El inicio de la depresión: perspectivas de la economía mexicana

Escrito por: 

Alfredo Elizondo – Morena Cuauhtémoc
 
Los medios burgueses han tratado de mantener lo más discretamente posible las noticias en torno a la situación económica del país. Se habla hasta el hartazgo de las contra reformas del régimen pero muy poco de lo que está sucediendo al momento en el entorno económico mexicano. Por otra parte, en términos económicos, las propuesta de reforma hacendaria presentada por el PRI y que cuenta con aval de buena parte de las fracciones del PRD en ambas cámaras, muestra claramente que, incluso ante un panorama inicial de desaceleración económica, el régimen prefiere acelerar la entrega de la industria energética nacional, acumular mayor deuda y trasladar la pérdida de los recursos petroleros a la clase trabajadora, vía la modificación de las tasas impositivas y creando nuevas disposiciones para crear impuestos para diversos productos y servicios, que conservar ese sector estratégico (el energético), para impulsar el desarrollo nacional.
 
Las malas noticias del estancamiento
 
En los inicios del año la Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP) había dado a conocer la expectativa de crecimiento de la economía nacional, situando en un 3.5% la tasa en la que supuestamente se expandiría la economía. Posteriormente, a mediados del año, bajó la expectativa de crecimiento en 3.1%  para en Agosto reducirla aún más y dejarla en 1.8%. Paralelamente, diversos organismos internacionales vislumbraban con poco entusiasmo el comportamiento económico del país, entre ellos, el Fondo Monetario Internacional (FMI), que en Octubre calculó el crecimiento de la economía por debajo de lo esperado por la SHCP, situando su expectativa en 1.2%. El mensaje que mandan las agencias del imperialismo es claro, la situación económica de México no es nada buena y las expectativas sobre ellas lo son menos.
 
Sin embargo, aunque los pronósticos tanto de la SHCP como del FMI nos ofrezcan porcentajes sobre el crecimiento de la economía, dichos porcentajes arrojan muy poca luz sobre el comportamiento económico. Resulta mucho mejor para explicar el estancamiento de la economía nacional atender a instrumentos de medición que puedan ofrecer datos concretos sobre los diversos sectores que componen la economía nacional. Para dicho propósito se retoma el Indicador Global de la Actividad Económica con cifras de Agosto de 2013, publicado por el INEGI apenas el 24 de octubre de este año. De acuerdo con la información que nos proporciona dicho indicador, durante el mes de agosto, la economía mexicana registró apenas un crecimiento del 0.8%, ello se integra al promedio de crecimiento hasta Agosto de este año, con apenas un 1.13%, como vemos, dicha cifra está en concordancia con las previsiones de crecimiento del FMI.
 
Pero si se retoman datos más desagregados podemos ver que, de acuerdo a los diferentes tipos de actividades de actividades productivas, se muestra el siguiente comportamiento:
 
 
Las actividades terciarias (comercio, servicios inmobiliarios, autotransporte de carga, servicios de apoyo de negocios y manejo de desechos y servicios de remediación, actividades bursátiles, cambiarias y de inversión financiera, servicios educativos y de alojamiento temporal, entre otras), son las que registran mayor incremento (apenas del 1.9%), mientras que actividades secundarias (minería; generación, transmisión y distribución de energía eléctrica, suministro de agua y de gas por ductos al consumidor final;  construcción, e  Industrias manufactureras, entre otras) cayeron un 0.7%, siendo el sector de la construcción el que mayor caída registró y que lleva en picada desde al año pasado. Las actividades primarias (agricultura, ganadería, apicultura y otras) son las que registraron la mayor caída con menos 2.4%, tanto por los desastres naturales ocurridos en Guerrero y otros Estados del país, como por la desaceleración de la producción nacional. De lo anterior puede concluirse que, los sectores de producción industrial así como en el campo, las cosas no pintan nada bien, mientras que los servicios son lo que mantiene a flote (no necesariamente por mucho tiempo) a la economía.
 
La desaceleración, ¿Inducida o producto de las contradicciones capitalistas?
 
El régimen priísta ha reconocido que el momento económico por el que pasa México es el “escenario inicial” del estancamiento económico, pero el pretexto bajo el cual excusan su ineptitud en el manejo económico es que no se han aprobado las reformas propuestas por la burguesía, por lo que no podría haber mayores expectativas de crecimiento.
 
Este discurso carente de fundamentos trata de esconder que parte de la contracción económica se debe a que el propio aparato federal ha dejado de ejercer gran parte del presupuesto este año, lo que ha implicado una menor actividad económica, ya que el gobierno mismo es el que compra bienes y servicios del mercado. 
 
 
Partiendo de la debilidad estructural de la burguesía nacional para dar impulso a la economía, la existencia de fuertes condiciones monopólicas que condicionan el desarrollo de los procesos económicos y que sujetan a los políticos burgueses a sus dictados, así como la inducción de la contracción económica por parte del propio aparato de gobierno, tenemos como resultado la desaceleración económica que puede pronto convertirse en una recesión con fuertes repercusiones para el conjunto de la sociedad, pero particularmente para quienes se encuentran en peores condiciones para enfrentar alzas de precios, desempleo y escases de productos básicos. A lo anterior habría que agregar que la economía norteamericana pasa serios problemas a causa de la crisis de la que no ha salido, así como las complicaciones derivadas de las peleas entre los políticos burgueses en la aprobación del presupuesto y techo de deuda, lo que implica que, si la economía norteamericana reduce las importaciones de mercancías mexicanas, ello tendrá impacto en el conjunto de la economía nacional que dependen fuertemente de las compras norteamericanas.
 
La agenda de la burguesía y la necesidad de la lucha unificada de la clase trabajadora
 
No cabe duda que para este punto la otrora línea ideológica predominante en el PRI, es decir, el nacionalismo revolucionario, está prácticamente fuera del círculo hegemónico al interior del partido. En su lugar, como desde hace cerca 30 años, la ideología neoliberal dicta el actuar de la actual Administración Federal. Resulta paradójico que, mientras se sabe a la perfección que abrir el sector energético a la inversión privada traería consigo la reducción de la renta petrolera, el Estado aún prosigue con dicha táctica. Ello no puede explicarse sino bajo los supuestos de una burguesía nacional que actúa de acuerdo a los dictados del imperialismo internacional.
 
Pero por otra parte, la administración priísta utilizará el endeudamiento como en los años de la abundancia petrolera (el déficit propuesto por la SHCP, 3.5%, no se había observado desde 1989, durante el sexenio de Salinas de Gortari), así como realizar modificaciones en las tasas impositivas para tratar de recaudar mayores recursos de otros sectores sociales. Pero el problema al que se enfrentan es que existe una fracción de la burguesía que no piensa regalar ni un centavo al gobierno, por ello las mineras están en campaña para tirar un alza en impuestos, los empresarios buscan al PAN para tratar de frenar la subida en el Impuesto Sobre la Renta y las refresqueras buscan frenar el impuesto a sus bebidas.
 
Para quienes no tienen posibilidad de sobornar a diputados o senadores, contratar despachos para que “tiren” artículos de las contra reformas o armar campañas de alto costo en los medios masivos de comunicación las opciones que se presentan son el conformarse o luchar contra estas medidas. El canal que con más fuerza se abre para la segunda opción es la lucha a través de las calles. El primer problema que se presenta es que no existe una opción que unifique a las luchas e incluso, aquella que puede conjuntar al mayor número de personas, como el Movimiento Regeneración Nacional (Morena), ha optado por la vía de las consultas y un plan de acción laxo, con “recomendaciones” a legisladores a todas luces vendidos al régimen, para que eviten aprobar las reformas. 
 
El segundo problema es que detener las reformas en realidad no soluciona la cuestión de fondo, a saber, la imposibilidad de que dentro del marco del capitalismo, bajo la variante de economía mixta que predomina en México, pueda darse prioridad a la satisfacción de las necesidades sociales más elementales. En nuestro país al Estado se le ha utilizado como una herramienta de rescate de la burguesía nacional, bajo el pretexto de mantener a flote a la economía, incluso el programa de Morena no va más allá del límite del sostenimiento de la propiedad privada y la hegemonía de la burguesía como clase dominante. El asunto que deviene es que el Estado, bajo el marco del capitalismo, no puede superar los límites de los dictados del sistema, particularmente los del imperialismo, lo que significa que, incluso bajo un gobierno “nacionalista”, pero aún capitalista, no podría salirse de la crisis sin tomar control de las palancas fundamentales de la economía y tener una política de nacionalización y socialización de los medios de producción. Ahora no solo es necesario evitar “robos del siglo”, sino dar el salto hacia acabar con el régimen político y económico que sigue sumiendo en la miseria a millones de mexicanos. El nacionalismo revolucionario, que no supera los límites del capitalismo, es incapaz de dar una respuesta para la clase trabajadora, necesitamos superarlo y luchar por una sociedad donde la clase trabajadora sea la que controle y dirija el actuar económico, político y social. Desafortunadamente, con el ritmo que llevan los ataques de la burguesía, no queda mucho tiempo para reaccionar, hay que actuar ya.
 
 

Fecha: 

12 de Noviembre de 2013

Nacional: