Puebla: los mártires del 1 de mayo de 1973 y la lucha por el socialismo

escrito por Viridiana Castillo Roldán

Uno de los principales reclamos que ha enarbolado la clase trabajadora en nuestro país es el esclarecimiento de los crímenes políticos y sociales que se perpetraron en el pasado reciente.

Nos referimos a hechos tales como la masacre del 2 de octubre de 1968, la matanza del 10 de junio de 1971 y a la feroz represión —conocida en nuestros días como "la guerra sucia"—, que desencadenó el gobierno federal en la década de los setenta contra los movimientos que luchaban contra el autoritarismo del régimen, que en esa época se caracterizaba por el tratamiento policíaco a los problemas sociales, y en general por su intolerancia hacia todos aquellos individuos y organizaciones que osaban defender las reivindicaciones de la clase trabajadora. Puebla no es la excepción en este reclamo.

A partir de la manifestación en apoyo a la revolución Cubana en 1958, luego la inserción de los estudiantes poblanos al movimiento del 68 y por último, la reforma universitaria. La campaña anticomunista desarrollada por el Estado, su política de establecer el orden a sangre y fuego iba a culminar con el asesinato de varios universitarios el 1º de mayo de 1973.

Durante el gobierno de Gonzalo Bautista O´Farril (1972-1973), Puebla vive bajo un régimen basado en la violencia y el autoritarismo, donde indudablemente el Estado, como decía Lenin, es un aparato de opresión de una clase por otra. No fue sólo el estado y el gobierno estatal los que se llevaron el papel de protagonistas represores, el tercer actor fue la iniciativa privada, que ejercía una gran influencia en el gobierno, al grado de que eran los verdaderos "mandamases" del mismo. En la época de referencia, los grupos hegemónicos del sector privado poblano y el gobierno estatal actuaban como un solo hombre, convirtiendo de ese modo al aparato estatal en un instrumento a su servicio. Esta "santa alianza" condujo al asesinato de los destacados líderes universitarios Joel Arriaga Navarro —en julio de 1972—, Enrique Cabrera Barroso—en diciembre de este mismo año—, del estudiante Josaphat Tenorio Pacheco —en febrero de 1973—, y de cuatro jóvenes universitarios el primero de mayo de este año.

El primero de mayo de 1973 un grupo de estudiantes repartía volantes entre los asistentes a la marcha donde culpaban al gobierno de la problemática social en Puebla; llamaban a los trabajadores a dignificar ese día y luchar por sus derechos, pues se había convertido en un desfile de sumisión de los dirigentes charros al gobierno y los empresarios. Por ese motivo algunos de los brigadistas fueron despojados de la propaganda y detenidos.

Los estudiantes reaccionaron convocando a un mitin frente al edificio Carolino para protestar por las detenciones de sus compañeros; ahí detienen una patrulla, bajan a los ocupantes y queman el vehículo. Esto es utilizado por la policía del Estado, como justificación, para rodear el edificio y disparar a los manifestantes. Entre los muertos se encuentra Alfonso Calderón, un destacado dirigente del movimiento de reforma universitaria. Esta acción criminal genera la indignación de los universitarios que inmediatamente exigen la desaparición de poderes en el estado y la consignación del gobernador.

La línea dura de Bautista O´Farril, contraria a lo que se pregonaba entonces como “apertura democrática” en el propósito de legitimar el gobierno de Luis Echeverría después de lo ocurrido en Octubre del 68 en Tlatelolco, conduce al aislamiento de esta política que, aunado a la fuerte presión social que se dirigió semanas atrás por el movimiento popular, finalmente hace insostenible la situación de Bautista O´Farril en el gobierno y el 8 de mayo renuncia y es sustituido por Guillermo Morales Blumenkron, de la línea más moderada dentro del PRI.
A 35 años de la masacre de universitarios perpetrada por el gobierno autoritario y represivo, recordemos a los caídos reivindicando su lucha por una sociedad socialista.

¡Por un 1° de Mayo combativo de los trabajadores en Puebla!

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