Perspectivas Mundiales 2016 (Tercera y última parte)

Escrito por: 

Corriente Marxista Internacional

 

El siguiente documento es la tercera parte de un borrador que será discutido este verano en el Congreso Mundial de la Tendencia Marxista Internacional. El objetivo principal de dicho documento es definir las principales tendencias económicas, sociales y políticas en el mundo al día de hoy y desarrollar una perspectiva para la lucha de clases en el siguiente periodo. El documento fue redactado originalmente en octubre de 2015.
 
Relaciones internacionales
 
Desde el punto de vista de las relaciones internacionales, el período que atravesamos no tiene antecedentes históricos. En el pasado, siempre había al menos tres o cuatro grandes potencias, enfrentándose por alcanzar la supremacía a nivel europeo o mundial. Por lo tanto, durante largos períodos las relaciones internacionales mantenían un cierto equilibrio interrumpido ocasionalmente por guerras.
 
La inestabilidad económica también se expresa en un aumento de la inestabilidad política. En ninguna ocasión desde la Segunda Guerra Mundial han existido tantas tensiones en el plano internacional. Las agresivas tendencias expansionistas del imperialismo estadounidense tras el colapso de la URSS han creado situaciones de caos en todas partes: en los Balcanes, Oriente Medio, Asia Central, el Norte de África, Pakistán y también desde hace poco en África.
 
Antes de la Segunda Guerra Mundial, León Trotsky predijo que los EEUU emergerían como la superpotencia mundial, pero añadió que los EEUU tendrían dinamita en sus cimientos. Esa predicción se vio dramáticamente corroborada con la destrucción de las torres gemelas el 11S.
 
EEUU se estableció como la potencia dominante tras 1945. El auge del poderío norteamericano se vio acompañado por el declive de los países imperialistas europeos. La Segunda Guerra Mundial había destrozado tanto a Japón como a la Europa Occidental. Los EEUU dominaban económica, militar y políticamente, aunque se veía enfrentado a la Unión Soviética.
 
Se estableció un tenso equilibrio que duró casi medio siglo. El poder no estaba en Londres, París o Varsovia. Estaba en Moscú y Washington. Era inimaginable que los EEUU interviniesen en países como Irak, Siria o Yugoslavia, que estaban bajo la órbita soviética. Mucho menos podía pensar Washington en inmiscuirse en Ucrania o Georgia, que formaban parte de la Unión Soviética.
 
Todo ello cambió con la caída de la URSS hace poco más de dos décadas. Asfixiada por una crisis interna y bajo la presión de un masivo movimiento de protesta, Moscú se vio obligado a retirarse de Europa del Este. El pacto de Varsovia encabezado por los soviéticos fue desmantelado. Sin embargo, la OTAN continuó existiendo como una amenaza potencial para Rusia.
 
En los años 80 el presidente estadounidense Ronald Reagan hizo una promesa verbal al entonces dirigente soviético Mijaíl Gorbachov de que Occidente no tenía intención de expandir la OTAN hacia el este en la órbita de influencia de la Unión Soviética. Esto era una mentira. En las últimas dos décadas los EEUU han estado expandiendo la OTAN hacia el este, incorporando toda una serie de países que antes estaban bajo la influencia de la URSS.
 
Los imperialismos alemán y estadounidense estuvieron tras la desintegración de Yugoslavia, un acontecimiento completamente reaccionario para los pueblos de la región y una humillación para Rusia. Aunque Rusia tenía tropas desplegadas allí, Occidente pudo tomar el control mientras el ejército ruso era relegado a la posición de un observador impotente.
 
En el pasado, las contradicciones que vemos a escala mundial hubiesen conducido a la guerra mundial. Pero esta vía de escape está hoy cerrada. La correlación de fuerzas a escala mundial no lo permite. Esto, sin embargo, no significa que esta sea una época de paz. Todo lo contrario, las contradicciones se verán expresadas en una serie de pequeñas guerras inacabables, dando lugar a un derramamiento de sangre terrible y al caos.
 
Aunque los EEUU sigan siendo enormemente poderosos, están lejos de ser omnipotentes. Las guerras en Afganistán e Irak mostraron los límites del imperialismo norteamericano. Incluso el Estado imperialista más poderoso no puede permitirse involucrarse directamente en todos los conflictos que estallan en el mundo. Pronto se verá exhausto económica y políticamente, con un giro en la opinión pública en contra de las intervenciones extranjeras. Esta lección fue olvidada por el círculo miope de George W Bush. Le tocó a su sucesor volver a aprenderla dolorosamente.
 
Rusia y los EEUU
 
Exhortados por el imperialismo norteamericano, la OTAN avanzó hasta las mismas fronteras de Rusia. Primero los estados balcánicos fueron incorporados a la OTAN, y luego se integró a Polonia. Pero el intento de los estadounidenses de absorber a Georgia en la OTAN fue ir demasiado lejos. El ejército ruso fue desplegado y Georgia aplastada velozmente. Ahora le tocaba el turno a los estadounidenses de ser humillados, mientras los rusos requisaban grandes cantidades de armas y equipamiento proveídos al gobierno georgiano por Washington – incluidos los inodoros de los baños.
 
Esto representó un claro aviso para los norteamericanos. El Kremlin les decía: ¡Hasta aquí hemos llegado! Pero los círculos gobernantes de los EEUU están ciegos y sordos. Cuando los alemanes se disponían a dar un paso atrás en el conflicto en Ucrania a finales de 2013, John McCain y sus aliados Republicanos intervinieron, obligando a Obama a tomar cartas en el asunto. Querían asestar un golpe a Rusia en venganza por lo ocurrido en Georgia y acercar a Ucrania a la UE y a la OTAN. Que Putin fuese a aceptar la pérdida de Ucrania tranquilamente era una enorme ingenuidad. Era incluso más ingenuo esperar que aceptase la pérdida de Crimea, donde la marina rusa cuenta con una gran base en Sebastopol.
 
El golpe de Estado de derechas en Kiev, respaldado por fuerzas fascistas y de extrema derecha, consiguió derrocar al gobierno de Yanukovych, pero haciendo esto sumieron a Ucrania en el abismo del colapso económico y la guerra civil. Occidente, predeciblemente, no ha cumplido las promesas hechas al pueblo ucraniano. No han hecho nada para frenar a Rusia, más allá de alzar sus voces y agitar sus puños.
 
La imposición de sanciones a Rusia no ha debilitado al régimen, sino que lo ha fortalecido. Antes de la crisis ucraniana y de las sanciones estadounidenses, Putin no estaba en una posición particularmente fuerte. Pero las medidas tomadas por los EEUU para “castigar a Rusia” tuvieron el resultado opuesto al esperado. Putin fue aupado por una ola de patriotismo que en un momento dado le arrogó una tasa de apoyo del 90%.
 
Superficialmente, puede parecer paradójico que Putin haya salido fortalecido de las crisis de Ucrania y Siria. Los esfuerzos de Occidente por aislarle han sido un fracaso estrepitoso. En Siria, es él quien hoy corta el bacalao. E incluso si los EEUU persisten en sus sanciones por Crimea y Ucrania, podemos predecir con bastante seguridad que sus aliados europeos silenciosamente se desharán de las suyas. La economía europea sacudida por la crisis necesita al mercado ruso y a su gas tanto como la burguesía europea necesita la ayuda rusa para solucionar el caos en Siria y  para acabar con la oleada de refugiados.
 
Pero si miramos más de cerca la situación, veremos que no es tan estable como aparenta. La economía rusa continúa cayendo, golpeada por la caída del precio del petróleo y por las sanciones occidentales. Los salarios están a la baja. La clase media ya no puede pasar fines de semana agradables en Londres y París. Se queja, pero no hace nada. Los trabajadores rusos están influenciados por la propaganda oficial sobre Ucrania. Están escandalizados por las actividades de los fascistas y ultranacionalistas ucranianos, y Putin ha sido capaz de beneficiarse de su natural simpatía por sus hermanos y hermanas en el este de Ucrania. Sobre esta base, su tasa de apoyo se ha disparado.
 
Putin tal vez pueda mantenerse en el poder por un tiempo, pero todo tiene sus límites y al final la historia siempre pide que se rindan cuentas. La crisis económica ha dado lugar a una caída aguda de los niveles de vida de muchos trabajadores, sobre todo fuera de San Petersburgo y Moscú. Las masas esperan pacientemente, pero su paciencia tiene límites definidos. Vimos evidencias de esto a finales de 2015 con la huelga de los camioneros de larga distancia. Un síntoma pequeño, tal vez, pero que muestra que tarde o temprano el malestar de los trabajadores rusos encontrará su expresión en protestas y huelgas serias.
 
Putin se sintió cómodo para lanzar su ofensiva militar en Siria, que tomó a Occidente desprevenido. Como resultado, un hombre que supuestamente era un paria internacional es ahora dueño del futuro de Siria.
 
Hace no demasiado tiempo, Obama y Kerry escupían fuego contra el hombre del Kremlin. Luego de repente éste aparece como la estrella en la ONU. Incluso se encuentra en público con el presidente de EEUU y se dan la mano ante las cámaras (aunque probablemente no fuese un apretón de manos muy afectuoso).
 
Para Putin, el principal objetivo en Siria era mantener a Assad en el poder como un aliado ruso fiable, y frenar el avance de los rebeldes islamistas que se acercaban cada vez más a las principales bases de apoyo de Assad en el oeste del país (y Rusia tiene bases allí). Al menos, se puede decir que las intenciones de Putin son claras y no dejan lugar a la duda. Eso le dio un aura de fuerza.
 
Obama, por otra parte, es un dirigente que se enfrenta a un Congreso duramente dividido y a una oposición Republicana rabiosa. Conoce bien los peligros de enzarzarse en una guerra sobre el terreno en Irak. El pueblo de EEUU está cansado de aventuras en el extranjero. Es por esto, y no por consideraciones pacifistas o humanitarias, por lo que está intentando por todos los medios evitar desplegar tropas americanas en Siria.
 
La razón de las contradicciones de la política de EEUU en Siria no es difícil de percibir. Las únicas acciones militares serias contra los yihadistas en Siria han sido llevadas a cabo por los rusos en colaboración con el ejército sirio de Bashar el Assad. Y las únicas acciones militares serias contra ISIS en Irak (aparte de las de los kurdos, que sólo luchan en sus zonas) han sido llevadas a cabo no por el llamado ejército iraquí y sus patronos estadounidenses, sino por las milicias chiitas apoyadas por Irán.
 
En la práctica, los norteamericanos han sido obligados a aceptar este estado de las cosas y las exigencias de Rusia e Irán para mantener en el poder por el momento a Bashar el Assad. Es por esto que Obama tuvo que alcanzar un acuerdo con Irán sobre la proliferación nuclear a pesar de la oposición histérica de Israel y Arabia Saudita, y también de sus amigos Republicanos en el Congreso. En pocas palabras, está teniendo que seguir caminos opuestos al mismo tiempo. Eso le da una apariencia de debilidad. El dirigente ruso volvió a Moscú convencido de que, con relación a Siria, los norteamericanos harían exactamente lo mismo que hicieron en Ucrania – es decir, nada sustancial, y no estaba equivocado.
 
Los rusos redoblaron sus envíos de armas y equipamientos a Damasco. Han lanzado una serie de bombardeos  contra el ISIS y otros objetivos. Los ataques rusos cambiaron la relación de fuerzas en el campo de batalla. Esto forzó a los EEUU y sus aliados occidentales a aumentar su campaña de bombardeos, que hasta entonces había estado de capa caída y se centraba en contener al ISIS en vez de en derrotarlo. Por lo tanto, en todo momento los rusos han tenido la sartén por el mango frente a la diplomacia norteamericana. En Siria, Washington ha tenido que tragarse su orgullo y aceptar los términos impuestos por Moscú. Esto ha cambiado la relación de fuerzas, no sólo en Siria sino en todo Oriente Medio.
 
Oriente Medio
 
“C’est pire qu’un crime, c’est une faute” (“es peor que un crimen, es un error”). Estas celebradas palabras atribuidas a Luis-Antoine-Henri de Bourbon-Condé, duque d’Enghien, pueden servir como un epitafio adecuado para la política exterior del imperialismo norteamericano en las últimas décadas.
 
Las llamas que envuelven a todo Oriente Medio son la consecuencia directa de la criminal invasión de Irak y de la continuación de las interferencias del imperialismo estadounidense en esta infeliz región. Habiendo desestabilizado Irak y reducido a una humeante ruina arrasada por la guerra, los norteamericanos y sus aliados ayudaron e incitaron a las fuerzas de la reacción en Siria, que ahora posan como una amenaza seria a sus intereses. Pero la llamada guerra contra el terrorismo que supuestamente han estado librando durante casi 15 años en Irak no ha conseguido absolutamente nada.
 
Los políticos de Washington no han entendido nada y no han previsto nada. Irónicamente, al destruir el viejo aparato de Estado de Saddam Hussein y al ejército iraquí, trastornaron el equilibro de poder en la región y crearon un vacío que ahora ha sido llenado por su viejo enemigo, Irán. Cuando el ejército estadounidense entró en Irak, Al Qaeda no existía en el país. Ahora, toda la región está en las manos de la locura yihadista. Esta es una consecuencia directa de los tejemanejes del imperialismo norteamericano.
 
Los norteamericanos se han despertado tarde al desastroso estado de cosas que ellos mismos crearon y que ahora amenaza con destruirles. Ahora, los EEUU se enfrentan a la amenaza creciente de la violencia yihadista que se extiende como una epidemia incontrolable por Oriente Medio y el Norte de África, cruzando el desierto del Sáhara para estallar en Nigeria y arrastrar a los países vecinos de Níger, Chad y Camerún.
 
¿Cómo ha respondido la mayor potencia militar del mundo a esta amenaza? Se ha obligado a sí misma a limitarse a bombardearla desde gran altura. Pero es un secreto a voces que sólo con  bombardeos no se ganan las guerras, sobre todo guerras como las de Irak y Siria. Los EEUU y sus aliados han bombardeado posiciones del ISIS durante más de un año. Pero el impacto sobre el ISIS parece mínimo.
 
Es cierto que el autodenominado Estado Islámico, con sus castigos crueles e inhumanos, sus crucifixiones, decapitaciones y lapidaciones, su opresión de la mujer y sus ataques a la cultura y a la educación, representa una aberración reaccionaria – un salto atrás hacia un pasado oscuro y primitivo. Pero todo esto no es más que la imagen reflejada de los crímenes del imperialismo, de los bombardeos indiscriminados, la tortura y el abuso a prisioneros en Abu Ghraib y Guantánamo. Las intervenciones del imperialismo en Oriente Medio desde 2001 han costado entre 1,3 y 2 millones de vidas y han dado lugar al desplazamiento de muchos millones más que ahora viven en condiciones de barbarie. A todo esto se lo ha venido denominando “daños colaterales”. 
  
Los imperialistas necesitan una excusa para sus agresiones criminales en Oriente Medio, y esta se la dan las acciones sanguinarias de los yihadistas. La máquina propagandística del imperialismo ha cultivado la imagen de un ISIS todopoderoso. Pero los acontecimientos muestran que el ISIS no es tan omnipotente como se decía. Desde la intervención de los rusos, el ISIS y otros grupos yihadistas han pasado rápidamente a la defensiva.
 
La intervención rusa lo ha cambiado todo. Ha obligado a los norteamericanos a intensificar sus operaciones. Pero para derrotar al ISIS necesitan botas sobre el terreno. Lo único es que esas botas no deben ser norteamericanas. Un pequeño número de fuerzas especiales estadounidenses han estado desplegadas en la zona, pero no está claro hasta qué extremo.
 
Desafortunadamente para Obama, para derrotar al ISIS no basta con pequeños despliegues sino con una gran cantidad de fuerzas ¿Cómo se puede resolver este problema? Algunos optimistas incurables han depositado sus esperanzas en el ejército iraquí. Pero esta es una ilusión ingenua. Cuando destruyeron al ejército iraquí en 2003, los norteamericanos se deshicieron de la única fuerza en la región capaz de actuar como un contrapeso contra Irán. Ahora, los patéticos restos de esa fuerza destruida están desmoralizados y son incapaces de luchar contra el ISIS ni contra ninguna otra fuerza. Su total falta de capacidad de lucha salió a relucir el verano pasado cuando el ejército iraquí huyó despavorido dejando Mosul en manos de las hordas yihadistas del ISIS.
 
Al mismo tiempo, la “oposición moderada” dentro de Siria ha demostrado ser una completa ficción. Con algunas excepciones menores, casi todos los grupos que luchan contra Assad son fanáticos islamistas de un tipo u otro. Están más interesados en luchar contra Assad que contra el ISIS. El principal papel de estos “moderados” es actuar como cabezas de puente para desviar las armas enviadas por los norteamericanos a grupos yihadistas. Los estadounidenses anunciaron que estaban entrenando una fuerza de  combate de 5.000 “moderados”, pero ahora admiten que sólo hay un puñado de ellos sobre el terreno (y dónde están y qué están haciendo es un completo misterio). Otros han sido asesinados por grupos de Al-Qaeda, que reciben sus fuentes de inteligencia del aliado de EEU en la zona, Turquía; o se han pasado a Al-Qaeda, entregando sus armas.
 
Al final, los EEUU han sido obligados a abandonar todos sus planes sobre Siria. El apoyo a los rebeldes “moderados” ha sido reducido significativamente. Al mismo tiempo, Washington se ha visto forzado a apoyar a las fuerzas kurdas del YPG. Alrededor del YPG han creado las Fuerzas Democráticas Sirias (SDF por sus siglas en inglés) y el Congreso Democrático Sirio.
 
El YPG ha demostrado ser extremadamente eficiente en Siria, principalmente porque es una milicia popular basada en un programa democrático y no-sectario. Con 50.000-70.000 combatientes, sólo es superado por el ejército de Assad, que sin embargo cuenta con peor entrenamiento, moral y motivación. Con la creación del Congreso Democrático Sirio se ha convertido de facto en un pequeño Estado kurdo.
 
El YPG es sin lugar a dudas el movimiento más progresista que hay en Oriente Medio en la actualidad. Sin embargo, está siendo usado por los EEUU con objetivos del todo reaccionarios. El imperialismo norteamericano pretende romper Siria en toda una serie de pequeños feudos gestionados por las distintas milicias y señores de la guerra, que puedan enfrentar a unos contra otros para mantener el control. De boca de los imperialistas, la consigna de la autodeterminación para las pequeñas naciones es siempre un engaño reaccionario y una trampa. En la actualidad, se ven obligados a usar a los kurdos para luchar contra el ISIS en su beneficio. Ahora bien, en el futuro los imperialistas inevitablemente tratarán de usar esta táctica de “divide y vencerás” contra los propios kurdos. Mientras que los marxistas defendemos los aspectos progresistas del movimiento kurdo y su derecho a la autodeterminación, también advertimos en contra de mezclar la causa del pueblo kurdo con las intrigas del imperialismo americano, y criticamos las inconsistencias y limitaciones de la dirección kurda.
 
El giro en su política hacia los kurdos ha profundizado las divisiones entre Washington y su aliado turco, cuyos esbirros de Al Qaeda temen perder el apoyo directo e indirecto de los EEUU. Turquía ve al YPG y a su organización hermana, el PKK, como una amenaza, y se han visto marginados por la nueva política de EEUU. Esto ha dado lugar a la situación irónica de que haya una guerra de baja intensidad en gestación entre el SDF apoyado por los norteamericanos por una parte y los esbirros de Turquía y Arabia Saudita, por otra. Esto podría degenerar en una guerra abierta en cualquier momento.
 
Además de apoyar a los kurdos, los EEUU se han dado cuenta de que necesitan fuerzas respaldadas por los iraníes, además del régimen de Assad, para estabilizar a Siria y evitar que sea tomada por grupos fundamentalistas. Todo el mundo sabe que el grueso de la lucha en Irak lo están librando, además de los kurdos, que se centran en defender sus propias zonas, las milicias chiitas pro-iraníes y la guardia revolucionaria iraní, y también que el ejército iraquí está siendo entrenado y dirigido por oficiales iraníes. El intento de construir una fuerza de combate basada en los “islamistas moderados” está condenado al fracaso. Las distintas facciones están más interesadas en luchar contra Assad y entre ellas mismas que en enfrentarse al ISIS. Los choques entre los grupos de Al Qaeda y las tropas de las SDF (un grupo formado por el YPG kurdo y dudosos vestigios no-yihadistas del antiguo Ejército Sirio Libre, FSA en inglés) han aumentado.
 
Por lo tanto, la insistencia con la que otrora se exigía el cambio del régimen de Damasco ha desaparecido y los estadounidenses han abandonado su beligerancia contra Teherán para alcanzar un acuerdo frágil con Irán sobre su programa nuclear, con la promesa de aliviar las sanciones. Esto ha sido sin duda alguna un humillación para Washington y un triunfo diplomático importante para Teherán. Irán tiene ahora un control efectivo del sur, este y centro de Irak (el ISIS y los kurdos controlan el oeste y el norte), y una gran influencia en Siria, además de la mayor parte del Líbano, la base de la poderosa milicia pro-iraní Hezbollah.
 
De mala gana, Washington ha sido obligado a decantarse por la única opción viable: un pacto con Irán – y con Rusia. Pero, ¿no es este el mismo Irán que, hace no tanto, era demonizado por la prensa estadounidense como parte del “Eje del Mal”? Hace no mucho tiempo, John Kerry echaba humo en sus improperios contra Teherán. Ahora, de repente, todo es cordialidad y dulzura por parte de Washington en lo que respecta a Teherán. El señor Kerry da discursos conciliadores, sonriendo de oreja a oreja mientras alaba a los dirigentes de Irán por su gran sabiduría y moderación.
 
Esto es incluso más cierto aún en los tratos entre EEUU y Rusia. Hace no mucho tiempo Putin era considerado un salvaje incivilizado, un hombre que debía ser condenado al ostracismo y boicoteado. Ahora de repente es el héroe del día en Siria. Estos desarrollos están provocando serias preocupaciones en Ankara y Riyad. Los imperialistas norteamericanos están tratando de seguir dos caminos divergentes al mismo tiempo, y el proceso en el que están sumidos está plagado de nuevas e irresolubles contradicciones. Estos juegos malabares diplomáticos son una evidencia más del lío en el que se han metido los norteamericanos en Oriente Medio. El gobierno de Bagdad depende estrechamente de Irán. El temor que existe en Arabia Saudita y en otros países de la región es que Irak esté siendo convertido en una satrapía iraní. El resultado no le gusta a Washington en absoluto, pero es la consecuencia lógica de las acciones norteamericanas.
 
Su actitud hacia Siria es incluso más contradictoria. Públicamente, continúan denunciando al régimen de Assad y quejándose de la “interferencia” rusa en Siria, mientras que de facto hay una distensión. Los americanos se lamentan de que los rusos no les den suficiente información sobre sus objetivos en Siria, y que es imposible coordinar los ataques aéreos, y que hay riesgos de accidentes, etc. Se quejan de que los rusos bombardean no sólo objetivos del ISIS sino también a fuerzas de la “oposición moderada” apoyadas por Occidente, que están atacando al ejército sirio en el oeste. Pero los rusos no prestan ninguna atención a esto y continúan machacando sus objetivos despiadadamente.
 
Arabia Saudita y Yemen
 
Es una vieja máxima de la diplomacia que las naciones no tienen amigos, sólo intereses. En Oriente Medio, los Estados Unidos está tratando de equilibrarse entre las cuatro principales potencias regionales - Irán, Arabia Saudita, Israel y Turquía - apoyándose ahora en una, y luego en otra, en un acto de equilibrio perpetuo. En Irak, los cazas estadounidenses llevaron a cabo ataques aéreos en paralelo con las fuerzas terrestres iraníes; mientras que en Yemen, Estados Unidos apoya los ataques aéreos saudíes contra los huthis, que están respaldados por Irán. Estados Unidos dice que está acelerando las entregas de armas a Arabia Saudita, sin embargo, al mismo tiempo, el gobierno de Obama está haciendo señales desesperadamente a Teherán de que no desea entrar en conflicto con Irán sobre Yemen.
 
La camarilla gobernante saudí es el centro de la contrarrevolución de toda la región. Durante décadas, los líderes occidentales han apoyado constantemente a la monarquía saudí reaccionaria, tragándose servilmente todas sus acciones brutales y lamiéndole el trasero a las criaturas repugnantes que llevan la batuta en Riad, como vimos en el funeral del indeseable finado rey Abdullah.
 
Estos devotos musulmanes, los "protectores de los Santos Lugares" y hasta ahora uno de los aliados más fieles de Estados Unidos, decapitaron más de 50 personas en un solo año, además de realizar otras pequeñas prácticas agradables como flagelaciones y crucifixiones. Pero el podrido régimen saudí está descansando sobre bases muy endebles. Hay un fermento creciente entre la población chiíta oprimida de Arabia Saudita, así como en una parte significativa de la juventud. Esto podría conducir a un levantamiento en una determinada etapa. Pero también existe una creciente impaciencia entre los fanáticos reaccionarios wahabíes que son más simpatizantes del ISIS y de al-Qaeda que de la familia real, a la que ven como ilegítima. Esta contradicción está socavando el régimen que está tratando desesperadamente de aferrarse al poder.
 
Estos fueron los principales factores que determinaron la reacción saudí a los acontecimientos de Yemen. El cambio de actitud en la política exterior de Estados Unidos en relación con Irán trajo más complicaciones a Washington. Enfureció a los saudíes y a los israelíes que ven a Irán como el enemigo principal. Irán tiene buenas relaciones con las milicias chiitas huthis que se extendieron por Yemen con un programa populista y tomaron el control de Adén, expulsando del poder a la marioneta saudí. En respuesta a esto, Arabia Saudita ordenó a su fuerza aérea bombardear a los rebeldes.
 
Los saudíes reunieron apresuradamente una coalición de diez estados que pretende ahogar en sangre la insurrección yemení. De mala gana los EEUU y Gran Bretaña se unieron a la coalición aunque han evitado su participación directa en los bombardeos. Las fuerzas de la coalición han bombardeado brutalmente el país, pulverizando su infraestructura, destruyendo escuelas y hospitales, y matando a un gran número de civiles. Veinte millones de personas están en situación de extrema necesidad. A pesar de los bombardeos asesinos, los huthis no han sido destruidos y hay un odio general hacia los saudíes y sus aliados entre la masa de la población. El hecho de que el ejército de Pakistán rehusara la solicitud de los saudíes de participar en su campaña militar contra los rebeldes huthis es prueba suficiente de que una ofensiva terrestre en Yemen terminaría en un desastre.
 
La actual camarilla gobernante está jugando con fuego. El viejo rey Abdullah era un hombre muy prudente, que tendía a evitar la participación directa en aventuras de riesgo en el extranjero que pudieran alterar la estabilidad de su régimen. Pero sus sucesores son advenedizos degenerados, ignorantes y estúpidos, sobrados de confianza. Cegados por su sensación de invulnerabilidad han puesto en marcha una guerra imposible de ganar. Al intervenir militarmente en Yemen, Arabia Saudita corre el riesgo de desestabilizar su propio régimen, o incluso de provocar un levantamiento.
 
Arabia Saudita está provocando deliberadamente el sectarismo religioso contra los huthis. Esto ha llevado al fortalecimiento de al-Qaeda en grandes partes del país. La ejecución del jeque chiíta Nimr al-Nimr, fue un asesinato judicial ordenado por la camarilla real saudí. Fue una provocación deliberada con la intención de provocar la violencia sectaria entre chiitas y sunitas y empujar al gobierno de Teherán a tomar una acción militar contra Arabia Saudita, para luego pedir ayuda a los estadounidenses.
 
Esto condujo inmediatamente al asalto de la embajada saudí en Teherán y a la ruptura de relaciones diplomáticas por parte de Arabia Saudita. Todo esto fue cuidadosamente premeditado. Los acontecimientos procedieron paso a paso, como los pasos de una bailarina de ballet. Pero este ballet es la danza de la muerte. Esto fue un acto desesperado de un régimen que se encuentra en serios problemas y que se enfrenta a la perspectiva de su derrocamiento.
 
Los gángsteres saudíes calcularon mal en Yemen. Ahora han despertado la ira de los chiitas, que constituyen al menos el veinte por ciento de la población saudí y están entre las capas más pobres y oprimidas. Manifestaciones masivas estallaron en las ciudades saudíes con consignas como "¡Muerte a la Casa de Saud!" Al extralimitarse, la camarilla dominante saudí ha sembrado vientos y cosechará tempestades.
 
Turquía
 
Junto con Arabia Saudita e Israel, Turquía representa la principal fuerza contrarrevolucionaria de la región. Aunque formalmente es parte de la OTAN, bajo el régimen reaccionario de Erdogan, Turquía en la práctica ha estado respaldando al ISIS y a otras fuerzas islamistas en Siria.
 
Las ambiciones regionales de Erdogan son bien conocidas. Él desea restablecer algo parecido al viejo Imperio Otomano, con gran parte de Asia Central y de Oriente Medio bajo control turco. Con el fin de avanzar en esta ambición intenta utilizar a los pueblos de habla turca, como los turcomanos, para sus propios fines cínicos, al igual que el zarismo ruso utilizó a los eslavos del sur en el pasado como los peones de una política exterior expansionista.
 
También es un secreto a voces que Erdogan ha estado apoyando al ISIS y a otras bandas islamistas en un intento de derrocar al presidente Assad y arrebatarle rebanadas de territorio sirio. Por eso ha permitido que un gran número de combatientes islamistas crucen la frontera turca en Siria, mientras que bloquea el suministro de armas y voluntarios a las fuerzas anti-ISIS en Siria y aplasta brutalmente a los kurdos que combaten al ISIS.
 
El derribo de un avión de guerra ruso por los turcos fue una provocación destinada a crear un conflicto entre Estados Unidos y Rusia. Turquía es miembro de la OTAN e hizo un llamamiento a sus aliados en busca de ayuda. Pero al tiempo que expresó públicamente su apoyo al "derecho de Turquía a defender su soberanía nacional" la OTAN no hizo nada, mientras que Putin utilizó el incidente como una excusa para mover un sistema de defensa de misiles S-400 de Rusia a Siria, teniendo así el control del espacio aéreo sirio.
 
La provocación de Erdogan no logró nada. No detuvo al presidente Hollande de visitar Moscú o de que llamara a una coalición internacional amplia contra el ISIS. En realidad, el régimen de Erdogan no es estable. El levantamiento popular que se extendió por Turquía en 2013 fue una advertencia de lo que le espera a Turquía en el futuro.
 
Israel
 
La cuestión palestina sigue sin resolverse y sigue envenenando la vida política de Oriente Medio. Los intentos de Abbas y de la Autoridad Palestina de aislar diplomáticamente a Israel en la ONU y en otros foros internacionales son ejercicios de futilidad.
 
Las relaciones entre la administración del presidente Obama y el gobierno de Israel se han vuelto abiertamente hostiles desde que Netanyahu aceptara una invitación de los Republicanos para dirigirse al Congreso de Estados Unidos el año pasado.
 
Cuando Netanyahu fue elegido, la Casa Blanca se abstuvo de las felicitaciones habituales. No hubo ninguna llamada telefónica de Obama. En cambio, el primer ministro recibió una breve llamada del secretario de Estado, John Kerry. Este pequeño incidente, de pequeña importancia en sí mismo, indica las crecientes contradicciones entre EEUU e Israel.
 
En un intento de presionar a Washington, Netanyahu recurrió al chantaje más crudo. La inteligencia israelí obtuvo detalles secretos de las conversaciones nucleares entre Irán y Estados Unidos, desde sesiones informativas "confidenciales" de funcionarios de Estados Unidos, hasta testimonios de informantes, contactos diplomáticos en Europa y escuchas de espionaje. Entregaron esta información sensible a los miembros del Congreso estadounidense.
 
Por tales medios poco limpios Netanyahu estaba tratando de sabotear el acuerdo con Irán. The Wall Street Journal citó a un alto funcionario estadounidense que dijo "una cosa es que los EEUU e Israel se espíen el uno al otro. Y otra cosa es que Israel robe secretos de Estados Unidos y se los devuelva a los legisladores estadounidenses para socavar la diplomacia estadounidense".
 
La frialdad se profundizó cuando Netanyahu descartó explícitamente la llamada solución de los dos estados - la piedra angular de los esfuerzos de paz de Washington. La Casa Blanca advirtió que el gobierno de Obama podría estar haciendo "nuevos cálculos" en sus relaciones con Netanyahu.
 
Israel ha mantenido su férreo control sobre Cisjordania. Gaza está siendo estrangulada lentamente y los asentamientos judíos en los territorios ocupados están siendo implacablemente ampliados. La dirección palestina es totalmente impotente, lo que conduce a acciones desesperadas por parte de los jóvenes, acciones que juegan a favor de Netanyahu. Este es otro golpe para Obama y el imperialismo norteamericano, que ha fracasado en sus intentos de encontrar una solución de compromiso.
 
El ascenso de China
 
En Oriente, los EEUU se enfrentan a otro reto con el ascenso de China. Después de la crisis de 2008 China salvó a la economía mundial mediante la absorción de una gran cantidad de excedentes de capital (es decir, de sobreproducción). Pero ahora el papel de China en el mundo ha cambiado en su opuesto. Como potencia económica en ascenso, con hambre de materias primas para alimentar sus industrias, China penetró en África y América del Sur donde extrajo principalmente materias primas. Pero ahora se enfrenta a una crisis de sobreproducción.
 
Como Alemania antes de 1914, las fuerzas productivas acumuladas en China no pueden ser contenidas dentro de sus fronteras. Esto está dando lugar a conflictos con los estados vecinos, así como con las grandes potencias imperialistas. Los grandes programas de paquetes de estímulo económico no han tenido ningún efecto duradero. China se ve obligada a recurrir al "dumping" (vender por debajo del coste de producción) para descargar grandes cantidades de productos baratos en el mercado mundial. Por lo tanto, el papel de China en la economía mundial se ha convertido en su contrario.
 
También al igual que Alemania, en el pasado, China está tratando de alcanzar el poder y la influencia en los asuntos mundiales que refleja su poder económico. Está buscando una redistribución de las esferas de influencia. Para las potencias existentes, especialmente Japón y Estados Unidos, las ambiciones apremiantes de China se perciben cada vez más como una amenaza. Públicamente, Norteamérica dice que acoge el ascenso de China al status de gran potencia, siempre y cuando los chinos respeten las normas internacionales y desempeñen un papel adecuado en el "sistema multilateral". Pero en la práctica, cada vez que China hace algo en el escenario mundial, los EEUU intentan bloquearlo.
 
Estados Unidos ha bloqueado sistemáticamente que China aumente su voz en los organismos financieros internacionales como el FMI. Incluso una modesta propuesta de aumentar sus recursos al FMI (que le darían unos poco más de votos a China) se ha visto obstaculizada durante años en el Congreso. Estados Unidos ha frustrado también los esfuerzos de incrementar el peso de China en el Banco Mundial. Para contrarrestar el creciente peso de China en la región, los EEUU también están intrigando con otros once países de la Cuenca del Pacífico para establecer la Alianza Trans-Pacífico, que excluye a China a pesar de ser la economía más importante del Pacífico occidental. Sin embargo, China continúa expandiendo su influencia en la región, para disgusto de Norteamérica.
 
Lo vimos en el caso del Banco de Inversión en Infraestructura de Asia (AIIB, sus siglas en inglés). Como de costumbre, Estados Unidos ha adoptado una política de contención. Pero esto ha fracasado en la práctica. China ahora tiene en sus manos las reservas de divisas más grandes del mundo, con las que planea lanzar un nuevo banco para ayudar a construir puentes, carreteras y otras necesidades de desarrollo en Asia.
 
La elite gobernante china quiere asegurarse de que su poderío militar e influencia política se pongan en línea con su fortaleza económica. Sus tendencias expansionistas están llevando a un conflicto con el imperialismo de Estados Unidos en el Pacífico, que está destinado a convertirse en la zona decisiva de la historia mundial. Temiendo (correctamente) que el nuevo banco sea un vehículo para la influencia china en un área vital para sus propios intereses, Estados Unidos está tratando de sabotear el plan. Detrás de las escenas, los estadounidenses han presionado a sus aliados para que no se unan al mismo.
 
Cuando Gran Bretaña se convirtió en el primer país fuera de Asia en solicitar su ingreso, un funcionario estadounidense se quejó de la tendencia del Reino Unido a la "acomodación constante" con China. Pero eso no impidió que Cameron invitara al presidente de China, Xi Jinping, a Londres para una visita de Estado con el tratamiento de alfombra roja y cena con la reina en el palacio de Buckingham. Las potencias europeas están tropezando entre sí para cortejar los favores de Beijing. Siguiendo el ejemplo de Gran Bretaña, Alemania, Francia e Italia anunciaron que ellos también querían ser miembros fundadores del Banco.
 
Una línea de tren de alta velocidad desde Shanghai a Kunming se completará en 2016, promoviendo la expansión de China en Asia sudoriental. Y el AIIB, la primera institución financiera multilateral liderada por China, creado en 2015, da a China la oportunidad de utilizar sus enormes reservas para impulsar sus ambiciones políticas.
 
En los dos últimos años, China ha participado en una enorme campaña para construir islas artificiales en el Mar del Sur de China. En respuesta, los estadounidenses enviaron un destructor naval en lo que llamaron una "operación para la libertad de navegación", cerca de una de las islas artificiales. El jefe de la marina de guerra de China, probablemente no fue el único en ver todo esto como una "amenaza velada". Sólo que no era realmente velada.
 
El almirante Wu Shengli dijo que sus fuerzas habían mostrado "enorme moderación" en respuesta a las "acciones provocadoras" de Norteamérica en el Mar del Sur de China. En el pasado, estas tensiones habrían llevado a la guerra. Pero la correlación de fuerzas ha cambiado drásticamente. China ya no es una pobre nación semicolonial oprimida que podría ser invadida por Japón, Gran Bretaña o Estados Unidos. Los estadounidenses no son siquiera capaces de emprender una acción militar contra Corea del Norte, que está provocándoles constantemente. Menos aún van a atreverse a desafiar el poderío militar de la China moderna. A pesar de que los EE.UU. pueden considerar a la mayoría de los países de la región "aliados" contra China, como Vietnam, el ascenso de China pondrá a prueba este equilibrio de fuerzas cada vez más. Cada vez que los EE.UU. no interviene, como en los casos de Ucrania y Siria, no sólo en Pekín, sino en Hanoi, Taipei y Seúl se toma nota de ello. China es el mayor socio comercial de todos estos países, y su cuota de su comercio no hará sino crecer. Estas contradicciones en el futuro causarán inestabilidad política en los países del Pacífico occidental en la medida en que los EE.UU. y China compiten por la influencia.
 
La nueva estrategia de 1 billón de dólares de la Ruta de la Seda, que implica, en particular, a Pakistán, Afganistán y Asia Central, está motivada en parte por consideraciones estratégicas (evitando el Estrecho de Malaca), pero también por la necesidad de exportar su sobreproducción. El setenta por ciento de los préstamos a los países de la nueva estrategia de la Ruta de la Seda se hizo con la condición de que debían participar las empresas chinas. Pero esto también está provocando conflictos con y dentro de estos países.
 
El Corredor Económico entre China y Pakistán, un gran proyecto que tiene como objetivo conectar el puerto de Gwadar, en Baluchistán, el suroeste de Pakistán, con la región autónoma china de Xinjiang, es una extensión de la iniciativa propuesta por China de la Ruta de la Seda del siglo XXI. Se supone que proporciona beneficios a Pakistán en el transporte, las infraestructuras, las telecomunicaciones y la energía. En realidad, se trata de un plan para convertir a Pakistán en un satélite chino.
 
China va a obtener mayores beneficios con esto, mediante la apertura de rutas comerciales para el oeste de China y al proporcionarle acceso directo a los ricos recursos de la región de Oriente Medio a través del Mar Arábigo, sin pasar por rutas logísticas más largas a través del Estrecho de Malaca. Esto incluirá la construcción de carreteras, vías férreas, y gaseoductos y oleoductos que conecten China con Oriente Medio. La participación de China en Gwadar también permitirá que se expanda su influencia en el Océano Índico, una ruta vital para el transporte de petróleo entre el Atlántico y el Pacífico.
 
La estado chino pretende que esto sirva a los intereses geopolíticos y estratégicos de la élite china. A este proyecto se opone el imperialismo norteamericano y también un sector importante de los nacionalistas baluchis. No trae ningún beneficio a los habitantes de Gwadar que viven y trabajan en condiciones desesperadas. Por el contrario, están siendo privados de sus derechos en la zona. También hay resentimiento entre los sindhis y  otras nacionalidades a través de cuyas áreas no ha sido trazado este "corredor". Por lo tanto, la política expansionista de China sirve para agravar las contradicciones en Pakistán y en toda la región.
 
Pakistán, Afganistán y la India
 
Más de una quinta parte de la humanidad vive en el subcontinente del sur de Asia que posee recursos naturales más que suficientes para crear un paraíso en la tierra. Sin embargo, casi siete décadas después de su independencia formal, esta tierra antigua es un océano de miseria, pobreza, analfabetismo y opresión. Ha sido azotada por la guerra y una terrible violencia étnica y comunal. Las burguesías de la India y Pakistán han sido totalmente incapaces de resolver ninguna de las tareas básicas de la revolución democrático burguesa. Son más dependientes del imperialismo que antes de la independencia. Pakistán no ha logrado ni siquiera erradicar completamente el feudalismo, mientras que la India no ha conseguido ni siquiera abolir el sistema reaccionario y cruel de las castas.
 
En Pakistán, la situación de las masas no es mejor que en la India. En ambos países la explotación de las masas se agrava por el cáncer de la corrupción y el saqueo del estado por parte de políticos sobornables, hombres de negocio y generales del ejército. En ambos países se desperdicia grandes cantidades de dinero en gastos militares a costa de la sanidad y la educación.
 
La estrategia contrarrevolucionaria de la camarilla dirigente en Pakistán ha provocado una situación de pesadilla tanto en Afganistán como en el propio Pakistán. La clase dirigente y el ejército están implicados a gran escala en redes de contrabando masivo de drogas y otras actividades criminales.
 
Esta es la base real en la que florecen los Talibanes y otros monstruos fundamentalistas. Las luchas entre diferentes camarillas fundamentalistas rivales y el estado, en el fondo, son luchas por las enormes cantidades de dinero negro que genera el tráfico de drogas. Originalmente, este tráfico fue creado y fomentado por el servicio secreto paquistaní (ISI), con el conocimiento pleno y el apoyo del imperialismo estadounidense, para financiar la contrarrevolución en Afganistán. El resultado ha sido una catástrofe absoluta.
 
Los fanáticos furibundos de los Talibanes y otros grupos fundamentalistas islámicos ahora están fuera de control. Esto se demostró de la manera más brutal con el sangriento ataque a la Escuela Pública del Ejército en Peshawar en diciembre del 2014, en la que los talibanes paquistaníes asesinaron a por lo menos 132 niños y nueve miembros del personal. Estos eran todos hijos de oficiales del ejército paquistaní. En consecuencia, el ejército se vio obligado a aumentar los ataques contra los talibanes, que anteriormente habían sido sus títeres y marionetas.
 
Los imperialistas y sus títeres locales son responsables de la destrucción de la que fue una de las culturas más ricas de Asia. Han creado monstruos de Frankenstein: perros rabiosos que no dudan en morder la mano de su amo. En Afganistán, después de 15 años de ocupación imperialista, la situación de las masas no ha mejorado en absoluto. La opresión de la mujer continúa sin cesar. Y en relación a los derechos humanos, que a los comentaristas occidentales tanto les gusta mencionar, la situación no ha hecho más que empeorar.
 
El gobierno de Kabul está totalmente dividido y en crisis. Su impotencia quedó al descubierto en una serie de ataques sangrientos por parte de los talibanes en zonas que se suponía que eran seguras. En consecuencia, los imperialistas se ven obligados a mantener una presencia militar a la que quisieran haber puesto punto y final. El gobierno de Kabul está sentado sobre bayonetas norteamericanas. Sin ellas, sería derrocado inmediatamente.
 
Hasta hace poco, parecía haber por lo menos un rayo de luz en toda la oscuridad del subcontinente. La burguesía india se vanagloriaba del crecimiento de la economía y hablaban del “tigre asiático”. Pero eso era en un período en el que la economía mundial se estaba expandiendo y en cualquier caso los beneficios de ese crecimiento fueron a parar en gran medida a una minoría privilegiada. Las condiciones de la aplastante mayoría no mejoraron. Ahora la economía india siente los fríos vientos de la crisis mundial. La rupia ha caído bruscamente. La India ha atado su destino al del mercado capitalista mundial y no puede escapar al impacto de la crisis global del capitalismo.
 
A pesar de toda su demagogia triunfal, el gobierno del presidente indio Narendra Modi se encuentra sumido en graves dificultades. Su partido Bharatiya Janata (BJP) perdió la elección en el estado clave de Bihar. Los votantes se quejaban, sobre todo, de la inflación en los precios de la comida. Gracias a la caída de los precios del petróleo, la inflación global ha estado contenida desde que Modi fuera electo como primer ministro . Pero el aumento de los precios de algunos productos alimentarios ha empujado el índice de precios al consumo en los últimos meses. En mitad de la campaña, los precios del arhar dal - las lentejas rojas partidas que son parte de la dieta esencial del pueblo - se dispararon, convirtiéndose en un asunto central de la campaña.
 
La situación real la demostró la huelga general convocada por los diez mayores sindicatos en septiembre del 2015, paralizando la India. Los dirigentes sindicales y comunistas habían previsto que 100 millones de trabajadores participaran en la huelga. La cifra por sí misma refleja la colosal fuerza potencial del proletariado indio. Pero en realidad más de 150 millones de trabajadores participaron en la huelga general ese día, una de las mayores huelgas generales de la historia.
 
Sólo el proletariado y sus aliados naturales, el campesinado pobre, pueden ofrecer una salida a la pesadilla en la que el capitalismo y el imperialismo han sumido a esta tierra antigua y potencialmente próspera.
 
Sudáfrica
 
Sudáfrica es la clave del continente africano. Posee la mayor economía y la mayor clase obrera con mucha diferencia, y es un país orgulloso de sus tradiciones revolucionarias. Fueron las masas revolucionarias y no la habilidad negociadora de los dirigentes del Congreso Nacional Africano (ANC) las que provocaron el derrocamiento del régimen del apartheid en 1992. Sin embargo, después de 24 años de democracia burguesa formal bajo el gobierno del ANC, la situación no ha cambiado mucho para la mayoría del pueblo del segundo productor de minerales del mundo.
 
Esta situación ha sentado las bases para un estado de ánimo cada vez más radicalizado, particularmente entre la generación joven que no tiene ilusiones en los viejos dirigentes del movimiento de liberación, muchos de los cuales se han unido a las filas de la burguesía. La masacre de Marikana, cuando los mineros negros fueron asesinados a sangre fría por las fuerzas del gobierno del ANC en defensa de los propietarios (negros y blancos) de la industria minera, tuvo un profundo impacto en la actitud de muchos hacia el partido gobernante. El ANC hoy en día es visto por muchos como un hervidero de corrupción y latrocinio.
 
El radical sindicato metalúrgico, NUMSA - que tiene unos 400.000 afiliados - se ha escindido de la alianza tripartita [ANC-COSATU (la central sindical)-SACP (el partido comunista)]. Los dirigentes de NUMSA hablan del establecimiento de un nuevo partido, lo cual, de llevarse a la práctica, representaría un desafío importante al ANC. Pero los dirigentes del NUMSA le están dando largas al tema, concentrándose en luchas burocráticas inútiles y casos judiciales contra la derecha del ANC.
 
En este vacío apareció la figura de Julius Malema, antiguo dirigente de la ANCYL [Liga Juvenil del ANC] y sus Luchadores por la Libertad Económica (EFF). Su retórica radical les ha hecho muy populares, particularmente entre la juventud. Todo esto refleja el enorme potencial revolucionario que se está desarrollando en la sociedad sudafricana.
 
La revolución también está afectando al resto del África subsahariana, con los acontecimientos del año pasado en Togo, Burundi y los más importantes en Burkina Faso. En todos estos países han estallado movimientos revolucionarios, y en Burkina Faso hemos visto, de nuevo, un movimiento de masas que derrotó un intento de golpe militar. Esto enfatiza las condiciones enormemente favorables para la revolución, incluso en países que son relativamente subdesarrollados.
 
Venezuela y los límites del reformismo
  
La situación en América Latina se ha transformado. Diez años de relativa estabilidad garantizada por el crecimiento económico han llegado a su fin. Esto está teniendo profundas consecuencias políticas y sociales.
 
La situación en Brasil ha cambiado de manera dramática, con un declive importante de su economía, una caída del PIB del 4,5% el año pasado. Esto, junto con una serie de medidas impopulares y anti-obreras introducidas por el gobierno, ha sacado a la luz de manera aguda el hecho de que el gobernante Partido de los Trabajadores (PT) ha estado defendiendo los intereses del capitalismo, no los de los trabajadores. Esto ha debilitado enormemente al PT. Han quedado atrás los días en que el partido tenía una enorme lealtad por parte de las masas. En lugar de eso tenemos radicalización, especialmente de la juventud, que se expresa en una serie de huelgas y protestas.
 
La victoria de Mauricio Macri en las elecciones presidenciales argentinas marca el fin de 12 años de populismo kirchnerista que acabaron en una economía en crisis; la caída de las reservas de divisas; una inflación de alrededor del 25%; y un déficit presupuestario superior al 6% del PIB. Esto sentó las bases para la victoria de la derecha. Pero incluso si el kirchnerista Daniel Scioli hubiera ganado, se hubiera visto obligado a aplicar políticas similares. La crisis del capitalismo no le hubiera dejado mucha alternativa.
 
Esto desenmascara los límites del llamado populismo, que intenta resolver las contradicciones del capitalismo sin llevar adelante la expropiación de la burguesía y del imperialismo. Es decir, intenta la cuadratura del círculo. Despojado de su terminología radical y “revolucionaria”. el populismo queda desenmascarado como poco más que una variante del reformismo de izquierdas adaptado a las tradiciones y la sicología de América Latina. En último análisis, todo lo que significa el populismo, incluso en el sentido estrictamente etimológico, es demagogia.
 
Chávez en Venezuela estuvo más cerca que nadie de abrazar la revolución socialista. Pero nunca la aplicó hasta el final. Después de su muerte todas las contradicciones han salido a la superficie con consecuencias desastrosas.
 
Nicolás Maduro no tiene ni el carisma ni la visión decidida de su ilustre predecesor. Le recuerda a uno a Robespierre, que podía convocar a las masas una y otra vez para salvar la revolución - hasta que un día no respondieron. Cuando Robespierre giró a la derecha, actuó como el hombre que serró la rama en la que estaba sentado. Decepcionando y desmoralizando a su base de masas, la dirección bolivariana preparó el terreno para su propia destrucción.
 
La derrota electoral en Venezuela el 6 de diciembre de 2015 fue el resultado directo de la negativa a llevar la revolución a su conclusión, expropiando a la clase dominante y destruyendo el estado capitalista. El intento de regular el capitalismo con el control de precios y cambiario provocó enormes distorsiones económicas. La dirección bolivariana había usado la renta petrolera para financiar misiones sociales y un plan masivo de obras públicas. El colapso del precio del petróleo en el mercado mundial les privó de ese margen de maniobra.
 
Las distorsiones creadas por el intento de regular el capitalismo, inevitablemente llevaron a una situación caótica: un círculo vicioso de hiperinflación, contrabando, mercado negro, corrupción y criminalidad. El gobierno de Maduro, que se ha mantenido  firmemente dentro de los límites del capitalismo, ha sido incapaz de resolver estos problemas. Un sector importante de las masas perdió confianza en el gobierno y eso condujo directamente a la derrota electoral. Entre las elecciones presidenciales del 2013 y las parlamentarias del 2015 el PSUV y sus fuerzas aliadas pasaron de 7.587.532 votos a 5.599.025. En otras palabras, las fuerzas bolivarianas perdieron casi dos millones de votos. La oposición contrarrevolucionaria por su parte pasó de 7.363.264 votos a 7.707.422, ganando apenas 344.000 votos.
 
Lo que fracasó no fue el socialismo ni la revolución, sino al contrario, el reformismo, las medias tintas, la corrupción y la burocracia. La oposición contrarrevolucionaria, que cuenta con una mayoría de dos tercios en la asamblea nacional va a pasar a la ofensiva para revolcar las leyes más progresistas de la revolución; para recuperar el control de palancas clave del aparato del estado; privatizar las empresas y tierras expropiadas; para levantar el control de precios y cambiario; y para ir hacia el referéndum revocatorio presidencial.
 
Estos acontecimientos desenmascara el carácter hueco de la ilusión del “socialismo petrolero”, de la misma manera que la capitulación de Tsipras en Grecia ha dejado al descubierto las limitaciones y las contradicciones del reformismo de izquierdas. En la práctica, son la misma cosa: un intento utópico de aplicar políticas socialistas sin una ruptura radical con el capitalismo. Este tipo de políticas al final siempre sirven para desmoralizar a las masas, destruir su confianza en el socialismo y allanar el camino para la victoria de la reacción en una u otra forma.
 
Marx explicó que la contrarrevolución puede actuar como el látigo que azuza la revolución hacia adelante. Después de un período inevitable de desorientación, las masas revolucionarias resistirán los ataques de la contrarrevolución mediante la movilización y la acción directa. La derrota electoral también servirá para acelerar el proceso de diferenciación interna dentro del campo bolivariano. En la dirección habrá una enorme presión para llegar a pactos con la oposición. Los elementos más corruptos y degenerados abandonarán el barco para unirse a las filas de la derecha. Pero los activistas revolucionarios de base sacarán conclusiones más avanzadas y estarán abiertos a las ideas del marxismo. Esto creará nuevas condiciones favorables para fortalecer la tendencia marxista dentro del movimiento bolivariano.
 
La táctica y las organizaciones de masas
 
Las perspectivas son una ciencia, pero la táctica es un arte. Para elaborar la táctica correcta no podemos basarnos en esquemas y perspectivas generales para el futuro. Debemos recordar también que las perspectivas son condicionales, una hipótesis de trabajo, que no son tablas de la ley entregadas en el monte Sinaí, válidas en todo momento y en todas las situaciones. Las perspectivas hay que desarrollarlas y actualizarlas, comparándolas constantemente con la realidad viva. Sobre la base de los acontecimientos, tenemos que modificar y cambiar las perspectivas, o si fuera necesario, abandonarlas y empezar de nuevo.
 
La táctica tiene que basarse en circunstancias concretas que están en constante cambio. Cuando discutimos la táctica, tenemos que recordar que no estamos buscando una fórmula de encaje para cualquier escenario posible. Necesitamos tener una actitud flexible, mantener un ojo puesto en la situación y ver cómo va cambiando, y mientras tanto, construir nuestras fuerzas para poder intervenir cuando se abra la oportunidad.  
 
A la hora de desarrollar la táctica debemos prestar atención cuidadosa a los procesos en las organizaciones de masas. Estas cambian con el tiempo, reflejando los avances y retrocesos del movimiento de masas. En largos períodos de relativa paz social, el movimiento obrero cae bajo la presión de clases ajenas. Los partidos de masas y los sindicatos adquieren una espesa costra burocrática.
 
Sin la participación activa de los trabajadores, su vida interna se estanca. Las capas superiores caen cada vez más bajo la influencia de la burguesía. Durante décadas antes de la crisis, los llamados partidos socialistas y socialdemócratas estaban aplicando contrarreformas: desregulación, privatizaciones y recortes. Cuando estalló la crisis en el 2008, la burguesía en muchos casos entregó el poder a los reformistas para que llevaran adelante el trabajo sucio de salvar al capitalismo, aplicando ataques salvajes contra los trabajadores (en España, Grecia, etc). En esas condiciones, partidos antiguos y con raíces pueden perder bastante rápidamente su base. El viejo equilibrio ha sido destruido. Hemos entrado en un período caracterizado por cambios repentinos, crisis, escisiones, la desaparición de algunos partidos y el surgimiento de nuevas formaciones políticas.
 
Fue el declive y la degeneración del PASOK lo que llevó al auge de Syriza en Grecia. De manera parecida, fueron las traiciones del PSOE y la degeneración reformista del Partido Comunista lo que llevó al auge rápido de Podemos en España. Este tipo de fenómeno fue anticipado por el auge de Chavez y el movimiento bolivariano en Venezuela.
 
Allí donde surjan movimientos de este tipo tendremos que observar estas formaciones y trabajar en ellas y en su periferia. Pero estas formaciones también tienen sus límites. Tienden a ser ideológicamente confusas y organizativamente frágiles. Si no desarrollan raíces en la clase obrera y adoptan una política claramente anti-capitalista, pueden desaparecer tan rápidamente como surgieron.
 
En el último período la tendencia dominante en el movimiento obrero fue el reformismo de derechas. Pero en condiciones de crisis capitalista las organizaciones reformistas tenderán a entrar en crisis. Eso puede llevar a giros hacia la izquierda en dirección hacia el reformismo de izquierdas, como ya vemos en Gran Bretaña, o al colapso de estas organizaciones allí donde no se desarrolle un ala de izquierdas.
 
Donde los partidos de masas tradicionales han colapsado o han sido debilitados severamente hemos visto el surgimiento de nuevas formaciones en algunos países. Lo más importante que tenemos que entender es que las masas no se mueven a través de grupos pequeños. La idea de los sectarios de que es posible crear un partido revolucionario simplemente proclamándolo es absurda y está en contradicción con la realidad. Allí donde las viejas organizaciones han traicionado, las masas pueden agruparse alrededor de nuevas formaciones, pero siempre formaciones de masas. Estas formaciones tenderán hacia el reformismo de izquierdas, o incluso el centrismo bajo la presión de los acontecimientos.
 
No podemos olvidar que la diferencia entre el reformismo de derechas y el de izquierdas es solo relativa. La esencia del reformismo - ya sea en su variedad de derechas o de izquierdas - es la idea de que no es necesario derrocar el sistema capitalista, que es posible mejorar gradualmente las condiciones de los trabajadores y los oprimidos dentro del marco del capitalismo. Pero la experiencia de Grecia, Venezuela y en todas partes dónde se ha intentado demuestra que eso no es posible. O tomas las medidas necesarias para destruir la dictadura del Capital, o el Capital te destruye.
 
Eso es lo que queremos decir cuando afirmamos que la traición es inherente al reformismo. No se trata de traición deliberada, sino del hecho simple que si aceptas el sistema capitalista entonces tienes que aceptar las leyes del sistema. En la situación actual eso significa que tienes que aplicar una política de recortes y austeridad. El caso de Tsipras es muy instructivo al respecto.
 
Aunque damos apoyo crítico a los reformistas de izquierdas tenemos que evitar sembrar ilusiones o aceptar ninguna responsabilidad por sus acciones. Recordemos que Tsipras era enormemente popular hasta que sus políticas se sometieron a la prueba de la práctica. Al final claudicó y se rindió a las presiones de la burguesía. Ahora aquellos que tenían ilusiones en Tsipras y pensaban que éramos demasiado críticos estarán más abiertos a nuestras ideas.  
 
Tenemos que diferenciarnos. Por supuesto, tenemos que evitar el tono de denuncia histérico de las sectas. Debemos entrar en un diálogo, manteniendo un tono amistoso y poniendo énfasis en lo que apoyamos, pero también explicando la necesidad de ir más allá. de avanzar a la abolición del capitalismo.  Debemos preguntar: ¿cómo financiarán las reformas que proponen si no nacionalizan la banca y las industrias clave?
 
El pronunciado giro a la derecha en las organizaciones de masas en el período anterior llevó a muchos grupos de izquierdas a desarrollar conclusiones ultra-izquierdistas, finiquitando totalmente a las organizaciones de masas. Pensaban que podían construir una alternativa a la izquierda de las viejas organizaciones. Sin embargo, todos los intentos de las sectas por declarar nuevos partidos revolucionarios han acabado en fracasos sin pena ni gloria. Los ultra-izquierdistas fracasan porque ignoran el movimiento real de las masas y sus organizaciones. Pero el ultraizquierdismo lleva inevitablemente al oportunismo. Intentando ganar una audiencia de masas, acaban aguando su programa para intentar conseguir una audiencia mayor.
 
Este oportunismo, que normalmente intenta disfrazarse apelando a “consigas de transición”, siempre termina en un callejón sin salida. Si las masas quieren un programa reformista siempre cuentan con bastantes dirigentes reformistas a los que dirigirse. El programa de transición no consiste en una serie de reivindicaciones reformistas aisladas que puedes escoger una por una para encajarlas en un medio ambiente reformista. Es un programa completo y acabado para la revolución socialista internacional, para el poder obrero.
 
Nuestra prioridad en esta etapa es orientarnos a aquella capa de la sociedad en la que podemos construir ahora, no en el futuro. Esta es en general, la juventud, que está abierta a ideas revolucionarias. Ganando a la juventud y educándola en las ideas del marxismo estamos sentando las bases para el trabajo fructífero en las organizaciones de masas cuando se den las condiciones.
 
Un nuevo período
 
El largo período de crecimiento económico que caracterizó las dos décadas previas a la Primera Guerra Mundial fue el suelo sobre el que primeramente echó raíces el reformismo. Se creó la ilusión de que el capitalismo podía ser reformado en paz y poco a poco a través de la actividad parlamentaria y sindical. Esas ilusiones se hicieron añicos en 1914. La Primera Guerra Mundial marcó el comienzo de una nueva época - un período de guerra, revolución y contrarrevolución.
 
El período que duró desde 1914 a 1945 fue completamente diferente del que lo precedió. Fue un período de turbulencia en el que el viejo equilibrio fue destruido. A través de la experiencia de tormentosas lucha de clases, los trabajadores fueron sacando conclusiones revolucionarias. La crisis social y económica sacudió a las viejas organizaciones reformistas hasta sus cimientos. Los partidos de la clase obrera entraron en crisis. Cristalizaron corrientes de izquierdas de masas bajo la influencia de la Revolución Rusa, lo que llevó a la formación de partidos comunistas de masas.
 
Este no es el lugar para tratar estos procesos en detalle. Baste decir que la derrota de las revoluciones alemana y española, como resultado de las traiciones de las direcciones de los partidos socialdemócratas y estalinistas, condujo directamente a la Segunda Guerra Mundial. La Segunda Guerra Mundial terminó de una manera peculiar, que no fue prevista por Trotsky, como tampoco fue prevista por Roosevelt, Stalin, Churchill o Hitler.
 
Nos hemos ocupado de esto en el pasado y no hay necesidad de repetir las razones de la recuperación del capitalismo después de la Segunda Guerra Mundial. La economía mundial entró en un período de auge que duró décadas y dejó su huella en la conciencia de las masas en los países capitalistas avanzados de Europa, Norteamérica y Japón. Al igual que el período que precedió a la Primera Guerra Mundial, esto condujo a un fortalecimiento de las ilusiones reformistas. Durante décadas, los marxistas quedaron aislados de las masas y tuvieron que luchar contra la corriente.
 
Nos referimos aquí a la situación en el mundo capitalista industrializado. La situación era completamente diferente para las masas de lo que entonces eran los países coloniales y semi-coloniales de África, Asia y América Latina. A lo largo de todo este período hubo levantamientos constantes en China, Argelia, Indochina, Bolivia, Cuba, Chile, Argentina, África subsahariana, Indonesia y el subcontinente indio. Pero la revolución colonial que puso en pie a millones de personas fue distorsionada por el estalinismo. En muchos casos, los estalinistas llevaron a las masas a terribles derrotas. Incluso cuando lograron tomar el poder, como en China, crearon regímenes sobre el modelo de la Rusia estalinista que no tenían atractivo para los trabajadores de los países industrializados de Europa y los EEUU.
 
El papel negativo desempeñado por el estalinismo en ese período fue un factor de enorme complicación a escala mundial. En relación a los estados obreros burocráticamente deformados de Rusia y Europa del Este,  baste decir que los acontecimientos revolucionarios de 1953 en Alemania del Este, 1956 en Hungría, y los movimientos en Polonia y Checoslovaquia, fueron desviados, bien en líneas nacionalistas, o fueron brutalmente aplastados por la burocracia rusa. La burguesía de Europa Occidental y Norteamérica podía apuntar un dedo acusador a los estalinistas y decir a los trabajadores: "¿Queréis comunismo?" “¡Tomad comunismo!" Y la mayoría de los trabajadores sacarían la conclusión: "Más vale malo conocido que bueno por conocer."
El enorme potencial revolucionario del proletariado europeo se mostró incluso en el pico del auge de la posguerra, en 1968, cuando los trabajadores de Francia protagonizaron la mayor huelga general revolucionaria de la historia. En realidad, el poder estaba en manos de los trabajadores franceses en 1968, pero ese magnífico movimiento fue traicionado por los dirigentes estalinistas de la CGT y del PCF. Los acontecimientos franceses de 1968 fueron una anticipación de los desarrollos aún más dramáticos que se extendieron por Europa en la década de 1970, que coincidió con la primera recesión económica grave desde 1945. Hubo revoluciones en Grecia, Portugal y España, y movimientos revolucionarios en Italia y otros países.
 
Una vez más, como en la década de 1930, se produjo la formación de alas de izquierda e incluso de corrientes centristas en las organizaciones de masas en Portugal, España, Grecia, Gran Bretaña, Francia e Italia. Pero esta tendencia fue cortada completamente cuando los movimientos revolucionarios fueron descarrilados por la dirección. Conforme los dirigentes reformistas de izquierda se acercaban al poder, pronto hacían caer su retórica izquierdista y se movían bruscamente a la derecha. Esta fue la premisa política para una recuperación del capitalismo. Durante tres décadas, el péndulo osciló de nuevo a la derecha. Los trabajadores cayeron de nuevo en un estado de apatía. Las capas avanzadas se volvieron desmoralizadas y escépticas. Se estableció un período que caracterizamos como de reacción suave.
 
En estas condiciones, la presión de la burguesía sobre las capas superiores del movimiento obrero se multiplicó. Este proceso se vio enormemente agravado por el colapso del estalinismo. La burguesía estaba exultante. Se jactaba del fin del comunismo, del fin del socialismo y hasta del fin de la Historia. Pero la historia por fin se ha tomado su venganza contra la burguesía y sus apologistas en la dirección del movimiento obrero. Dialécticamente, todo se ha convertido en su contrario.
 
Conclusión
 
El nuevo periodo en el que hemos entrado será mucho más similar a los tormentosos años del período de entreguerras que a los de la última mitad del pasado siglo. Pero también hay profundas diferencias. En la década de 1920 y 30 una situación pre-revolucionaria normalmente no duraba mucho. La contradicción era resuelta rápidamente por un movimiento en dirección a la revolución o a la contrarrevolución. En Italia, la ocupación de las fábricas en 1919-1920 estuvo separada de la Marcha sobre Roma de Mussolini por sólo dos años.
 
Ahora, sin embargo, los procesos son más dilatados. La razón fundamental de esto es el cambio en la correlación de fuerzas de clase. En la mayoría de los países europeos, incluso después de 1945, el campesinado seguía siendo un porcentaje importante de la población. En Grecia era la mayoría. Eso proporcionó una reserva para la reacción bonapartista y fascista. Lo mismo puede decirse de los estudiantes y trabajadores de cuello blanco: profesores, funcionarios, empleados bancarios, etc. Pero ahora el campesinado ha sido ampliamente liquidado en Europa; los trabajadores de cuello blanco han sido absorbidos por el proletariado y se han transformado en una capa muy combativa. Los estudiantes, que antes de 1945 proporcionaron una base sólida para la reacción y el fascismo, ahora están mayoritariamente en el campo de la revolución.
 
Por esta razón, la crisis puede prolongarse por mucho más tiempo que en el pasado, antes de llegar al desenlace final. Eso no quiere decir que las cosas van a ser más tranquilas, sino todo lo contrario. Habrá altibajos, tanto política como económicamente (la fase descendente del capitalismo no significa el fin del ciclo de auge y crisis, ni tampoco descarta la posibilidad de recuperaciones temporales, que ocurrieron incluso durante la Gran Depresión).
 
Los inevitables altibajos del ciclo económico no van a resolver nada desde el punto de vista de los capitalistas. Después de un largo período de recesión económica y de alto desempleo, incluso una pequeña recuperación (que es lo mejor que pueden esperar) dará lugar a un repunte de las huelgas en el frente industrial, cuando los trabajadores luchen por recuperar lo que les fue arrebatado durante la crisis. En una recesión, sin embargo, podría haber una caída de la actividad huelguística, pero también una tendencia a la radicalización política.
 
Ya hay un malestar profundo en todas partes del mundo. Después de un breve retraso, la gente está empezando a entender que no hay salida, mientras el actual sistema injusto y opresivo permanezca en pie. El proceso revolucionario aún está en desarrollo, haciéndose más amplio y profundo. Habrá ola tras ola de huelgas y manifestaciones, que actuarán como campo de entrenamiento para las masas. Nuevas capas de la población están siendo arrastradas a la lucha - como los médicos jóvenes en Gran Bretaña, los agricultores griegos y los asistentes de vuelo de Air France. Pero tal es la profundidad de la crisis que incluso las huelgas y manifestaciones más tormentosas en sí mismas no resuelven nada.
 
Sólo un cambio fundamental en el orden social puede resolver la crisis. Eso requiere acción política radical. El escenario político se caracteriza por cambios bruscos a la izquierda y a la derecha. Los partidos existentes entrarán en crisis y divisiones. Todo tipo de diferentes formaciones electorales de izquierda y de derecha pueden desarrollarse. La clase obrera se moverá desde el frente político al frente industrial a su vez. Se están preparando nuevos ataques e incluso más graves contra los trabajadores. La lucha de clases se librará en las calles.
 
La crisis actual puede durar años - posiblemente décadas - a causa de la ausencia del factor subjetivo: un partido revolucionario de masas con una dirección genuinamente marxista. Pero no se moverá en línea recta. Una explosión seguirá a otra. Cambios bruscos y repentinos están implícitos en la situación. Habrá toda una serie de movimientos y luchas de masas en un país tras otro. Las viejas organizaciones serán sacudidas hasta sus cimientos. Recordemos que Podemos creció de la nada hasta 376.000 miembros en el espacio de 18 meses.
 
En un país tras otro, eventualmente, las masas dirán: "ya es suficiente". Pero sin un claro programa y una política marxista revolucionaria, y sin las ideas del marxismo, no tendríamos razón de existir como una tendencia separada e independiente de los reformistas de izquierda. La condición previa para nuestro éxito es mantener nuestra identidad revolucionaria y mantener nuestras ideas nítidas y claras. Cualquier intento de alcanzar popularidad a corto plazo, sólo por ir al lado de la corriente reformista de izquierda, terminaría en última instancia, en un desastre.
 
El camino a grandes victorias está pavimentado por innumerables éxitos pequeños. Nuestra tarea sigue siendo la de ganar de uno en uno y de dos en dos, para educarlos sobre la base de la sólida teoría marxista, para construir vínculos firmes con las capas más avanzadas de los trabajadores y los jóvenes y, a través de ellos, construir vínculos con las masas. Sobre la base de los acontecimientos, las masas aprenderán. Ideas que ahora son escuchadas por puñados serán ansiosamente buscadas por decenas y cientos de miles, preparando el camino,  para una tendencia importante de cuadros marxistas que pueda ser la base para una tendencia marxista de masas que sea capaz de luchar por la dirección de la clase obrera.
 
En la actualidad, somos una pequeña minoría. Eso es principalmente el resultado de factores históricos objetivos. Durante un período histórico las fuerzas del genuino marxismo eran débiles y estuvieron aisladas. Estuvimos nadando contra la corriente. Pero ahora la marea de la historia ha cambiado. Estamos empezando a nadar con la corriente. Nuestra tarea es restablecer las tradiciones del bolchevismo internacional y construir una poderosa Internacional proletaria que esté destinada a cambiar el mundo. Ese es el objetivo que nos hemos propuesto: el único objetivo por el que vale la pena luchar y sacrificarse: el objetivo sagrado de la emancipación de la clase obrera.
 
Turín 26 de febrero de 2016

 

Fecha: 

18 de abril de 2018