A 40 años de la ocupación militar de Ciudad Universitaria...

Escrito por: 

Nahúm Monroy

¡Defendamos la Universidad Pública!

Siendo las 22 horas del 18 de septiembre de 1968, cuando estaba programada una sesión del Consejo Nacional de Huelga (CNH) en la Facultad de Medicina, 10 mil soldados del batallón de paracaidistas, Batallón Olimpia y policías militares, fusil en mano, dirigidos por el general Marcelino García Barragán, ocuparon militarmente Ciudad Universitaria y detuvieron a cientos de universitarios para luego transportarlos en vehículos del Ejército. En ese entonces los medios de comunicación, las cámaras empresariales como la Concamin y toda la maquinaria del Estado justificaron dicha acción acusando a los universitarios de subversivos.

El motivo por el que el pasado 18 de Septiembre se reunieron alrededor de 50 personas en la explanada de Rectoría no fue la simple conmemoración de los trágicos acontecimientos del 18 de Septiembre de 1968, sino la firme convicción de recuperar la memoria histórica para defender en las calles una de las más importantes conquistas del pueblo trabajador: la Universidad Pública.

La Universidad Nacional incomoda a la derecha, a los empresarios, a los organismos financieros internacionales como al Banco Mundial y al Fondo Monetario Internacional, a las autoridades universitarias, al clero y por supuesto a los dueños de las universidades privadas. A todos ellos les resulta intolerable que la mejor universidad de Latinoamérica, la más grande por sus recursos económicos, la que mayor número de estudiantes alberga y la mejor en cuanto a producción científica, se trate de una universidad pública, gratuita y autónoma. La misma universidad que desde su fundación en 1551 y hasta la primera mitad del siglo XX seguía siendo la universidad de las clases dominantes, fue arrebatada para los hijos de los trabajadores a través de la lucha y las heroicas movilizaciones de los años sesenta y setenta.

La lucha del 68 en ningún sentido fue, como nos han querido mostrar la historia oficial y los intelectuales domesticados, un movimiento que pretendía reformar a este sistema de miseria y explotación. Los 6 puntos del pliego petitorio que el CNH enarboló, apelaban a las libertades democráticas que los empresarios siempre negaron, con miras a maximizar sus ganancias a costa del sudor de la clase trabajadora. Revolucionario en su esencia, el movimiento estudiantil del 1968 se levantó contra un Estado autoritario que cerraba las expectativas de desarrollo a los jóvenes que egresaban de las universidades públicas.

La noche del 18 de septiembre de 1968, cerca de diez mil soldados avanzaron en tanques de guerra y jeeps con ametralladoras a los largo de la Avenida Universidad, justo en el momento en el que estudiantes de diferentes escuelas y facultades se preparaban para asistir a la reunión programada por el Consejo Nacional de Huelga en la Facultad de Medicina.

Como documentó la revista ¿Por qué?: “el Estado Mexicano afirmó que los estudiantes habían ocasionado graves daños a los centros escolares. Sin embargo sólo habían hecho pintas alusivas a la represión en algunas paredes de los edificios. Eso lo sabían las autoridades, quienes para poder ‘justificar’ la intervención armada y culpar a los jóvenes, recurrieron al terrorismo, para después, ellas sí, causar destrozos educativos, como en la preparatoria 4 de la Avenida Constituyentes, luego de que fue asaltada el viernes 20 por la madrugada, por agentes policíacos armados con rifles exclusivos del ejército.

“Los estudiantes, maestros y padres de familia que celebraban reuniones pacíficas en diversos edificios de Ciudad Universitaria, fueron obligados a subir a los camiones militares y trasladados a la Procuraduría, donde la estupidez gubernamental y la ilegalidad de los procesos jurídicos se hicieron evidentes al ser dirigidos por subprocuradores que declararon ‘no saber con exactitud quiénes eran los responsables, ni qué delitos habían cometido’”.

El atentado contra la autonomía universitaria perpetrado la noche del miércoles 18 y la posterior brutal intervención en el Instituto Politécnico Nacional, fueron celebradas con regocijo por todos los senadores y diputados, por la burguesía agrupada en la CONCAMIN y la CONCANACO, así como por los líderes charros del sindicalismo oficial. La negativa del gobierno mexicano a entablar el dialogo público con los estudiantes, fue enfrentada con la combatividad y el heroísmo de un movimiento estudiantil que no claudicó ante el terrorismo de Estado, que no cedió al chantaje de ex líderes vendidos, ni pudo ser cooptado por el aparato priísta.

El mejor homenaje que podemos hacer a los verdaderos protagonistas del movimiento estudiantil, a los cientos de miles de jóvenes anónimos, a los perseguidos y detenidos políticos, a todos los asesinados y los desaparecidos, es levantar nuevamente las banderas de lucha del movimiento estudiantil, por la defensa de la universidad pública y por un gobierno del pueblo trabajador.

40 años después de la infame violación de la autonomía, la Universidad Nacional Autónoma de México corre un grave peligro bajo el gobierno de la derecha. Calderón, los medios masivos de comunicación y las cámaras empresariales, han lanzado una ofensiva sin tregua contra la UNAM y todas las universidades públicas del país. La afrenta nuevamente lanzada contra el movimiento estudiantil ha reiniciado con furor a principios de éste 2008; el comunicado que la Secretaría de Hacienda y Crédito Público envió a la Dirección General de Presupuesto de la UNAM en junio pasado, en donde solicita se realicen “ajustes al presupuesto” para el ejercicio de 2009, no es más que la reedición de el mismo método que instrumentó Zedillo en diciembre del 98, en el preludio del intento de imponer cuotas en la universidad.

El desprecio de la oligarquía mexicana por la universidad pública y por los hijos de los trabajadores es profundo; no podemos olvidar las palabras que el ultraderechista analfabeta y también diputado del PAN, Padilla Orozco hizo como presidente de la Comisión de Presupuesto de la Cámara de Diputados: “Qué bueno que a la UNAM se le redujeron los ingresos para 2007… me encantaría que todos estudiaran en escuelas que tuvieran mejor calidad”. O bien las desvergonzada campaña de linchamiento contra los estudiantes “La UNAM es un nido de guerrilleros y delincuentes”.

Desde la masacre imperialista de Estados Unidos y Colombia en territorio de Ecuador, en el que por desgracia resultaron muertos 5 universitarios y un politécnico, toda una marejada de linchamientos hipócritas y ataques sin fundamento se han dirigido contra la UNAM. La estudiante Lucía Moret ha sido objeto de una infame persecución política por grupos de ultraderecha y el Estado, además de ser impedida para regresar a México con sus familiares y con sus compañeros de aula. Éstas persecución refleja las verdaderas intensiones del gobierno federal para criminalizar la protesta social y restringir los derechos democráticos en un momento de abierta descomposición de la sociedad capitalista, agravada aún más por los trágicos acontecimientos del 15 de septiembre en Morelia en el que personas inocentes perdieron la vida a manos de sicarios infiltrados en los cuerpos de seguridad pública.

Tras las infames calumnias promovidas por Televisa, Tv Azteca, El Universal, Reforma, Milenio, Impacto, y un largo etcétera, contra la universidad se encuentra el apetito voraz de los que quieren empujar el desmembramiento de la universidad pública, esto es: el alza de cuotas, la separación del bachillerato de licenciatura, la privatización de los institutos de investigación, la reducción de la matrícula y la elitización de sus aulas.

En realidad ninguno de estos argumentos es nuevo, los ha utilizado el Estado durante los últimos 20 años como parte de su arsenal político contra la Universidad pública y el movimiento estudiantil. Los uso de la Madrid junto con Jorge Carpizo y José Narro en el 86; Zedillo y Francisco Labastida emplearon los mismos argumentos para justificar la represión contra la heroica huelga estudiantil de 1999-2000, y casi diez años después intentan revivir un proyecto una y otra vez derrotado por la lucha de los estudiantes. Además de ello, el día de hoy confían en que el gobierno universitario está presidido por José Narro Robles, que por más de 30 años ha sido un hábil operador político del proyecto privatizador de la universidad.

Los dueños de las universidades privadas también se frotan las manos ante la perspectiva del desmembramiento de la UNAM. Sus espantajos de universidades están muy por debajo del nivel de la Universidad Nacional y esto les llena de cólera. Sus universidades son en realidad centros de formación de los cuadros de la burguesía, y tal cual a la clase a la que dan cabida – una clase mediocre y acomplejada-, sus universidades son por analogía un mal remedo de las universidades norteamericanas, pero sin ningún prestigio internacional y sin infraestructura para la investigación científica ni las humanidades.

La disyuntiva hoy se presenta de la siguiente manera, o la burguesía desarticula la universidad nacional o los estudiantes y el pueblo trabajador damos una lucha frontal para defenderla y sacar del poder a quienes únicamente tienen deparado a los jóvenes un futuro de desempleo, delincuencia, narcotráfico y terrorismo.

A 40 años de la ocupación militar de Ciudad Universitaria, llamamos a estar preparados y organizados para la lucha decisiva, la lucha del los estudiantes y el pueblo trabajador, y refrendamos las palabras que el gran revolucionario e ideólogo del 68, José Revueltas, dirigió en alguna ocasión a los estudiantes:

No estudiamos con el propósito de acumular conocimientos estáticos y sin contenido humano. Nuestra causa como estudiantes es la del conocimiento critico, que impugna, contradice, controvierte, transforma, revoluciona la realidad social, política, cultural y científica. No se engañen las clases dominantes somos una ¡Revolución! Esa es nuestra bandera”. José Revueltas.

18 de septiembre de 2008

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