaduras, instauró uno de los regímenes dictatoriales más sangrientos de América Latina, al estilo de Somoza, en Nicaragua; Stroessner, en Paraguay o Pinochet en Chile, por citar algunos ejemplos. Por cierto, ese personaje es el mismo a quien hoy en Miami la mafia terrorista y los devotos batistianos le rinden culto en los medios masivos de esa ciudad norteamericana y organizan celebraciones con el pretendido fin de cambiar el sistema imperante en Cuba.
El primero de enero de 1959, después de cuatro siglos de ser una colonia de España y de 65 años de ser semicolonia de los Estados Unidos, el pueblo cubano decidió cambiar el rumbo de su historia. La revolución triunfante, sustituyó la estructura semifeudal y capitalista, que mantuvo durante tantos años al pueblo cubano en el atraso, por una estructura de nuevo tipo. Realizó la reforma agraria, nacionalizó su industria, expropió las empresas extranjeras, terminó con el analfabetismo, el desempleo, la prostitución e instauró un nuevo régimen de la vida social; el socialismo.
Eso molestó profundamente y de manera particular a los magnates y al gobierno norteamericano, pues a sólo 90 millas de la metrópoli imperialista, una pequeña isla, con no más de seis millones de habitantes se declaraba socialista. A partir de entonces y hasta la fecha, el imperialismo norteamericano no ha dejado de utilizar todos los medios posibles para tratar de derrocar al gobierno y desestabilizar a la isla a fin de que ésta vuelva al sistema económico anterior. Desde invasiones armadas, atentados a la población civil, agresión bacteriológica, amenazas y el más criminal bloqueo económico conocido en la historia de la humanidad, se han usado contra Cuba, pero nada les ha resultado. 
Desde 1960, el régimen socialista de Cuba se ha caracterizado por respetar los derechos del hombre como principio y como fin del hombre mismo. En Cuba está prohibida la explotación del hombre por el hombre y uno de los delitos que se castigan con mayor dureza es el intento de regresar al pasado capitalista, y más si ése intento se realiza colaborando con una potencia extranjera que promueva la desestabilización económica y política del país con el objetivo de lograr el derrocamiento del gobierno. Eso es traición a la Patria en cualquier país del mundo y constituye un delito que se castiga severamente.
Los enemigos de Cuba dicen que desde que triunfó la Revolución, se ha establecido una tiranía personal de los hermanos Fidel y Raúl Castro; que en la isla no hay libertad política y que esta forma de la vida política rompe con las formas de la democracia republicana y representativa, característica de todas las naciones del Hemisferio Occidental.
A este respecto hay que decir que el régimen democrático, popular y representativo de la mayoría de los países americanos y de los Europeos, ha propósito de la indignación mostrada por el parlamento europeo sobre el caso, constituye una democracia puramente formal. Ni en los Estados Unidos de Norteamérica ni en la mayoría de los países de América Latina, ni en los del continente europeo, existe una democracia entendida como el gobierno del pueblo para el beneficio del pueblo. En la potencia imperialista del Norte, las fuerzas determinantes de la sociedad son los grandes Truts financieros, comerciales e industriales, que tienen dos instrumentos electorales -el Partido Demócrata y el Partido Republicano-, que les sirven para cambiar el gobierno periódicamente, sin que la orientación del gobierno se modifique por lo que respecta a los intereses de su pueblo ni hacia el exterior. En los Estados Unidos el gobierno es el órgano representativo del capitalismo.
En las naciones latinoamericanas, con las características propias de cada una de ellas, son las fuerzas dominantes desde el punto de vista económico las que tienen el poder: los grandes propietarios de la tierra, los grandes comerciantes y los industriales, con la intervención del capital extranjero y de los organismos financieros internacionales que influyen en ellas no sólo desde el punto de vista económico, sino también político. No se pueden invocar, en consecuencia y como cínicamente lo han hecho los voceros de la contrarrevolución cubana, los principios de la democracia representativa, que nunca han tenido validez real en los países de América ni de Europa, para juzgar la Revolución Cubana. 
Después de la lamentable muerte de Orlando Zapata, ocurrida por una causa profundamente injusta, y provocada por sus correligionarios de la contrarrevolución, seguida por la huelga de hambre de Fariñas, se ha desatado una campaña concertada por poderosas empresas mediáticas, fundamentalmente de Europa, que han atacado ferozmente a Cuba, el pretexto utilizado ha sido la muerte de un prisionero, sancionado primero por delito común y luego manipulado por intereses norteamericanos y la contrarrevolución interna. El objetivo, una vez más, no declarado pero perseguido desde hace cincuenta años, es hacer que desaparezca el socialismo de Cuba, objetivo que no tiene, ni remotamente, ninguna perspectiva de éxito. El heroico pueblo cubano que ha defendido su legítimo derecho a vivir bajo el régimen socialista, a pesar de todo, saldrá una vez más  victorioso de ésta embestida.

Fecha: 

3 de abril de 2010

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