Siria y la marcha de la revolución árabe

Escrito por: 

Corriente Marxista Internacional

Como en Libia, los efectos de las revoluciones en Túnez y Egipto se sintieron en Siria, con resultados similares. Las masas creían que todo lo que se necesitaba para derrocar al régimen era organizar manifestaciones. Pero la situación ha demostrado ser más complicada que eso. El régimen tenía claramente algunos restos de apoyo en un sector de la población. Esto, conjuntamente con la falta evidente de una dirección revolucionaria y, crucialmente, sin una irrupción decisiva por parte de la clase trabajadora, es lo que derivó hacía un estancamiento durante meses.

El régimen sirio del Ba'ath estuvo basado en el pasado en una economía planificada inspirada en la de la antigua Unión Soviética, la cual permitió un desarrollo económico significativo en los años 60 y 70. En los 80, sin embargo, la economía empezó a desacelerarse. Tras el colapso de la ex-URSS, el régimen empezó a girar hacía el capitalismo. Como consecuencia de esta transición, surgieron mayores polarizaciones sociales con una élite minoritaria enriqueciéndose por un lado y una pobreza creciente por el otro. El desempleo se disparó y algunas estimaciones indican que se sitúa por encima del 20%.

Es esta creciente polarización social la que se encuentra en la raíz de la revolución en Siria. El régimen sirio es hoy más odiado que nunca por las masas pero, como en Libia, los imperialistas han visto una oportunidad de intervenir y tratan de imponer sus propios títeres en la revolución para desviarla hacia aguas seguras.

Se han dado rupturas dentro de las fuerzas armadas, con muchos oficiales autoproclamándose como el “Ejército Sirio Libre”. Esto indica que muchos soldados simpatizan con la revolución y que un sector de la élite militar, consciente de ello, en un intento de ganar credibilidad entre las masas, ha abandonado el barco antes de que se hunda por completo. Estos oficiales han hecho un llamamiento a los imperialistas para que impongan una zona de exclusión aérea, lo cual indica que jugarán un papel contrarrevolucionario en la revolución.

Lo que falta en Siria es una clara dirección socialista que pueda explicar a las masas que el régimen debe, y de hecho puede, ser derrocado, pero que en su lugar, lo que se necesita es una economía planificada bajo el control de los trabajadores. Sin esa dirección la revolución está siendo empujada en el sentido de la “contrarrevolución democrático-burguesa”. Esto no solucionará ninguno de los problemas candentes de las masas. De hecho, algunas desigualdades sociales se incrementarán todavía más y a un paso mayor que antes. Con el tiempo, las masas aprenderán que no es suficiente únicamente con derrocar a un dictador como Assad. Aprenderán que, sobre bases capitalistas, ninguno de sus problemas será solucionado.

La marcha de la revolución árabe

Los imperialistas están seriamente preocupados por los acontecimientos en el mundo árabe, que ocupa un lugar central en sus cálculos geopolíticos. La caída de Mubarak fue un serio golpe a su estrategia en Oriente medio. Esto los obligará a estrechar relaciones todavía más con Israel, ahora el único aliado fiable que les queda en la región. También harán todo lo que esté en su poder para apuntalar el régimen saudí y a los jeques reaccionarios en los Estados del Golfo.

Pero todas estas maniobras en última instancia servirán de poco. El régimen saudí intervino en Bahréin por temor a su propia seguridad. La familia real está podrida, es corrupta e hipócrita y se enfrenta ahora a una crisis de sucesión. Al mismo tiempo, el nivel de vida de los saudíes ha estado cayendo y la situación a la que se enfrentan los millones de trabajadores inmigrantes es terrible. El jefe del clero wahabí ha aconsejado al régimen hacer concesiones de inmediato para elevar el nivel de vida pues, de otra manera, lo que sucedió en Túnez y Egipto podría ocurrir en Arabia Saudita.

El genio ha salido de la botella, y no es fácil volverlo a encerrar. Los levantamientos revolucionarios ya se han extendido a Libia, Siria, Yibuti, Yemen, Bahrein, Jordania, Omán, Argelia Marruecos... Las masas, una vez despertadas, no se pacifican fácilmente con promesas, como los acontecimientos en Egipto han demostrado. La revolución pasará por todo tipo de vicisitudes y altibajos. Periodos de avance serán seguidos por periodos de calma, el cansancio, la decepción, derrotas, incluso la reacción. Pero sólo será el preludio de una nueva oleada revolucionaria, e incluso de más impresionantes levantamientos revolucionarios.

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