Por la defensa de la Revolución Cubana

Escrito por Rubén Rivera y Liliana B.

En la turbulencia latinoamericana Cuba ha sido una referencia obligada para todos los desarrollos políticos de izquierda, no obstante está claro que desde la caída de los países mal llamado socialistas la revolución cubana y sus conquistas han sufrido un cruel deterioro y aunado a ello la más que evidente amenaza de restauración capitalista se recrudece.

Choque de fuerzas, no será una transición fría

En Cuba existe una alternativa real de guerra civil, la caída de la Unión Soviética supuso la ruptura de un compromiso político con la URSS de parte de Cuba, ello permitió entre otras cosas una apertura dentro de la isla para opciones no necesariamente estalinistas.

Con la enfermedad y retiro de Fidel Castro el sector de la burocracia que nunca han abandonado las tentaciones pro capitalistas, está tomando confianza y se prepara para abrazar abiertamente el camino capitalista
Mucha de esta gentuza aspira a los “beneficios” del modelo Chino que supone abrir al capitalismo acompañado por un firme control desde arriba por parte del aparato del Estado, con todos los privilegios que ello implica para estos burócratas que por la vía de los hechos se configuran como los nuevos capitalistas de la mano del imperialismo.

La apertura del debate sobre el futuro de la revolución ha servido para que este sector exprese sus ideas enmarcadas en una visión puramente técnica, asumiendo y legitimando como un hecho consumado la existencia de diferencias en el seno de la sociedad cubana.

A ello podemos atribuir la eliminación de las restricciones para que ciudadanos cubanos puedan alojarse en hoteles de 5 estrellas que por sus costos son imposibles para la absoluta mayoría de la población. También lo es el establecimiento de un sistema de incentivos económicos en función de la productividad de los trabajadores, lo que lógicamente generará la creación de capas diferenciadas entre trabajadores que en general no tienen condiciones de trabajo similares. Una capa de trabajadores privilegiados, una aristocracia obrera, puede ser la punta para la introducción de una lógica de mercado que paulatinamente genere la base social para un mercado regulado por el estado al estilo Chino.

Sin embargo la cosa no está tan sencilla para los deseos individuales de estos grupos, la nueva oleada revolucionaria latinoamericana ha llevado a Cuba un viento fresco que le permitió un margen para la rediscusión sobre el socialismo y el tipo de régimen más adecuado para continuar el proceso rumbo al socialismo.

El gran logro de la revolución latinoamericana en Cuba, es la creación de un importante sector de jóvenes, trabajadores y dirigentes de diversos niveles dentro del PC, que están por un socialismo basado en la democracia obrera con vocación internacionalista, y que no serán testigos pasivos ante el definir del futuro inmediato en Cuba, sino agentes activos que lucharán al lado del resto de la clase trabajadora en Latinoamérica.

En una reciente entrevista un historiador marxista cubano a Ariel Dacal Díaz, señalaba: “Otro rasgo fundamental del debate en cuestión es que el socialismo no es una mala palabra ni un singular en mayúscula. Es decir, se habla claramente de socialismos, y la evocación del término no responde a formalismo como profesión de fe sino a una clara idea de que las soluciones de justicia social, de desarrollo y de independencia para Cuba serán posibles solo pensándonos desde el socialismo”

Verborrea imperialista: “Democracia para Cuba, democracia!

Todos pretenden ser unos demócratas cuando se trata de Cuba. En realidad son como los buitres que esperan su momento para poner sus picos y garras sobre la carne fresca de Cuba. Lo que quieren es el final del sistema económico que instauró la revolución cubana. Quieren que regrese el capitalismo a Cuba. ¡A eso es lo que ellos llaman "democracia"!

Los trabajadores cubanos deben observar, como en el caso de la URSS, que el retroceso al capitalismo significó una debacle económica superior a los efectos de la segunda guerra mundial, además de ello luego de la catástrofe se construyó un régimen capitalista basado en las mismas mafias misas que se han instalado en el Kremlin de tal modo que hoy hablar de que existe democracia en Rusia es como suponer que en la Santa Inquisición había justicia.

Recordemos cómo era Cuba antes de la revolución: una dictadura gobernada por Fulgencio Batista apoyado por EEUU. Entonces no hubo llamamientos a la "democracia". Batista era el amigo el imperialismo norteamericano. Ellos se permitían utilizar la isla como su patio de recreo mientras la población de Cuba sufría unas condiciones terribles.

La revolución cubana puso fin a todo eso. Permitió que el país desarrollara un sistema sanitario avanzado, la esperanza de vida aumentó a niveles que sólo disfrutaban los países capitalistas desarrollados. Permitió educación gratuita para todos, dio al pueblo cubano dignidad. También eliminó a la burguesía parásita y el dominio de las empresas multinacionales norteamericanas.

Tenemos que decir que la sociedad cubana ha construido toda una red de beneficios sociales que realmente son un obstáculo para el desarrollo del mercado, es decir el mercado comenzaría por destruir todas las conquistas de la revolución, porque sólo de este modo puede obtener los beneficios inmediatos que exige, con lo cual regresarían todas las lacras que el proceso revolucionario de 1959 se propuso eliminar.

La Órbita de revolución latinoamericana

Afortunadamente, desde finales del siglo pasado las cosas han cambiado, especialmente derivadas de la crisis de las políticas económicas denominadas como “neoliberales”, que en el fondo no son más que el capitalismo posible de nuestros días.

Primero las masas venezolanas, luego las bolivianas y posteriormente las ecuatorianas han sacado al socialismo a la calle, como un tema de discusión y de acción en la escuela, la oficina, el taller, la fábrica y el barrio. El viento revolucionario espanta de terror a los reaccionarios y a los pequeño burgueses, esos que les gusta mucho decir que defienden al pueblo pero cuando el pueblo se levanta lo acusan de una chusma de revoltosos.

La movilización de las masas latinoamericanas ha permitido que ante el fin de la época marcada por el liderazgo de Fidel en Cuba surjan, como hongos después de la lluvia, jóvenes y trabajadores dispuestos a defender el socialismo y a luchar por el. Ariel Dacal define la influencia de la revolución latinoamericana del siguiente modo “De ahí que los procesos que acontecen en América Latina son referentes alentadores para los revolucionarios y revolucionarias en Cuba. No despiertan interés solo los referentes que vienen de algunos gobiernos, sino, y fundamentalmente, los que surgen de las luchas de los movimientos populares en la región. El conocimiento de estos últimos está muy limitado en Cuba, pero lo fundamental es que existen, producen alternativas que pueden ser fuente nutricia para la regeneración del socialismo cubano”.

La lucha por el socialismo

Por supuesto hablar de socialismo implica desde nuestro punto de vista cumplir con una serie de factores los cuales se verifican en importantes sectores de las nuevas corrientes de pensamiento socialista cubano:

  1. El reconocimiento de la herencia de la revolución bolchevique como fuente primigenia de un rumbo adecuado hacia el socialismo.
  2. El análisis pormenorizado del proceso de degeneración burocrática propiciada por el estalinismo y sus efectos en los procesos latinoamericanos, incluido el cubano.
  3. La justa valoración del significado histórico de la revolución cubana no como un hecho aislado sino como parte de una lucha internacional por el socialismo, por ponerlo en términos cubanos un rescate de lo mejor de la visión del Ché.
  4. Una visión de las necesidades económicas del proceso de edificación socialista no como un factor aislado sino como parte de una visión integral, es decir como parte de un proyecto socialista. De lo que se trata es centra las bases para el surgimiento del hombre nuevo socialista, no para el resurgimiento del ser mezquino, egoísta y oportunista, en pocas palabras del “hombre de negocios” del capitalismo.

Si el actual debate hubiera sucedido hace 10 años, la tarea de los procapitalistas en el seno de partido y el aparato de estado cubano hubiera sido relativamente más parecida a la catástrofe de Europa del este en 1989. No obstante ahora, 10 años después ya existe un número cada vez más grande de sinceros socialistas y revolucionarios que son capaces de enfrentárseles y ¿Por qué no? Vencer.

La clave para liberar el potencial revolucionario en Cuba es un triunfo tras otro en el continente, ello permitirá a las fuerzas revolucionarias ganar confianza y posiciones mientras que reducirá el margen de maniobra del sector procapitalista.

Una ola de reacción continental, que consideramos poco posible en la actualidad, facilitaría el aislamiento de los socialistas cubanos y daría ventaja a los precapitalistas.

La batalla se avecina y debemos prepararnos para ofrecer todo el apoyo al ala revolucionaria del partido comunista cubano y a las masas trabajadoras dispuestas a luchar por el socialismo.

Es crucial profundizar el debate desde el punto de vista de la perspectiva histórica revolucionaria y marxista, es decir fiel a la defensa incondicional de la revolución socialista cubana, de su continuación y extensión. Ello implica no ocultar errores sino señalarlos para aprender de ellos y de todo lo que permita edificar un gran monumento a todos los hombres y mujeres que antes y después del triunfo sobre Batista dieron su sudor su sangre, su vida para generar un mundo diferente. Ellos se fueron con la esperanza de que las futuras generaciones cumplieran con su tarea. Su recuerdo nos impulsa a seguir sin pedir ni dar cuartel… hasta la victoria, siempre.

¡No a la entrada del imperialismo en Cuba!
¡Contra el desabasto y la crisis: Democracia Obrera!
¡Por la defensa de la economía planificada, ni un paso atrás en la Industria nacionalizada!
¡Por la revolución socialista en América Latina!

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