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Mientras la revolución siria sigue encerrada en una guerra civil por tercer año, las potencias regionales han empezado a usar el conflicto como una oportunidad para poner su agenda imperialista en el orden del día. Siria se ha convertido en un campo de batalla de una guerra de proximidad entre Irán, Israel y los emiratos del golfo, en particular Arabia Saudita y Catar.
La revolución siria que estalló en marzo de 2011 formaba parte de una ola revolucionaria más amplia que se extendió a través de todo el mundo árabe. La Corriente Marxista Internacional apoyó esta revolución sin reservas, a pesar de sus deficiencias. Desde entonces, sin embargo, debido a la falta de una dirección revolucionaria, lo que era una expresión genuina de las masas ha sido secuestrado por elementos reaccionarios que mantienen una agenda muy diferente.
Cuando los combates se extienden a las dos principales ciudades sirias (Alepo y Damasco), el movimiento de masas, de manera general, ha sufrido un reflujo en los últimos meses dando paso a una guerra de guerrillas armadas dirigida por el Ejército Libre de Siria (ELS). Así que las preguntas que debemos hacernos son ¿Adónde va Siria? y ¿qué resultados dará la revolución o lo que queda de ella?
Como en Libia, los efectos de las revoluciones en Túnez y Egipto se sintieron en Siria, con resultados similares. Las masas creían que todo lo que se necesitaba para derrocar al régimen era organizar manifestaciones. Pero la situación ha demostrado ser más complicada que eso. El régimen tenía claramente algunos restos de apoyo en un sector de la población. Esto, conjuntamente con la falta evidente de una dirección revolucionaria y, crucialmente, sin una irrupción decisiva por parte de la clase trabajadora, es lo que derivó hacía un estancamiento durante meses.
Publicamos el artículo de Hamid Alizadeh, escrito justo antes de las Navidades, conmemorando el aniversario de la muerte de Mohammad Bouazizi, que fue el pistoletazo de salida para el inicio de la revolución árabe. En el artículo se lleva a efecto un balance de fuerzas del conjunto del proceso.
Acontecimientos dramáticos han sacudido el ya tormentoso escenario de Siria en el último mes: huelgas, manifestaciones en el centro de Damasco, ataques a la sede de los servicios de inteligencia y la condena de la Liga Árabe. El régimen sirio parece más débil que nunca y bastante agotado, y un equilibrio de fuerzas favorable a la revolución parece ser la nueva realidad. La entrada en escena de una milicia de masas es un cambio importante en la situación que no sólo preocupa al régimen, sino también a la oposición burguesa y a sus aliados imperialistas.
El levantamiento revolucionario de las masas sirias ha dejado confundido y perplejo a mucha gente en la izquierda siria. Muchos de los llamados "progresistas" y de "izquierda" han adoptado una actitud negativa hacia el movimiento revolucionario;, en algunos casos llegando incluso a repetir la propaganda del régimen con respecto a "una conspiración imperialista", "musulmanes extremistas" y “agentes provocadores". Pero todo esto malinterpreta completamente la situación.
Decir que una revolución ha comenzado no quiere decir que se haya completado, y mucho menos que la victoria esté asegurada. Es una lucha de fuerzas vivas. La revolución no es un drama de un solo acto. Es un proceso complicado, con muchas alzas y bajas. El derrocamiento de Mubarak, Ben Alí y Gannouchi marca el final de las primeras etapas, pero la Revolución no ha logrado aún completamente el derrocamiento del viejo, mientras que este último aún no ha logrado restablecer el control.