Después de que se reconoció que la crisis iba tener efectos en cualquier parte del mundo; después de los rescates multimillonarios en EEUU; después de que infinidad de gobiernos del mundo empezaron a repartir dinero a los banqueros y empresarios para que no quebraran; después de las supuestas reuniones entre capitalistas, para que no se extendiera la crisis; después de las supuestas medidas a favor del empleo y los salarios, hoy nuevamente vemos que los costos de la crisis han recaído sobre los hombros de millones y millones de trabajadores en todo el mundo, aumentando los precios de productos básicos, elevando los precios de la gasolina y el gas, despidiendo masivamente y, como ya es su costumbre, reduciendo los salarios de los trabajadores, es decir, reducir todavía más el nivel de vida de los trabajadores a escala mundial.