La explotación capitalista [1]

Escrito por: 

N. Bujarin y E. Preobrazhensky

La economía de mercado

Si estudiamos como se desarrolla la vida economía bajo el régimen capitalista, vemos que su característica primordial es la producción de mercancías. Bien, ¿Pero qué hay de particular en eso?, se puede preguntar el lector. Lo particular es  que una mercancía no es simplemente un producto, sino algo producido para el mercado.

ESB-16.jpgUn producto hecho para el productor mismo, hecho para su propio uso no es mercancía. Cuando un campesino siembra centeno, recoge la cosecha, la trilla, muele el grano y se amenaza el pan, este pan no es una mercancía; es simplemente pan.  Sólo se convierte en mercancía cuando  se vende y se compra; es decir, cuando es producido para un comprador, para el mercado. El que lo compra lo posee.

Bajo el sistema capitalista, todos los productos son producidos para el mercado, se convierten en mercancías. Cada fábrica o taller, en circunstancias ordinarias, produce un solo producto en particular  y es fácil de entender que el producto no está produciéndose para su propio uso. Cuando el dueño de una funeraria tiene ataúdes hechos en su taller, esta perfectamente claro que no los produce para el mismo y su familia, sino para el mercado. En el caso de un fabricante de aceite de ricino, está claro igualmente que, incluso si el hombre sufriese de trastornos digestivos continuos, le sería imposible utilizar para sus propios fines, más de una proporción infinitesimal de todo el aceite de ricino que produce en su fábrica.  Bajo el capitalismo, podemos aplicar los mismos criterios para cualquier producto que se quiera tomar en consideración.  En una fábrica de botones se hacen botones; pero estos millones de botones no se producen para que sean surcidos en la camisa del fabricante; son para la venta.  Todo lo que se produce bajo el sistema capitalista es producido para el mercado. En este mercado se encuentran guates y salchichas; libros y betún; máquinas y whisky; pan, botas y armas personales – en una palabra, todo lo que se produce.

Una economía de mercado implica necesariamente la propiedad privada.  El artesano independiente que produce mercancías, es propietarios de su taller y sus herramientas;  el dueño de una fábrica o de un taller pose la fábrica o el taller, con todos los edificios maquinaria, etc. Donde exista propiedad privada y producción de mercancías hay una lucha por atraer a los compradores, es decir, una competencia entre los vendedores. Incluso en la época anterior a la existencia de propietarios de fábricas y talleres y de grandes capitalistas, cuando solo había artesanos independientes, estos artesanos luchaban unos con los otros por los compradores. El más fuerte y más competitivo, el que tenía las mejores herramientas y era el más inteligente, especialmente el que más atesoraba era el que prosperaba, atraía a la clientela y arruinaba  sus rivales. De este modo, el sistema de pequeña propiedad y la economía de mercado que en ella se basaba contenía los gérmenes  de la gran propiedad e implicaba la ruina dela mayoría.

Vemos por tanto que la característica primordial del sistema capitalista es la producción de mercancías, es decir, la producción para el mercado.

La monopolización de los medios de producción por la clase capitalista

La existencia de una economía mercantil no basta por sí sola para constituir el capitalismo; una economía de mercado puede existir aunque no haya capitalistas, por ejemplo, una economía en la que los únicos productores son artesanos independientes. Producen para el mercado, venden sus productos; esos productos son indudablemente mercancías y la producción en su conjunto  es una producción mercantil. Sin embrago, esta no es una producción capitalista;  no es nada más que una simple producción mercantil. Para una simple economía mercantil que pueda ser transformada en producción capitalista, es necesario,  por una parte, que los medios de producción (herramientas, maquinaria, edificios, tierra, etc.) se convierta en propiedad privada de una clase relativamente limitada de ricos capitalista; y, por otra, que sobrevenga la ruina de la mayoría de los artesanos independientes y de los campesino, y su conversión en trabajadores asalariados.

Ya hemos visto que una simple economía de mercado contiene los gérmenes que llevaran al empobrecimiento de unos y al enriquecimiento de otros. Eso es lo que ha ocurrido en la actualidad. En todos los países la mayoría de los artesanos independientes y pequeños patronos han sido arruinados. Los más pobres acabaron por verse forzados a vender sus herramientas. De “patronos” pasaron a ser “hombres cuya única propiedad era un par de manos”. Por otra parte, los que eran más ricos se enriquecieron todavía más; reconstruyeron sus talleres con un tamaño superior, instalaron nueva maquinaria, emplearon a más trabajadores y se convirtieron en propietarios de fábricas.

Poco  a poco, paso a manos de esas personas ricas todo lo que era necesario para la producción: los edificios de las fábricas, la maquinaria, las materias primas, los almacenes y tiendas, las viviendas, talleres, minas, ferrocarriles, los barcos de vapor, la tierra, en una palabra, todos los medios de producción.

Estos pasaron a ser propiedad exclusiva de la clase capitalista; como se suele decir, se convirtieron en “monopolio“ de la clase capitalista.

El pequeño grupo de los ricos lo posee todo; la enorme masa de los pobres no posee nada más que las manos con que trabaja, este monopolio de los medios de producción por la clase capitalista es la segunda gran característica del sistema capitalista.

El trabajo asalariado

La gran masa de desposeídos se transforma en trabajadores asalariados del capital. ¿Que podían hacer los campesinos pobres y los artesanos? O entrar al servicio del terrateniente capitalista como jornaleros, o ir  a la ciudad y buscar trabajo en una fábrica o taller. No había otro camino. Tal fue el origen del trabajo asalariado, la tercera condición del sistema capitalista.

¿Qué es el trabajo asalariado? En épocas pasadas, cuando existían los esclavos, cualquiera de estos podía ser comprado y vendido. Gente con su  piel, pelo, brazos y piernas, eran propiedad privada de su señor. El señor podía azotar en la cuadra  uno de sus siervos hasta matarlo, del mismo modo como durante una borrachera podía romper un taburete o una silla.

El siervo o el escavo no eran más que un instrumento. Entre los antiguos romanos, la propiedad del amo, es decir, todo lo que era necesario para la producción, estaba clasificado como “herramientas mudas” (cosas), “herramientas medio parlantes”, (animales de carga, ovejas, vacas, bueyes, etc. – en una palabra animales de expresión inarticulada-) y “herramientas parlantes” (esclavos, seres humanos). Una espada, un buey, un esclavo, eran para el amo herramientas o utensilios que podía comprar, vender, maltratar o destruir a su gusto.

El trabajador asalariado no puede ser comprado ni vendido. Lo que puede ser comprado o vendido es su fuerza de trabajo; no el hombre o la mujer, sino su capacidad de trabajo. El trabajador asalariado es personalmente libre. El propietario de la fábrica no puede azotarlo ni venderlo a su vecino, ni cambiarlo por un cachorrito de perro-lobo, cosa que se podía hacer cuando existía la servidumbre. El trabajador asalariado solamente puede ser contratado. Aparentemente, el capitalista y el trabajador asalariado son iguales. “no trabajes si no quieres; no tienes ninguna obligación”, dice el propietario de la fábrica. El patrono afirma que alimenta al trabajador, que da trabajo al empleado.

No obstante, en la realidad, las condiciones están lejos de ser las mismas para el trabajador asalariado que para el capitalista.

Los trabajadores están encadenados por el hombre. El hombre los obliga a contratarse, o sea, a vender su fuerza de trabajo. No hay otra solución para el trabajador; no puede escoger. Con sus manos, únicamente, no puede producir “su” producto. ¡Probad de fundir el acero, de tejer, de construir ferrocarriles sin las herramientas y maquinas adecuadas! Bajo el capitalismo, hasta la tierra está en manos privadas; no queda ningún trozo sin dueño, donde montar una empresa. La libertad del trabajador para su fuerza de trabajo, la libertad del capitalista para comprar la “igualdad” del capitalista y el trabajador asalariado, todo ello no es más que la cadena del hombre que obliga al obrero a trabajar para el capitalista.

De esta forma, la esencia del trabajo asalariado consiste en la venta de la fuerza de trabajo, o sea, en la trasformación de la fuerza de trabajo en una mercancía. En la economía mercantil simple, descrita en el punto anterior, se podía encontrar en el mercado leche, pan, ropa, botas, etc.; pero no fuerza de trabajo. La fuerza de trabajo no estaba en venta. Su poseedor, el artesano independiente, tenía además su propia casita y sus herramientas. Trabajaba para el mismo, dirigía su empresa, auto empleaba su fuerza de trabajo.

Es muy diferente bajo el capitalismo. El trabajador ya no posee los medios de producción; no pierde hacer uso de fuerza de trabajo para dirigir su propia empresa; si no quiere morir de hambre debe vender su fuerza de trabajo al capitalista. Junto a los mercado donde se vende algodón, donde los proletarios, es decir los trabajadores asalariado, venden su fuerza de trabajo.

Vemos, pues, la diferencia entre la economía capitalista y la economía mercantil simple consiste en que la economía capitalista la fuerza de trabajo se convierte en una mercancía. Así, pues la tercera característica del sistema capitalista es la existencia del trabajo asalariado.

Las condiciones de producción bajo el capitalismo

Existen por lo tanto, tres características del sistema capitalista: la producción para el mercado (producción de mercancías); la monopolización de los medios de producción por la clase capitalista; el trabajo asalariado, es decir el trabajo basado en la venta de la fuerza de trabajo. 

Todas estas características están unidas a la pregunta ¿Cuáles son las relaciones mutuas entre los individuos que participan en la producción y distribución? Cuando decimos “producción de mercancías” o “producción para el mercado”, ¿Qué significa esta frase? Significa que los individuos trabajan unos para otros, pero que cada cual produce en su propia empresa para el mercado, sin saber con antelación quien le comprará sus mercancías. Supongamos que existe un artesano llamado Juan y un campesino llamado Jorge. Juan el artesano, zapatero, lleva sus botas al mercado y las vende a Jorge y con el dinero que este le paga por ellas, le compra pan a Juan. Cuando Juan fue al mercado no sabía que encontraría a Jorge; tampoco Jorge sabía que encontraría a Juan; los dos hombres fueron simplemente al mercado. Cuando Juan compró el pan y Jorge compró las botas el resultado fue que Jorge había estado trabajando para Juan y Juan para Jorge, aunque el hecho no fuese evidente de entrada. El torbellino del mercado oculta a la gente que, de hecho trabajan unos para otros y que no pueden vivir los unos sin los otros. En una economía de mercado, los unos trabajan para los otros, pero cada cual lo hace de manera desorganizada e independientemente de los demás, sin darse cuenta de cuan necesarios son los unos a los otros. Consecuentemente, en la producción mercantil, los individuos adquieren determinadas relaciones reciprocas y estas relaciones son las que nos conciernen a nosotros.

De modo parecido, cuando hablamos de la “monopolización de los medios de producción” o el “trabajo asalariado”, estamos hablando en realidad de las relaciones entre los individuos. De hecho ¿Qué quiere decir “Monopolización”? quiere decir que la gente trabaja en condiciones tales, que los que trabajan, lo hacen con los medios de producción pertenecientes a otros; quiere decir que los trabajadores están  subordinados a los propietarios de los medios de producción, es decir,  los capitalistas. En una palabra, esto también implica una pregunta ¿Cuáles son las relaciones entre los individuos cunado producen bienes? Las relaciones entre los individuos  durante el proceso de producción se llaman relaciones de producción.

Es fácil ver que las relaciones de producción no han sido siempre las mismas, hace mucho tiempo, cuando la gente vivía en pequeñas comunidades, trabajaban todos juntos en una camaradería (cazando, pescando, recolectando frutos y raíces)  y se repartían todo entre ellos. Ese es un tipo de relaciones de producción. En la época de la esclavitud, las relaciones de producción eran de otro tipo. Bajo el capitalismo se da un tercer tipo de relaciones de producción. Por tanto,  existen varias  clases de relaciones de producción, que llamamos  sistemas o tipos económicos de la sociedad o “modos de producción”.

“Las relaciones capitalistas de producción”, o,  en otras palabras, “el tipo de sociedad capitalista”, o “el  modo capitalista de producción”, son términos que expresan  las relaciones entre los individuos en una economía de mercado  caracterizada por la propiedad monopolista de los medios de producción por parte de un pequeño grupo de capitalistas, y caracterizada por el trabajo asalariado por parte de la clase trabajadora.

La explotación de la fuerza de trabajo

¿Por qué razón la clase capitalista contrata a los trabajadores?

Todos sabemos que la razón no está en que los propietarios de fábricas deseen alimentar a los trabajadores hambrientos, sino en que quieren obtener beneficio de ellos. Para obtener beneficio el propietario construye su fábrica, contrata  los obreros y siempre esta indagando en donde se  pagan los precios más altos.

El beneficio es la razón de todos sus cálculos. De ello, además, deducimos una característica muy interesante de la sociedad capitalista. La sociedad no produce cosas que le son necesarias o útiles; en su lugar, la clase capitalista obliga a los trabajadores a producir aquellas cosas que sean mejor pagadas, aquellas que a los capitalistas les reportara mayor beneficio. El Whisky, por ejemplo, es una sustancia muy perjudicial y los licores alcohólicos  en general deberían ser producidos solo con fines técnicos y para uso medicinal. Pero en el mundo entero los capitalistas producen todo el alcohol que pueden. ¿Por qué? Porque  hacer que la gente consuma alcohol  es extremadamente beneficioso.

Debemos dejar bien claro cómo se obtiene el beneficio. Con este fin debemos examinar el problema detalladamente. El capitalista recibe  el beneficio en forma de dinero cuando vende las mercancías producidas en su fábrica. ¿Cuánto dinero recibe por sus mercancías? Eso depende del precio. La siguiente pregunta es ¿Cómo se determina el precio, es decir,  como es que algunas mercancías alcanzan un precio alto y otras un precio bajo? Es fácil comprender  que si en una rama cualquiera de la producción es introducida  una maquinaria nueva y se emplea adecuadamente el trabajo  o, como  se suele decir, este es muy productivo), entonces el precio de la mercancía baja. Si, por el contrario, la producción es difícil, si la cantidad de bines producidos  es pequeña  y el trabajo se emplea inadecuadamente  o es relativamente improductiva, el precio de la mercancía sube.

Si  la sociedad debe emplear más trabajo del normal para producir un artículo, el precio de este artículo es alto; si se requiere menos trabajo del normal, el precio es bajo. En el caso de una eficiencia media en el proceso de fabricación (es decir cuando la maquinaria y las herramientas empleadas no son ni lo mejor ni lo peor), la cantidad de trabajo social necesario para la producción de una mercancía  determina el valor de esa mercancía. Vemos  que el precio depende del valor, De hecho, algunas veces el precio es más alto que el valor y otras es más bajo, pro para simplificar podemos decir aquí que son iguales.

Debemos recordar ahora lo que dijimos  respecto a la contratación de trabajadores asalariados. La contratación de un obrero es la compra de una mercancía en particular, cuyo nombre es “fuerza de trabajo”. Al convertirse  la fuerza de trabajo en una mercancía, todo aquello que es aplicable a las demás mercancías  se aplica también a la fuerza de trabajo. Cuando el capitalista contrata al trabajador¿ Cómo es determinado el valor de la fuerza de trabajo? Hemos visto que el valor de todas las mercancías  esta determinado por la cantidad de trabajo empleado para producirlas. Lo mismo puede aplicarse a la fuerza de trabajo.  No obstante ¿Qué entendemos por producción de fuerza de trabajo? La fuerza de trabajo no es producida en una fábrica como la ropa, el betún o  la maquinaria. ¿Cómo explicarlo entonces?  Simplemente tenemos que observar la vida bajo el capitalismo para comprender a que nos referimos. Supongamos que los trabajadores han acabado su jornada de trabajo. Están exhaustos, si fuerza vital ha sido utilizada, no pueden trabajar más. Su fuerza de trabajo está prácticamente agotada ¿Qué es necesario para reponerla? Comida, descanso, dormir, recuperarse y con ello la fuerza de trabajo será restaurada. Entonces reaparecerá su capacidad de trabajo; de nuevo tendrán fuerza de trabajo. Esto significa que la comida, ropa y cobijo. En una palabra los medios de subsistencia. Que el obrero consume- afectan a la producción de su fuerza de trabajo. Además, tienen que ser considerados  otros elementos tales como los gastos para la formación de los obreros cualificados necesarios, etcétera.

Todo lo que la clase trabajadora consume para reponer su fuerza de trabajo, tiene un valor. Por esta razón, el valor de los artículos de consumo y también el gasto de la formación constituyen el valor de la fuerza de trabajo. Mercancías diferentes posen valores diferentes. De la misma manera  cada tipo de fuerza de trabajo tiene un valor  particular. La fuerza de trabajo  de un escritor tiene un valor, la fuerza de trabajo sin cualificación tiene otro.

Volvamos a la fábrica, el capitalista compra materias primas, combustible, maquinaria, lubricantes y otras cosas necesarias; luego compra fuerza de trabajo, “contrata obreros”. Paga dinero por cada cosa. El trabajo de producción se inicia. Los trabajadores trabajan, las ruedas giran,  el combustible se quema, se usa el lubricante, los edificios de la fábrica se deterioran, la fuerza de trabajo es gastada. Como resultado, de la fábrica sale una nueva mercancía. Esta, como todas las mercancías tiene un valor. ¿Cuál es ese valor?  En primer lugar la mercancía ha incorporado el valor de los medios de producción que se han utilizado para su producción, tales como materias primas, el combustible consumido, la parte de la maquinaria gastada, etcétera-, todo esto se ha convertido en el valor de la mercancía. En segundo lugar el trabajo de los obreros ha pasado a formar parte del valor de la mercancía. Si los trabajadores eran treinta y si en la producción cada uno trabajo treinta horas, habrá proporcionado 900 horas del trabajo en total. El valor completo del producto consistirá, por los tanto, en el valor de esas materias utilizadas ( supongamos que este valor equivale a 600 horas) , junto al nuevo valor que los trabajadores han añadido con su trabajo, es decir 900 horas. Por tanto, el total,  es de 600 + 900 = 1500 horas de trabajo.

Pero ¿cuánto le ha costado la mercancía al capitalista? Ha pagado completamente las materias primas; es decir, ha pagado una suma de dinero correspondiente al valor de 600 horas de trabajo. ¿Pero cuánto  ha pagado por la fuerza de trabajo? ¿Ha pagado esas 900 horas ¿ aquí está la clave del enigma. Según nuestra hipótesis, ha pagado el valor completo de la fuerza de trabajo por las jornadas trabajadas. Si  30 obreros han trabajado durante  30 horas, tres idas a 10 horas diarias, el propietario de la fábrica les ha pagado la suma necesaria para recuperar su fuerza de trabajo durante esos días ¿Cuál habrá sido esa cantidad? La respuesta es clara; habrá sido una cantidad considerablemente menor de 900 horas. ¿Por qué?  Porque la cantidad de trabajo que es necesaria para recuperar mi fuerza de trabajo es una cosa  y la que soy capaz de  gastar es otra. Yo puedo trabajar 10 horas al día. Para obtener  suficiente comida y ropa, etc. ,  necesito diariamente una cantidad de artículos  cuyo valor es igual a 5 horas. Es decir, puedo hacer más trabajo que el necesario para recuperar mi fuerza de trabajo. En nuestro ejemplo digamos que los trabajadores consumen en alimentos, ropa, etc., artículos por un valor de 450 horas de trabajo, pero proporcionan 900 horas de trabajo. Quedan 450 horas  para el capitalista; esta es la fuente de su beneficio. (…)

Consideremos la sociedad en su conjunto. Lo que haga el propietario individual de una fábrica o el obrero individual es de poco interés para nosotros. Lo que interesa s la estructura de la enorme máquina que marcha con el hombre en la sociedad capitalista. La clase capitalista contrata a la clase trabajadora, siendo esta muy numerosa. En millones de fábricas, en minas y en canteras, en campos y bosques, cientos de millones de obreros trabajan como hormigas. El capital les paga sus salarios, el valor de su fuerza de trabajo, con el que renuevan incesantemente esta fuerza al servicio del capital. La clase obrera con s u trabajo no paga simplemente sus propios salarios, sino que crea además la renta de las clases altas, crea la plusvalía. Por mil canales esa plusvalía fluye a los bolsillos de los patrones. Una parte va al mismo capitalista en forma de beneficio del empresario; otra parte al terrateniente; en forma de impuestos, otra a las a las arcas del estado capitalista; otras porciones van a dar a los mercaderes, comerciantes y tenderos, a las iglesias, y a los burdeles; sirven para mantener actores, artistas escritorzuelos burgueses, etc. De la plusvalía viven todos los parásitos que son alimentados por el sistema capitalista.

Parte de la plusvalía, sin embargo es usada de nuevo por los capitalistas. La añaden a su capital y el capital crece. Extienden sus empresas. Contratan a más trabajadores. Instalan mejor maquinaria. El aumento del número de trabajadores les produce una cantidad mayor de plusvalía. Las empresas capitalistas crecen aún más. A cada vuelta de reloj, el capital avanza acumulando más plusvalía. Exprimiendo la plusvalía de la clase obrera, explotando a los trabajadores, el capital incrementa su volumen continuamente.

1.- Fragmento del libro "El ABC del Comunismo".

Fecha: 

1919

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