Contra los despidos masivos la movilización de los trabajadores petroleros

Escrito por: 

Paco Lugo

 

descarga_8.jpgNo le ha tomado mucho tiempo a la reforma energética del gobierno federal para hacer sentir sus primeros y funestos estragos a la clase trabajadora mexicana. La promesa vacía con la que esta reforma fue impulsada por los medios de comunicación burgueses era el descenso de los precios de la electricidad y gasolina, toda vez que la empresa pública más importante del país –Petróleos Mexicanos– firmara contratos de riesgo con compañías petroleras extranjeras para permitirles participar en la explotación de los hidrocarburos en el territorio nacional. Pero no sólo sigue aumentando el costo de los energéticos, como podía anticiparse, sino que también se prevén ya los primeros despidos masivos en PEMEX.

A 77 años de la expropiación de la industria petrolera por el decreto de nacionalización del presidente Lázaro Cárdenas, los grandes capitales extranjeros vuelven a apropiarse de una significativa porción de los beneficios que genera la industria energética nacional sin que les vincule compromiso alguno con las masas empobrecidas del país. Los contratos de riesgo les dan la oportunidad de acceder a una parte sustanciosa de la renta petrolera sin asumir ninguna de las pérdidas que pudieran derivarse de la exploración del subsuelo y la extracción de petróleo crudo. Este peso recaerá sobre PEMEX, de la que hasta ahora ha dependido mayoritariamente el financiamiento público, que para sufragarse, ahora será obtenido medrando con los niveles de vida de las clases explotadas.

La falacia que enmascara el interés de la burguesía en estos negocios multimillonarios afirma, primero, que PEMEX no tiene capacidad por si misma de explotar plenamente los recursos energéticos nacionales, y en seguida, que la explotación exitosa de los mismos por las compañías privadas redundará en un aumento del empleo y de la renta, que beneficiará a la economía mexicana. Pero la reducción de la capacidad técnica de PEMEX es el resultado de más de treinta años de políticas económicas dirigidas deliberadamente al debilitamiento del sector público en beneficio del sector privado; que nunca se ha reflejado en beneficios sociales sensibles, pero sí en abundantes ganancias para las grandes empresas. Además, la perspectiva de que haya un bienestar derivado de esta reforma es nula en el contexto de la actual crisis de la economía mundial.

Por todo el mundo aparecen sin cesar los signos de esta crisis del sistema hegemónico; de la que ninguna economía está a salvo, dado el alto grado de interdependencia desarrollado por el propio capitalismo. La dramática caída de los niveles de vida en Grecia, el aumento acelerado del desempleo en España y aun la desaceleración de economías hasta hace poco pujantes, como la china y la brasileña, son algunos de los síntomas de la cada vez más reducida capacidad de la economía capitalista para desarrollar a las fuerzas productivas de la humanidad; mientras que la apropiación de la riqueza producida por las clases privilegiadas continua, aumenta imparable la pobreza entre las amplias mayorías del planeta. Un efecto de esta tendencia que se relaciona con la industria energética mexicana es la caída reciente de los precios internacionales del petróleo.

Arabia Saudita, aun siendo un aliado geopolítico estratégico para los Estados Unidos, ha reducido los precios del crudo a fin de no ser avasallada por la más reciente práctica de su competidor en la producción de energéticos: el fracking. Esta técnica, que consiste en fracturar hidráulicamente el subsuelo para extraer de él gas y petróleo a un terrible costo para el medio natural, y que también es promovida en el territorio mexicano por la reforma energética recientemente aprobada, sólo es costeable si los precios de venta de los hidrocarburos son elevados. Como resultado, el nuevo esquema trazado por el gobierno mexicano ya ha fracasado antes de comenzar, lo que tampoco significará que éste dé marcha atrás con el mismo, sino que a fin de garantizar sus ganancias recurrirá a dos medidas: el recorte presupuestal y de fuentes de trabajo, y el uso de la violencia para imponer sus políticas antipopulares.En 1938, el gobierno postrevolucionario se vio empujado por la organización de los trabajadores petroleros para expropiar el petróleo, ante las terribles condiciones laborales que les imponían las compañías extranjeras. Y luego los cooptó dentro de su sindicalismo clientelar para contener su capacidad de lucha. Hoy, cuando la decadencia del capitalismo se ha profundizado y la burguesía lucha ferozmente por las ganancias como una fuerza internacional, trabajadores como los que se agrupan en la Alianza Nacional Democrática de Trabajadores Petroleros se disponen a movilizarse durante el próximo aniversario de la expropiación petrolera en contra del despido de tres mil trabajadores que se avecina en la zona sur de Veracruz. Pero serán muchas más las movilizaciones venideras de los trabajadores petroleros, puesto que las agresiones que prepara la burguesía en su contra serán atroces, y sólo sumando su lucha a aquella por la transformación radical de la sociedad podrán prevalecer.

Fecha: 

18 de marzo

Nacional: