El verdadero Gómez Morín y el truculento origen del PAN

Escrito por: 

David García Colín

Hemos leído recientemente el excelente libro Los orígenes del Pan de Pablo Moctezuma Barragán, libro que recomendamos ampliamente porque desmitifica totalmente los supuestos orígenes democráticos de este otro partido de la oligarquía. Según la opinión del Sub- Comandante Marcos: “El PAN de hoy poco tiene que ver con aquél de González Morfín y de Gómez Morín. La tenaz resistencia del panismo de ayer, reacio a las imposiciones y las componendas palaciegas, es remplazada por el pragmatismo de concertaciones secretas”. Esta valoración la comparten algunos intelectuales de “izquierda” como Denise Dresser, sin embargo, se trata de pura mitología y de la más pasmosa ignorancia histórica.

Lo que es cierto es que Gómez Morín fue un hombre adelantado a su tiempo: fue un tecnócrata al estilo neoliberal en los tiempos en que dominó el grupo Sonora (De la Huerta-Obregón-Calles), formó parte del régimen siendo el arquitecto de las instituciones, como la del Banco de México, que más interesaba al gran capital y promotor de los acuerdos más vergonzosos con el imperialismo norteamericano (acuerdos Lamont-De la Huerta); no sólo no fue “reacio a las imposiciones y componendas” sino que Gómez Morín concibió al PAN, más que como un verdadero partido de oposición, como un medio de presión hacia la derecha de los gobiernos post cardenistas, cuyo objetivo era desmantelar las reformas progresistas de Cárdenas. Las “componendas” -a despecho de lo que cree el “sub-comediante” Marcos- fueron siempre el modus operandi de Gómez Morín puesto que como “abogado corporativo” siempre defendió los intereses privados como los del poderoso grupo Monterrey y los de las compañías petroleras afectadas en sus intereses. Admirador de dictadores, el verdadero Gómez Morín está a años luz de distancia de la imagen idílica democrática y progresista que ahora nos presentan del fundador del PAN, imagen promovida, incluso, por ignorantes personajes de izquierda. Revisando el vergonzoso origen del PAN, y el papel de su padre fundador, podremos comprende plenamente por qué el PAN jamás luchará verdaderamente por la anulación del fraude electoral del 2012. Hagamos, pues, un recuento de su trayectoria.

El tecnócrata

Manuel Gómez Morín, chihuahuense nacido en 1897, fue uno de los así llamados “7 sabios” mote con el que los estudiantes se referían en aquellos años en tono de burla a un grupo, fundado en 1916 de jóvenes místicos alejado deliberadamente de la turbulencia revolucionaria y acantonados en su cómoda “Torre de marfil”. La mayoría de estos jóvenes “sabios” sabrán acomodarse muy bien en el régimen de Obregón: “Su amigo Alberto Vázquez del Mercado fue hecho Secretario de Gobierno del DF. Vicente Lombardo Toledano, Oficial Mayor, y Alfonso Caso, abogado Consultor” (Op. Cit. p. 31). Morín no será la excepción, aunque no destacará por sus ensayos sino por su visión tecnocrática dentro de los gobiernos de Carranza, de la Huerta, Obregón y durante el maximato.

Con Carranza y Obregón trabaja en la Secretaría de Hacienda y como secretario de la Facultad de Jurisprudencia (antigua Faculta de Derecho). En el gobierno interino de Adolfo de la Huerta se convierte en Secretario Particular de Salvador Alvarado en la Secretaria de Hacienda; en Estados Unidos se hizo cargo de la Agencia Financiera del gobierno, en donde promueve la “imagen” de México y afirma el final de la revolución; después es nombrado Oficial Mayor de Hacienda y agente del gobierno de De la Huerta en las negociaciones con los Estados Unidos que darían como resultado los infames acuerdos Lamont-de la Huerta. Estas negociaciones, junto con las de Bucareli, volverían letra muerta las conquistas de la constitución del 1917: dejarían intactos el control de las trasnacionales y la oligarquía sobre los recursos naturales (especialmente el petróleo y tierras) y reconocerían una deuda externa aún mayor que la de los tiempos de Don Porfirio. Con Calles será  director del Banco de México y rector de la UNAM.

En el sometimiento a los intereses del imperialismo Morín no sólo fungiría como agente del gobierno mexicano sino, ante todo, como empleadillo vergonzante de los intereses yanquis. Al respecto Moctezuma Barragán relata algunos episodios bastante sintomáticos acerca de quién mandaba en realidad en las “negociaciones”:  En uno de los encuentros con Lamont, Morín es corrido de la oficina del funcionario norteamericano, Lamont mostró su molestia con las exigencias “excesivas” de Morín quien pedía un plazo para la presentación de un plan para el pago de impuestos por la extracción de petróleo de la compañías extranjeras; Lamont le muestra a Morín las copias de los telegramas cruzados entre de la Huerta y éste, aclarándole que las instrucciones de De la Huerta son la de negociar y no la de presentar “ultimátums”. Morín es retirado de las negociaciones, finalmente se firmará un acuerdo más vergonzoso del promovido por el fundador el PAN en donde los magros impuestos que pagarían las compañías estadounidenses por el saqueo de nuestro petróleo irían íntegramente al pago de la deuda externa. Será el mismo Morín quien le informará a un amigo acerca de sus tratos con “los magnates financieros de ese país, y aún con the big five” (Ibid. p. 32). The big five son las cinco grandes empresas extranjeras que tienen el monopolio del petróleo. Sin embargo, no todo es humillación en el periplo de Morín en EUA pues aprovechará su estadía para matricularse en la en la Universidad de Columbia y tomar cursos de economía. Morín, sin duda, será un caso temprano de la estrategia del imperialismo: educar a los cuadros políticos de los países coloniales en sus valores e intereses.

Uno de los “logros” de Morín como tecnócrata del sistema es el de haber sido el arquitecto de las instituciones que más interesaban e interesan al gran capital financiero e industrial. Morín es diseñador y fundador del Banco de México con su cacareada autonomía que le permite a la burguesía determinar la política macroeconómica independientemente de los inconvenientes de los cambios de gobierno. Se trata de un Estado dentro del Estado. Así mismo funda Banobras y se interesa por la creación de la Bolsa Mexicana de Valores.

Abogado corporativo y agente de los intereses británicos

La profunda afinidad de Morín por los intereses privados no devendrá sólo de motivos doctrinarios, sino, sobre todo, de sus propios intereses privados como abogado, accionista y miembro de diversos consejos de administración de las empresas nacionales y trasnacionales más poderosas del país. Morín fue un verdadero abogado corporativo al más puro estilo de su descendiente político Diego Fernández de Cevallos. “Asesoró a gran cantidad de empresas nacionales y extranjeras; entre otros al Grupo Monterrey, el Banco de Londres y México, la empresa norteamericana Goodrich Euskadi, al Banco de Comercio, que él había fundado y quedó en su Consejo de Administración, al Puerto de Liverpool, la Cerillera la Central, etc.” (Ibid p. 56). No sólo fue asesor del Grupo Monterrey, uno de los grupos empresariales que más se opuso al gobierno cardenista inclusive con la formación de sindicatos blancos y cuyas empresas se vieron afectadas en la famosa huelga de la Vidriera Monterrey, sino accionista  y miembro del consejo de administración de varías de la empresas de este grupo como fue el caso de la Cervecería Cuauhtémoc. También fue asesor de empresas trasnacionales como las norteamericanas  Compañía Hidroeléctrica del Río Conchos, la Agrícola Quimiches y la Eléctrica Parrelense; la española Cervecería de Chihuahua; la sueca Compañía Cerillera y diversas compañías de seguros extranjeras. La colaboración con las empresas extranjeras afectadas por las políticas cardenistas fue de naturaleza más estrecha: Un documento encontrado en la Foreing Office de la Gran Bretaña demostraría que Gómez Morín trabajó en contacto con el gobierno británico para sabotear las ventas de petróleo mexicano después de la nacionalización del petróleo (Cf. P. 107).

El rector neoliberal

Afirma el mito que Gómez Morín estuvo involucrado en la lucha por la autonomía universitaria de 1929; sin embargo la realidad fue que la autonomía fue lograda por un movimiento estudiantil políticamente heterogéneo encabezado por la Liga Nacional de Estudiantes en cuya cabeza se encontraba Alejandro Gómez Arias. Aunque en aquellos años los estudiantes matriculados en la universidad pertenecían en su mayoría a las clases acomodadas se podía encontrar en el movimiento sectores liberales y algunos grupos de izquierda (por ejemplo el Frente Único de Izquierda), las demandas eran de carácter democrático, se pedía la representación estudiantil en el Consejo Universitario. En lo que sí estuvo involucrado Gómez Morín, desde la rectoría de la UNAM, fue en la lucha contra la “Educación Socialista” que se trató de imponer en los últimos años del gobierno callista (1933) como un distractor del régimen para desviar la atención de su política anti-obrera y anti-popular. Pero mientras algunos sectores opositores lo hicieron desde posturas liberales e incluso de izquierda, alegando la libertad de cátedra y la apertura a toda clase de posiciones político sociales, Morín lo hizo apoyándose y fortaleciendo a la organización de estudiantes universitarios católicos (UNEC), desde posiciones visceralmente anticomunistas y derechistas opuestas a la libertad de cátedra; muchos de estos jóvenes católicos se integrarán al PAN. Calles responde a la negativa a aceptar los planes del gobierno con el retiro del presupuesto a la UNAM; Morín, como rector, en lugar de enfrentase directamente al régimen del que formaba parte, promueve la privatización de la UNAM mediante el cobro de cuotas a los estudiantes, el financiamiento privado de empresarios británicos expropiados, de la viuda del ex embajador norteamericano Morrow, del banco de Londres, del Grupo Monterrey, etc., además el rector obtuvo ahorros mediante el no pago a los docentes universitarios. Morín lanza un plebiscito para apoyar la huelga en contra de la Educación Socialista pero lo pierde y presenta su renuncia en 1934. Desde entonces la feroz oposición al artículo tercero formará parte de la plataforma política del fundador del PAN (y del mismo partido).

Los orígenes del PAN sus lazos con el fascismo

Gómez Morín se empieza a preocupar por la corrupción del régimen, después de haber formado parte de gobiernos que lanzaban “cañonazos de 80 mil pesos”, cuando el gobierno de Cárdenas reparte tierras a los campesinos, expropia el petróleo y los ferrocarriles y deja de pagar la deuda externa afectando los intereses de las empresas asesoradas y de las que formaba parte el fundador del PAN. Entonces el viejo proyecto de formar un partido político, con el que había soñado Morín compartiendo sus aspiraciones con Vasconcelos –ya entonces un abierto admirador de Hitler-, comienza a cobrar urgencia.

No existe ninguna duda acerca de los lazos entre la fundación del PAN en 1938 y las organizaciones fascistas nacionales e internacionales. Muchos de los primeros candidatos a diputados y senadores por parte del PAN provenían del movimiento sinarquista. La Unión Nacional Sinarquista (UNS) fue un movimiento fascista, financiado por los terratenientes afectados en sus intereses, cuyo objetivo era el de movilizar a los campesinos para oponerse al reparto agrario; pretendía instaurar el Tercer Reich o Nuevo Orden Cristiano (Monarquía) bajo el grito “Fe, Sangre, Victoria”. El movimiento fue planteado por el nazi Hellmuth Oskar Schreriter, profesor en Guanajuato emigrado de Alemania tras la primera guerra mundial,  no es casual que las iniciales UNS coincidieran con el nombre del grupo de choque Nazi. Será el mismo Morín quien acepte en 1965 sus simpatías por los “propósitos generales” del sinarquismo, tales como el delirio de imponer le “Nuevo orden cristiano”, la creencia en las “jerarquías naturales”, su rechazo a las medidas progresistas de Cárdenas, etc. Lo cierto es que el movimiento sinarquista fue la organización hermana del PAN. Otra fuente de reclutamiento fue lo que quedó del movimiento cristero; Morín no se involucró en este movimiento puesto que como funcionario del gobierno de Calles tenía, según sus palabras, “su pensamiento en otro mundo”, pero las organizaciones católicas que capitalizaron a aquel movimiento vieron en el PAN un camino legal para continuar con su cruzada. Por cierto, la desvinculación de Morín con un movimiento afín como el cristero demuestra que las lealtades más profundas del fundador del PAN estaban con los intereses del capitalismo más que con sus excrecencias ideológicas. La otra fuente de reclutamiento fueron las organizaciones juveniles católicas como la UNEC y la Acción Católica de jóvenes Mexicanos (ACJM) que conformaron más de la tercera parte del primer CEN del PAN, más de la mitad del CEN estaría formado por gente que había tenido filiación en las organizaciones católicas. La
composición de los mil militantes originales del PAN no deja lugar a dudas acerca de su carácter de clase: “El grupo más importante numéricamente hablando, fue el de los jóvenes intelectuales, profesionistas, propietarios o directivos de empresas privadas (…)” (Ibid. p. 153).   Se convoca a la Asamblea Constituyente del PAN del 14 al 17 de septiembre de 1939 en el Frontón México.

Ideología colonialista y antisemita

En sus viajes a Nueva York y España Morín fortalece sus pensamiento tecnócrata y autoritario, se vuelve admirador del monárquico, nacionalista y fascista Charles Maurras, fortalece su opinión de que las “jerarquías naturales” deben determinar la selección de los dirigentes políticos más que los caprichos de la “chusma”. Se declara seguidor de la filosofía individualista, intuicionista e irracionalista de Henri Bergson. En su libro España Fiel se declara hispanista y admirador abierto del dictador español Primo de Rivera; el nacionalismo de Morín era equivalente a los intereses del imperialismo español, según esto la fuente de la “mexicanidad” está en la herencia española y colonial que nos dio “ser y cultura”. Los artículos de los primeros números de La Nación (periódico del PAN) expresan esta españofilia y un desprecio absoluto por el pasado indígena sinónimo de incultura, barbarie y desarraigo; los héroes del PAN serán los conquistadores, los monárquicos, los invasores, es decir: Cortés, La Iglesia, el régimen colonial, Iturbide, Santana, Miramón, Maximiliano e incluso Porfirio Díaz. Las fuentes de la decadencia están, según este delirio reaccionario, en la lucha por la Independencia, La Guerra de Reforma, en el pensamiento liberal y, sobre todo, en el cardenismo y el comunismo identificados como iguales; sus héroes modernos serán la dictadura española de Primo de Rivera y posteriormente Francisco Franco reivindicado abiertamente en las páginas de La Nación. Los artículos de los fundadores del PAN resuman antisemitismo así como odio a la “masonería” y a la “ola roja”, términos como “judería internacional” no faltan como tampoco el apoyo implícito al régimen de Hitler cuando éste invade Rusia. Ni siquiera el Roosevelt se salvará de su odio antisemita. Efraín González Luna será el otro fundador del PAN que se encargará de la línea abiertamente religiosa del partido. Baste leer los títulos de los artículos de La Nación: “Sabiduría y Santidad”, “Iniciación de la cuaresma”, “El mensaje guadalupano”, “Notas sobre el arte cristiano”, “Por qué me convertí al catolicismo” (Ibid. p. 177) La Nación saluda abiertamente al régimen de Franco porque representa el renacimiento de la hispanidad incluso llama al asunto “una cuestión de vida o muerte para nosotros” (Ibid. p. 170). Los guías espirituales deben ser, como en la época de la inquisición, los Obispos; los artículos apelan a los temores más primitivos de las clases conservadoras como el temor a que el comunismo arrebate a los hijos, destruya a la familia y las pequeñas propiedades.

Las afinidades en el PAN y el fascismo español eran mutuas a tal grado que es la Falange Española de Francisco Franco quien invita a un delegado del PAN al Primer Congreso de la Hispanidad celebrado el 12 de octubre de 1941; el delegado del PAN no asiste pues Inglaterra le niega la visa acusándolo de ser “espía nazi”. Otro indicador bastante elocuente acerca de tales afinidades, en este caso del PAN hacia el fascismo, es la elección misma del nombre Acción Nacional, no sólo se trata de la reivindicación de anteriores organizaciones católicas de derecha en México (como Acción Católica); sino de la tradición europea, bien conocida por Morín, por la predilección del mote Nacional para las organizaciones nacionalistas, monárquicas, fascistas y simpatizantes del nazismo; lo prueba, entre otras cosas, la existencia del Partido Acción Nacional fundado en España en 1931 de tradición monárquica y ultraderechista.

No obstante, a pesar de las claras afinidades y de que la militancia original panista fue nutrida por el sinaquismo  -que sí intentó formar una organización de masas fascista en toda línea- sería erróneo, en sentido estricto, calificar al PAN como una organización fascista. El PAN nunca fue una organización de masas que se basara en la movilización a gran escala de la clase media conservadora como sí lo fue el movimiento nazi en Alemania, característica fundamental del fascismo. El PAN, más que un partido de masas, fue desde su origen un instrumento de presión, más claramente identificado con la burguesía, para orientar al régimen hacia la derecha. El PAN fue, y es,  una organización pro-empresarial que fue creada como reacción al gobierno de Cárdenas y sobre todo para influir en la sucesión presidencial de 1940. Morín no pretendía una contrarrevolución armada como el movimiento cristero o el sinarquismo, pretendía una suerte de contrarrevolución palaciega en la cual el régimen fuera modificado desde arriba.

Morín entendía el papel del PAN en el siguiente sentido: “siempre pensamos y sostuvimos que se gobierna desde el gobierno o desde enfrente del gobierno también, si se logra crear una fuerza política suficiente” (Ibid. p. 133). Así pues las famosas concertacesiones del PAN no empezaron en la época de Salinas sino en la de Ávila Camacho y fue Morín el que comenzó esa tradición que continúa hasta la actualidad.

La correlación de fuerzas favoreció los planes de Morín. Aunque el candidato natural para suceder a Cárdenas era el izquierdista Francisco J. Múgica –brazo derecho de Cárdenas a quien éste apoyaba secretamente- la traición de la CTM -encabezada por los charros Lombardo Toledano y Fidel Velázquez- dando su apoyo al candidato de Calles manuela Ávila Camacho, junto con un grupo de presión de gobernadores encabezados por Portes Gil, favoreció al sector anticárdenas de la burocracia estatal que tomó el control de la sucesión presidencial. Desde entonces el PRI, por todos conocidos, no dejará de gobernar hasta su alternancia  con la otra pata del régimen fundado por Morín. Ante este escenario, Morín y el Grupo Monterrey le retiran el apoyo a Andrew Almazán –huertista millonario y corrupto, también conocido como el “Francisco Franco mexicano” que declinó su candidatura por 5 millones de pesos– Morín entendía que no era necesaria una contrarrevolución violenta pues Ávila Camacho y sus sucesores podían llevar adelante el programa de del PAN en materia del desmantelamiento total de la reformas cardenistas y el impulso de políticas pro-empresariales favorables a la inversión extranjera y a los monopolios. La urgencia del fundador del PAN por pactar con el régimen fue tal que poco importaron las formas democráticas al interno de su partido recién creado. No obstante que la mayoría del congreso fundacional del PAN apoyó la candidatura del derechista Almazán como su primer candidato oficial, Morín logró maniobrar para que no se respetara la decisión mayoritaria y el apoyo a Almazán, candidato natural para los panistas, fuera declarado asunto privado de los militantes panistas. Con ello la admiración mutua entre Ávila Camacho y Morín será declarada públicamente. Morín se convertirá en una suerte de consejero oficial de Ávila Camacho. A diferencia de la opinión ignorante de Marcos, Morín siempre fue partidario de la componenda como su amigo Vasconcelos lo afirmó en 1955 (Op. Cit. p. 142).

El PAN ha sido siempre un partido de derecha, parte del régimen desde sus comienzos, e incluso antes si incluimos la negra trayectoria de Gómez Morín dentro de la mafia que daría origen al PRI. Un partido conservador, racista, aristocrático, clerical; cuyos héroes son vendepatrias, colonialistas e inquisidores; que siempre se ha opuesto a la educación laica, a la separación Iglesia-Estado. Poner esperanzas en alianzas coyunturales con este partido en contra del PRI es lo mismo que apelar a Satanás contra el Diablo; producto de la ignorancia o del oportunismo más estúpido. Las masas sólo podemos confiar en la unidad de los trabajadores, sectores populares y en la movilización. El supuesto pasado progresista del PAN es pura mitología, nunca ha existido ni nunca existirá. El PAN es parte integrante del régimen que debe ser destruido por los trabajadores para aspirar a un cambio verdadero.  No olvidemos nuca la historia, nuestra historia.

Fecha: 

agosto de 2012

Teoría Marxista: 

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