La ocupación de fábrica en Chicago

Escrito por: 

Joaquín Alfonso

Solidarity forever!

When the union’s inspiration through the worker’s blood shall run,
there can be no power greater anywhere beneath the sun.[1]
Ralph Chaplin, Solidarity Forever, 1915.

El 11 de diciembre del año pasado concluyó con una victoria parcial un acontecimiento que por un buen tiempo había sido extraordinario y el cual en un periodo no muy largo de tiempo, no lo dudamos, dejará de serlo: Un conjunto de 250 trabajadores norteamericanos ocuparon una fábrica. En este caso, la fábrica Republic Windows and Doors (RWD), ubicada en la ciudad de Chicago.

La ocupación no pudo concluir con el mantenimiento de la misma bajo la forma en la que se tomó. Por decisión unánime, la toma se levantó después de haber ganado las demandas económicas. Es decir, la fábrica no pudo mantenerse abierta bajo control obrero. No obstante, con esta acción espontánea de los trabajadores lograron arrancarle al Bank of America, acreedor de las deudas que el patrón de la RWD había dejado, 1.7 millones de dólares mismos que servirían para pagar la liquidación, vacaciones retroactivas y servicios médicos para los trabajadores; en primera instancia fue justamente la negativa de los patrones a satisfacer estas demandas lo que obligó a los trabajadores a tomar la fábrica.

Obviamente este desenlace no era la primera opción ni para el patrón ni para el banco. Antes de que se decidiera la toma de fábrica, los patrones contrariamente al aviso anticipado de 60 días que se tiene que hacer, habían aguardado para avisarle a los trabajadores acerca de la situación financiera de la empresa y por tanto, de su inminente cierre. Con este retraso esperaban tomar por sorpresa a los trabajadores y ahorrarse las indemnizaciones correspondientes.

Una experiencia que trasciende fronteras

Esta experiencia de lucha resurge de manera natural, casi obligada ante la incompetencia de los patrones para hacer funcionar un negocio y la voracidad con la cual buscan arrebatar hasta lo último que queda después de llevar a la quiebra una fábrica. En buena medida, lo que pasó en Chicago había ya pasado en Argentina: en el contexto de un país con una economía en picada, los trabajadores, en su enorme mayoría sin haber tenido preparación política alguna, toman una decisión que va en contra de la costumbre capitalista: hacen funcionar la fábrica sin patrones.

Estos trabajadores de la Republic sacaron la misma conclusión a la que llegaron los obreros argentinos después del desplome económico de ese país: En época de crisis, la salvación por la que pugna la burguesía es para los patrones a costa de hundir más a los obreros. La fábrica no funciona gracias al patrón, sino gracias a los trabajadores. La supervivencia de los trabajadores depende de la continuidad en la producción. Los obreros pueden seguir produciendo con o sin patrón. Por tanto, no será el patrón, la pieza prescindible del rompecabezas, la que será el factor último en la supervivencia de los trabajadores.

Tal cual ha ocurrido con empresas tomadas en el cono sur del continente americano, los trabajadores en Estados Unidos mostraron durante todo el tiempo de la toma una disciplina militante. Con una Comisión de Seguridad y una de Higiene, siempre tuvieron el control de la fábrica y alejaron todo intento de provocación. Durante los seis días que duró esta toma, los trabajadores fueron completamente dueños de la situación.

Esto también ha ocurrido en Argentina, Brasil y Venezuela donde las tomas de fábricas se han presentado ya desde algún tiempo más. He aquí las bases materiales de por qué nosotros, los marxistas somos internacionalistas en la lucha por la emancipación de nuestra clase trabajadora: independientemente del “adormecimiento” de las masas y cualquier otro pretexto o inconveniente, más se parece un obrero argentino o brasileño a un obrero gringo (quienes son capaces de sacar las mismas conclusiones para el beneficio de su propia clase) que a un burgués argentino (que a su vez, por supuesto, se asemeja a cualquier patrón gringo, español o mexicano). Los intereses de una y otra clase no conocen fronteras.

Un horizonte asoma por la “ventana”

El futuro inmediato de los trabajadores de Estados Unidos y el mundo entero es claro: intentar conservar el empleo a toda costa. No obstante estos enormes esfuerzos por parte de los obreros, que por momentos darán resultado (paros técnicos, recorte de salario para que no haya despidos, horas extras), la ineptitud de la burguesía será incapaz de solucionar el atolladero en el que nos metió a todos. Cuando todos estos colosales esfuerzos vayan a dar al traste con el inminente cierre de otras fábricas, veremos cómo se repetirá multiplicado en número y en intensidad lo que sucedió en Chicago.

Esto apenas comienza.

México, D.F. a 15 de enero de 2009

[1] Cuando la inspiración del sindicato (la unión) corre por las venas de los trabajadores,
no puede haber poder más grande bajo el sol.

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