Las contradicciones lógicas de Javier Sicilia. Por la Unidad de los explotados sin los explotadores

Escrito por: 

David García Colín

“Los representantes de la pequeña burguesía (…) llenos de ansiedad porque el proletariado, bajo la presión de su posición revolucionaria, pueda ir 'demasiado lejos'. En lugar de una posición política determinada, la mediación general; en lugar de la lucha contra el gobierno y la burguesía, el intento de ganarles a su favor y persuadirles; en lugar de la resistencia desafiante al mal tratamiento anterior, la humilde sumisión y la confesión de que el castigo es merecido. Los conflictos históricamente necesarios se interpretan como mal entendidos, y toda discusión termina con la aseveración de que, al fin y al cabo, estamos todos de acuerdo en la cuestión principal”.

Marx y Engels, en referencia a la posición pequeñoburguesa de la dirección del Partido Socialdemócrata Alemán.

Cuando Marx caracterizó a una posición política como pequeñoburguesa no intentaba insultar a nadie (por más que Marx despreciara la cobardía pequeñoburguesa) sino establecía una descripción de una posición política como expresión de determinada posición social, en este caso la oscilante e inestable posición de la pequeña burguesía. Es seguro que Javier Sicilia jamás leyó esta cita de Marx por lo que el hecho de que su posición política se adecué a ésta caracterización, escrita en 1879 (es decir hace más de 130 años), no hace sino darle la razón a Marx. Esto se puede juzgar en el desafortunado artículo de Javier Sicilia aparecido en el número 1833 de la revista Proceso con el título “¿Es posible una república amorosa?” que se puede leer completo aquí: http://www.proceso.com.mx/?p=292394.
La tesis central de Sicilia, si es que se puede llamar tesis a una colección de contradicciones lógicas, es que el movimiento de AMLO es igual que el PRI y el PAN, el “ciudadano” no tiene opciones políticas, pues todo es arrojado por Sicilia al saco abstracto y vacío de la “clase política” que nada dice ni nada explica. En su lugar propone el “amor desinteresado” de la rancia ideología católica que ya tuvo dos mil años para mostrar sus “virtudes” y ha fracasado miserablemente. Vale la pena repasar brevemente los “argumentos” de Sicilia aunque solo sea para ejemplificar las contradicciones que no son privativas de la persona de Sicilia –que juega un papel arto accidental similar al del cura Gapón, sólo que sin las virtudes de éste- sino de la pequeña burguesía en general la cual que incluye al propio AMLO al que Sicilia tanto desprecia. Con todo la única opción viable es la unidad, pero no como la pretende Sicilia, sino la unidad en la movilización y en la acción del MORENA, los sindicatos y el movimiento por la Paz con Justicia y Dignidad, al mismo tiempo que se construye una corriente más radical, si es que éste último no quiere naufragar. Comienza Sicilia afirmando
“Hay que celebrar que, en medio del dolor y la violencia, López Obrador haya cambiado su discurso y comience a hablar de una “República amorosa”. Hay, sin embargo, primero, que matizar, para no caer en contradicciones, y, segundo, mirar las condiciones del país en el que AMLO quiere fundar esa supuesta república, para evitar falsas ilusiones.
A raíz del fraude AMLO había ido radicalizando gradualmente su discurso hablando de la mafia y los potentados que han secuestrado al país, hablando de que “sólo el pueblo puede salvar al pueblo”. Ahora ha ido girando a la derecha tratando de reconciliarse con los mismos “potentados” que había criticado. Sicilia celebra el giro a la derecha, sólo que cree que el movimiento de AMLO no puede llegar a esa república del amor porque éste se basa en falsas ilusiones. Así la crítica de Sicilia al movimiento de AMLO es, inocultablemente, una crítica desde la derecha.
Sicilia presuntamente pretende rechazar las ilusiones  para situar en el centro el sentimiento religioso, “la Ilusión por excelencia”: la visión mistificada, enajenada y fetichizada de “una criatura agobiada” como decía Marx. Sicilia nos explica que el amor:
“(…) Es como lo mostró Cristo, un acto gratuito de libertad ajeno a cualquier institución. Quien ama no impone, no obliga, no ordena, no hace componendas utilitarias, es pura gratuidad y don; es, incluso, impotente para remediar algo (…)”.
Amén, le faltó añadir. Sicilia acusa a AMLO de demagogo y de realizar componendas utilitarias pero declara a continuación que su sermón es impotente y que no ofrece ninguna alternativa sino las “componendas utilitarias” con Calderón y los coqueteos con el gobierno que tolera e incluso promueve las desapariciones de las bases de su movimiento. En otras palabras, afirma que AMLO es demagogo pero confesando implícitamente su propia demagogia.
No es posible una “república amorosa”, de acuerdo con Sicilia, porque:
“Si los seres humanos pudiéramos realmente amar no necesitaríamos de ninguna república, cuyo fundamento es el imperio de la ley, mediante un gobierno que la custodia”.
Por una vez Sicilia tiene razón, pero no por lo que Sicilia supone. Sicilia dice más de lo que cree o de lo que sabe. Efectivamente, la existencia del Estado revela la naturaleza clasista y contradictoria de la sociedad y por ello  es imposible “realmente amar”. Pero ello lo único que demuestra no sólo es la imposibilidad de la empalagosa “república amorosa” de AMLO sino que el reino religioso del amor no pertenece a este mundo y, por tanto, todos los prejuicios de Sicilia, en los que se funda para criticar a AMLO, son la más barata ideología, tan vieja como la religión de Babilionia.
Sicilia afirma que:
“AMLO no sólo piensa  de manera confusa y tardía- hasta hace unos meses su discurso era el del enfrentamiento- sino también abstracta y, en consecuencia, ajena a la realidad del país”.
Sicilia acusa a AMLO de confusión en virtud de las mismas razones que hacen del suyo un ejemplo de confusión, ambigüedad y esterilidad muy superior al de AMLO. La posición de Sicilia es abstracta porque se base en la vacuidad del concepto de “ciudadano”, del concepto de “amor”, “clase política” que ocultan las contradicciones concretas, las contradicciones de clase. Así Sicilia puede afirmar que la sociedad que requiere de un Estado no está en posibilidades de amar pero al mismo tiempo pone sus esperanzas en un acuerdo con Calderón –incluso hace el ridículo de besarlo y abrazarlo regalándole escapularios- el más podrido representante de ese Estado en decadencia; señala que la “clase política” está podrida pero supone que es posible un pacto nacional entre esa misma “clase política”; mientras el crimen organizado desaparece a activistas afiliados al Movimiento por justicia y dignidad que Sicilia encabeza, se atreve a llamara a una “tregua navideña” (¿!). Acusa a AMLO de tardío, sabrá Dios que significa esto: ¿querrá decir que si AMLO hubiera sostenido el disparate de la “República Amorosa” antes todo estaría bien? Pero Sicilia nos hizo favor de proponer el mismo disparate unos cuantos meses antes sin ningún resultado a la vista. Es impresionante cómo Sicilia –perteneciente a una casta que se precia de escribir exquisitamente- puede cometer tantos non sequitur en tan pocas líneas, incluso en tan pocas palabras.
“Sin un cambio en el corazón de los partidos, -nos dice Sicilia- que se traduciría en una agenda común, sin una unidad nacional y una ruta clara que se dirija, junto con los ciudadanos, a reducir drásticamente la violencia y aumentar la justicia, el programa de AMLO –que llega tarde- es pura retórica, pura estrategia de poder, puro pragmatismo, un infierno, como el de los otros, empedrado de buenas intenciones partidistas”.
Sicilia critica a AMLO por ser lo mismo que el PRI y el PAN pero al mismo tiempo les exige una “agenda común” un “pacto nacional”. Es decir, Sicilia critica a AMLO porque no es capaz de ser lo mismo que el PRI y el PAN. Si se tiene una agenda común con la derecha simplemente se es la derecha. Así, el discurso de los pactos y la “unidad nacional” de Sicilia es el mismo que el de Calderón el PAN y el PRI. No obstante no nos atreveremos a afirmar que el movimiento de Sicilia es lo mismo que el PRI y el PAN e incluso el PRD, puesto que estos partidos, a los que Sicilia está desesperado por unir, están matando a sus adherentes (en el caso del PRD a los activistas de la normal rural –que no pertenecían al movimiento de Sicilia-); lo cual demuestra que en el fondo muchos de los activistas campesinos e indígenas que siguen al poeta están en contradicción con el régimen al que Sicilia le regala escapularios. Esas bases requieren unidad con los que se deben unir: con los explotados y no patéticas encíclicas al mismo tiempo sectarias, oportunistas y contradictorias.
Sicilia bromea con sus lectores, inconscientemente por supuesto, afirmando que AMLO es confuso. Ello nos recordó a la fábula platónica de la caverna, en donde los hombres encadenados toman a las sombras por la verdadera realidad, sólo que aquí la “pálida sombra” acusa de confuso al objeto que lo refleja. Es verdad que, en el fondo, AMLO esta contradicciones al igual que Sicilia, pero existe una pequeña gran diferencia: AMLO encabeza un movimiento de millones de personas, millones que ven en los 10 puntos para la transformación del país que impulsamos en el MORENA una oportunidad para luchar y organizarse; las bases del Morena incluyen a trabajadores y campesinos y su base es muchísimo más amplia que el disperso movimiento de Sicilia que no está en condiciones de cambiar nada fundamental porque carece de organización, coordinación, estrategia y perspectivas. Aunque incluye a organizaciones muy respetables -de defensa del medio ambiente y en pro de los derechos humanos por ejemplo- que pueden o no estar internamente organizadas, no existen comités que puedan establecer una dirección más o menos coherente. En este movimiento se establece la dictadura de Sicilia y Alvares Icaza. Los menos posibilitados para dirigir un movimiento de cualquier tipo. Es verdad que, hasta ahora, las decisiones en el Morena se establecen de manera vertical, pero aquí existen comités que posibilitan un control democrático; hay que luchar por ello para que Morena no repita el destino burocrático del PRD.
Sicilia defiende correctamente el respeto de los Acuerdos de San Andrés, la libertad de los zapatistas presos, respeto al casino de la Selva, esclarecer los asesinatos de mujeres en Juárez, acabar con la depredación de la minera San Javier, la liberación e los presos de la APPO, hacerle juicio político a Ulises Ruiz, etc. Estas demandas son absolutamente justas pero imposibles de realizar mientras la derecha continúe en el poder. Un cambio es imposible sin un cambio de régimen que implica una organización política cuya expresión más masiva es, hasta el momento, es el Morena.
La mayoría de los puntos señalados por Sicilia no son más que una pequeña fracción del programa de los 50 puntos defendido por el Morena, el cual incluye, por ejemplo el respeto a los Acuerdos de san Andrés. Sicilia parece criticar a Morena porque AMLO enarbola las demandas del Movimiento con justicia y dignidad mediante un cambio de gobierno hacia la izquierda sin el cual dichas reivindicaciones nos son más que “buenas intenciones”. Es evidente que Javier Sicilia requiere un curso urgente tanto de lógica formal como de historia de la lucha de clases –esa que existe a pesar de los azucarados discursos contradictorios de Sicilia-
Para los socialistas es imposible cualquier cambio de fondo –incluso el mantenimiento de cualquier reforma a favor de las masas en el marco del sistema capitalista- sin un cambio de sistema, sin una revolución. Por ello participamos en el Morena explicando pacientemente la necesidad de trascender al capitalismo. Para los filisteos toda lucha revolucionaria es utópica y prefieren entretenerse con la ilusión de que un día, a fuerza de rezos, el corazón de Calderón, los narcos y los partidos burgueses –todos juntos- será iluminado por la infinita misericordia de Dios nuestro señor. Dejemos a los filisteos soñar con el día en que los leones coman chayotes y los cerdos tengan alas.

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