Balance preliminar de unas elecciones en medio de la crisis

Escrito por: 

David Rodrigo García Colín Carrillo

Estas elecciones intermedias han estado marcadas por la militarización, la represión y el alto índice de abstención electoral y, al mismo tiempo, un relativo ascenso de Morena, ascenso que resulta mediocre tomando en cuenta las condiciones objetivas; mientras el PRD se hunde en el DF, en la cámara de diputados y pierde su bastión en Guerrero –donde sus políticos en el poder, tanto a nivel estatal como en Iguala jugaron un papel criminal y repulsivo-. El escenario es contradictorio, ya que se enmarca en una crisis brutal de la institucionalidad burguesa, de los partidos y el régimen en su conjunto. Es cierto que las elecciones intermedias nunca han desatado pasiones -más allá de los arribistas en busca de puestos- pero la crisis es tal que éstas -sin dejar de estar marcadas por un alto abstencionismo- resultaron en una fotografía interesante de la situación política que vale la pena analizar, a reserva de que los resultados definitivos vayan saliendo a la luz. La vía electoral nunca podrá sustituir la movilización en las calles, pero ambas expresiones se pueden combinar, siempre y cuando haya una política de clase tanto en el partido de izquierda que participa en las elecciones como en las calles.

11356234_866280796786445_1785640505_n.jpgSe podría decir que el gran triunfador fue el abstencionismo que se calcula en un 53 %, porcentaje al que habría que sumar el 5 % de votantes que anularon su voto, éste último supera el porcentaje de votación de partidos como el Panal, el PT, Partido Encuentro Social y el Humanista; éste perderá el registro mientras que si la anulación fuera un partido habría garantizado su registro. Así que la presunta participación histórica del 48 % – el máximo histórico era del 44%- que tanto han presumido el INE y los medios masivos se queda corto cuando se considera el notable porcentaje de personas que fueron a votar para anular su boleta. Si bien es cierto que la anulación no resuelve nada, tiende a beneficiar a los partidos mayoritarios y resulta en una vía individual que promueve, sobre todo, la pequeña burguesía, no deja de ser parte de la expresión de una crisis del sistema y sus partidos.

El PRI mantiene una mayoría en el congreso, por medio de inflar con una campaña millonaria al Partido Verde, su satélite y aunque logró mantenerse en términos de porcentaje y ganar tres delegaciones en el DF -situación que marca un importante retroceso para los capitalinos que habían logrado expulsar a este partido de la capital política del país- políticamente se ha debilitado no sólo al haber recurrido a las fuerzas armadas para asegurar un proceso electoral desprestigiado, sino al haber dado pasos atrás en la llamada evaluación educativa como resultado de la movilización combativa de la CNTE, lo cual da el mensaje de que las “reformas estructurales” pueden venirse abajo gracias al movimiento.

La falta de alternativas ha sido tal que en Nuevo León ganó un empresario que se presentó como candidato “independiente” (apenas hace un año este empresario pertenecía al PRI) con una participación del 70% de padrón -porcentaje que ha inflado en mucho el nacional- arrebatándolo al PRI. Se ha lanzado toda una campaña en los medios acerca de la viabilidad de los candidatos “independientes”. Sin embargo, se trata de un fraude, los habitantes de este estado tendrán que experimentar a un nuevo Vicente Fox que responderá a los intereses de la clase a la que pertenece y, auguramos, la luna de miel terminará en amargura y probablemente con el gobernador más odiado de ese estado. En Cuernavaca podría ganar el futbolista Cuauhtémoc Blanco, lo que demuestra hasta qué punto la política oficial se ha convertido en un circo.

El gran perdedor de estas elecciones, sin duda, es el PRD que ha debido pagar la factura de su política de conciliación y adaptación vergonzosa al régimen, amén de su participación criminal en la desaparición de los normalistas y su humillante firma en el Pacto por México: no sólo pierde Guerrero, sino que su representación en la cámara de diputados se reduce e menos de la mitad y apenas logra mantener, con fraude de por medio, 6 delegaciones en el DF- hace 15 años había arrasado en 10 delegaciones-; debe ceder 5 a Morena y 3, lo que es un verdadero índice de su bancarrota total, al PRI. En realidad, en las delegaciones donde el PRI gana, el PRD operó para este partido con la promesa de puestos y recursos y con la complicidad de Mancera. Es difícil pensar en un suicidio más ignominioso y vergonzoso. Se trata de un cruel y merecido voto de castigo a un partido que ha dejado de ser una alternativa real para las masas y cuyo gobierno en la capital ha resultado un desastre, el brazo represor del peñismo en la capital.

Morena ha tenido un ascenso notable en la capital, ganando importantes delegaciones (como Cuauhtémoc), conviertiéndose en primera fuerza en el DF y estando muy cerca de ganar en otras como GAM, Iztapalapa y Coyoacán –donde el PRD acudió a todo tipo de maniobras sucias y compra del voto para mantenerse, por lo que habrá que esperar si hay una respuesta que pueda revertir estos resultados (cosa que dudamos dada la tibieza de la dirección de Morena)-, además se convierte en la cuarta fuerza en la cámara de diputados estando muy cerca de un PRD en caída libre. No cabe duda que se trata de un triunfo que los militantes de este partido festejarán justificadamente. Sin embargo hay que analizar las posibilidades y los resultados para sacar las lecciones pertinentes: el triunfo relativo de Morena se debe más al colapso del PRD y la crisis del régimen que a la política tibia de su dirección y totalmente separada, salvo algunas excepciones locales, de las luchas sociales -las bases han sido solidarias pero su solidaridad no ha sido organizada ni ha sido una política general-. Seguramente la burocracia de Morena lanzará las campanas al vuelo, comparando su ascenso con el de el Podemos español, pero lamentablemente de esta comparación la burocracia conservadora del Morena no sale bien parada y la base sana de Morena debería cuidarse de adoptar el discurso de los burócratas: “Podemos” logró triunfos espectaculares en base a una campaña combativa y con un discurso radical que atacaba a los ricos y a los partidos del establishment, por eso obtuvo históricos triunfos en estados como Barcelona y Madrid; la campaña de Morena no se diferenció en nada del resto de los partidos e incluso – aunque obviamente de forma demagógica- el PAN -el partido más conservador de México- utilizó una retórica que estaba a la izquierda (¡?) de Morena, por ello éste no logró obtener ninguna de las 9 gobernaturas. Sobre todo por su absoluta separación de las justas luchas en Guerrero y Oaxaca, de la movilización de maestros y estudiantes. En estos estados el movimiento optó por el boicot y la abstención ya que Morena no apareció como alternativa. En cierto sentido la experiencia de Podemos y Morena es inversa, en España la participación electoral fue del 65 % mientras que en México la ganadora fue la abstención.

Morena fue incapaz de entusiasmar a amplios sectores de la población que vieron en este partido más de lo mismo, es difícil quedar entusiasmado cuando no se ven perspectivas reales de cambio ni se galvaniza a la base por medio de la movilización. Sin embargo, la crisis de la sociedad es tal que muchos –aunque no la mayoría de empadronados- votaron por Morena, no tanto por su estrategia reformista, sino por la situación de exasperación social. Sin embargo, es claro que Morena tiene posibilidades y una base social que podría volcarse a las calles si tan sólo hubiera una pizca de combatividad y dignidad en su dirección. Esperamos sinceramente que remonte, pero habrá que dar la batalla contra los burócratas.

La campaña por el boicot, como es natural, sólo tuvo eco en algunos bastiones en Oaxaca y Guerrero donde el movimiento y el grado de organización lo permitieron, tales fueron los casos en Tixtla, Juchitan y Teotitlan donde se logró hacer efectivo el boicot por medio de la quema de casillas. Aunque los medios masivos han intentado minimizar el significado político del movimiento por el boicot, el hecho es que el gobierno se tomó muy en serio la amenaza, no sólo militarizando aun más estos estados, reprimiendo y deteniendo a más de 80 activistas; sino echando para atrás parte medular de la reforma educativa, lo que demuestra que el régimen se toma más seriamente el movimiento social que sus papagayos de los medios. Sin embargo, nosotros advertimos que el boicot sólo tendría éxito ahí donde hubiera una organización de masas muy amplia y que podría resultar contraproducente si se realizaba de forma sectaria por un pequeño grupo, en las lecciones y en el balance que debe extraer el movimiento estos factores deben ser tomados en cuenta, para no repetir errores y fortalecer aciertos frente a futuros acontecimientos.

Si Morena hubiera apoyado activamente el movimiento magisterial y participado de forma organizada en el movimiento de los jóvenes de Ayoxinapa, probablemente éstos, al menos un sector importante, se hubieran orientado al frente electoral y aun en el caso de que hubiera sido insuficiente para ganar la gubernatura, por lo menos se habrían preparado las condiciones para futuros triunfos. El cretinismo parlamentario, el fetichismo por la vía electoral está tan arraigado entre la burocracia de Morena, que sólo la sacudida del movimiento y una mayor cercanía del proceso en el 2018, podrían imprimir un giro similar al que hemos presenciado en España y Grecia -con Podemos y Syriza respectivamente-, mientras tanto el peor adversario de Morena –además del régimen- es su burocracia y su alejamiento del movimiento vivo de los trabajadores.

Ahora más que nunca debemos luchar por la unidad en la acción de todo el movimiento, sólo un Frente Único de clase puede transformar de raíz la situación de decadencia en la que estamos inmersos. Las condiciones siguen siendo explosivas, la creciente crisis del sistema, la movilización independiente de nuestra clase y la orientación de Morena, determinarán el curso de los acontecimientos en los próximos meses y años, ya sea que el movimiento se exprese o no por la vía electoral es indudable que necesitamos una política de clase que sea antídoto del cretinismo electorero pero también del sectarismo. 

Fecha: 

8 de junio de 2015

Nacional: