“El Materialismo Histórico y Dialéctico aplicado al proceso de “hominización”, el surgimiento de las clases sociales y la civilización”

Escrito por: 

David García Colin

 Introducción


S

in duda uno de los procesos más impresionantes del universo es la transformación de la materia inorgánica en vida, de vida en conciencia; pero sobre todo las condiciones materiales para la transformación de la conciencia animal en pensamiento humano y la relación de éste con la transformación social del medio natural en cultura humana y, llegados a un punto crítico: el surgimiento de la  civilización y su inseparable compañero: los antagonismos de clase.

Hoy,  gracias al desarrollo de la ciencia, vinculada al desarrollo de las fuerzas productivas impulsadas por el desarrollo del capitalismo, tenemos ya un bosquejo general de ese increíble y apasionante proceso. Por sí mismo los resultados de la ciencia constituyen una confirmación de la visión materialista del mundo. Si bien la ciencia nos proporciona, en éste terreno como en otros, la materia prima para el pensamiento con una gran cantidad de descubrimiento que involucran disciplinas como la biología, la genética, la antropología, la arqueología, etc; a la filosofía le queda la tarea de la interpretación, la deducción de leyes del desarrollo y la extracción de conclusiones generales. Sin duda la ciencia sin filosofía se torna ciega y la filosofía sin ciencia se vuelve metafísica.

El materialismo dialéctico es el método del marxismo, representa una concepción general dl mundo que afirma que el universo, la sociedad y su reflejo: el pensamiento se encuentran en un proceso interminable de cambio a través de saltos bruscos y repentinos por medio de contradicciones, desarrollando una tendencia general hacia la complejidad progresiva. El materialismo  histórico no es más que la aplicación del pensamiento dialéctico al estudio de la historia. La tesis fundamental del materialismo histórico la explica Marx en su célebre pasaje de
la Introducción a la Crítica de la Economía Política diciendo que “en la producción social de su vida, los hombres contraen determinadas relaciones necesarias e independientes de su voluntad, relaciones de producción, que corresponden a una determinada fase de desarrollo de sus fuerzas productivas materiales. El conjunto de estas relaciones de producción forman la estructura económica de la sociedad, la base real sobre la que se levanta la estructura jurídica y política y a la que corresponden determinadas formas de conciencia social. El modo de producción de la vida material condiciona el proceso de la vida social, política y espiritual en general. No es la conciencia del hombre la que determina sus ser, sino, por el contrario, el ser social es lo que determina su conciencia. Al llegar a una determinada fase de desarrollo, las fuerzas productivas materiales de la sociedad entran en contradicción con las relaciones de producción existentes, o, lo que no es más que la expresión jurídica de esto con las relaciones de propiedad dentro de las cuales se han desenvuelto hasta allí. De formas de desarrollo de las fuerzas productivas, estas relaciones se convierten en trabas suyas. Y se abre así una época de revolución social. Al cambiar la base económica, se revoluciona, más o menos rápidamente, toda la inmensa superestructura erigida sobre ella”[1].  El objeto de estudio del “Materialismo histórico” es, pues, la historia humana desde el punto de vista de sus leyes inmanentes. 

De acuerdo con esta concepción de la historia la explicación del proceso histórico se encuentra en la producción y reproducción de la vida, reproducción basada, por un lado, en la reproducción sexual de la especie y, por el otro, en la producción de los medios de vida por medio de la producción de herramientas. Para que el ser humano pueda estar en condiciones de hacer historia primero debe estar en condiciones de poder vivir; para vivir necesita alimentarse, vestirse y producirse las herramientas necesarias para ello; pero el hombre no es un ser abstracto y genérico sino que es un ser concreto y social que al producir su vida establece relaciones de producción determinadas por el grado de evolución de sus fuerzas productivas. Así por ejemplo los instrumentos de “la edad de piedra”, determinan relaciones sociales igualitarias en virtud de la limitada productividad del trabajo humano y la naturaleza de su producto. La invención de la agricultura y la ganadería determinan un cambio en las relaciones sociales y la división social del trabajo (surgimiento de las clases sociales) en virtud de la producción de un excedente por encima de las necesidades básicas. El surgimiento de la agricultura intensiva por medio de sistemas de regadío determinan el surgimiento de lo que Marx llamaba “despotismo asiático” en virtud del cual una casta privilegiada por medio de un estado centralizado reclutaba a un ejército de hombres en la construcción de empresas estatales. En ciertas condiciones la existencia de estamentos privilegiados decantaba en el surgimiento de la esclavitud como modo de producción dominante (la existencia de condiciones privilegiadas para el comercio marítimo en el Mediterráneo posibilitaron el que la mano de obra esclava fuera una mercancía abundante que se volviera una relación social predominante en estados como el Fenicio, Griego y Romano). La extensión de la producción agrícola (más extensivas que intensivas) a niveles sin precedentes durante el periodo romano determinó las condiciones para el surgimiento del feudalismo: la existencia de señores feudales y ciervos atados a la tierra y obligado a  pagar tributo. La circunnavegación de África y el descubrimiento de América dio un impulso al comercio desarrollando las ciudades y una nueva clase social que basaba su poder en nuevas fuerzas productivas –burguesía- ( proceso que parte desde los gremios feudales y su estructura artesanal, hasta la manufactura y la gran industria moderna). En cada uno de estos casos observamos una revolución en las relaciones de producción en función del desarrollo de la ciencia y la técnica. Ésta base material de la sociedad determina la superestructura ideológica e institucional de la sociedad (Estado e ideología). La ciencia va evolucionando dentro de la estructura de ciertas relaciones de producción y de ciertos reflejos ideológicos y instituciones encargadas de mantener el status quo (un sistema socioeconómico dado), el desarrollo gradual de las fuerzas productivas llega a un punto crítico en el cual dicho desarrollo entra en contradicción con las relaciones de producción, la ideología dominante y las instituciones vigentes; entonces surge un periodo de revolución social que determina el surgimiento de nuevas ideas que indican el preludio de un nuevo y más progresivo modo de producción en donde se ponen a tono la superestructura con las fuerzas productivas.  La revolución neolítica, el surgimiento de las primeras civilizaciones, el colapso del imperio romano, la Revolución Francesa, etc; son la expresión de que las relaciones sociales anteriores habían entrado en contradicción con el desarrollo de las fuerzas productivas, esa contradicción es resuelta por medio de una serie de revoluciones sociales que ponen más o menos en armonía las relaciones sociales, la superestructura institucional y la ideología (que había germinado en el seno de la ideología anterior ahora caduca) con dichas fuerzas productivas.

De hecho, de manera implícita o explícita, esta es la forma en que la antropología moderna se aproxima al desarrollo histórico que va del mono al hombre. Incluso aunque el antropólogo tenga una concepción idealista o postmoderna de la historia (Boasianos o particularistas históricos) opera el 90% de los casos con una clasificación de la historia que se basa en una concepción materialista de ésta.  De manera muy simplificada, con el objetivo de poner de relieve la óptica correcta del marxismo, podemos decir que la historia del surgimiento humano se comprende en relación con las revoluciones tecnológicas que transforman al mono en hombre. Desde hace unos 6 millones de años, cuando aparece el Australopithecus, hasta hace unos dos millones de años dominan las leyes de la biología para explicar el comportamiento y la vida de estos ancestros nuestros, sin embargo, su transformación hacia la ruta humana se debe, fundamentalmente, a la fabricación de herramientas posibilitadas por la liberación de la mano y la postura bípeda; el género homo se define por su relativa independencia de pautas biológicas a favor de patrones culturales determinados por la base material de producción, especialmente por su capacidad de fabricar herramientas específicas; el primer paso que nos separa del reino animal se dio con las primeras herramientas de piedra (conocidas como técnica olduvaiense) que fueron legadas por el homo habilis hace unos dos millones de años; la interacción entre el hombre y sus fuerzas productivas, por un lado, y la naturaleza cambiante por el otro, nos lleva, con el homo erectus y el homo ergaster, al siguiente salto hace poco más de un millón de años con una tecnología superior (tecnología acheliense) y con la domesticación del fuego; hasta este punto lo más probable es que las fuerzas productivas obligaran a estos hombres prehistóricos a ser carroñeros más que cazadores constituyendo el periodo histórico conocido como paleolítico inferior o fase inferior del salvajismo; las mismas contradicciones que nos llevan del habilis al erectus nos llevan del erectus al los sapiens-arcáicos, especialmente al neandertal (hace unos 300 mil años), los cuales con una tecnología superior (conocida como técnica levalloisiense o musteriense) comienzan a demostrar una capacidad de simbolización y abstracción propiamente humanos y, específicamente con los neandertales, la capacidad de conquistar los climas helados de la última glaciación y a la caza de presas mayores como los enormes mamuts, abriendo el paleolítico medio o fase media del salvajismo; el final de la glaciación (fin del pleistoceno) somete a prueba a estor protohumanos de los cuales surge triunfante el sapiens-sapiens que ya había surgido y cohabitado con las sapiens arcáicos hace más de 100 mil años demostrando una capacidad de adaptación tecnológica con la que no contaban las otras especies humanas. Es nuestra propia especie la que da el gran salto cultural hace unos 40 mil años durante el apogeo del comunismo primitivo y con el surgimiento de una diversidad tecnológica sin precedentes que muestra todo el potencial del modo de producción comunista de la edad de piedra significando el paleolítico superior o fase superior del salvajismo; esplendor bruscamente interrumpido, hace unos 13 mil años, por el corto periodo mesolítico que prepara finalmente a la trascendental revolución neolítica hace unos 12 mil años donde entramos al periodo conocido como barbarie.        

 

El surgimiento de las clases sociales y, posteriormente, el estado (fenómeno conocido como civilización) nos muestra, por otro lado, un punto de inflexión decisivo impulsado por primera vez hace unos 12 mil años fundamentalmente por con la llamada “revolución neolítica” o el surgimiento de la agricultura y la ganadería. Éste salto brusco en la historia nos muestra de manera muy clara y diáfana el papel del desarrollo de las fuerzas productivas en la transformación de las relaciones sociales y del conjunto de la superestructura social; representa una de las confirmaciones más espectaculares de las ideas fundamentales del materialismo histórico. Este salto resulta clave pues se puede estudiar de una forma “químicamente pura” el surgimiento de las clases sociales con todas sus repercusiones en todos los aspectos de la cultura; proceso que comienza con el surgimiento de jefaturas y termina, hace unos 6 mil anos, con el surgimiento de un monstruo llamado estado, y con éste nace la escritura, la arquitectura, la filosofía, la astronomía, la religión y el papel que en todo ello jugó el desarrollo de las fuerzas productivas. En suma la historia del proceso que nos lleva del mono al hombre resulta un proceso dialéctico: un desarrollo en espiral lleno de tensiones o contradicciones que son superadas dolorosamente con nuevas revoluciones, que presenta una gráfica que tiene ascensos bruscos que superan cambios acumulativos así como caídas abruptas y, sin embargo, presenta una tendencia general hacia un aumento progresivo del control de hombre frente a la naturaleza y cuya constante es la transformación gradual interrumpida por asombrosas revoluciones; proceso que ratifica de una manera asombrosa las tesis centrales del materialismo histórico.

Con esta perspectiva resulta apasionante determinar el salto dialéctico en donde las leyes de la evolución biológica quedan subsumidas por las leyes de la evolución histórica, es decir, el punto crítico en donde se puede legítimamente hablar de historia humana en lugar de evolución natural. La historia humana – si bien convencionalmente se divide a la historia en periodo prehistórico e histórico, es claro que aquí nos referimos a historia en el sentido amplio- existe desde que los homínidos fueron capaces de transformar de manera más o menos conciente su propio entorno y con ello transformarse a sí mismos y sus relaciones sociales (creando cultura, lenguaje, arte, eventualmente instituciones estatales, etc)[2]; la fabricación de herramientas, la transformación social del hombre en conjunto son sus herramientas (conjunto llamado fuerzas productivas) constituye la clave de la historia humana porque es el factor decisivo que nos diferencia del resto del reino animal y nos sitúa en el terreno de la sociedad humana: una realidad cambiante que no depende de las leyes de la biología sino de las leyes objetivas de la historia; leyes descubiertas por Marx y Engels. Si bien es cierto que sería absurdo estudiar mediante el materialismo histórico a los primeros homínidos (los “Australopitecinos”), en el estudio su surgimiento y desarrollo dialécticos se encuentran las claves de la presión evolutiva hacia el crecimiento del cerebro y la ruta que nos lleva del “mono” al hombre; los elementos que nos conducen, pues, de la evolución biológica a la historia humana se encuentran en germen en éstos antepasados de cerca de 6 millones de años de antigüedad, en ellos se encuentran las claves del surgimiento de la historia (objeto del materialismo histórico): la locomoción bípeda y una mano estructuralmente capaz de fabricar herramientas.

Este estudio nos dará elementos para determinar la “esencia” del ser humano o su propia especificidad confirmando la óptica marxista del tema. Nuestra esencia esta en la capacidad de transformar socialmente nuestro entorno, nuestras relaciones sociales y a nosotros mismos por medio del desarrollo de herramientas, en supeditar a la naturaleza a nuestras propias relaciones sociales objetivas que reflejan el desarrollo de la fuerzas productivas, un desarrollo que no depende esencialmente de la subjetividad humana, sino que, al contrario, refleja e interactúa dialécticamente con su base material. Se trata de una esencia cambiante, histórica, concreta. No existe una esencia metafísica, inmutable, separada de el desenvolvimiento histórico humano; paradójica y dialéctimente la esencia humana permanece cambiando, su esencia esta en el cambio o más precisamente en la transformación del medio por el hombre, por medio de la creación y transformación de ciencia y tecnología y gracias e ello la transformación del hombre en sus relaciones sociales, física e intelectualmente.

 

Este estudio mostrará la pertinencia y la vigencia del marxismo y sus principales categorías en el análisis del surgimiento de la humanidad y la civilización. Se trata del estudio de un proceso que involucra la validez de los aspectos fundamentales del marxismo tanto en lo que respecta a su base filosófica (materialismo dialéctico) como a muchos de las derivaciones de su aplicación a la historia (materialismo histórico) como es la teoría de la lucha de clases, el significado y el papel del estado, la relativa dependencia de la superestructura con respecto a su base (infraestructura); así como a lo que el mismo surgimiento de la humanidad nos tiene que decir, a la luz de la teoría marxista, con respecto a la esencia misma del hombre, su peculiaridad y lo que todo ello nos sugiere con respecto a los males y las esperanzas de nuestro tiempo y las expectativas de un mundo mejor.

¿Existe progreso en la historia?

El estudio de la hominización, el surgimiento de las clases sociales y la civilización pone en evidencia que la historia no es un proceso azaroso o caprichoso, sino que tiene leyes que determinan su desarrollo, que determinados resultados son más posibles que otros tomando en cuenta la producción material de la vida y que condiciones productivas similares dan como resultado estructuras sociales, instituciones e ideologías similares. Y dialécticamente cada fenómeno convergente (por ejemplo la existencia de sociedades de despotismo asiático que se refleja en la construcción de pirámides en sociedades sin ningún tipo de contacto) tiene sus propias peculiaridades. En otras palabras la historia es un proceso convergente y divergente al mismo tiempo pero tanto la divergencia como la convergencia pueden ser comprendidas de manera científica si somos capaces de descubrir los procesos materiales que las determinan.  Al mismo tiempo la sucesión de diferentes modos de producción que se condicionan dialécticamente expresa un desarrollo progresivo en cuanto a la productividad del trabajo y el desarrollo de la ciencia y la técnica.

La idea de que existen sociedades más progresivas que otras encuentra resistencia entre la escuela del particularismo histórico y la tendencia relativista del “pluriculturalismo”, se afirma que toda cultura es tan valiosa como cualquier otra y que es imposible, además de retrógrado, hablar de superioridad de las culturas. Afirmar que una cultura es más elevada que otra es menospreciar la cultura, etnocentrismo, ignorar la diversidad cultural y favorece la opresión y desaparición de culturas diferentes a la nuestra. Sin embargo estas objeciones se basan en un malentendido (basado en una profunda diferencia de metodología) cuando se orientan contra la visión marxista de la historia.

Los marxistas no estudiamos a la historia desde un punto de vista sentimental o de aprecio abstracto. Podemos compartir con el “multiculturalismo” la opinión de que toda cultura, cada pueblo tiene elementos valiosos sin negar el hecho de que existe un desarrollo progresivo de la historia. Nuestra valoración de las culturas humanas no es abstracto como en el caso de los multiculturalistas porque, a diferencia de éstos, nosotros sabemos que la cultura de cada sociedad determinada está muy lejos de ser homogénea y que, por el contrario, se encuentra dividida por contradicciones que reflejan intereses de clase, que la cultura dominante, aún cuando contenga elementos valiosos que se heredan a sistemas socioeconómicos más progresivos, es la cultura de la clase dominante.   Compartimos la preocupación por la opresión y el etnocidio que produce la sociedad contemporánea –el marxismo tiene como objetivo la emancipación de los trabajadores-; pero comprendemos que la opresión y la desaparición de las culturas ancestrales se basa en la naturaleza misma del capitalismo y que la solución de éste problema está en la lucha contra el modo de producción capitalista y la lucha por el socialismo: un modo de producción que posibilitaría la autodeterminación de los pueblos y la preservación y cultivo de los elementos valiosos de la cultura universal. Lamentablemente los “multiculturalistas”, ni mucho menos los boasianos (cuya teoría desarrollada por Franz Boas nació como reacción contra la teoría marxista de la historia), ven la vinculación entre la autodeterminación de los pueblos con la lucha por el socialismo. Tanto el multiculturalismo como el particularismo histórico son teorías que tienen como consecuencia práctica la imposibilidad de comprender de manera científica a la historia y, consecuentemente, no están en posibilidad de ofrecer una alternativa. En verdad los pueblos oprimidos no ganan en autodeterminación ni un milímetro por el hecho de que en las academias se afirme la diversidad abstracta de las culturas; incluso esa diversidad que los multiculturalistas defienden incluye la “diversidad” de clase, disfraza la explotación bajo la máscara de la diversidad y la tolerancia; no se trata más que de una vacua abstracción que intenta ocultar la opresión concreta y que los oprimidos sean tolerantes con la explotación. El “particularismo histórico” de Boas y Margaret Mead confiesa explícitamente la imposibilidad de encontrar leyes históricas dejando en su lugar la recopilación, muchas veces valiosa, pero por sí misma estéril y siempre ocultando premisas teóricas que determinan la recopilación de hechos.

¿En donde radica el factor determinante que nos permite hablar de progreso en la historia?. Si nosotros tratamos de avaluar el progreso en términos morales o subjetivos no saldríamos de la arbitrariedad y los gustos y prejuicios del intérprete; esta vía justificaría plenamente la posición relativista y abstracta de los multiculturalistas. Si comparáramos desde el punto de vista de la moral abstracta a las sociedades preestatales, como los bosquimanos, con la moderna sociedad capitalista, ésta última no saldría muy bien parada; mientras que probablemente nos inclinaríamos por la libertad, la igualdad y la fraternidad si comparáramos estos valores abstractos de la revolución francesa con la moral monástica del feudalismo (un monje quizá opinaría diferente). Con este criterio no iríamos más allá de las frases de catecismo y la historia moralizante. Si evaluáramos el progreso historia desde el punto de vista de los logros estéticos habría tantas opiniones como gustos tenga el observador: qué es más valioso ¿la pinturas rupestres de Francia y España o la pintura bizantina del Medievo?, ¿la estructuras megalíticas de Stoneheinge o la pirámides de Egipto?. A su manera todos estos logros estéticos y arquitectónicos marcan cumbres en la capacidad estética del ser humano. 

No obstante, la cosa cambia si evaluamos el progreso en términos materialistas, es decir, desde el punto de vista del control, que un modo de producción determinado, da a los hombres sobre la naturaleza; es decir, desde el punto de vista del desarrollo de las fuerzas productivas y la capacidad de estas para desarrollar la productividad del trabajo; este criterio no es arbitrario porque refleja lo específicamente humano: la producción de su vida por medio del trabajo y la producción de herramientas. Desde éste punto de vista es claro que el capitalismo, a pesar de su moral individualista y egoísta, es infinitamente superior al comunismo primitivo en sus fuerza productivas y por tanto, en la productividad del trabajo humano. La superioridad de un modo de producción con respecto a otro se refleja en el aumento absoluto de la población, en la progresiva división del trabajo, en la agricultura intensiva, en el desarrollo del comercio, en la extensión e intensidad de la producción. Ello se refleja en términos ideológicos en fenómenos como el surgimiento de nuevas ramas del saber: en el surgimiento de la filosofía y la ciencia, en el surgimiento de la religión a partir del pensamiento mágico, en el surgimiento de la ciencia a partir de la religión. En última instancia la sucesión de diversos modos de producción hasta llegar al modo de producción capitalista prepara las fuerzas productivas que posibilitan las condiciones materiales para la abolición de la sociedad de clases, la abolición de la propiedad privada de los medios de producción y la instauración de una sociedad sin clases basado en la superabundancia. Será un regreso al comunismo primitivo sobre bases infinitamente superiores.  Al mismo tiempo que cada modo de producción describe un desarrollo progresivo sobre en el control de los hombres sobre la naturaleza este progreso está lejos de ser lineal e incluso homogéneo en cuanto observamos sus consecuencias en la superestructura social. Así la moral de la sociedad de clases parece una caída (y desde un cierto punto de vista lo es) de la humanidad desde el pedestal de la moral del comunismo primitivo, mientras que el conocimiento de ciertos aspecto de la naturaleza avanza con el desarrollo de las fuerzas productivas de la sociedad de clases ( por otro lado un bosquimano observa más detalles de la naturaleza a simple vista que ni el mismo Einstein sería capaz de detectar); la filosofía griega aparece como un enorme paso adelante frente a el mito y la religión de las sociedades de “despotismo asiático”; por otro lado la situación de las masas  trabajadoras no resulta muy bien parada si la comparamos con la situación de relativa abundancia del despegue cultural de hace cuarenta mil años (apogeo del comunismo primitivo); pero dicho nivel de vida se queda corto si, a su vez, lo comparamos con la riqueza en la que vivía la clase dominante romana. En suma el progreso histórico es contradictorio y está lleno de contrastes, no obstante desde el punto de vista decisivo y fundamental del desarrollo de las fuerzas productivas el esclavismo es superior al comunismo primitivo, es feudalismo al esclavismo, el capitalismo al feudalismo y el verdadero socialismo lo será el comparación al decadente sistema capitalista.

      

Australopitecinos: las condiciones materiales para la transformación del mono en hombre

“El trabajo es la fuente de toda la riqueza, afirman los especialistas en economía política” no dice Engels, “Pero es muchísimo más que eso. Es fundamental y primera condición de toda existencia humana, y ello en tal medida que, en cierto sentido, debemos decir que el trabajo creó al hombre”. En realidad la antropología moderna ha confirmado esta tesis fundamental para el materialismo histórico: el trabajo y la fabricación de herramientas nos transformó en humanos, tal como se ven obligados a aceptar, no sin cierta precaución, antropólogos que no pueden ser acusados de ser marxistas: “el género homo es el primero en sufrir una serie de transformaciones que probablemente se originaron con la construcción de estas herramientas líticas: expansión del cerebro, modificación de la pelvis femenina para acomodar fetos con mayor cerebro y reducción del tamaño de los dientes, rostro y mandíbulas”[3]. Sin embargo, en el reino animal el hombre no es el único ser que fabrica herramientas, una amplia gama de seres vivos las fabrican, incluso –aunque parezca increíble- algunos insectos llegan a fabricarlas: “la avispa Amophila urnaria aplana los laterales de su nido con una piedrecita sujeta entre las mandíbulas. Las larvas de hormiga león se colocan semienterradas en el fondo de sus trampas en forma de embudo; con un movimiento brusco de la cabeza envían una lluvia de arena contra los pobres bichos que tratan de huir por la empinada pared. Las hormigas Myrmicene mojan pedacitos de madera y hojas en alimentos viscosos, como miel, pulpa de frutas y fluidos orgánicos de presas, esperan que las sustancias se adhieran o empapen la madera y regresan con ella al hormiguero”[4].

Entonces, ¿Cuál es la diferencia entre el trabajo de los insectos y el trabajo humano?, ¿porqué la nutria no se transformó en algo parecido al hombre si ella utiliza una roca como herramienta para abrir ostras?. La gran diferencia es que los animales fabrican herramientas porque están condicionados genéticamente para hacerlas, no pueden elegir actuar de otra manera ni pueden adquirir nuevos conocimientos y heredarlos mediante el aprendizaje a su descendencia; la avispa tiene un gen para fabricar  su curiosa herramienta de la misma manera en que tiene un gen para tener alas. Mientras que en el hombre (y en mucho menor medida nuestro primo el chimpancé) las fabricación de herramientas se convierte en un proceso cultural que no se hereda genéticamente sino que se aprende, evoluciona y se transforma progresivamente subordinando a la naturaleza, los instintos y los genes. La fabricación de herramientas crea historia y transforma física y socialmente al hombre mientras que la nutria no se ha transformado, ni se transformará en un ser más inteligente por el hecho de romper ostras con una piedra; en la nutria esa actividad no marca un salto cualitativo fundamentalmente porque no forma parte esencial de su modo de sobrevivir. La fabricación de herramientas por el hombre, dadas las características estructurales de la mano humana y su carácter social, implica y genera una capacidad de abstracción, previsión y generalización que no necesita la nutria ni mucho menos la avispa para hacer sus herramientas; tampoco esta en condiciones de generar ese potencial. Incluso la fabricación de herramientas por un chimpancé es cualitativamente superior a la de la nutria, el chimpancé aprende y no esta condicionado genéticamente para hacerlas, incluso encontramos variantes “culturales” de fabricación de herramientas entre chimpancés de diferentes regiones; algunos chimpancés, por ejemplo, son capaces de utilizar una rama sin hojas para capturar termitas, utilizan hojarasca como espoja para beber agua; tienen una cultura muy rudimentaria (algunos simios tienen la tradición de limpiar su alimento con el agua de mar). Incluso aquí encontramos una diferencia cualitativa entre el simio y el hombre; los simios no tienen necesidad de fabricar herramientas de manera habitual para sobrevivir porque, en condiciones normales, pueden obtener todo lo que requieren directamente de su entorno natural; sólo en condiciones límite y de una manera muy rudimentaria nuestros primos fabrican herramientas. Por el contrario la fabricación de herramientas por el hombre es una actividad esencial sin la cual el ser humano no podría sobrevivir; esta actividad es el factor que, en última instancia, determina su evolución histórica e incluso su transformación física. ¡Por ello ningún chimpancé ha generado la capacidad de escribir poesía, esculpir El David de Miguel Ángel ni tener la capacidad lingüística de los seres humanos¡.

El comportamiento de los chimpancés resulta relevante porque nos da  una idea del punto de partida de la evolución humana. La prueba de que no se requiere más que e cerebro de un chimpancé y encontrarse en una situación límite para dar muestras de ingenió que superarían la inteligencia de George Bush o la de algunos diputados la proporcionaron unos chimpancés de un parque cercano a Atlanta quienes “partieron grandes palos y los introdujeron en las grietas de una cerca de 6 metros. Luego subieron por ellos, como los montañeros por la clavijas cuando escalan una pared, y huyeron por arriba (…) Mi ejemplo favorito” dice Marvin Harris “es el de los chimpancés que desarrollaron el hábito de alumbrarse la cavidad bucal mediante una linterna para limpiarse los dientes y la garganta con los dedos, mirándose en un espejo”[5]. Estos ejemplos asombrosos dan una idea de las proezas, en cuanto a fabricación de herramientas, que pudieron lograr los australopithecus dotados con el cerebro de un chimpancé y situados en un contexto que los obligaba a fabricar herramientas. Lamentablemente para los chimpancés no contaron con la motivación evolutiva que les permitiera salir del reino animal. “el repertorio, relativamente breve, de conductas tecnológicas observadas en estado natural no refleja falta de inteligencia, sino falta de motivación. En estado natural, normalmente, son capaces de satisfacer las necesidades cotidianas de un modo eficaz, desde el punto de vista coste-beneficio, utilizando los recursos físicos con los que les ha dotado la naturaleza”[6].  

El primer homínido conocido (el Australopitecus Aferensis) del que se  tiene seguridad que fue completamente bípedo –el ardipithecus ramidus (4,4 millones de años) representa a una especie anterior que pudo haber sido la primer especie homídida- seguramente fabricó hace 4 millones de años herramientas rudimentarias (si bien ninguna que pudiera ser preservada y estudiada por los antropólogos) de la misma forma que el chimpancé. Pero había una pequeña gran diferencia entre los chimpancés y los autralopitecus: los Australopitecinos: caminaban en dos píes. La evidencia al respecto no sólo proviene de su estructura pélvica que no deja lugar a dudas sino de un conmovedor conjunto de huellas preservadas por la ceniza volcánica, tan antiguas como 3.5 a 8 millones de años, descubiertas en 1976 en Laetoli Tanzania. Se trata de “(..) unas 70 o más huellas continuas de dos individuos, en una distancia de unos 6 metros. La evidencia más larga tiene cerca de 30 huellas de individuos caminando sobre sus dos pies, con una postura y balance claramente humanos. Una segunda huella es la de un individuo más pequeño que sigue las huellas del primero. Las huellas parecen humanas por presentar un arco bien definido, con la ausencia del pulgar divergente, característico de los grandes simios”[7]

Estos homínidos contaban con el potencial físico para la fabricación de herramientas, ¡el cerebro de un chimpancé y la posición erecta era todo lo que se necesitaba¡. A diferencia de los chimpancés, nuestros ancestros Australopitecinos, estaban en un contexto ecológico que los situaba en situación límite y que obligaba a realizar ese potencial y fabricar herramientas con mucha más frecuencia que los chimpancés: los bosques retrocedían y las sabanas avanzaban; en este contexto tanto el bipedalismo como la fabricación de herramientas, estrechamente vinculados, representaban una ventaja evolutiva para aprovechar recursos alimenticios que se encontraban en la tierra, transportar primitivas herramientas de madera y rocas para moler semillas, transportarse a grandes distancias en espacios abiertos y detectar a potenciales depredadores de manera similar a como lo hacen actualmente los suricatos en África y quizá para regular la temperatura corporal al limitar la superficie expuesta al sol y hacer más eficiente la sudoración corporal. Las causas se convirtieron en efectos y los efectos en causas: la posición erguida liberó la mano y facilitó la fabricación regular de herramientas y con la fabricación de herramientas se fue desarrollando la posición erguida; la diferencia entre manos y pies; la reducción de tamaño de dientes rostro y mandíbulas y sobre todo las tendencias hacia el crecimiento del cerebro, junto con la concomitante transformación de la pelvis, en una muestras asombrosa de que al fabricar no fabricábamos nosotros mismos: Engels ya había subrayado las implicaciones revolucionarias de la posición erecta cuando señala que “la acción de trepar asigna distintas funciones a las manos y los pies, y cuando su modo de vida implica la locomoción en suelo llano, estos monos olvidaron poco a poco la costumbre de usar la manos para caminar y adoptaron una postura cada vez más erguida. Este fue el paso decisivo de la transformación del mono en hombre”.

La mano así liberada se transformó así misma al mismo tiempo que modificaba su entorno y al propio Australopithecus creando el instrumento de producción más increíble sobre la faz de la tierra: la mano humana. “Así pues” nos señala Engels en una pasaje clásico que conserva todo su valor después de más de 100 años de haber sido escrito “la mano no es sólo el órgano del trabajo, sino también el producto del trabajo. El trabajo, adaptación a operaciones siempre renovadas, herencia de músculos, ligamentos y, a lo largo de prolongados periodos, huesos que pasaron por un desarrollo especial y el siempre renovado empleo de ese refinamiento heredado en operaciones nuevas, cada vez más complicadas, otorgaron a la mano humana el alto grado de perfección necesario para crear  los cuadros de un Rafael, las estatuas de Thorwaldsen, la música de un paganini”[8]. Pero no sólo la mano es el producto del trabajo, sino, lo más asombroso, el órgano que representa a la materia más altamente organizada en el universo conocido, la materia que ha cobrado conciencia de sí misma: el asombroso cerebro humano. 

Resultó una sorpresa cuando los antropólogos descubrieron que los Australophitecus tuvieron el cerebro de un chimpancé (alrededor de 415 cc), ¡en realidad eran poco más que chimpancés erectos¡. “Sabemos por medio del registro de fósiles  que otros cambios físicos importantes como la ampliación del tamaño del cerebro, la modificación de la pelvis femenina para permitir el alumbramiento de crías con mayor cerebro y la reducción de la cara, dientes y mandíbulas no se produjeron hasta hace unos dos millones de años, tras la aparición del bipedalismo. También pueden haberse producido en esa época otras características humanas, como el aumento del tiempo de dependencia de las crías jóvenes  respecto de sus padres y el aumento de la ingesta de carne en la dieta habitual.”[9]. Desde el punto de vista materialista, sin embargo, esto es perfectamente lógico y expresa lo que es propio de la humanidad y lo que explica su surgimiento. Representa una confirmación brillante del materialismo filosófico porque refuta la tesis idealista según la cual la esencia del hombre y el motor principal en su surgimiento están en el pensamiento; más bien al contrario lo que nos transformó en humanos y lo que es específico del hombre se encuentra en la capacidad de transformar el medio, transformación que se torna conciente conforme los homínidos se van transformando a sí mismos –en vinculación con el medio y las leyes de la selección natural- en hombres. No obstante conforme la presión evolutiva, determinada por la fabricación de herramientas, impulsaba el crecimiento del cerebro la relación dialéctica entre el homínido y al medio ambiente comenzaba a convertirse en su contrario. Con el género Homo presenciamos el comienzo de la dominación de la naturaleza por el hombre y la supremacía de la cultura, y no las leyes biológicas, para explicar el desarrollo humano. Es verdad lo que explicaba Engels hace más de 150 años: ¡el trabajo convirtió al mono en hombre¡.

A pesar de éste comportamiento sin parangón en el reino animal nuestros ancestros australopithecinos estaban sometidos aún como cualquier animal a la naturaleza y a las leyes de la evolución biológica, los gérmenes existentes de comportamiento cultural estaban subsumidos casi completamente a la biología. Los cambios y el surgimiento de los primeros homínidos –hasta el surgimiento del genero homo y específicamente al Homo sapiens- estaban determinados por la dialéctica de las leyes de Darwin y no las de Marx. No obstante lo que no sabían ni podían saber nuestros viejos antecesores es que al fabricar herramientas se transformarían radicalmente en algo muy diferente y crearían algo desconocido hasta entonces: cultura y el inicio de la maravillosa senda humana. Pero nos estamos adelantando demasiado. Con los Australopithecinos aún estamos muy lejos del dominio de la naturaleza. La prueba de ello es que “su desaparición se ha atribuido a la crisis climática que se inició hace unos 2,8 millones de años y que condujo a una desertificación de la sabana con la consiguiente expansión de los ecosistemas abiertos, esteparios”[10].

Acerca de las divisiones de la prehistoria

Dado que con el género homo entramos, en sentido amplio, al terreno de la historia humana es necesario aclarar la terminología usada para dividir los periodos de la prehistoria (es decir al periodo anterior a la civilización).  Engels en su obra clásica “El origen de la familia propiedad privada y el estado” recupera la división de las etapas culturales de la prehistoria propuesta por el antropólogo norteamericano Lewis H. Morgan - que utilizaron antropólogos célebres como Gordon Childe- quien divide a ésta en Salvajismo, Barbarie y Civilización, dividiendo las dos primeras en periodos inferior, medio y superior. La esencia del libro de Engels es mostrar retomando las partes materialistas de Morgan (en realidad Morgan era filosóficamente ecléctico y a veces atribuía el progreso histórico a la evolución de los medios de subsistencia –la parte positiva y perdurable de su obra- como a la selección natural de las ideas), con los datos científicos a su disposición, que el desarrollo de las fuerzas productivas determina las formas de la familia, el conjunto de relaciones sociales, las ideas dominantes en una sociedad y el surgimiento del estado, es decir, la confirmación del punto de vista del materialismo histórico. Por supuesto que nuestra convicción es que los datos modernos justifican en mayor medida la tesis central de Engels. Pero es necesario aclarar algunos errores de bulto de las divisiones utilizadas por Morgan y Engels. Los antropólogos modernos se refieren al periodo llamado por Morgan salvajismo como paleolítico subdividiéndolo en edades líticas conocidas como paleolítico inferior medio y superior (en un apartado posterior veremos las divisiones de este último); agregando otra fase transitoria al neolítico conocida como periodo mesolítico -sin equivalente en la terminología de Morgan-  inmediata anterior a la revolución neolítica (conocida por Morgan como Barbarie). Podemos hacer una conversión a la terminología adoptada por Engels (basada en Morgan), sin embargo, es necesario considerar que las divisiones de Morgan estaban asociadas a instrumentos de producción que, en ocasiones, no corresponden en realidad a dichos periodos dada la información limitada que poseían sobre el desarrollo de fuerzas productivas en periodos prehistóricos. Por ejemplo Engels, retomando a Morgan, creía que en el periodo medio del salvajismo se comenzó con el consumo de pescados, crustáceos y otros animales acuáticos, además de la domesticación del fuego; sin embargo, los datos actuales señalan que fue en el paleolítico inferior (o periodo inferior del salvajismo según la terminología Morgiana) donde se controló por primera vez el fuego hazaña lograda por el homo Erectus (si bien aún existen dudas al respecto) y que una dieta más orientada a pescados y otras fuentes fluviales se dio más bien en el mesolítico (periodo que no encuentra correspondencia en la terminología Morgiana); el periodo intermedio del salvajismo (paleolítico medio en la terminología moderna) esta asociado con sapiens arcáicos como el neandertal quien se alimentaba, según sabemos, por carne de presas mayores más que de pescados[11]. Por supuesto que el punto de vista marxista no es refutado por la nueva terminología, antes bien, al contrario ya que cada fase del paleolítico esta asociada al desarrollo de las fuerzas productivas incluso determinadas técnicas de fabricación determinan el paso de una etapa a otra; en realidad el fondo de la visión marxista se fortalece con nuevas evidencias y con una división más precisa y clara incluso en cuanto a la terminología (hace referencia a la materia prima fundamental: la piedra). En el presente trabajo utilizamos la terminología moderna y la de Morgan como equivalentes.

Paleolítico inferior (periodo inferior del salvajismo)

Surgimiento del genero Homo, las primeras herramientas

Con el surgimiento del Homo (hace aproximadamente 2 millones de años) –del cual se han identificado al menos dos especies: homo habilis y homo rudolfensis- presenciamos ya un crecimiento notable de la capacidad cerebral (un promedio de 630cc) de 1/3 en realción con los australopithecus, el Homo Habilis fue el primer homínido en fabricar herramientas  de piedra muy simples que pueden ser descritas como una piedra a la que se le “saca punta” en uno de sus extremos  (tecnología conocida como “olduvaiense”) que pudieron ser preservadas para el estudio de los antropólogos. Representa una verdadera revolución, un salto dialéctico hacia adelante en el árbol frondoso que conduce al homo sapiens (o mejor dicho a las diversas especies de homo sapiens anteriores al sapiens-sapiens) esta primitiva tecnología “olduvaiense” –que expresa ya un muy limitado control sobre la naturaleza- no sufrió cambios en alrededor de 300 o 400 mil años (hasta el surgimiento del erectus), un periodo de tiempo largo si comparamos la evolución histórica propia de los sapiens modernos pero un suspiro en términos evolutivos. Esta lentitud, desde el punto de vista de la evolución cultura,l en la evolución de las fuerzas productivas se puede explicar porque el hábilis seguía estando sometido a la naturaleza- de hecho el habilis combinaba muy probablemente la dieta de plantas, insectos y pequeñas presas con la de carroñero oportunista ya que su tecnología le impedía enfrentarse con presas mayores-  y no a las leyes de la historia; no obstante su supervivencia ya estaba fuertemente vinculada a la fabricación de toscas herramientas de piedra -con las que accedía a la médula de los huesos de animales muertos- y con ello el comienzo de relaciones sociales que describen pautas culturales.

Hemos subrayado que la transformación de la naturaleza transforma las relaciones sociales. El consumo de carne, mediante la caza de crías y pequeñas presas, pudo jugar un papel muy importante en el desarrollo de la socialización debido al carácter colectivo de la caza en contraste con la recolección individual de plantas y semillas, aquí existe una reacción en cadena que influye sobre aspectos aparentemente sin relación; en lo relacionado al consumo de carne nuestros primos los chimpancés son una prueba convincente de ello. “Generalmente, los chimpancés cazan en grupo y comparten la presa con los demás. Si un chimpancé no encuentra con quien juntarse abandonará la caza. Durante todo el proceso de matar, distribuir y consumir las presas, muestran un entusiasmo y un nivel de interacción social inusuales. Durante la caza, entre tres y nueve chimpancés tratan de rodear la presa, moviéndose de un lado a otro por espacio de una hora para cerrar las posibles vías de escape (…) Los chimpancés sólo comparten de vez en cuando los alimentos de origen vegetal, pero siempre comparten la carne, excepto si la presa la captura un chimpancé solitario en la selva”[12]. Es  seguro que éste comportamiento haya estado mucho más presente en el habilis, pero junto con una mayor ingesta de carne, producto de mejores herramientas, el consumo de proteínas aumenta considerablemente favoreciendo el desarrollo del cerebro “Con todo el debido respeto a los vegetarianos” nos dice sarcásticamente Engels, “el hombre no pudo surgir sin una dieta de carne, y si esta última, entre los pueblos que conocemos, llevó en una u otra ocasión al canibalismo (..) ello carece de importancia para nosotros en la actualidad”

La fabricación de herramientas jugó un papel crucial en el impulso evolutivo al favorecer el desarrollo de capacidades de abstracción, previsión, etc; que requieren mayor capacidad cerebral; en éste comportamiento sin precedentes en el reino animal se encuentra parte de la explicación de porqué la evolución los impulsó tan rápidamente al siguiente salto dialéctico de la senda humana. Como señala Gordon Childe: “En la historia humana, los vestidos, herramientas, armas y tradiciones, toman el lugar de las pieles, garras, colmillos e instintos, para la búsqueda de alimento y abrigo. Las costumbres y prohibiciones, condensando siglos de experiencia acumulada y transmitida por la tradición social, ocupan el lugar de los instintos heredados, facilitando la supervivencia de nuestra especie”[13]. Incluso podemos afirmar que la fabricación de herramientas va mucho más allá, no sólo involucra su papel en la supervivencia, sino constituye el elemento central que nos permite explicar la totalidad de la estructura social y de los cambios que operan en ella, su desarrollo cuantitativo nos lleva irremediablemente a que tarde o temprano se presente una revolución que abre una nueva fase en el desarrollo de los modos de producción -así como la acumulación de cambios genéticos nos lleva tarde o temprano a el surgimiento de nuevas especies-. Dialécticamente  la mano posibilitó el trabajo, éste creó la mano, ambos desarrollaron el cerebro; el cerebro impulsó el trabajo y el trabajo transformó al hombre.

El “Planeta de los simios” y la domesticación del fuego

No obstante aunque lo determinante en el habilis seguía siendo la selección natural, paradójicamente ésta actuaba sobre la base de la fabricación habitual de herramientas, esto, a su vez, significó un tremendo impulso al desarrollo evolutivo de tal forma que en tan sólo unos 300 o 400 mil años después –un parpadeo evolutivo- el cerebro de los homínidos se duplicó. Aquí tenemos una reacción en cadena en donde la fabricación de herramientas, la selección natural, el crecimiento del cerebro, la cooperación, etc; interactúan recíprocamente convirtiendo a los efectos en causas y las causas en efectos. Esta interacción nos lleva hacia el siguiente salto dialéctico de la genealogía humana, “sin duda la etapa más confusa y compleja de la evolución humana. El sucesor cronológico de los citados Homo rudolfensis y Homo habilis es Homo ergaster, cuyos fósiles más antiguos datan de hace aproximadamente 1,8 millones de años”[14] además del ergaster nos encontramos al Homo Erectus con una capacidad cerebral mucho mayor que su antecesor (oscilando entre los 727 y 1.067 cc).

Es una refutación a la visión gradualista y lineal de la evolución el hecho de que el árbol genealógico humano sea tan frondoso y abigarrado e incluso que en determinado momento el planeta tierra fuera un especie de “planeta de los simios”. El erectus cohabitó el planeta con otros homínidos como el Australopitecus Boisei y el Robustus (homínidos de dieta especializada); y con el asombroso Gigantophitecus un enorme primate desaparecido hace apenas unos 250000 años, el verdadero Kong-Kong o “sastcuach” de carne y hueso, de 3 metros de altura y 275 kilos de peso que, se cree, se alimentaba de bambú. Alguno de éstos hombres primitivos espectaculares, logró controlar de mejor manera su ambiente, fabricar herramientas de piedra más efectivas, conocidas como bifaz, caracterizadas por ser trabajadas en toda su superficie (tecnología lítica conocida en general como Acheliense) en comparación con las fabricadas por el Habilis. La única forma en que podían sobrevivir era mediante el reforzamiento de un comportamientos social basado en la cooperación y la coopartición de alimentos, es decir, el desarrollo  de un comportamiento cultural que se manifestaba por ejemplo en las diferenciación de tradiciones regionales en la fabricación de herramientas que se encuentran en India y Europa: aquí presenciamos ya claras muestras del comienzo de la cultura humana, es decir, de una transformación relativamente conciente del entorno (cultura material) y del comportamiento reflejado en el pensamiento abstracto (cultura espiritual), no obstante, “la lenta tasa de cambio cultural vinculada con el H. erectus” , nos dice Marvin Harris, “sugiere con firmeza que su cerebro estaba organizado de forma muy distinta de los cerebros del moderno sapiens y que carecían de la capacidad plenamente desarrollada y característicamente humana de adquirir y modificar pautas culturales de pensamiento y de conducta”[15].

Es probable que con éste salto dialéctico este hombre primitivo fue capaz de controlar una fuerza de la naturaleza fundamental: el fuego, una de las más grandes revoluciones tecnológicas en la historia de la humanidad que marcaría para siempre el desarrollo humano: fuente de seguridad, calor, acceso a nuevos hábitats, acceso a nuevos recursos alimenticios por medio del cocimiento, y propulsor de la imaginación humana; éste descubrimiento y la obsesión por su preservación sobreviviría en la conciencia colectiva en la forma de tradiciones ancestrales de fuego eterno presentes incluso en la llama de los juegos olímpicos. El control del fuego representa uno de los primeros pasos que separan al hombre del resto del reino animal, el erectus fue el primer animal que controlo su temor al fuego y con ello se separó un paso más del mundo animal al que aún estaba ligado y probablemente aprovechó este temor no sólo para ahuyentar a las fieras sino como una poderosa herramienta de caza (al poder ahuyentar a las presas e la dirección deseada y para endurecer sus lanzas); el uso del fuego transformó literalmente al hombre no sólo porque tuvo acceso a nuevas fuentes de proteínas que estimularon su inteligencia sino porque pudo prescindir de molares grandes y mandíbulas fuertes y su rostro empezó a configurar una apariencia más humana. ¡Literalmente, como afirma la teoría marxista, el hombre transforma a la naturaleza y al mismo tiempo se transforma a sí mismo¡. Además de transformarse físicamente, el control de fuego estímulo la transformación de las relaciones sociales de los homínidos porque su uso como instrumento de caza requiere niveles de cooperación y planificación sin precedentes, además,  para cocer la carne hay que destazar al animal, en un lugar seguro como una cueva, procedimiento que requiere un nivel de cooperación antes desconocido y luego cocinar los trozos y el alimento de toda la banda incluso de aquellos que no pidieron participar directamente como los ancianos y niños. Probablemente estas actividades sociales implicaron los primeros balbuceos de lo que cientos de miles de años después se convertiría en el lenguaje humano[16]. Con el género homo las actividades de caza de presas medianas, además de la recolección, empiezan a cobrar mayor importancia frente a las actividades de carroñero y eventual cazador de presas menores, y con ello, quizá la primera división social del trabajo entre hombres cazadores y mujeres recolectoras (por lo menos las mujeres preñadas o en periodo de lactancia). A medida que los lazos sociales y los factores culturales dominaban a los factores puramente biológicos el tiempo de dependencia de las crías aumentaba, los seres humanos somos la especie dentro de todos los primates cuya dependencia de las crías es asombrosamente larga. Una cría de gacela sabe instintivamente casi todo lo necesario para sobrevivir, ¡los bebes humanos son unos perfectos inútiles¡ en una muestra incontrovertible de que la mayor parte de la conducta humana depende de la cultura heredada y transmitida socialmente y no de los genes.

Con esta tecnología notable y con unos cerebros superiores por primera vez los homínidos rompimos el cordón umbilical que nos unía a nuestra tierra de origen (África) para comenzar la conquista del mundo mediante una serie de oleadas que se extendieron durante cientos de miles de años hacia Asia, Indonesía y Europa. “Esta primera migración humana condujo a la diferenciación de dos linajes descendientes de Homo ergaster: Homo erectus en Extremo Oriente (China, Java) y Homo antecessor/Homo cepranensis en Europa (España, Italia)”[17].

 Nosotros (Homo sapiens sapiens) descendemos de algunos de estos hombres primitivos, o quizá de alguno que aún no conozcamos, porque a diferencia de otros homínidos como el Boisei nuestros antepasados de la línea homo no estaban especializados a ningún hábitat ni alimentación en particular; el éxito de la dieta especializada del Boisei (semillas y tallos de fibra dura a juzgar por su dentadura y las fuertes mandíbulas) en un momento dado represento su mayor fracaso al encerrarlo en un callejón sin salida evolutivo que lo condujo a la extinción cuando las condiciones medioambientales que aseguraron su éxito se convirtieron en su contrario. Mientras que el género homo, que al parecer se encontraba en éste periodo al borde de la extinción dadas las duras condiciones ecológicas y su carencia de especialización alimentaria, tuvo que adaptarse perfeccionando y creando herramientas, transformando su entorno, produciendo  sus propios alimentos y convirtiéndose progresivamente en un animal más social lo que a la larga aseguraría su absoluta supremacía no sólo con respecto al resto de los homínidos sino incluso a la naturaleza misma. Como dice la Biblia (y también la dialéctica) en muchas ocasiones “los últimos serán los primeros y los primeros serán los últimos”.

A propósito el comportamiento social y cooperativo demuestra que el egoísmo y la competencia son esencia de una sociedad dividida en clases y especialmente de la sociedad capitalista y no de la humanidad en sí. Si algo demuestra el estudio de la genealogía humana es que la “naturaleza humana” tiende mucho más a la cooperación que a la competencia y el egoísmo, emanaciones propias de la sociedad de clases específicamente el capitalismo.

 

Paleolítico Medio (estadio medio del salvajismo)

 El destino trágico del Neandertal, el papel del lenguaje

A pesar de que el surgimiento del erectus representó una verdadera revolución también significó una etapa de extremo conservadurismo en la evolución del hombre, expresa el salto dialéctico que abre una etapa de calma y estancamiento en la tecnología y el desarrollo de la capacidad cerebral que durará nada menos que ¡un millón de años¡. Aquí vemos un ejemplo magnífico de la vinculación dialéctica de calma y revolución.  En sí mismo este hecho es una expresión de la dialéctica en donde largos periodos de tiempo, donde aparentemente no pasa nada, son escenario de la acumulación de pequeños cambios que preparan un nuevo salto brusco y repentino. En biología a este proceso se le conoce como “equilibrio interrumpido” y en el pensamiento dialéctico a este patrón de desarrollo se le conoce como “transición de la cantidad a la cualidad” Hegel, en su Lógica, lo llama “medida”. Este aspecto dialéctico de la evolución biológica es hoy generalmente aceptada por los biólogos, explicada  por el recientemente desaparecido y afamado biólogo Stephen Gay Gould. Incluso el mismo Marvin Harris, quien lamentablemente considera a la dialéctica como mera palabrería, a tenido que aceptar, no sin las clásicas reservas escépticas, la pertinencia de la teoría dialéctica de Gould: “A medida que se han ido acumulando más datos sobre la historia evolutiva del H. erectus, el modelo alternativo “discontínuo” ha ido cobrando plausibilidad”[18]  

El largo periodo de 2 millones de años anterior al surgimiento del homo sapiens es conocido por los antropólogos como paleolítico inferior y se caracteriza por primitivos instrumentos de piedra conocidos como olduvaiense del Habilís y la acheliense del erectus. Durante todo este periodo las fuerzas productivas tuvieron un desarrollo relativamente lento que iba aparejado a la evolución biológica; no obstante hace aproximadamente 250,000 años surgieron simultáneamente homo-sapiens arcaicos tanto en Africa como en Europa e incluso se han encontrado especimenes mas antiguos de cerca de 35,000 años en China (Java) los cuales tenían una capacidad cerebral que lindaba con la del hombre actual (1,500 cc) cuando no estaba dentro de los parámetros modernos pero que aún conservaba algunas características óseas similares al erectus; a estos hombres se les conoce como homo sapiens arcaico o simplemente homo sapiens para diferenciarlos con el actual homo sapiens-sapiens.

En Europa estos hombres arcaicos anteriores dieron lugar, hace 130000 años al más famoso y más estudiado de los hombres arcaicos  conocido como el Homo Neandertalensis especie adaptada a los duros y fríos climas de la última glaciación, son los primeros hombres en conquistar los climas helados de las últimas glaciaciones, con cerebros (1600 cc) incluso mayores que los hombres modernos –si bien con cuerpos más robustos-. El salto cualitativo en relación a la etapa anterior es expresada por Marvin Harris con las siguientes palabras: “Si, además de nuestro género, existe algún aspirante al despegue cultural, este es el hombre de Neandertal, una especie extinguida de cuasihumanos que apareció en Europa y Oriente hace cerca de 100.000 años”[19]  El hombre de neandertal significó otro punto de ruptura en la evolución humana y aún existe debate entre los antropólogos de si el neandertal representa un eslabón que conduce al homo sapiens-sapiens o representa a una rama diferente de la del homo sapiens-sapiens, la segunda opción parece ser la que cuenta con más adeptos; “análisis del ADN mitocondrial (ADNm) de fósiles de H. neanderthalensis sugieren que la diferencia existente es suficiente para considerarlos como dos especies diferentes, separadas desde hace al menos 400.000 años y probablemente más[20]”. Lo importante es que éstos hombres arcaícos –especialmente el neandertal- llevaron adelante una revolución tecnológica -que abriría lo que se conoce como paleolítico medio- conocida como tecnología musteriense o técnica Levallois, consistente en un ingenioso método de fabricar herramientas de silex dándoles una forma de tortuga para crear hachas de mano; además entre sus útiles encontramos puntas, arpones y proyectiles;  por primera vez se crean útiles compuestos de varias partes (como armas con mango); además de trabajar en hueso marfil y hasta. Con ésta tecnología lo neandertales eran capaces de especializarse en la casa de presas mayores como mamuts, renos gigantes, alces, etc. Sorprendentemente los neandertales, además de fabricababan mantas y ropa con pieles de animales, muy probablemente enterraban a sus muertos, tenían ritos funerarios (que incluían enterramientos con flores y alimentos) y fabricaban (aunque en muy pequeña cantidad, apenas y se han encontrado) adornos personales. No obstante éstos últimos datos, dadas sus implicaciones en cuanto a la conciencia neandertal y dado que es posible explicaciones alternativas ajenas a la voluntad de los neandertales, hay que tomarlos con reserva ya que seguramente poseían una capacidad de simbolización y abstracción que estaba, aún, por debajo del sapiens-sapiens.

 El Neandertal rozaba una conducta de simbolización y abstracción propiamente humanos representando una revolución que pondría punto final a un millón de años de estancamiento. Los enterramientos (si es que se confirman como tales) sugieren por lo menos lazos sociales y emocionales extremadamente fuertes expresión de una caza extremadamente cooperativa, sin embargo, la casi inexistencia de arte y la dudosa evidencia de ritos funerarios –vinculados a una capacidad de abstracción e imaginación propiamente humanos expresados en la creencia de una vida después de la muerte-  hace pensar que la capacidad de simbolización y abstracción estaba relativamente limitada en comparación con el sapiens-sapiens. Estudios polémicos de los cráneos de estos individuos, de tamaño de sus laringes, hace pensar que el neandertal poseía, además, una limitada capacidad vocal, más parecida a la del chimpancé que a la del sapiens-sapiens, que al mismo tiempo limitaba su capacidad lingüística íntimamente ligada a las funciones del intelecto[21] . Éste hecho pudo ser decisivo en la suerte de los neandertales.

El lenguaje humano tiene una capacidad única de abstracción, de separación mental de aspectos, propiedades y cualidades de los objetos que resulten importantes en un momento dado del desarrollo social; universalización que permite expresar el pasado el presente y el futuro y recrear mentalmente situaciones que no existen e ir más allá de lo concreto para transformarlo de una forma humana; dicha capacidad expresa el ser social humano y el conocimiento producido por la transformación de la realidad y la fabricación de herramientas. Aquí vemos de la forma más clara lo absurdo de las teorías idealistas y solipsistas del lenguaje humano. En realidad el lenguaje no crea el mundo (como creía absurdamente Wittgenstein) sino que, al contrario, el mundo social crea el lenguaje y es un instrumento para actuar sobre él y transformarlo. Como decía Engels en un punto crítico resulto que los hombres tenían algo que decirse y el Neandertal representa, en todo caso, los primeros balbuceos del lenguaje humano así como los balbuceos de los niños preparan el camino del habla adulta. La prueba de las limitaciones del Nandertal esta en el hecho mismo de su desaparición al término de la última glaciación (hace 35mil años) cuando los glaciares se retiraron y los neandertales no pasaron la dura prueba de la adaptación a un clima diferente. Es trágico el destino del neandertal porque durante el periodo que compartió la tierra con el sapiens-sapiens ambos compartían prácticamente la misma tecnología; sólo que el sapiens-sapien pudo adaptarse al cambio revolucionando de nuevo y dando el gran despegue cultural hace aproximadamente 40,000 años mientras que el neandertal no pudo superar la prueba. Quizá la clave esta en la capacidad vocal del sapiens-sapiens para generar más sonidos y, por tanto, un mayor potencial de comunicación social.

El nacimiento revolucionario del sapiens-sapiens: el triunfo de la cultura

El homo sapien anatómicamente moderno (homo sapiens-sapiens) surgió por primera vez en África hace más de 100,000 años  y llegaría a Europa, pasando por Asia, poco antes de que el neandertal desapareciera. Generalmente se afirma que la presión de los sapiens-sapiens contribuiría a la extinción de los neandertales pero, en todo caso, esa presión debe entenderse aún en términos biológicos. Representarse al sapiens-sapiens como un asesino despiadado no se corresponde a la forma cooperativa en la que éstos vivían, esa visión tiene más que ver con la literatura que proyecta los valores modernos de competencia burguesas desenfrenada que con pruebas científicas. No hay evidencias de que el sapiens-sapiens tuviera entre sus presas de caza al neandertal que por el contrario estaba mucho mejor adaptado al clima glacial, era mucho más fuerte y resistente y contaba prácticamente con la misma tecnología (era más probable que el neandertal cazara al sapiens aunque tampoco hay evidencias de ello), su desaparición tuvo que ver más con su incapacidad de adaptarse al clima con nueva tecnología.

El hecho es que los sapiens-sapiens modernos representan ya una etapa en la cual los factores sociales, estudiados por el materialismo histórico, dominan a los biológicos, aún cuando, como se verá, los factores medioambientales, al menos durante todo el periodo de comunismo primitivo, eran factores de impulso fundamentales al desarrollo de nueva tecnología. La prueba de ello la tenemos en nuestros propios cuerpos. Nuestras características físicas como cuerpos gráciles, menor dimorfismo sexual(diferencias de tamaño entre machos y hembras), pequeños dientes frontales, cara situada hacia atrás bajo un cráneo de forma globular, mayor tamaño de la faringe capaz de producir los sonidos elementales de nuestro lenguaje; son el resultado de la selección natural actuando sobre la cultura como medio de supervivencia en la forma de hachas de mano, raspadores, lascas, cuchillos, lanzas, etc; el menor dimorfismo sexual puede explicarse, por ejemplo, como un peso mucho mayor en patrones culturales de carácter sexual que en la fuerza bruta del macho a la hora de la selección de pareja y el apareamiento; el resultado más contundente esta en el hecho de que desde entonces el tamaño del cerebro dejó de crecer mientras que la cultura se desarrollo exponencialmente. Esto muestra de que la explicación última de nuestra evolución no se encuentra ya fundamentalmente en factores biológicos sino en factores culturales como son el desarrollo de las fuerzas productivas. El hecho asombroso esta en que la selección natural actuaba sobre la cultura generando al sapiens-sapiens pero una vez que éste surgió la cultura tomo el lugar preponderante volviendo ésta relación dialéctica en su opuesto: ¡ahora la cultura dominaría a la naturaleza¡. El resultado es que la supervivencia no dependía ya de la selección natural (que era la impulsora principal de cerebros mayores) sino de la evolución de la fuerzas productivas, la supervivencia no dependía ya de la selección de genotipos expresados en características físicas (fenotipos) ventajosas sino en relaciones sociales basadas en fuerzas productivas; en ello esta la explicación de que el cerebro tamaño cerebral se estancara junto con las características físicas fundamentales.

El gran despegue cultural: El paleolítico Superior (estadio superior del salvajismo)

a) Las fases del paleolítico superior

            Cuando el sapiens-sapiens fue puesto a prueba al final de la última glaciación el desarrollo de la cultura sufriría una aceleración exponencial en forma de espiral (dialéctica) sin precedentes que abriría el corto pero sustantivo periodo conocido como paleolítico superior caracterizado por una explosión cultural que iniciaría hace 40 mil años, su tecnología se caracteriza por un incremento repentino en el número y calidad en los útiles sobre hoja y el florecimiento en las herramientas de marfil, hasta y hueso. El hombre comenzaría a dominar el globo terráqueo, es la explosión cultural más importante antes de la revolución neolítica (si pasamos por alto el periodo preparatorio para el neolítico conocido como etapa mesolítica), las culturas se empiezan a manifestar en formas diferentes en función de su medio sobre una base similar con manifestaciones similares (mostrando que la base material determina en última instancia los patrones superestructurales); un factor muy importante en su surgimiento se encuentra todavía en condiciones medioambientales coyunturalmente favorables para la caza de grandes presas. “Hacia finales de la última glaciación, la región situada recibió torrentes de agua procedentes del deshielo que favorecieron el crecimiento de praderas en las que pastaban enormes manadas de caballos, bisontes, mamuts y renos. A medida que se retiraban los glaciares, se formaron enormes praderas vírgenes que fueron invadidas por estos animales y por los depredadores humanos que los perseguían; pero, sin que ellos lo supieran, su mutuo estilo de vida estaba condenado”[22] . Si bien existe un claro salto cualitativo éste fue relativo puesto que el modo de producción siguió siendo el mismo de millones de años atrás sólo que aquí encuentra su punto álgido, tal vez debamos decir que se trato del maximum de los cambios cuantitativos dentro del comunismo primitivo.

El paleolítico superior se divide en varias fases que se niegan dialécticamente; “Los arqueólogos dividen el Paleolítico superior en Europa occidental en varias tradiciones o culturas que se superponen” nos dice Marvin Harris “Las dos más antiguas se conocen con el nombre e chaltelperronianense y auriñaciense, que se inician entre el 40000 y 35000 a. C; el solutrense (22000 a. C.) y, finalmente, el magdalenience, que se inició alrededor del 17000 a. C. y duró hasta el final de la última glaciación, alrededor del 10500 a. C.”[23]. El chaltelperroniense se desarrollo en un periodo breve de 3000 o 4000 años en algunas zonas de Francia y España y sus instrumentos se distinguen por la persistencia de instrumentos típicos de la época neandertal (levalloisiense o musteriense) y la aparición de útiles sobre hoja típicos del paleolítico superior; el auriñaciense sustituye a la etapa anterior se extiende sobre un área mucho más extensa (abarcando la mayor parte de Europa) y por mayor tiempo con una tecnología más avanzada (cuchillos, raederas, punzones de hueso) que se refleja en logros artísticos sin precedentes “incluyen la primera aparición extensiva de útiles de piedra tallados, y de adornos de astas y marfil; de conchas marinas y de otros valiosos materiales intercambiados a grandes distancias, así como los primeros ejemplos de arte realista en forma de figuras de animales. Además existen pruebas de que se incrementó el tamaño de los grupos locales y la población:  En otras palabras, todo el espectro de la evidencia arquelógica obtenida en los yacimientos auriñacienses de Europa parecería reflejar un nuevo elemento de complejidad e innovación no sólo en la tecnología sino en varias otras  esferas de la conducta y la organización”[24]La combinación dialéctica entre la tecnología musteriense y la nueva del paleolítico superior puede interpretarse como la sustitución de la tecnología del neandertal por la del sapiens-sapiens que procedía de Oriente medio o como evidencia de la evolución del neandertal en sapiens-sapiens; no obstante las evidencias apuntan a que el sapiens sapiens se originó sólo en África y que la persistencia de tecnología musteriense refleja más bien que la tecnología del sapiens-sapiens partió sobre la misma base que la del neandertal pero la superó dialécticamente o incluso de influencia cultural recíproca.

El punto álgido del paleolítico superior fue representado por la cultura magdaleniense si bien la cultura auriñaciense tuvo la distribución más amplia de todas las culturas del paleolítico superior, la magdaleniense la superó en cuanto a calidad y virtuosismo “al repertorio de armas de caza se añadieron arpones cuyas puntas estaban hechas de asta y hueso. Finas agujas de hueso testimonian la probable importancia de ropas hechas a la medida. Para cazar, los primeros magdalenienses usaban el propulsor de lanzas, un corto bastón o tablilla con una muesca o gancho en el extremo (…) A finales del magdaleniense, probablemente, se usaba el arco y la flecha, tal como reflejan algunas pinturas rupestres de Francia y España. A menudo las puntas de flechas y arpones y los propulsores magdalenienses estaban decorados con grabados de caballos, íbices, aves, peces y dibujos geométricos, algunos de los cuales pueden ser notaciones que representan ciclos lunares y cambios de estaciones”[25].

La gran familia primitiva

Es momento de hablar un poco acerca de la familia y su evolución histórica. La estructura y evolución de la familia esta determinada en última instancia por el desarrollo de las fuerzas productivas que condicionan el incremento de la densidad poblacional, factor importante en la evolución de la familia prehistórica; el carácter nómada de la familia comunista; y, por otro lado, el surgimiento de la propiedad privada; en función de ello la familia presenta un proceso de evolución dialéctica en la cual la actual familia monogámica compuesta por la el padre la madre y los hijos, por lo demás en acusado proceso de descomposición, no es más que el eslabón último, producto de la división de la sociedad en clases, que está destinado a desaparecer junto con la sociedad dividida en clases.

Podemos decir que durante toda la época prehistórica las formas de familia predominante en el homo sapiens-sapiens indignarían al mojigato defensor de la familia monogámica pues aquí dominan los “matrimonios por grupo” formas de familia en las que un grupo entero de hombres son conyugues comunes de un grupo entero de mujeres y a la inversa (aunque , al mismo tiempo, este hecho no descarta la existencia de parejas de cierta duración, aún cuando esta relación de pareja no fuera el núcleo de los lazos familiares); toda la estructura doméstica y social esta determinada por los lazos de parentesco que se derivan de estos “matrimonios comunes”; en ellos no había una muralla infranqueable entre lo público y los privado. El clan entero se componía de una o varias generaciones de familias enormes. Estas formas de matrimonio determinaban, entre otros factores que pasaremos a examinar más adelante, el status de el hombre y la mujer en la sociedad y el hecho de que las relaciones entre los sexos en el comunismo primitivo nunca hayan sido tan igualitarias (relativamente) que en cualquier otra época de la historia. Las formas de familia pasan por una serie de etapas históricas, deducidas del estudio de pueblos primitivos contemporáneos, que fueron llamadas por Morgan familia “intercambio sexual sin trabas”, “consanguínea”, “punalúa” y “sindiásmica”, antes de decantar en la familia monogámica como producto de la división de la sociedad en clases. Con el aumento progresivo de la población de unidad familiar originaria, llamada por Morgan “Gens”(tribu primitiva), se divide para formar “fatrias” y las fatrias componer a las tribus como la de los iroqueses estudiadas por Morgan, dicha sucesión lleva implícitas la generación de tabues en la reproducción de ciertas clases de parientes.

 Aunque es prácticamente nada lo que podemos decir de ello es muy posible que para hacernos una idea de la estructura social de los Australophitecus tengamos que mirar a la estructura social de los póngidos que salvo la posición erecta y el nicho ecológico-factores que resultarían decisivos en el proceso de hominización- resultan prácticamente idénticos, la estructura social de la mayoría de los póngidos esta regida directamente por la biología, en donde encontramos al macho dominante y su “harem” y los periodos de celo como factor determinante en la reproducción; aquí la fuerza del macho es el centro de los lazos “familiares”, el macho dominante tiene el “derecho” de reproducirse con todas las hembras de la orda y los machos subordinados no tienen derecho a la reproducción hasta que no se lo ganen por la fuerza. Esta hipótesis se ve fortalecida por el hecho de que el Australopithecus aferensis “como la mayoría de los póngidos vivos, presentaba dimorfismo sexual. Las hembras pesaban alrededor de 30 kg y medían algo más de un metro de altura, en tanto que los machos pesarían unos 40 kg y medirían alrededor de 1,5 m de altura”[26]  Aquí domina la “ley de la selva”, no podría ser de otro modo puesto que nuestros ancestros australophitecinos se encuentran aún dentro del reino animal.

¿Intercambio sexual sin trabas?

Con el surgimiento del género homo que ye hemos analizado los factores culturales en el emparejamiento empiezan a cobrar preminencia progresiva sobre las consideraciones puramente biológicas. El periodo que abarca el paleolítico inferior o fase inferior del salvajismo es la etapa en la que nos encontramos con homínidos carroñeros y eventuales cazadores que se encontraban al borde de la extinción, observamos a una población desperdigada en bandas de unos cuantos miembros a través de la sabana africana, los grupos pequeños debían realizar grandes desplazamientos, dichos desplazamientos implican que las oportunidades de contacto sexual entre diferentes bandas de los primeros homínidos eran muy reducidas, ello implica que la reproducción tenía que darse al interno de dichas bandas que en realidad constituían una unidad de lazos consanguíneos; el proceso social de reparto de la carne a los niños, mujeres embarazadas y ancianos determinaba que en el ceno de estas bandas los lazos fueran muy estrechos y que la banda fuera una unidad social de supervivencia, económica y reproductiva. En este contexto, para optimizar las posibilidades de sobrevivencia, no podían existir limitaciones biológicas en torno al intercambio sexual, es muy posible que existiera un “comercio sexual” sin restricciones incluso entre padres e hijos (la terminología de parentesco carecía por completo de sentido). Si la población estaba al borde de la extinción no podían existir barreras culturales entre la reproducción entre sujetos en edad reproductiva, la supervivencia exigía que no existieran tales prejuicios, o mejor dicho, la falta de trabas biológicas al libre intercambio sexual implica ya un triunfo de la cultura sobre la naturaleza y la base en la que podían surgir lo que llamamos “prejuicios”. Esto implica que todos los hombres y mujeres en edad reproductiva se pertenecían los hunos a los otros, esta tendencia se reforzaba, sustituyendo a la relación biológica del macho dominante, en la medida en que la cultura iba subsumiendo a la biología. Esta es la forma de familia que Morgan y Engels llamarón “intercambio sexual sin trabas”

Pero porqué la banda no podía haber estado compuesta de la unión de diversas familias monogámicas?. La respuesta es que la familia es un reflejo de la estructura social y el modo de vida de dichas bandas no se corresponde a la existencia de la familia monogámica (cuya base se encuentra originalmente en la propiedad privada y la necesidad de herencia), lo que sabemos es que el modo de vida es comunal incluso en mayor medida que las sociedades de horticultores o incipientes agricultores que son estudiados hoy día por los antropólogos como ejemplos de pueblos primitivos y que tienen estructuras familiares “sindiásmicas” (existencia de parejas estables e institucionalizadas) y en donde la tribu comunista se encuentra ya en proceso de disolución; en éste periodo por el contrario, la banda entera es una sólida e indivisa unidad económica-reproductiva de carácter comunista que se corresponde con un libre intercambio sexual, en otras palabras la banda entera es una unidad consanguínea o una familia o “gens” originaria que aún no se divide y que no presenta limitaciones incestuosas;  las crías son responsabilidad de toda la horda no por cuestiones sentimentales sino para optimizar las posibilidades de sobrevivencia; es factible suponer que si el cuidado de las crías es común entonces los derechos sexuales son irrestrictos. Quizá elementos a favor de esta posibilidad son factores como el menor dimorfismo sexual (menor diferencia física entre machos y hembras) y el menor peso de los periodos de celo implícitos en ello sugieran que el factor del macho dominante y la barrera de los celos en el intercambio sexual  que en el hombre tienen un desarrollo tardío producto de la propiedad privada, iba cediendo su lugar al libre intercambio sexual a medida en que nos elevamos dentro del género homo;  el hecho es que la hembra humana es la única dentro del orden de los primates que puede tener relaciones sexuales en cualquier época del año, el sexo en los humanos no responde a una función puramente reproductiva sino un medio de reforzamiento de los lazos sociales y una posible prueba del carácter polígamo de nuestra especie. El intercambio sexual primitivo podría ser un indicador del grado en que los primeros homínidos se separaban del reino animal y un argumento contra las simplistas comparaciones sociobiologistas entre las familias de los primates con las humanas.

El sexo y la cultura

Curiosamente muchos antropólogos extraen de estos elementos conclusiones totalmente opuestas, así en el destacado libro de reciente aparición “Antropología” Caron L. Embery sus colaboradores- la misma fuente que hemos citado en el párrafo anterior-  comentan que “La creación de campamentos entre los primitivos grupos del homo pudo incrementar las posibilidades de recolección de alimentos, pues las madres con sus hijos pequeños estaban limitadas a la recolección próxima a sus habitáculos, la única forma en que ellas como sus hijos pudieran obtener una dieta completa era repartir entre todos ellos cualquier tipo de alimento que se pudiera obtener allí mismo” de estos elementos indudables los autores sacan conclusiones opuestas de las que las evidencias señalan cuando lanzan la pregunta tendenciosa: “¿entre quienes se repartirían tales alimentos? Lo más probable es que fueran entre parientes próximos. La distribución entre ellos favorecería que sus hijos sobrevivieran para tener también hijos a su vez. Por lo tanto, si los primitivos Homo poseían campamentos y familias, estas características habrían potenciado conductas aprendidas y difundidas que es lo que llamamos cultura”(p.129).   Pero los autores no se dan cuenta que el clan en sí mismo era una sola familia y que suponer al clan compuesto de familias diferentes las cuales tenían preferencia en el reparto de la carne en función de los “cazadores de carroña” hubiera resultado absolutamente contrario a las necesidades de supervivencia. Parece que a los autores les gusta suponer que la familia monogámica es tan antigua como la humanidad misma, pero no tenemos porque asumir ese prejuicio ahistórico. Lamentablemente ésta parece ser la posición de la mayoría de los antropólogos. A lo sumo aceptan la diversidad de las formas familiares (de la misma forma relativista de la multiculturalidad liberal) como un hecho caprichoso, azaroso; sin que se pueda establecer un lazo evolutivo que una a estas formas.

En el hombre el sexo está desligado de los factores puramente biológicos y se transforma en un elemento cultural determinado por la estructura social más que por los genes. El incesto, a pesar de ser un tabú tan extendido que parece ser universal, es un producto de la selección cultural y no la natural, los argumentos sociobiológicos del incesto  no aplican desde el momento en que éste ha sido una práctica mucho más común en las sociedades civilizadas  y antiguas con todo y su repulsión, -muchas veces hipócrita, del incesto- de los que están dispuestos a aceptar los curas que se rasgan las vestiduras en público y abusan de los niños en privado, la realeza de varios imperios de la antigüedad (los incas, los egipcios, romanos, etc;) e incluso los plebeyos egipcios de los 3 primeros siglos de nuestra era, cometían incesto con sus hermanos e incluso sus padres sin que ningún cura se escandalizara por ello. La enorme cantidad de abusos sexuales de los padres cometidos en los países industrializados desmienten totalmente a los argumentos genéticos para explicar el incesto y mucho menos se aplican a las sociedades del comunismo primitivo. Marvin Harris desmiente los argumentos sociobiológicos de forma contundente cuando señala que “es cierto que en las grandes poblaciones contemporáneas el incesto va acompañado de un porcentaje elevado de abortos y descendientes minusválidos y portadores de enfermedades congénitas. Pero este resultado no se tiene que derivar por fuerza  de la práctica de una estrecha endogamia en sociedades preagrícolas de dimensiones reducidas. En éstas, en cambio, lleva a la eliminación progresiva de los genes recesivos porque tales sociedades muestran escasa tolerancia respecto de recién nacidos con taras o defectos congénitos. Privando de apoyo a tales niños, se eliminan las variantes genéticas perjudiciales en generaciones futuras y el resultado son poblaciones que portan una carga de variantes genéticas perjudiciales mucho más reducida que la de las poblaciones contemporáneas”[27]. No obstante es cierto que incluso Engels, siguiendo a Morgan sostenía que el prejuicio del incesto se derriba de una especie de selección natural afín a ideas que consideraríamos hoy como neodarwinistas – si bien es claro que dicho error es marginal y no desmerece la visión materialista de su autor- al decir que “el matrimonio entre gens no consanguíneos engendra una raza más fuerte, en los físico y en lo moral; mezclábanse dos tribus avanzadas, y los nuevos cráneos y cerebros crecían naturalmente hasta que contuviesen dentro las capacidades de ambas”[28]. Es claro que dicha afirmación es falsa en un doble sentido, primero porque es totalmente falso el que el cerebro de los sapiens-sapiens primitivos haya aumentado en tamaño ni un solo gramo, las capacidades de una tribu no esta en función del tamaño de los cerebros de sus integrantes sino de sus fuerzas productivas y los recursos disponibles; segundo porque, como ya hemos señalado en los pueblos primitivos el incesto no necesariamente deriva en sujetos con discapacidades.           

En el paleolítico inferior (etapa inferior del salvajismo) el intercambio sexual sin trabas implica que, desde el punto de vista de la terminología moderna, no existía la división cultural entre padres  e hijos (ni mucho menos primos, tíos, sobrinos, etc.) como elemento inhibidor del intercambio sexual; todos los hombre y mujeres en edad reproductiva se pertenecían los unos a los otros  y el clan aún indiviso era una gran familia; como explica Engels “la tolerancia recíproca entre machos adultos, la falta de celos, eran las condiciones necesarias para la formación de esos grupos extensos y duraderos en el ceno de los cuales únicamente es donde ha podido realizarse la evolución de la animalidad hacia la humanidad (…) el matrimonio por grupos, la forma en que grupos enteros de hombres y grupos enteros de mujeres se poseen recíprocamente, es forma que deja poquísimo lugar a los celos (..) y que, por tanto, es desconocida entre los animales”.  De hecho, la estructura familiar del homo sapiens hasta antes del surgimiento de la civilización, estructura basada en las gens (lazos consanguíneos) y la filiación materna implican una etapa anterior de intercambio sexual sin restricciones. Si bien no existen ya otros homínidos a excepción del hombre para demostrar la existencia de esta etapa de la familia que se ha perdido hace cientos de miles de años, el menor dimorfismo sexual -menor en la medida en que ascendemos en la genealogía humana- tanto como la existencia de “la familia por grupos” propia de las sociedades salvajes es evidencia sugerente de la existencia de dicha etapa. Entre las poblaciones salvajes en las que existe aún el matrimonio por grupos nos encontramos, al mismo tiempo, a parejas de cierta duración pero culturalmente la mujer y el hombre son conyugues naturales de todo un grupo de mujeres y hombres respectivamente.

Elementos a favor de esta suposición lo constituye, como veíamos, el menor dimorfismo sexual, la falta de periodo de celo en las hembras (situación relacionada con lo primero), y los campamentos del paleolítico inferior que se han encontrado cuya estructura no se corresponde a la existencia de familias nucleares como base de la estructura familiar. Uno de los campamentos es el del yacimiento de Terra Amata en Francia: se trata de una cabaña de aproximadamente 9x5 metros[29] un espacio bastante amplio si consideramos el tamaños corporal del homo erectus a los que se les atribuye y más amplio aún si pensamos que en estas estructuras habitaban parejas aisladas. Si bien es cierto la situación está muy lejos de clara puesto que los campamentos base han sido, también, interpretados como lugares de despiece de animales más que de vivienda; no obstante podemos hacer notar que si finalmente se confirmara que estos lugares eran viviendas su estructura parecería apuntar a que estos lugares eran vivienda de clanes con lazos consangíneos.

  

Familia consanguínea

El crecimiento de la población producto de mejores herramientas determina el siguiente estadio en la evolución de la familia, la banda original llega a un punto en su desarrollo en el que debe dividirse para aprovechar de mejor manera los recursos disponibles. Sabemos que dicha división tuvo que darse puesto que aun hoy en día los pueblos preneolíticos o salvajes dividen sus “gens” o bandas cuando alcanzan un tamaño determinado en otras “hermanas” las cuales reproducen de idéntica manera la vida de cazador recolector de su “gens” o banda madre. Llegados a cierto punto en el número de individuos, punto cualitativo determinado por los recursos alimenticios disponibles en función del desarrollo de las ciencia y la técnica, la cantidad se vuelve calidad y la “gens” original debe dividirse de tal forma que la población se disperse sobre un territorio más amplio al escindirse la gens; una de las maneras en las que se podría haber facilitado dicha división originaria es volviendo tabú la reproducción entre ciertos individuos y con ello la creación de una nueva estructura familiar que Morgan llama familia consanguínea; podemos suponer que con ello se inventó el tabú del incesto y posteriormente la diferencia nominal entre padres e hijos (los nombres y las ideas siempre van detrás de los hechos). Dicha división era importante porque facilitaba las condiciones para que los hijos fundaran las nuevas “gens”  de tal forma que generaciones sucesivas de hermanos representaran la levadura perfecta para otras nuevas. Engels lo explica de la siguiente manera: “Los grupos conyugales se separan según las generaciones: todos los abuelos y abuelas, en el límite de la familia, son maridos y mujeres entre sí; lo mismo sucede con sus hijos, es decir, las padres y la madres; los hijos de estos forman el tercer círculo de conyugues comunes; y sus hijos, es decir, los biznietos el cuarto. En esta forma de la familia, los ascendientes y descendientes, los padres y los hijos, son los únicos que están excluidos de los derechos y los deberes (pudiéramos decir) del matrimonio (…) el vínculo de hermano y hermana, en ese periodo, tiene consigo el ejercicio del comercio sexual recíproco (…) La familia consanguínea ha desaparecido. Ni aún los pueblos más groseros de que habla la historia nos presentan ningún ejemplo de ella. Pero nos vemos obligados a que ha debido existir, puesto que el sistema de parentesco” (más bien terminología de parentesco) “que aún reina hoy en toda polinesia, expresa grados de parentesco consaguíneo que sólo han podido nacer con esa forma de familia, que exige esa forma como estado previo necesario”[30].

En la medida en que esas formas de familia han quedado borradas de la faz de la tierra es imposible saber exactamente qué especie del género homo fue el primero en practicar el comercio sexual sin trabas y posteriormente la familia consanguínea, incluso tener una certeza absoluta de su existencia; sin embargo, podemos suponer que en la medida en que la cultura y el desarrollo de las fuerzas productivas del erectus y el habilis anterior a él eran extremadamente conservadoras -tanto que el erectus presentó un millón de años de estancamiento- es probable que el intercambio sexual si trabas se diera ya en el paleolítico inferior (como un ejemplo del triunfo de la cultura), mientras que la subsiguiente evolución en la estructura de la familia aconteciera con el sapiens sapiens en un momento dado de crecimiento de su población producto de nueva tecnología, pasando así del intercambio sexual sin trabas a la familia consanguínea y de ésta a la punalúa.

Familia Punalúa

Con el consiguiente desarrollo de la población, quizá con la explosión cultural de hace 40 mil años en el apogeo del comunismo primitivo (aunque es por ahora imposible establecerlo con certeza), también se desarrolló la familia con la consiguiente exclusión de matrimonio por grupos, sumándose a la exclusión de los padres y los hijos, de los hermanos y hermanas -al principio exclusión de los hermanos carnales y después de los colaterales- quienes en los sucesivo ya no podrían ser conyugues comunes, surgiendo con ello lo que Morgan llamó “familia punalúa”. Explica Engels que “según la costumbre hawaiana cierto número de hermanas carnales o más lejanas (es decir, primas  en primero, segundo y otros grados), eran mujeres comunes de sus maridos comunes, de los cuales quedaban excluidos los hermanos de ellas; esos hombres, por su parte, tampoco se llamaban a sí hermanos (lo cual ya no tenía necesidad de ser), sino punalúa, es decir, compañero íntimo(..) De igual modo una serie de hermanos uterinos o más lejanos, tenían en común cierto número de mujeres, con la exclusión de las hermanas de ellos y esas mujeres se llamaban entre sí punalúa (…) comunidad recíproca  de hombre y mujeres en el ceno de un determinado círculo de familia, pero del cual se excluían al principio los hermanos carnales, y más tarde, los hermanos más lejanos de las mujeres, e inversamente también las hermanas de los hombres (…) por eso se hace necesaria por primera vez la clase de los sobrinos y sobrinas, de los primos y las primas”[31].

Un elemento adicional que fortalece la hipótesis sobre esta forma de familia (Punalua o quizá consanguínea) lo constituye los restos de los pocos campamentos completos que se han encontrado pertenecientes al paleolítico superior: “El yacimiento de Dolni Vestonice, situado en lo que actualmente es la república checa, data de unos 25.000 años, y eso uno de los pocos casos en los que existe un plano del campamento completo. El asentamiento parece estar formado por cuatro cabañas en forma de tienda de campaña, contruidas probablemente con pieles de animales, con un hogar enorme en el centro. Alrededor de su parte exterior había una gran cantidad de huesos de mamut, algunos clavados en la tierra (…) y cada cabaña acogía, probablemente a un grupo de familias relacionadas, que sumaban entre 20 y 50 personas (..)”  (Antropología, p. 170). Es probable que cada una de estas cabañas estuviera habitada por un clan o gen; así pues la gens en esta etapa ya se había dividido en “gens” o clanes hermanos; puesto que el número de individuos se corresponde aproximadamente a la cantidad de individuos por banda de algunos pueblos de cazadores recolectores modernos (los aborígenes australianos). Ello parece indicar que la estructura familiar de este campamento era “consangínea” o bien “punalúa”. Estos campamentos no se corresponden en absoluto a la existencia de familias nucleares.

El matrimonio por grupos que representa el desarrollo dialéctico de las estructuras familiares: intercambio sexual sin trabas, familia consangínea, familia punalúa no quiere decir, necesariamente, que no existieran posibles parejas con una duración de cierto tiempo; puesto que la reproducción sexual implica una hembra y un macho no se puede descartar que dichas parejas establecieran ciertos lazos afectivos. No obstante esos lazos no existía la noción de promiscuidad, de hijos ilegítimos; etc. Definitivamente estos posibles lazos de pareja no formaban la base de la estructura familiar, puesto todo el clan representaba una indivisa estructura consanguínea. Ya señalamos que su estructura social implica que los niños eran educados por todo el clan e inclusive que todos los hombres fueran padres comunes de los hijos (dado el intercambio sexual la paternidad era dudosa). Según nuestra hipótesis, es factible suponer que socialmente ese hombre pudiera tener intercambio sexual con todo un grupo de mujeres (excluidas sus madre y, si se trataba de familia punalúa también sus hermanos) y esa mujer a todos los hombres (menos su hermanos), sin que nadie se escandalizara, aún cuando esto no siempre fuera el caso.  Por supuesto que es imposible probar esta hipótesis especulativa de manera, concluyente pero es una es especulación compatible con los datos arqueológicos con respecto al tamaño de las bandas, su carácter nómada, la disminución del dimorfismo sexual, la características de sus campamentos; etc.

   Las pinturas rupuestres y el materialismo histórico

El materialismo histórico afirma que en última instancia la superestructura ideológica es un reflejo dialéctico del modo de producción imperante en una época determinada y refleja los intereses de clases o grupos sociales determinados, la superestructura y en especial el arte nunca pueden superar el contexto sociohistórico en el que se enmarca. Podríamos decir que el arte es una flor que se alimenta del suelo nutricio de la sociedad y refleja su salud y vigor, generalmente los periodos revolucionarios y de acenso de un modo de producción van acompañados de una explosión artística y de innovación revolucionarias. Las pinturas encontradas en profundas cuevas en Francia, -petenecientes a la cultura Magdaleniense- aún siguen sorprendiendo por su simplicidad, belleza, realismo y reflejan el apogeo del comunismo primitivo en el paleolítico superior. “Los pintores del paleolítico eran capaces todavía de ver, simplemente con los ojos, matices delicados que nosotros sólo podemos descubrir con ayuda de complicados instrumentos científicos[32]”; representan una manifestación irrepetible de una de las más grandes manifestaciones artísticas de todos los tiempos; y sin embargo su papel difiere mucho con las ideas modernas acerca del arte. La muestra más clara de la influencia que el modo de producción tiene sobre el arte, la encontramos en sus manifestaciones más tempranas y prístinas.

Las pinturas rupestres de Francia y España producidas por los hombres y mujeres del paleolítico superior tienen una relación inmediata con la lucha diaria por la supervivencia y reflejan el modo de vida y el entorno de los hombres del comunismo primitivo. “En esta fase de vida puramente práctica es obvio que todo girase todavía en torno a la consecución del sustento” Arnold Hauser “No hay nada que pueda justificar la presunción de que el arte sirviera para otro fin que para procurar directamente el alimento. Todos los indicios aluden a que éste arte servía de medio de una técnica mágica y, como tal, tenía una función por entero pragmática, dirigida totalmente a inmediatos objetivos económicos”[33]. La unidad con la naturaleza y el bajo control de las fuerzas naturales determinaba el contenido y la función de este arte; además el arte aún no había adquirido una independencia relativa con respecto a su base material; apenas y existía la división social del trabajo y los artistas de las cavernas no podían representarse su actividad como independiente de su entrono tribal y crear así una conciencia falsa con respecto a su propia producción. Al mismo tiempo el arte rupestre es una evidencia incontestable de que el arte no se desarrolla en una esfera de cristal y esta exento de los intereses mundanos, es la muestra de que el arte es una caja de resonancia de la sociedad y refleja intereses muy concretos aún a pesar de que, a partir de la revolución neolítica, el arte adquiere un grado de independencia y se sujeta hasta cierto punto a sus propias reglas, no obstante, nunca podrá independizarse del suelo nutricio que le da origen y de los puntos de vista de ciertas capas sociales que expresa. Incluso dentro de la sociedad capitalista, en donde la división del trabajo ha llegado a extremos tan nocivos y en donde muchos creadores y filósofos tienen la ingenua ilusión de que el arte no tiene nada que ver con el crudo mundo material, es posible ver ya en ésta misma postura el sentimiento de ciertas capas sociales descontentas con el feo mundo del capitalismo y su vano intento de fugarse de él por medio del arte (la calidad de dicho arte, no obstante, no esta mecánicamente determinado por el contenido ideológico reaccionario que expresa y puede ser un arte valioso aunque exprese ideas incorrectas).

La idea fantastica del “arte por el arte” hubiera resultado incomprensible a éstos hombres porque para ellos el arte no era un producto orientado principalmente al goce estético sino un ritual orientado a fines tan prosaicos como la reproducción de los animales de caza y el deseo imperioso de tener éxito en ella. No es casualidad que los animales de caza (renos, bisontes, mamuts, caballos jabalíes, bóvidos, rinocerontes lanudos) fueran el tema favorito de estos artistas; incluso el contenido del arte esta impulsado en última instancia por factores sociales (no es casualidad que el arte de vanguardia, por ejemplo, se haya desarrollado fundamentalmente en la época en que nacía el capital monopolista en donde se hace necesaria una respuesta del arte a éste fenómeno); a pesar de que las pinturas rupestres de Francia y España constituyen el ejemplo clásico, el arte rupestre es un fenómeno recurrente en todas las sociedades de un modo de producción basado en la caza y la recolección del paleolítico superior, aún cuando la mayoría de las culturas de esta etapa histórica no tuvieron ninguna relación ni contacto y se desarrollaron en periodo de tiempo muy diversos; manifestaciones artísticas similares se pueden encontrar en África, Europa, América, Asia y Australia, lo que es una prueba evidente de la relación que guardan con el modo de producción de la etapa superior del comunismo primitivo.

Las realistas representaciones de éstos artistas parecen querer reproducir la esencia de éstos animales en un intento de asegurar materialmente la existencia de los animales deseados en la creencia de que dicha reproducción era al mismo tiempo la reproducción real del animal tal como señala Hausser “El pintor y cazador paleolítico pensaba que con la pintura poseía ya la cosa misma, pensaba que con el retrato del objeto; había adquirido poder sobre el objeto; creía que el animal de la realidad sufría la misma muerte que se ejecutaba sobre el animal retratado”. El mismo autor refiere una anécdota sorprendente que confirma la visión ingenua y mágica de los hombres del paleolítico “El artista paleolítico adoptaba sin duda ante el arte la misma actitud del indio siux (..) que dijo de un investigador al que vio preparar unos bocetos: se que este hombre ha metido muchos de nuestros bisontes en su libro. Yo estaba presente cuando lo hizo, y desde entonces no hemos tenido bisontes”[34]. La obsesión por la caza reflejada en este arte se demuestra porque en el punto álgido del arte de las cavernas existía “un desajuste entre la frecuencia con que se representan las presas sobe las paredes y la frecuencia con la que aparecen en los restos de fauna asociados a una cueva en particular”[35] lo que refuerza la idea de que los animales representados eran los más codiciados en la caza.

El objetivo de dichas pinturas no era el placer estético, las pinturas se encuentran ubicadas donde el hombre moderno jamás colgaría una pintura de Piccasso ni abriría una galería de arte puesto que se realizaban en partes profundas de las cuevas donde la luz natural no podía llegar. Parece ser que el acto de alumbrar la obra reforzaba la idea mágica de la creación del animal idea reforzada con música y danza ritual (en algunas pinturas aparecen individuos bailando con mascaras y vestimenta particular); a menudo las pinturas se superponen unas sobre otras existiendo aun cuando existía espacio disponible.

Es claro que la necesidad es la madre de la invención, incluso del arte. No hay nada más alejado a la verdad que la idea kantiana de que el arte es una “actividad desinteresada” incluso aunque el artista se proponga tal función esa pretensión ya expresa necesidades e intereses concretos; pero en el paleolítico superior resultaba imposible siquiera platearse tales pretensiones. Incluso el incremento de la producción de adornos personales refleja un aumento en la conciencia de la identidad y pertenencia tribal de los individuos y una capacidad de abstracción y simbolización propia del homo sapiens-sapiens; una conciencia del papel que cada individuo juega dentro de la colectividad (adornos propios de chamanes, jefes de la tribu) refleja el hecho de que la conciencia había alcanzado el grado de humanidad gracias a la producción social, los lazos y el reflejo en la mente de los hombres que de ella emana. Reflejan la capacidad del sapiens para objetivar la conciencia (reflejo de su ser social) transformando su entorno y simbolizándose a sí mismo y su visión del mundo; por eso el arte es una fascinante ventana al pasado una ventana que se mantiene abierta y cuyas interpretaciones dependen de la sociedad en la que el arte del pasado se inserta, pero ello no puede ocultar la función utilitaria que el arte tiene en su origen.

Las “Venus primitivas” son otro manifestación artística de estos pueblos comunistas, uno de los ejemplos más bellos es la “Venus de Willendorf” de hace unos 37 mil años, se trata de una escultura pequeña de 11.5 cm hecha de piedra caliza que representa a una mujer bastante regordeta con nalgas, pechos, cadera, abdomen y vulva de exageradas proporciones. No se trata de un hecho casual ni una curiosidad la difusión de las venus en el paleolítico superior en culturas sin ninguna relación implica el reflejo de una manifestación social profunda de este modo de producción. Se trata de un bello ejemplo del nexo entre el arte y la vida social, en primer lugar porque es una ventana a un mundo donde las mujeres eran el símbolo de la fertilidad de las plantas y los animales que estos hombres recolectaban y cazaban, una manifestación vinculada al pensamiento mágico del deseo imperioso por su reproducción; en segundo lugar es un reflejo del papel y el status que la mujer desempeñaba en la sociedad. Todo parece indicar que la mujer era un símbolo de fertilidad (de ahí la representación exagerada de sus partes reproductoras), base de los lazos consanguíneos y, como recolectora, un sujeto económico de primera importancia. La evidencia que da el arte del lugar que ocupaba la mujer durante el comunismo primitivo no deja mucho lugar a dudas  “mientras que las pinturas de mujeres son frecuentes en el arte del paleolítico superior” nos dice Jean-Pierre Durad  “las pinturas de hombres o de niños son comparativamente más raras. Y de este hecho suele concluirse que esta disparidad se debe al estatus de la mujer en las sociedades de esa época (..) Patricia Rice por su parte demostró que en estas figuras (las venus) la mujer aparece representada en toda una variedad de formas de cuerpos y edades, no solamente a las embarazadas, por lo que constituyen símbolos de matriarcado más que de maternidad. La amplia distribución de las figuras de Venus y su aparente importancia para las gentes del paleolítico superior reflejan, de acuerdo con Rice, la importancia reconocida de la mujer en estas sociedades. Siguiendo la misma línea, Olga Soffer, examinó los vestidos de algunas Venus, señalando que si las características de las mujeres son representadas con tanta frecuencia esto debe significar que las mujeres estaban muy bien consideradas en esas sociedades, así como que algunas de ellas alcanzaron posiciones de gran relevancia en el paleolítico superior”[36]    Como veremos más adelante -en el apartado sobre la familia primitiva- la mujer nunca tuvo una posición social tan igualitaria, sino es que mayor que los hombres, como en el comunismo primitivo antes que la división de la sociedad en clases derribara a la mujer del pedestal de respeto y admiración que tuvo durante la mayor parte de la historia de la humanidad para encadenarla a la esclavitud de la familia monogámica.  

         

Acerca del  pensamiento Mágico

El pensamiento mágico es la forma ideológica que domina las manifestaciones superestructurales de las sociedades de cazadores recolectores y constituye un ejemplo notable de la manera en que la superestructura es determinada en último término por las condiciones materiales de producción a la vez que influye sobre su base material. El pensamiento mágico, animismo o totemismo es la forma de pensamiento que implica que la naturaleza esta dominada por multitud de espíritus que determinan los fenómenos naturales; detrás de cada fenómeno, especialmente aquellos de relevancia para la supervivencia del la banda o tribu, existen espíritus a los que hay que suplicar, pedir o incluso amenazar por medio de conjuros, ritos y fetiches para que accedan a la voluntad del hombre.

Esta forma de pensamiento esta implícita en cada manifestación superestructural e incluso determina ciertos aspectos de la forma de las actividades de caza, pesca, recolección, alimentación , reproducción, etc;  – al mismo tiempo que el contenido material (las fuerzas productivas de la edad de piedra con las que se realiza esa caza pesca y recolección) determina la existencia de la magia- la danza, música, los cantos, los mitos y leyendas, la pintura, la manufactura de fetiches (coma las venus primitivas) y utensilios llevan implícito al pensamiento mágico integrándose en una unidad indisoluble. Así por ejemplo la danza representa un ritual para garantizar actividades como la caza – incluso los  del bosquimanos  del Kalajari tiene danzas específicas que dependen del animal al que se va a cazar-, la música funge como catalizador de los estados de trance importantes para la comunicación con el mundo de los espíritus, frecuentemente los cantos hacen referencia a los ancestros espirituales (frecuentemente animales convertidos en totems) de la tribu, los mitos refieren a la unidad de parentesco a través de leyendas sobre antepasados reales o fantásticos, la pintura, como vimos, no es más que un ritual para la reproducción de los animales de caza.

Estas formas fantásticas de concebir la realidad a su vez moldean hasta cierto punto las formas de reproducción de la vida; así por ejemplo los esquimales tienen diversos tabús acerca de la forma en que deben cazar. No obstante esta influencia recíproca no puede hacernos olvidar que el factor determinante que condiciona el surgimiento de esta forma de pensamiento se encuentra en las condiciones en las que estos hombres producen y viven. En última instancia la impotencia frente a las fuerzas naturales que se origina en el desarrollo de sus fuerzas productivas es el origen y base del pensamiento mágico. La necesidad imperiosa que estas sociedades tienen de controlar los fenómenos naturales frente a los cuales no son más que impotentes espectadores hace que traten por cualquier medio a su alcance de controlar esas potencias ciegas; ello es tan importante que es la base de una de las primeras divisiones sociales del trabajo con el surgimiento de los chamanes o sacerdotes a tiempo parcial (Marvin Harris señala que incluso los chamanes no están exentos del trabajo).

La base material del pensamiento mágico es pues, la impotencia frente a las fuerzas naturales que el hombre esta desesperado por controlar ya que de ello depende su supervivencia y no es difícil imaginarse su base psicológica: los sueños y las alucinaciones provocadas por drogas son el origen sugerente de la creencia en el mundo espiritual, la prueba de ello es que los chamanes de las sociedades cazadoras recolectoras modernas acuden a estos estados de conciencia para comunicarse con los espíritus; Engels en su obra “Ludwing Feuerbach y el fin de la filosofía clásica alemana” ya había señalado esta idea. Antropólogos contemporáneos como Edward Tylor han señalado este hecho. En los sueños y en la alucinaciones surge la ilusión de que existe otro yo separada del cuerpo; el nacimiento y la muerte pueden ser “explicados” por el alma que habita temporalmente en el cuerpo para después abandonarlo para siempre; además el alma es el origen de la volición del individuo que gobierna las acciones del cuerpo para que éste intervenga materialmente determinando el curso de los acontecimientos; de la misma forma los fenómenos naturales pueden ser interpretados como el resultado de la voluntad del alma (o las almas) que habitan en la naturaleza y al igual que con las almas del resto de los individuos nosotros podemos acudir a ellas para que accedan a nuestros deseos. Así como en la naturaleza existen multitud de espíritus (algunos benévolos y otros amenazantes) para los egipcios los hombres teníamos dos almas, podemos encontrar culturas que conciben a los hombres dotados de tres y hasta cuatro almas; el porqué en la mayoría de las culturas el hombre tienen un alma mientras que en otras tiene una multitud viviendo en el cuerpo de los mortales es un tema interesante que debe ser investigado tomando en cuenta las condiciones concretas del desarrollo de dichas culturas.

El pensamiento mágico es la semilla de la religión porque ambas formas de pensamiento dividen el mundo en un plano material y otro espiritual y porque ambas formas se presentan a partir de la frontera que separa lo conocido de lo desconocido. No obstante no podemos confundirlas de la misma forma en que no podemos confundir la bellota con el roble, ni la crisálida con la mariposa. El tema del origen de la religión lo abordaremos junto con el origen del estado; no obstante podemos adelantar que en el pensamiento mágico los espíritus comparten el mismo plano jerárquico así como el mundo de los hombres que refleja es un mundo igualitario y sin jerarquías; la religión implica un Dios amo y señor a imagen y semejanza de los amos y señores de la sociedad de clases, en otras palabras la religión es un instrumento de dominación y de control espiritual que condiciona a los oprimidos a aceptar su situación como inevitable, producto de la voluntad divina mientras que proporciona una justificación a la clase dominante al erigirse como representantes de dios en la tierra; el pensamiento mágico no es un instrumento de dominación sino la expresión del sometimiento a las leyes de la naturaleza; en todo caso la religión es una expresión del sometimiento a las leyes ciegas y hasta ese momento indomables de la sociedad de clases; como instrumento de dominación la religión necesita de un grupo profesional a tiempo completo y una institución que funja como policía espiritual, tenemos pues a los sacerdotes y los templos; en contraste los chamanes son “sacerdotes” a tiempo parcial y no son representantes en la tierra de los dioses sino simples voceros e interlocutores del mundo de los espíritus y como cualquier mortal deben trabajar para la comunidad, no están separados de las masas sino solo son individuos con una sensibilidad especial y voceros de la opinión colectiva. La religión es producto de la sociedad de clases, expresión de que la sociedad se ha dividido en contradicciones insolubles; el pensamiento mágico es expresión de una sociedad igualitaria pero impotente; al mismo tiempo la religión, al ser negación dialéctica del animismo, conserva negada muchos de los elementos del pensamiento mágico, incluso los absorbe de manera completa bajo una lógica totalmente contraria a su original.  

Todos los pueblos de bandas, aldeas y tribus tienen sin excepción pensamiento mágico: chamanes, danzas rituales, fetiches, conjuros, etc; un fenómeno tan universalmente extendido en cierta etapa del desarrollo no puede ser casualidad. Para el pensamiento estructuralista este patrón es un reflejo de  los arquetipos binarios – en este caso la contradicción espiritual-terrenal – que se encuentran en el inconsciente colectivo; lamentablemente el idealismo estructuralista no puede dar respuesta a la causa de esta contradicción psicológica en las sociedades del comunismo primitivo; de acuerdo con el estructuralismo la causa es simplemente la existencia de una estructura profunda del inconsciente. Lamentablemente dicha respuesta esta muy lejos de ser satisfactoria porque representa una simple tautología producto del círculo vicioso al que nos lleva el subjetivismo filosófico. Preguntamos por las causas de la supuesta contradicción binaria  y se nos responderá con que dicha contradicción es parte de la esencia humana; es un caso análogo al estudiante no muy destacado que a la pregunta del maestro: qué es un gato responde que un gato es....un gato; con esta respuesta uno se evita el problema de dar una verdadera explicación y asumir aquello que se tiene que probar, resulta bastante apropiada para aquellos que no quieren explicar nada y al mismo tiempo dar una imagen de onda sabiduría; todo se resuelve con la existencia de arquetipos impresos en una naturaleza humana eterna y fin del problema. Ahora todo se reduce a ejemplificar la idea preconcebida. Afortunadamente existe una explicación consistente aunque más prosaica de lo que gustarían nuestros filósofos subjetivistas. Esta forma de pensamiento es tan universal en las sociedades de bandas y aldeas porque todas tienen la misma base material. De la misma forma: en todas las sociedades de clase existe religión porque en todas se requiere de un instrumento de opresión espiritual. El pensamiento mágico es un ejemplo más de que el desarrollo histórico esta sujeto a leyes subyacentes que pueden ser comprendidas por el hombre y de que la historia, al contrario de lo que creía Henry Ford,  los irracionalistas y empiristas contemporáneos no es una “chorrada”.  

   

c) Una caricatura maliciosa de marxismo acerca del determinismo mecánico

La visión marxista de la historia no tiene nada que ver con el determinismo mecánico que muchos de los detractores ignorantes del marxismo pretenden atribuir a este; por el contrario cualquiera que comprenda las implicaciones de la visión materialista y dialéctica de la historia que implica el materialismo histórico puede entender lo lejano que esta el marxismo del mecanicismo lineal; la evolución de la cultura humana no esta determinada mecánicamente por el modo de producción, la forma en que la cultura se manifiesta muestra una multitud de variantes que se van haciendo más variadas y complejas a medida en que nos acercamos al sapiens-sapiens y a medida que éste desarrolla sus fuerzas productivas; especialmente en puntos de ruptura como lo es la explosión cultural del paleolítico superior. Por supuesto que en la determinación de la forma actúan factores como la difusión y mezclas culturales e incluso factores tan inesperados como los climas locales, el ciclo de las plantas y las especies animales que habitan los entornos particulares. Los utensilios reflejan infinidad de variantes locales cuyas causas son tan variadas que pueden incluir, incluso, el carácter de los primeros artesanos en crearlas sobre cuya creación innovan las generaciones posteriores, los prejuicios, las creencias, los accidentes históricos etc; juegan su papel en la determinación de la forma y los ritmos del desarrollo.  No obstante, la necesidad es la madre de la invención y las necesidades están dictadas por la producción y reproducción material que interactúa y transforma al medio; en última instancia las formas culturales están determinadas dialécticamente por el contenido en que dichas sociedades producen y reproducen sus condiciones de existencia y sus relaciones sociales que, a su vez, están determinadas por el desarrollo de sus fuerzas productivas. Gordon Childe nos explica, correctamente, la dialéctica del Materialismo histórico de la siguiente manera: “El investigador de la cultura material tiene que estudiara a la sociedad como una organización cooperativa destinada a producir los medios de satisfacer su necesidades, a reproducirse y reproducir nuevas necesidades. Tiene que ver su economía en acción. Pero la economía influye en la ideología, y es a su vez influída por ésta. El concepto materialista de la historia afirma que la economía determina la ideología. Es más seguro y más exacto repetir con otras palabras  lo que ya se ha declarado: a la larga una ideología sólo puede sobrevivir si facilita el funcionamiento regular y eficiente de la economía. Si lo traba, la sociedad- y con ella la ideología- han de perecer a la larga. Una ideología anticuada puede trabar una economía e impedir su cambio durante un plazo más largo que el generalmente admitido”[37]. Una forma ideológica esta condenada a desaparecer tarde o temprano si frena el desarrollo de las fuerzas productivas; que tan tarde o que tan temprano puede resultar de suma importancia para las generaciones que viven esa coyuntura puesto que efectivamente las formas ideológicas caducas pueden frenar efectivamente el desarrollo histórico, pero cederán finalmente bajo las fuerzas revolucionarias de la sociedad o de lo contrario, si la contradicción no esncuentra solución, la sociedad puede colapsar. 

El error gemelo del determinismo mecánico estructuralista que tanta repulsión causa esta en el relativismo postmoderno, que encuentra su correlativo antropológico en la escuela del “particularismo histórico”, que hace imposible la ciencia y vuelva a la historia en una sucesión inconexa de hechos únicos e indescifrables de los cuales no se puede decir nada salvo constatar la diversidad aleatoria de sus formas; se pretende que dicha postura afirma la diversidad y la pluralidad pero refleja más bien la decadencia y el individualismo subjetivo extremo y un pesimismo intelectual propio de las etapas de decadencia social. Por el contrario el desarrollo del paleolítico en diversas regiones demuestra que en relación indisoluble a las formas diversas se encuentran bases similares que determinan patrones culturales similares; las formas nunca pueden separase del contenido y en última instancia están determinadas por éste. Como decía Hegel “la forma es la manifestación inmediata de la esencia” a modos de producción similares encontramos manifestaciones culturales similares al mismo tiempo que diversas como comenta correctamente Marvin Harris “Series de industrias paleolíticas similares a las de Europa se han dado también en Asia y Africa. Por ejemplo, las técnicas levalloisiense y las industrias musterienses sucedieron a las tradiciones achelienses en todo el territorio africano. Incluso existe una industria de lascas parecida a la musteriense en el norte de China. Alrededor del 40000 al 30000 a. C. se fabricaban útiles de hueso, lasca y hoja en Siberia y hay pruebas de que complejos de útiles similares pueden haber surgido en las Américas poco después. Durante el periodo del 20000 al 10000 a. C. es imposible decir que cualquier región haya logrado decisivas ventajas en la tecnología o en el empleo de símbolos. Para se exactos, había mucho de variación en el contenido específico del conjunto de útiles de los cazadores de mamuts euroasiáticos, de los habitantes de los bosques del sudeste de Asia y de los cazadores australianos de marsupiales, pero esta variación probablemente refleja una adaptación local más que diferentes niveles de progreso tecnológico”[38](el subrayado es mío). Formas de vida basados en modos de producción equivalentes producen fenómenos similares, o en otras palabras que la superestructura refleja a la forma de producción y que no se puede separar de su base material. Aceptar esto es aceptar el punto de vista del materialismo histórico, pero ello tiene implicaciones practicas en la sociedad capitalista con respecto a su caducidad y eso es algo que no pueden aceptar los que abierta o de manera implícita aceptan al capitalismo como algo eterno o aquellos que se lamentan de la decadencia y el relativismo pero lo ven como un hecho trágico e inevitable y proyectan el relativismo individualista a toda la historia de la humanidad.

El comunismo primitivo. El primer modo de producción

En general los fundadores de la filosofía política burguesa clásica (Locke, Hobbes, -Russeau es un caso especial aún cuando naturalmente acepta al estado democrático burgués como el propio de la naturaleza humana-) consideraban al estado –junto con una división social en líneas de clase producto de la “naturaleza humana”- como el producto de un contrato social entre propietarios orientado a preservar la propiedad privada y acabar con la guerra de todos contra todos propia de las sociedades sin estado. La totalidad de los teóricos políticos burgueses consideran al estado como un arbitro imparcial ineludible a las sociedades humanas y lo dan por sentado así como damos por sentada la respiración. Es un prejuicio generalizado pensar que sin el estado, sin las instituciones estatales, sin ejército, sin policía, sin tribunales, sin cárceles la vida del hombre en sociedad sería imposible debido a la “naturaleza humana” egoísta, abusiva, avariciosa, etc. Es probable que si hiciéramos un catálogo de lugares comunes éste último estaría entre los primeros. Entonces debemos aceptar al monstruoso Leviatán como nuestro eterno compañero y limitarnos a maquillarle el rostro de la manera más amigable posible, mantener sus dientes lo más blancos y brillantes que se pueda y evitar su fétido aliento y condenar las ideas sobre sociedades igualitarias o comunistas como locuras infantiles. ¿Pero en realidad es así?.

El estudio de las sociedades anteriores a la revolución neolítica nos dice que quizá no exista otro prejuicio más mezquino, estrecho y estúpido que aquel que ve en el estado y las clases sociales instituciones eternas. Aunque no les guste a los teóricos burgueses y aunque resulte increíble para la mayoría de las personas, por lo menos desde que el homo sapiens-sapiens apareció sobre la faz de la tierra hace poco más de 100 mil años hasta hace uno 10 mil años las sociedades humanas se las arreglaron bastante bien sin presidentes, reyes, faraones, monarcas; sin cárceles, policías, ejercito; tribunales, ministerios, iglesias; y prácticamente las guerras sólo se daban ante crisis ecológicas en relación con la densidad de población (en función de fuerzas productivas muy limitadas) y muy esporádicamente porque no habían clase sociales, ni ricos ni pobres, ni princesas ni prostitutas. Como señala correctamente Marvin Harris “El observador que hubiera contemplado la vida humana al poco de arrancar el despegue cultural habría concluido fácilmente que nuestra especie estaba irremediablemente destinada al igualitarismo salvo en las distinciones de sexo y edad. Que un día el mundo iba a verse dividido en aristócratas y plebeyos, amos y esclavos, millonarios y mendigos, le hubiera parecido algo totalmente contrario a la naturaleza humana a juzgar por el estado de cosas imperantes en las sociedades humanas que por aquel entonces poblaban la Tierra”[39].

En un periodo que comprende la mayor parte de la historia del hombre sobre la faz de la tierra –desde hace más de 10000 años hasta apenas unos 10 mil si consideramos al sapien-sapiens o más de 2 millones de años si partimos desde el abilis- el modo de producción básico de la humanidad se basó en la caza, la pesca y la recolección, en general los hombres eran nómadas, vivían en bandas, clanes y tribus de un máximo de unos cuantos cientos de personas; su modo de pensar se ajustaba a lo que conocemos como pensamiento mágico y vivían sometidos a los caprichos de la naturaleza. No había clases sociales, ni ricos, ni pobres, ni existía Estado, ni familia nuclear; el individuo se encontraba subsumido a la colectividad de la misma forma en que una abeja se subsume a la colmena destacando individualmente en función de necesidades colectivas religiosas, bélicas o de otra índole bajo la soberanía de la asamblea general. No existen ni pueden existir desigualdades sociales antes al contrario todos son igualmente pobres o ricos porque todos están sometidos a la naturaleza. Incluso en las sociedades salvajes que penosamente sobreviven en nuestros días y que aún no son disueltas o totalmente deformadas por las fuerzas corrosivas y corruptoras del capitalismo nos encontramos con relaciones igualitarias; al respecto nos dice Marvin Harris que “las sociedades cazadoras-recolectoras como los esquimales, los ¡kung san del Kalahari y los aborígenes australianos gozan de u alto grado de seguridad personal sin necesidad de tener soberanos o especialistas en la ley y el orden. Carecen de reyes, reinas, dictadores, presidentes, gobernadores o comandantes; de fuerzas policiales, soldados, marineros o marines; de CIA, FBI, inspectores de hacienda o jefes de la policía federal. No hay códigos de leyes escritas ni tribunales de justicia formales; ni abogados, alguaciles, jueces, fiscales, jurados o funcionarios de tribunales; ni tampoco coches patrulla, tanques, cárceles o penitenciarias. Esto también es así en muchas sociedades de aldeas”[40]

La existencia de ese monstruoso y horrendo Leviatán  llamado estado (incluso en su bonita forma democrático-burguesa) requiere de condiciones materiales para existir.  Este monstruo es inviable en sociedades basadas en la caza pesca y recolección porque en ellas es imposible la desigualdad de la riqueza ni existe propiedad privada sobre los medios de producción fundamentales. No existe un excedente sobre las necesidades elementales susceptible de ser acumulado y usado para explotar a otros seres humanos, por eso son imposibles las clases sociales o privilegios basados en el trabajo ajeno. Incluso en el periodo de mayo esplendor del comunismo primitivo (hace 40 mil años durante el paleolítico superior) los excedentes y el tiempo libre que efectivamente se obtenían no eran susceptibles de ser usados para explotar a otros y obligarlos a trabajar para uno; en primer lugar porque se trataba, en la mayoría de los casos, de un excedente no acumulable (la carne de mamut se hecha a perder) y la recolección de semillas no daba para crear excedentes considerables. Las herramientas de caza y adornos personales susceptibles de atesoramiento podían ser obtenidos por cualquiera puesto que las materias primas, los bosques, las rocas, etc; no eran propiedad privada y cualquiera podía aprender a hacerse su propios adornos y armas, además no tiene sentido atesorar objetos que sólo serán un estorbo en sociedades nómadas y que carecen de la capacidad de subyugar a otros. Además las sociedades de éste periodo eran numéricamente reducidas (alrededor de 150 personas) todos se conocían y se trataban como una gran familia (más delante hablaremos de los tipos de familia).

Ni siquiera existían bases materiales para el egoísmo puesto que los miembros del clan o la banda obtenían más siendo generosos o igualitarios que intentando la locura de atesorar e imponerse como Rey. “La gente ofrecía porque esperaba recibir y recibía porque esperaba ofrecer. Dado que el azar intervenía de forma tan importante en la captura de animales, en la recolecta de alimentos silvestres y en el éxito de las rudimentarias formas de agricultura, los individuos que estaban de suerte un día, al día siguiente necesitaban pedir. Así, la mejor manera de asegurarse contra el inevitable día adverso consistía en ser generoso.”[41] Si algún miembro lunático de algún clan se le hubiera ocurrido comportarse como se supone debería hacerlo alguien que tiene la naturaleza humana que nos atribuyen los pensadores burgueses, reproduciendo la ridícula representación teatral que se supone creó al estado cuando alguien dijo “¡esto es mío¡ o “les propongo un contrato para crear al estado”, seguramente le habría sucedido algo similar o peor –probablemente lo hubieran expulsado de la tribu o quizá se lo hubieran comido- a lo que nos cuenta Marvin Harris. “Supongamos que un ¡Kung con ansia de poder como la descrita por Hobbes se levantara un buen día y le dijera al campamento: a partir de ahora, todas estas tierras y todo lo que hay en ellas es mí. Os, dejaré usarlo, pero sólo con mi permiso y a condición de que yo reciba lo más selecto de todo cuanto capturéis, recolectéis o capturéis. Sus compañeros, seguramente pensando que se habría vuelto loco, recogerían sus escasas pertenencias, se pondrían en camino y, cuarenta o cincuenta kilómetros más allá, eregirían un nuevo campamento para reanudar su vida habitual de reciprocidad igualitaria, dejando al hombre que quería ser rey ejercer su inútil soberanía a solas”[42].

Frecuentemente se intenta negar esta etapa social de comunismo primitivo arguyendo los mismo prejuicios bajo una nueva forma: ¡simplemente mofándose de dicha sociedad¡[43], diciendo, por ejemplo, que ello sería hablar de una edad dorada de la sociedad humana, un mundo perdido y un paraíso terrenal y ¿no se supone que la tierra es un valle de lágrimas?. No hay nada más fácil que crear un muñeco de paja y luego regodearse por el placer de haberlo destruido fanfarroneando con ello. Que sepamos desde hace tiempo no hay antropólogo serio ni marxista que se precie que crea en ese muñeco de paja ni en las fábulas bíblicas, creadas para asustar a los niños, sobre el sufrimiento eterno y el alma humana pecadora (es posible erradicar el valle de lágrimas junto con el capitalismo). Si bien es muy posible que durante su apogeo el comunismo primitivo permitió la existencia de tiempo libre e incluso abundancia –si bien ninguna que diera poder sobre otros hombres-; si bien es cierto que es posible encontrarse hoy en día con comunidades salvajes que trabajan menos que un obrero industrial, el comunismo primitivo no tenía nada de idílico. En general las sociedades del paleolítico, exceptuando quizá el paleolítico superior- se las veían muy duras para sobrevivir; incluso en los casos en que experimentaban periodos de abundancia ello se lo debían a coyuntura climáticas favorables (coyunturas que podían durar tiempos largos desde la perspectiva individual), es decir, se lo debían a su apabullante dependencia frente a la naturaleza, el tamaño de su población estaba limitado por sus enanas fuerzas productivas reflejándose en fenómenos como el infanticidio, el canibalismo y aún la guerra o cazando algunas cabezas o cueros cabelludos de alguna gens o clan desafortunadas para aumentar sus territorios de caza y recolección. Había límites objetivos a la densidad de población que no podían ser rebasados y que dependían de su subordinación propia del reino animal frente a las fuerzas de la naturaleza, Marvin Harris nos señala que “(..) probablemente los pueblos de la edad de piedra no permitieron que sus poblaciones rebasaran los límites de una o dos personas por milla cuadrada”[44]; de acuerdo con algunas investigaciones ello implicaba mantener estancado el crecimiento de la población en una tasa anual del 0,001 por 100 para la edad de piedra[45]; de acuerdo con estimaciones hechas sobre la esperanza de vida y salud de dicho periodo, de acuerdo con el estudio de las osamentas humanas, para lograr el estancamiento del crecimiento poblacional el infanticidio pudo alcanzar el 50 por 100 de los nacimientos[46], su dinámica de población estaba dictada por las salvajes leyes de Malthus (quizá el único tipo de sociedad humana donde las leyes de Malthus resultan correctas hasta cierto punto). Su mente estaba dominada por el pensamiento mágico que incluía, además de conocimientos valiosos de plantas y animales, en su mayoría creencias absurdas y fantásticas habitadas por espíritus, duendes, y monstruos nacidas de su impotencia frente a las fuerzas de la naturaleza. De hecho, como veremos, su modo de vida estaba condenado por los cambios climáticos que desaparecieron a las estepas y las grandes presas y  abrieron el periodo de crisis conocido como mesolítico. Cualquier cambio en los hábitos, el número de las presas o en la disponibilidad de recursos podía hacer que dichas sociedades desaparecieran como de hecho sucedió.

Existen objeciones a la existencia del comunismo primitivo como un estadio del desarrollo de los modos de producción que provienen de investigadores serios como el propio Marvin Harris quien nos señala que “El predominio de la propiedad colectiva de la tierra no significa, sin embargo, que las bandas de cazadores y recolectores carezcan por completo de propiedad privada. La teoría del comunismo primitivo, según la cual uno de los estadios de los estadios universales del desarrollo de la cultura se caracterizó por la ausencia total de propiedad privada (Epstein, 1968), no se ve respaldada por los hechos. Muchos objetos materiales de las sociedades organizadas en bandas están bajo el control (esto es son propiedad) de individuos específico, en especial los artículos que el propio usuario ha producido. Hasta los miembros de las sociedades más igualitarias creen normalmente que las armas, recipientes, adornos, útiles y otros efectos personales no se deben coger o utilizar sin el consentimiento de su propietario. Sin embargo es remota la posibilidad de que el hurto o la apropiación indebida de tales objetos provoque graves conflictos”[47].   Es una pena decir que dicha objeción esta basada, en primer lugar, en la confusión de carácter elemental entre medios de producción y medios de consumo individual. La propiedad privada de medios de consumo individual como adornos, recipientes y efectos personales no invalida la tesis de la no existencia de la propiedad privada (véase tan sólo El Manifiesto Comunista) ya que la teoría marxista se refiere claramente al la propiedad privada sobre los medios de producción como el elemento que nos separa del comunismo primitivo y como elemento que determina la existencia de clases sociales.

En segundo lugar, me parece que Marvin Harris confunde la forma con el fondo cuando dice que existe propiedad privada sobre fuerzas productivas como arcos, flechas, hachas, puntas, etc; ésta se revela como pura apariencia cuando consideramos, como explica el mismo Marvin Harris,  que los territorios de caza, tala, recolección donde se encontraban las materias primas y todo lo necesario para fabricar herramientas, eran propiedad colectiva: “la madera para el arco, las hojas para el techo, los pájaros que daban plumas, los leños que albergaban gusanos y la fibra para cestas  estaban allí para que todos los tomaran. Las tierra, el agua, los alimentos vegetales y los animales de caza eran propiedad comunitaria. Todo hombre y mujer tenía derecho a una porción igual de naturaleza”[48]. A lo sumo podemos decir que  arcos, flechas, lanzas, puntas pertenecen a todos y a ninguno en particular porque su propiedad estaba al alcance de todos; cualquiera podía hacerse sus propios instrumentos y de hecho estaba obligada a hacérselos puesto que la caza era de carácter colectivo y, salvo las limitaciones de sexo y edad, todos estaban obligados a participar (aunque fuera por turnos). Aún suponiendo que existieran “robos” producidos por el deseo de tener una lanza hecha por un elemento especialmente habilidoso, éste último no tiene poder para explotar a otro con ese lanza excepcionalmente hecha y le sería más útil al “ladrón” pedirle al virtuoso que le enseñara la técnica apropiada, el virtuoso seguramente aceptaría encantado puesto que flechas mejores aseguran una caza colectiva mayor y una comida mejor.

Puesto que las materias primas y el acceso a las fuerzas de trabajo eran patrimonio común no se explica la posición de Harris a no ser que exista, además, una penosa confusión entre control técnico y apropiación real de los medios de producción. Como señala Marx en El Capital el control técnico  del instrumento de trabajo (que hay que diferenciar de la apropiación privada de los medios de producción) depende del instrumento mismo, es decir, del desarrollo de la ciencia y la técnica. El desarrollo de las fuerzas productivas no sólo determina las relaciones entre los hombres sino de los hombres con las herramientas; un arco, por ejemplo, se utiliza de manera individual a diferencia de una cadena de producción de la Ford en donde participan miles de obreros. A pesar del carácter técnico individual del uso de las herramientas de la edad de piedra la caza era de carácter colectivo y sólo tenían sentido en un marco de caza y apropiación colectiva de lo cazado, el control técnico de dichos instrumentos por parte de individuos aislados no contradice el carácter colectivo y comunista de su modo de producción y apropiación. En las sociedades organizadas en bandas y aldeas jamás podremos encontrar  apropiación privada de los medios de producción, salvo confundir la forma con el fondo. Nadie tenía la capacidad de explotar a otros seres humanos, cuestión que determina el carácter comunista de las sociedades basadas en la caza y la recolección y que jamás podamos encontrar en ellas diferencias de clase y riqueza.

Por otro lado los cabecillas y jefes de la Tribu, por lo menos antes del neolítico y antes de la formación de la primeras “jefaturas” y reinos protoestatales, no tenían  poder sobre los medios de producción, su autoridad de fundaba en la autoridad moral, en el ejemplo y en habilidades sobresalientes en alguna esfera de importancia para el clan, se trataba de individuos con autoridad moral que tenían capacidad de persuadir pero nunca de imponer, dicho reconocimiento no les daba poder para obligar y explotar a otros y salvo las cualidades en las que se destacaban las cabecillas en todo lo demás eran como cualquier otro miembro sometido a la asamblea y al juicio de “popular” y a revocabilidad inmediata,. Frecuentemente el poder de los cabecillas o jefes de la tribu (frecuentemente los ancianos) se limitaban a presidir las ceremonias religiosas y en todos los casos a expresar de mejor manera la voluntad colectiva, cuando si actuaban de otra manera eran ya revocados, ya aislados, expulsados o incluso asesinados. Los ¡Kung san del kalahari son un ejemplo notable de el tipo de liderazgo propio del comunismo primitivo pues “Cuando Richard Lee preguntó a los ¡Kung san si tenían cabecillas , en el sentido de un poderoso jefe, éstos le dijeron ¡por supuesto que tenemos cabecillas¡ de hecho todos somos cabecillas(…)[49]¡que asombrosa lección de los que significa la verdadera democracia comunista¡, ¡Uno pensaría que los ¡kung san leyeron el Estado y la revolución de Lenin sino fuera porque esta es la esencia democrática del comunismo¡. De la misma forma Lenin describió el régimen político que debía imperar ya en la primea fase de la revolución socialista (la dictadura de los trabajadoes) diciendo que cuando todo mundo es burócrata nadie es burócrata. Si los ¡Kung san logran esto con la tecnología de la edad de piedra imaginemos lo que se podría lograr con las fuerzas productivas modernas dentro de una sociedad socialista.

Otra cuestión interesante es la manera impresionante en que el desarrollo de la ciencia y la técnica determina las relaciones sociales, ya mencionamos que una relación social clasista estaba imposibilitada por el modo de producción (y éste por el desarrollo de la técnica), así que las fuerzas productivas determinaban relaciones sociales igualitarias o comunistas, además también determinaban la división social del trabajo que estaba asombrosamente limitada. En las sociedades de cazadores recolectores sólo encontramos divisiones en el trabajo social producto de las diferencias de sexo y edad, además de funciones rituales, religiosas y bélicas (ante crisis ecológicas) e incluso éstas varían dependiendo del papel en la producción de hombres, mujeres y niños en función del clima y los recursos naturales. Podemos encontrar en ésta etapa incluso actividad comercial (dado el carácter nómada de los pueblos del paleolítico) pero el comercio estaba limitado por la falta de un excedente imperecedero, además de las pieles y recursos naturales exclusivos, el comercio jamás cobrará un papel determinante en la producción y en la división social del trabajo y se limita a artículos de lujo.

Es necesario determinar también cual es la tensión o contradicción central que impulsa el desarrollo de las fases del comunismo primitivo que veremos a continuación. Dentro de las sociedades de clases el factor determinante del desarrollo se encuentra en la lucha entre esclavistas y esclavos, señores feudales y ciervos, burgueses y proletarios; en el comunismo primitivo no encontramos dichas contradicciones, en cambio encontramos la contradicción entre las imponentes, incomprensibles y fatalmente cambiantes fuerzas de la naturaleza y los hombres armados con fuerzas productivas de la edad de piedra tecnología cuyo avance se da en su mayor parte a paso de tortuga; en este tensión encontramos a la cultura material (incluidas las fuerzas productivas) como el elemento conservador que se adapta penosa y dolorosamente al cambio de las condiciones ecológicas. Es fundamental tener en mente esta contradicción porque, como veremos, determina todas las esferas de las sociedades salvajes o paleolíticas imponiendo su impronta en el pensamiento mágico, el arte, las formas familiares, y el desarrollo de nuestros viejos abuelos. La tarea del comunismo moderno es destruir la piedra angular (la propiedad privada sobre los medios de producción) sobre cuya base se alzan las contradicciones de clase modernas para sustituirlas por la tensión entre un cosmos infinito y una fuerzas productivas potencialmente infinitas en manos de todos los hombres. A diferencia del salvaje comunista ahora el hombre comunista será el amo colectivo de la naturaleza infinita.

El origen de la guerra

La guerra puede ser definida como un enfrentamiento armado entre, por lo menos, dos grupos de seres humanos cuya consecuencia es la pérdida de vidas y cuyos objetivos dependen de la estructura social en la que se inserta éste fenómeno. Para que dos grupos de hombres armados se enfrenten con el objetivo de matar a la mayor cantidad de individuos posible se requieren premisas materiales. Si el objetivo de la guerra es obtener mano de obra esclava se requiere la capacidad tecnológica para absorber esa mano de obra de forma productiva (como fue en el caso de Roma); si el objetivo de la guerra es obtener nuevos territorios para los señores feudales se requiere la existencia de agricultura y ganadería para que los campesinos sean capaces de pagar tributo, de otra manera la conquista sería una empresa inútil y absurda; si el objetivo de la guerra es obtener nuevos mercados, materias primas, etc; se requiere la existencia de una industria capitalista que pueda aprovechar esa mano de obra y esos recursos naturales; si el objetivo de la guerra es el saqueo se requiere un producto excedente sobre la necesidades básicas que pueda ser saqueado; si el enfrentamiento se trata de una guerra civil se requiere, obvio decirlo, de sociedad civil en relación a la existencia de un estado, la sociedad civil por su naturaleza está dividida en clases, la guerra civil no es más que expresión de éste hecho. Además en cualquiera de estos casos se requiere una organización estatal y una producción capaz de alimentar a un ejército de burócratas y hombres armados (en forma de un estado) que pueda administrar y mantener el status quo. En el caso de las guerras revolucionarias (que se manifiestan en la existencia de una guerra civil) la situación es más clara aún, dichas guerras son la expresión de la lucha por la liberación de las clases oprimidas. En todos estos casos la guerra es producto de la división de la sociedad en clases. Sin esto la guerra, salvo la excepción que veremos producto de ciertas condiciones excepcionales del comunismo primitivo, es una cuestión absurda. Ninguna supuesta naturaleza humana guerrera y violenta cambiaría este hecho, si los hombres durante la mayor parte de la historia de la humanidad hubieran actuado bajo la lógica de “el hombre es el lobo del hombre” nuestra especia no hubiera sobrevivido.

No existe ninguna evidencia arqueológica concluyente de que los pueblos prehistóricos del comunismo primitivo practicaran la guerra: “La primera prueba arqueológica realmente fiable acerca de la existencia de la guerra, es la construcción de aldeas y poblaciones fortificadas. La más santigua es Jericó prebílbico, donde en 7500 a. C. ya se había construido un complejo sistema de murallas, torres y zanjas defensivas o fosos, de modo que no quedan dudas de que ya entonces la guerra era una parte importante de la vida cotidiana" (Canibales y reyes, p. 53). Si bien no hay evidencias acerca de la existencia de guerras teóricamente no se puede descartar de manera absoluta enfrentamientos esporádicos entre distintas bandas comunistas  producto de eventuales limitaciones medioambientales para proveer productos de caza y pesca suficientes. Estos enfrentamientos serían el producto de crisis medioambientales o de puntos críticos en la densidad de población más allá de los cuales se vería afectado el nivel de vida de estas sociedades, aquí los enfrentamientos serían producto de la contradicción central del comunismo primitivo: fuerzas productivas de la edad de piedra frente a las fuerzas de la naturaleza. A pesar de ésta posible excepción, en las sociedades del comunismo primitivo no existían bases materiales para la guerra. No había antagonismos de clase que derivaran en enfrentamientos armados ni, por consiguiente, guerras de carácter imperialista con el objetivo de someter a otras bandas; no existía excedente considerable sobre las necesidades básicas que pudiera ser fuente de conflicto; adicionalmente  el número reducido de las bandas (quizá unos 30 miembros) convierte la guerra en un contrasentido a la supervivencia; así que aun aceptando la existencia de conflictos que derivaran en enfrentamientos armados no podrían existir un gran número de bajas ( más adelante veremos el carácter cómico de la guerras de los pueblos de salvajes actuales).  Aún hoy las potencias imperialistas no va  a la guerra porque quieran cometer suicidio sino porque por ese medio la clase dominante pretende obtener ventajas materiales bastante palpables (petróleo, rutas comerciales, mercados, etc); claramente en el comunismo primitivo no existían en absoluto semejantes motivaciones.  

Si sólo tratamos de visualizar guerras entre estas sociedades con el objetivo de someter a otros pueblos a algún tipo de explotación –por ejemplo esclavitud- de inmediato veremos que dicha hipótesis resulta en un aborto ridículo: en primer lugar los “esclavos” eran simplemente bocas más para alimentar en una situación en donde no existen los recursos para obtener ese alimento, el modo de producción de este periodo tenía limitaciones muy precisas en cuanto a la densidad de población; tampoco existe un ejército permanente, policía o nada parecido que pudiera someter a los esclavos a la obediencia. Evidentemente esas sociedades no cuentan con las bases materiales para la esclavitud, ¡la esclavitud resultaría un fracaso rotundo sin un excedente económico¡. Aún suponiendo la existencia de guerras producto de presiones medioambientales los vencidos serían dispersados para aliviar la presión sobre un hábitat determinado y quizá algunos de los infortunados vencidos fueran comidos (no había otra cosa que hacer con ellos). Sí todavía insistimos en la existencia regular de guerras nos encontraríamos que nuestra hipotética “comunidad comunista guerrera” habría desaparecido en poco tiempo, el simple hecho de perder aunque fueran 5 miembros en una sola batalla podría significar una catástrofe social (significaría la pérdida de cerca del 17% de la población). A lo anterior hay que agregar el carácter nómada de dichas sociedades por el cual la motivación de la defensa del territorio tampoco existe.

El estudio de la mayor parte de las actuales poblaciones de cazadores recolectores como los san o Bosquimanos del sur de África, los iunuit o Esquimales, los habitantes de las islas Andamán cerca de la India, los Shoshoni de EUA, los yahgan de Patagonia, los indios misión de California, los semai de Malasia, no conocen la guerra aún cuando, como veremos, las poblaciones actuales de cazadores recolectores están sometidos a presiones brutales por parte de las fuerzas disolventes del capitalismo; si el modo de producción de estas bandas determina que sean predominantemente pacíficas debemos suponer que los pueblos prehistóricos del comunismo primitivo lo eran con mayor razón (ya que, en condiciones normales, no se veían obligados a luchar por recursos naturales limitados). [50] No obstante, es cierto que los etnólogos han documentado la existencia de enfrentamientos armados en algunas de  las sociedades de cazadores recolectoras actuales (como los aborígenes Australianos). No obstante debemos considerar que estos sobrevivientes están sometidos a presiones brutales por parte del capitalismo (Tribus africanas son usadas criminalmente por el imperialismo para matarse unos a otros y robar sus recursos naturales); aún cuando no exista intervención consciente de alguna potencia para utilizara estos grupos como carne de cañón, las fuerzas ciegas del mercado son más que suficientes para reducir al mínimo los cotos de caza y pesca de estas sociedades de tal forma que la presión medioambiental es un factor más que suficiente para enfrentar a las bandas comunistas por los limitados recursos naturales (Marvin Harris a estudiado esta presión como causa material de las guerras entre sociedades de cazadores recolectores).

Marvin Harris nos da una idea del etnocidio y las presiones que significa el capitalismo para estos pueblos: “Estos ataques genocidas no se limitaron a América del norte y del Sur. También fueron llevados a cabo en Australia, en las islas del pacífico y en Siberia. Tampoco son acontecimientos que tuvieron lugar hace mucho tiempo y sobre los que ahora nada se pueda hacer. Aún están ocurriendo en las vastas y remotas regiones de la cuenca amazónica y en otras regiones de Sudamérica, donde los últimos restos de pueblos organizados en bandas y aldeas libres e independientes del Nuevo Mundo han sido arrinconados por la expansión implacables de los colonos, comerciantes, compañías petrolíferas, profesores, granjeros y misioneros (…)” más adelante nos refiere el destino trágico de los impresionantes Kung San del Kalahari, cuyo ejemplo de moral comunista hemos referido antes, quienes “se han convertido en la diana de fuerzas estatales inmensas que han cambiado su modo de vida amenazando su supervivencia física. Muchos hombres Kung san se han visto atraídos al servicio del ejército sudafricano, en su lucha contra las guerrillas que pretenden establecer un estado independiente en Nambia. Según fuentes sudafricanas, el desarrollo del sentido de orientación de los san, su habilidad para el rastreo , su conocimiento del bosque y su aguda vista, hacen de ellos perfectos luchadores contra la guerrilla”  (Marvin Harris , Introducción a la antropología… pp.501-502). Es irónico que esas sociedades comunistas que son tomadas por los defensores del capitalismo como ejemplos de que la guerra es eterna e inevitable representan más bien los efectos nocivos y corruptores del sistema que ellos defienden. No obstante la existencia de guerras por factores medioambientales, aún cuando sean por presiones provocadas por el sistema capitalista, muestran que en situaciones concretas y excepcionales es posible que las sociedades prehistóricas del comunismo primitivo tuvieran enfrentamientos esporádicos, si bien es fundamental comprender que estos posibles enfrentamientos (de los cuales no hay ni una evidencia contundente) no tenían en todo caso ni un átomo de contenido clasista y tampoco representaban un fenómeno esencialmente inherente a dichas sociedades; mientras que, por el contrario, la guerra es un compañero inevitable en las sociedades clasistas especialmente el capitalismo (cuya expansión imperialista es absolutamente inevitable). Ni siquiera durante el más prologado auge en la historia del capitalismo (el boom postguerra 1945-1974) hubo un solo día en que no hubiera en el mundo alguna guerra provocada por la sede de ganancia del capital.

Incluso los enfrentamientos que presenciamos producto de presiones medioambientales difieren en contenido (como ya vimos no tienen un contenido clasista) e incluso en forma, sólo forzando el termino podríamos definir a esos enfrentamientos como verdaderas guerras. La siguiente cita referida por Harris servirá de ejemplo para tener conciencia del enorme abismo que separa las guerras estatales de las preestatales: a finales de 1920 los grupos de cazadores recolectores Tiklauila-rangwila y los mandiiumbula de las islas Bathhurst y Melville en el norte de Australia fueron a guerra, ambas bandas fijaron de mutuo acuerdo una hora para el encuentro: “cuando los dos grupos se reunieron, ambos bandos intercambiaron algunos insultos y acordaron encontrarse formalmente en un espacio abierto donde había lugar suficiente. Al caer la noche (..) los individuos de los dos grupos intercambiaron visitas, puesto que las partidas de guerra incluían a parientes de ambos bandos y nadie consideraba a todos los miembros del otro grupo como enemigos. Al amanecer, los dos grupos formaron filas a los dos lados del claro. Las hostilidades comenzaron cuando unos ancianos se echaron en cara sus agravios (..) cuando comenzaron a arrojarse lanzas, las arrojaron individuos que actuaban movidos por razones basadas en disputas individuales. Puesto que los ancianos eran quien más lanzas arrojaban, la puntería solía ser poco certera.  Con bastante frecuencia la persona alcanzada era algún combatiente inocente o una de las ancianas chillonas que pasaban entre los luchadores, profiriendo gritos obscenos y cuyos reflejos para esquivar las lanzas no eran tan rápidos como los de los hombres…En cuanto alguien era herido, incluso una vieja aparentemente ajena a la cuestión, la lucha se detenía de inmediato hasta que ambos bandos podían evaluar las implicaciones de este nuevo incidente” (Caníbales y reyes, pp54-55). Estas “guerras” son más bien escaramuzas francamente graciosas (ridículo es compararlas con las guerras de clase de las sociedades estatales) que expresan tensiones producto de la presión del capitalismo sobre los hábitats de estos pueblos, dichas tensiones se expresan, además, en un aumento considerable en las acusaciones de brujería por parte del chaman (expresando la voluntad colectiva) sobre algunos miembros de la comunidad que son vistos por el colectivo como una amenaza; en todo caso estas escaramuzas reflejan crisis y decadencia de estas sociedades más que un fenómeno normal que emane de su modo de producción. Son fenómenos similares a los tensiones al interno de una familia que se expresan en pleitos por motivos individuales y aparentemente accidentales (aunque en muchas ocasiones el accidente es el vehículo que expresa lo necesario). Ya hemos señalado que aún sin descartar la existencia de estos enfrentamientos en las bandas prehistóricas de hace 40 mil años, estas representarían crisis producto de cambios climáticos y un exceso en la densidad de población que no puede ser mantenida con sus fuerzas productivas pero no reflejo de una supuesta naturaleza humana inmutable.

Sin duda los enfrentamientos aumentaron en frecuencia e intensidad una vez que los poblados comunistas cruzaron el umbral de la revolución neolítica, en primer lugar porque ya se contaba con un excedente sobre la necesidades básicas (aunque en las sociedades de horticultores aún no se llega al nivel del surgimiento del estado); excedente que se manifestó en la cultura material en la forma de equipos para elaborar alimentos, cultivos, animales domésticos, etc. Si bien hay que señalar que muy probablemente el aumentos en la frecuencia de los enfrentamientos en las aldeas actuales como los Yanomano tenga más relación con las limitaciones que la agricultura no intensiva impone sobre la densidad de población por virtud de la cual las aldeas se enfrentaban con el objetivo (revestido de motivos ideológicos fantásticos) de dispersar a las aldeas por debajo del umbral de sustentabilidad de su modo de producción. Es probable que en las aldeas de horticultores aún comunistas de la prehistoria la existencia de guerra se debiera a la misma razón más que a la estratificación social aún embrionaria. Sin embargo, es claro que con la diferenciación de privilegios y riqueza (aún sin convertirse en privilegios de clase) nace irremediablemente la ambición, la avaricia, los celos, la mentira, etc.  

Los Yanomano, tribu de horticultores de Brasil y Venezuela, ha representado el ejemplo clásico con el cual muchos antropólogos pretenden probar que la guerra es un fenómeno universal y que forma parte de la naturaleza humana ya que los Yanomano son guerreros foribundos a tal grado que las muertes en enfrentamientos constituyen alrededor del 33 % en varones adultos y al mismo tiempo no sobrepasan el nivel de jefatura (es decir no están divididos aún en clases ni por tanto organización estatal). Sin embargo, si bien los Yanomano no están divididos en clases, ya encontramos diferencias sociales en cuanto a riqueza y privilegios, ya encontramos propiedad privada en forma de hortalizas propiedad de la familia (presumiblemente sindíasmica) centrada en el varón, ya encontramos a jefes de la tribu que detentan privilegios y distinción embrionaria. Sin embargo, es probable, que las razones de la guerra se encuentren no en diferencias de status sino en la lucha contra la naturaleza, lucha llevada al máximo en virtud de la influencia de la sociedad de mercado. Parece ser que en este caso el origen de la guerra se encuentra en la tensión entre una población creciente (por la introducción de herramientas de acero y nuevos cultivos) y recursos naturales limitados dadas sus fuerzas productivas; Marvin Harris ha argumentado de manera bastante consistente que el aumento de la densidad de población producto de la introducción de instrumentos de acero como machetes ha incrementado mucho el numero de población mientras que al mismo tiempo las fuentes de carne disminuyen o a lo menos se mantiene constante; en este contexto los Yanomano pelean para mantener los cotos de caza y pesca dentro de los niveles de sustentabilidad, ello lo obtienen expulsando a bandas rivales y, en consecuencia, dispersando la población sobre un espacio más amplio. En palabras de  Marvin Harris “a medida que las aldeas Yanomano crecen, la caza intensiva disminuye la disponibilidad de presas en el entorno. La carne de los grandes animales escasea y la gente se ve obligada a consumir más animales pequeños, insectos y larvas (…) se alcanza el punto de los rendimientos decrecientes. Aumentan las tenciones dentro y entre las aldeas, y esto las lleva a escindirse antes de agotar de manera permanente los recursos animales. Esto provoca, asimismo, la escalada de incursiones, que dispersa las aldeas Yanomano sobre un extenso territorio, a la vez que protege los recursos vitales al crear tierras de nadie que funcionan como reservas de caza” (Marvin Harris, Introducción a la antropología general p. 470). Aquí las contradicciones que provocan la guerra no son contradicciones de clase sino la contradicción entre un modo de producción aún relativamente igualitario y el medio natural (veíamos que ésta es la contradicción de las sociedades sin clases). Esta contradicción ha sido llevada al extremo por las fuerzas corrosivas de la industria capitalista

No obstante es necesario hacer una importante aclaración: aún cuando los yanomano ya han descubierto la horticultura (desconocen la domesticación de animales), el contacto con herramientas de metal ha provocado que la tensión señalada aumente de manera considerable los conflictos, de una manera que resultaría imposible sin el contacto del capitalismo por medio de la introducción de nueva tecnología. Hace más de 100 años los Yanomano obtuvieron machetes y hachas de acero de los misioneros, de esta manera la población de cada aldea paso de unos 50 miembros hasta 166, además los misioneros introdujeron los Platanos y los Yantenes sustituyendo a la tradicional mandioca revolucionando, dentro del marco de la horticultura, su modo de producción. Es de suponer que los enfrentamientos antes de la llegada del hombre blanco fueran mucho menores o incluso prácticamente inexistentes. Debemos subrayar que aceptando que la contradicción entre el hombre del comunismo primitivo y la naturaleza pudiera ocasionar enfrentamientos y “guerras” vemos que aún dentro de sociedades que ya han incorporado la agricultura (en la forma de horticultura)  un catalizador para las tensiones y enfrentamientos se encuentra en el influjo del capitalismo. Mientras la sociedad no se divida en clases sociales los enfrentamientos no tienen un carácter de clase, los yanomano no hacen esclavos a las aldeas vencidas sino que simplemente las dispersan. Mientras una sociedad no se divida en clases los enfrentamientos serán la excepción y no la regla, su existencia recurrente refleja la decadencia producto de fuerzas internas (divisiones de clase) o externas (el influjo de la civilización).

En síntesis podemos decir que el fenómeno recurrente de hombres matándose unos a los otros es producto de la división de la sociedad de clases, la división entre explotados y explotadores. El fenómeno de la guerra tiene una base de clase. La guerra (las guerras imperialistas como las revoluciones) es la expresión más cristalina e incontrovertible de la lucha de clases. La existencia de conflictos entre los salvajes actuales refleja el hecho de que estas sociedades han sido “contaminadas” por la civilización. Si bien no se puede descartar conflictos producto de su propia lógica tomando en cuenta crisis medioambientales provocadas por cambios climáticos naturales o un aumento de la densidad de población más allá de los límites objetivos. En el 99% de los casos la guerra no es más que la expresión de que la sociedad se ha dividido en contradicciones insolubles. Si es que se demuestra que los pueblos prehistóricos recurrían a la guerra podemos prever que esta conducta constituye una excepción producto de el enfrentamiento de estos pueblos contra las fuerza naturales. El hecho es que la evidencia arqueológica demuestra que la guerra es un fenómeno relativamente nuevo en la historia de la humanidad y que durante la mayor parte de la historia de la humanidad (hasta hace unos 7 mil años) los hombres vivieron sin necesidad de matarse los unos a los otros. El hecho es que no es sino hasta el surgimiento de la civilización cuando aparecen las evidencias de la guerra a una escala absolutamente sin precedentes. La guerra no es una expresión de la naturaleza humana sino la expresión de la naturaleza clasista de la civilización. El lastre de la guerra no podrá desaparecer mientras subsista la división entre explotados y explotadores, la guerra no podrá desaparecer mientras exista la lucha de clases de la cual la guerra no es más que su expresión más cruda. Podemos afirmar que “la guerra para terminar con todas las guerras” es la lucha por el socialismo.                      

Mesolítico: una etapa de crisis, preparándose para el gran salto 

A pesar de los inmensos logros de los pueblos salvajes como los Ariñaciences y Magdalenienses éstos seguían dependiendo de la “voluntad de la madre tierra” para sobrevivir y aunque su potencial cerebral era idéntico a la de los hombres del renacimiento sus fuerzas productivas se encontraban a años luz de distancia y esta era una diferencia que determinaba todo lo demás. En realidad su supervivencia, su densidad de población, sus periodos de crisis y decadencia estaban determinados por factores que escapaban totalmente a su control; como señala el célebre profesor Gordon Childe “la suerte de las sociedades salvajes más brillantes del pasado-las culturas magdalenienses de Francia- bastará para revelarnos las limitaciones biológicas de esa economía. Una feliz conjunción de circunstancias, ajenas en absoluto a su dominio, brindó a los magdalenienses alimentos suficientes para mantener a una población numerosa y tan fáciles de conseguir que, gracias a ello dispusieron de tiempo para embellecer su vida con una magnífica cultura espiritual.  Pero la superestructura mágica en nada contribuyó a aumentar los víveres que, después de todo, no eran inagotables. Por consiguiente la población se limitó y disminuyó al desaparecer las condiciones especialmente favorables. (…)Esto condujo a un atolladero (una contradicción), y si esa contradicción no hubiera sido superada, el Homo sapiens habría seguido siendo un animal raro, como lo es en realidad el salvaje.”[51]  Podemos afirmar, sin temor a equivocarnos, que la contradicción fundamental que impulsó el desarrollo de las fuerzas productivas en todas las fases del comunismo primitivo fue la tensión desigual entre fuerzas productivas enanas y una naturaleza frecuentemente implacable.

Las estepas, en donde hace 40 mil años las culturas del paleolítico superior encontraron las condiciones ecológicas ideales para un modo de vida basado en la caza de grandes presas y la recolección, representaban un fenómeno climático transitorio. “Las praderas eurasiáticas eran simplemente una fase ecológica temporal. Hace unos 12.000 años, los árboles empezaron a invadir las praderas. Bajo el dosel frondoso de los bosques no podía crecer la hierba. Hacia el año 10000 a. C. gran parte de la llamada megafauna pleistcénica (mega=enorme; fauna: animales) se había extinguido en Europa. El rinoceronte y el mamut lanudos, el bisonte de las estepas, el alce gigante y el asno salvaje desaparecieron. Sin duda alguna, los cazadores, extraordinariamente hábiles del paleolítico superior, contribuyeron a esta catástrofe ecológica (….) En Europa el mesolítico fue una época de intenso cambio ecológico local. Bosques de abedules y pinos se extendieron por la tierra, y los cazadores instalaron sus campamentos en calveros junto a los márgenes de los ríos, a orillas de los lagos y estuarios y en las costas”[52]. Si bien los hombres del paleolítico superior eran magníficos cazadores y su actividad tenía una repercusión significativa sobre su medio al grado de contribuir a la extinción de algunas especies, aún seguían estando sometidos a los factores climáticos y su tecnología tenía limitaciones naturales muy concretas: “Una tecnología producía un alto nivel de vida cuando había una gran abundancia de plantas y animales, mientras que las tecnologías y técnicas de caza y recolección más eficientes no evitaban el hambre cuando escaseaban los recursos cinegéticos y vegetales”[53]  En estas condiciones, frente a la desaparición de la grandes presas, los cazadores tuvieron que capturar animales pequeños como jabalíes, venados, etc; que eran más difíciles de cazar en habitats boscosos y era muy complicado obtener las cantidades necesarias de carne. Estas condiciones adversas para la caza empujaron a algunos pueblos (Inglaterra 9.500 a. C.) a procurarse la ayuda del perro en las tareas de la caza. “El mejor amigo del hombre” significó también el primer experimento de domesticación de animales, su domesticación no significó ningún capricho doméstico sino un recurso importante orientado a la supervivencia.

La alimentación tuvo que orientarse hacia lo que los antropólogos llaman una dieta de espectro amplio compuestas por alimentos vegetales, pescados, molusco y otras fuentes costeras y fluviales. Ello tuvo un impacto en el desarrollo de las fuerzas productivas que se hacen más variadas y especializadas: una increíble cantidad de instrumentos de pesca: redes, cañas, anzuelos, arpones; aparecen por primera vez instrumentos de piedra como son las hachas; se desarrollan medios de transporte como pequeñas embarcaciones, canoas, trineos, remos; los asentamientos crecen en tamaño y duración. No obstante la prueba más evidente de las limitaciones en la tecnología de éstos pueblos es que durante el periodo comprendido entre 13000 y 7000 años a. C. se dio una tendencia recurrente en todas partes del mundo a sociedades cazadoras y recolectoras de espectro amplio en todas partes del mundo “No es fácil evitar la conclusión de que esta tendencia recurrente parece reflejar factores como cambios medioambientales inducidos por la recesión y fundición de los glaciares continentales, la consiguiente elevación del nivel del mar y la extinción de la megafauna del pleistoceno”[54]. Esta tendencia es una muestra de cómo el desarrollo de las fuerzas productivas influye directamente sobre el control que el hombre tiene de su medio, y ese control repercute directamente en la forma de vida y en las relaciones sociales de los hombres. En este caso representa un ejemplo del limitado control del hombre frente a la naturaleza durante el comunismo primitivo, al mismo tiempo muestra que poblaciones con modos de producción similares en condiciones climáticas similares presentan manifestaciones similares. No es casualidad que durante esta etapa desaparecieran las pinturas rupestres ocupando su lugar representaciones geométricas y símbolos sobre armas y artefactos, probablemente manifestaciones abstractas y rituales de semillas y conchas, con ello es evidente, una vez más, que el arte no es obra del libre arbitrio del artista sometido a limitaciones materiales y sociales muy concretas.

El mesolítico fue una etapa preparatoria para le revolución neolítica (domesticación de plantas y animales). La necesidad es la madre de la invención y la situación de relativa crisis de recursos que representó el mesolítico era un suelo fértil para una revolución, la contradicción dialéctica entre el medio y las limitadas fuerzas productivas debía resolverse si el hombre debía llegar a la cumbre de la civilización o continuar en un grado considerable de animalidad. La agricultura, como toda revolución de relevancia, no es producto de las ideas puras sino de las contradicciones materiales que se manifiestan en forma de necesidades a superar. Lo cazadores-recolectores no inventaron la agricultura porque algún cabecilla de la tribu se le ocurriera una gran idea, sino porque la crisis del mesolítico generó el potencial que tenía que convertirse en acto más tarde o más temprano. Era imposible un salto similar en la condiciones de abundancia del paleolítico superior. Además de la necesidad desesperada de recursos de los pueblos del mesolítico, los poblados estaban en mejores condiciones para realizar el salto: eran relativamente poblados estables en torno a sus fuentes habituales de recursos (siempre y cuando sus fuentes estuvieran concentradas en una zona determinada) y estaban obligados a poner atención a los ciclos de las plantas que recolectaban, el sedentarismo preagrícola era estimulado por la necesidad de almacenar los granos recolectados. “Los cazadores-recolectores de espectro amplio levantaron las primeras aldeas permanentes para contar con un lugar para almacenar el grano, molerlo en forma de harina y convertirlo en tortas o gachas”[55]. No es casualidad que la revolución neolítica se realizara por primera vez en la historia de la humanidad en la zona conocida como creciente fértil ubicada en el oriente medio en donde los pueblos mesolíticos recolectaban en esta región trigo, cebada, guisantes, lentejas y las cabras y ovejas se encontraban en estado salvaje. No es difícil representarse el salto de la recolección selectiva de plantas a la domesticación selectiva de plantas. Además el excedente del sobrante de la cosecha (comenzando con experimentos con el sobrante de la recolección) es materia prima para la domesticación de animales la cual requiere de bases materiales porque un animal no se puede domesticar si no se le puede alimentar. Efectivamente la causa de que los hombres del comunismo primitivo no hayan inventado con anterioridad la ganadería no se debe a que fueran estúpidos sino a que no podrían alimentar a los animales domesticados en una proporción que implicara una ventaja comparativa frente a la caza.  Con la agricultura los cazadores recolectores se dieron cuenta que ya no tenían que ir en busca de su presa sino que las presa podía ir al cazador al mismo tiempo que se cultiva y se concentraban los alimentos de los ancestros de las cabras, ovejas, vacas y cerdos domésticos.

El Neolítico

Las contradicciones generadas por la crisis de recursos del mesolítico fueron resultas temporalmente por un modo de subsistencia de espectro amplio; esa nueva situación generó, en la región conocida como creciente fértil, una dependencia hacia la recolección selectiva de los ancestros silvestres del trigo y la cebada que posibilitaron un relativo sedentarismo (asociado al almacenamiento) que precedió unos 2 mil años a la revolución neolítica. Eventualmente la recolección selectiva dio paso a la siembra selectiva generando una reacción en cadena hacia la domesticación de los animales que se alimentaban de dichas gramíneas (ovejas, cabras salvajes, vacas, cerdos). Los primeros pueblos sedentarios de Oriente medio tuvieron el enorme privilegio de contar con las condiciones ideales para la caza  y la agricultura simultáneamente; ello tendría importantes consecuencias en el ritmo de desarrollo de las sociedades en el viejo mundo y podría explicar, en parte, porque el viejo mundo conquisto al nuevo y no a la inversa.

La agricultura y la ganadería representaron el salto revolucionario más grande hasta ese momento que superaría cualitativamente  los millones de años anteriores de evolución histórica. La agricultura hizo posible la domesticación de animales porque existía rastrojos suficiente para poder alimentarlos. Ello generó una explosión demográfica brusca y repentina sin precedentes “De este modo, en el neolítico se produjo un rápido incremento en la población. Comenzando con 100.000 personas en torno al 10000 aC; poco antes del 6000 a. C. la población de Oriente medio había alcanzado probablemente los 3,2 millones, se multiplicó por treinta, en el plazo de 4.000 años”[56]; con la explosión demográfica y el crecimiento de la densidad de población se hicieron necesarias obras de regadío y la existencia de un poder administrativo central que excedía las posibilidades de gestión de los clanes o gens comunistas los cuales cristalizaron en el surgimiento de jefaturas y reinos precursores de los estados; las facultades de administrativas y de almacenamiento de las jefaturas, originalmente surgidas por la asamblea popular, favorecieron el surgimiento de privilegios posibilitados por la existencia de un excedente considerable en manos de una casta privilegiada. Al mismo tiempo a una velocidad vertiginosa surgieron las primeras ciudades con casas, templos, fortificaciones, palacios; con la ciudades nace la arquitectura; el sentido de pertenencia a un pueblo determinado se comienza a establecer, no con respecto a los lazos consanguíneos propios de los clanes, gens y tribus, sino por las propiedades y el territorio; la bíblica Jericó en Jordania es un ejemplo clásico de las primeras ciudades, con una extensión de 4 hectáreas y con 2000 habitantes; con Jericó nacen las “murallas de Jericó”, los fosos y las torres o el testimonio más temprano de que la guerra resulta de la propiedad y las diferencias de clase; el compañero inseparable de la opulencia es la ambición de la propiedad ajena y los métodos más crueles para obtenerla. Junto con la opresión surge la necesidad de mantenerla, cada vez se vuelve más necesaria la creación de un ejercito permanente vinculado a la clase dominante en sustitución de la tribu armada; nace la religión institucionalizada como justificación divina del poderoso y consuelo patético del oprimido; junto con el ocio del rico surgió la filosofía el arte y la ciencia y una base  de necesidades materiales que les da sustento; la ideología se divide en tantas partes como clases y grupos parten a la sociedad, dominando la ideología de la clase dominante. Con el excedente nace también la posibilidad del comercio regular, aunque en un comienzo de artículos de lujo, y con él la división del trabajo: “En Beida, Jordania existían talleres divididos en áreas separadas dedicados a la manufactura de útiles de hueso, de puntas de flecha y la fabricación de abalorios, lo que sugiere que diferentes individuos se centraban en la producción de un excedente de artefactos que luego intercambiaban con otras familias o con otras comunidades”[57]; con el comercio surge la necesidad del transporte y se inventan los vehículos de ruedas y los barcos de vela; con la domesticación de las ovejas también se domestica su lana y surge el hilado y el tejido; con una mayor necesidad de almacenamiento surge la alfarería, la cerámica y el torno del alfarero junto con una nueva división del trabajo (el artesano); el cocimiento del barro es el punto de partida para la fundición del cobre; con el almacenamiento surge la contabilidad, las matemáticas, los pesos y medidas y la escritura; con la necesidad de prever los ciclos agrícola nace la astrología (que es a la astronomía como la alquimia a la química) y los calendarios (algunos, como el maya, más precisos que los modernos). Con este salto la sociedad se dividió para muchos milenios entre reyes y plebeyos, sacerdotes y herejes, millonarios y mendigos, doncellas y prostitutas, ideas y materia, doctores e ignorantes; no obstante dicho salto tenía que darse antes de que el hombre pudiera liberarse definitivamente de esas lacras sociales y enviarlas definitivamente al museo de antigüedades.

El neolítico es un fenómeno que se extiende a nivel global desde el 12000 a C. hasta el 2000 a C. empezando por el oriente medio y extendiéndose a Europa por una combinación de difusión y desarrollo independiente. Muy probablemente la revolución neolítica haya surgido independientemente en China y el sudeste asiático (5000 a C.) así como en el oeste de Africa (8000 y 6000 a C.). Por supuesto que la revolución neolítica en América (7000 a C.) se dio con absoluta independencia de cualquier influencia del “viejo continente”. Estos datos resultan importantes porque la asombrosa similitud de fenómenos asociados a la revolución neolítica en poblaciones sin ningún tipo de influencia representan experimentos históricos involuntarios que confirman de manera incontrovertible al materialismo histórico; como señala Marvin Harris “Los orígenes independientes de la agricultura del Nuevo Mundo avalan la hipótesis de que las culturas humanas tienen mayores probabilidades de evolucionar en unas direcciones que en otras. Indican, además, que hay que buscar la explicación de las convergencias y divergencias de la historia humana en el estudio de los procesos materiales que tienden a producir consecuencias similares bajo condiciones similares”[58]. En efecto el surgimiento en el nuevo mundo del sedentarismo, las ciudades, estados, imperios, arquitectura monumental, escritura, metalurgia no pueden ser obra del espíritu humano, de los grandes hombres, de la casualidad o de la influencia de alguna civilización extraterrestre (los crédulos idealistas están dispuestos a aceptar cualquier explicación, por absurda que esta sea, antes de acudir a explicaciones científicas); tienen que obedecer a leyes que sólo el materialismo histórico puede explicar científicamente. Incluso las diferencias y los retrasos relativos en el desarrollo encuentran su explicación desde la perspectiva materialista de la historia.     

BIBLIOGRAFÍA

Engels “El papel del trabajo en la transformación del mono en hombre”

Engels “el origen de la familia, la propiedad privada y el estado”

Marx “Modos de producción precapitalistas”

Marx  “Futuros resultados de la dominación británica en la India

Marx Engels “Correspondencia”

Marx “Contribución a la crítica de la economía política”

Marx “Ideología Alemana”

Morgan “Sociedad primitiva”

Morgan “sistemas de consaguinidad y afinidad de la familia humana”

Gordo childe “Qué sucedió en la Historia

Gordon Childe “Lo orígenes de la civilización”

Gordon Childe “reconstruyendo el pasado”

Bujarin “Teoría del materialismo histórico”

Terrray Emmanuel “El marxismo ante las sociedades primitivas”

Plejanov “La concepción materialista de la historia”

Roger Bartra “El modo de producción asiático”

Marvin Harris “Introducción a la antropología general”

Marvin Harris “Caníbales y Reyes”

Marvin Harris “El desarrollo de la teoría antropológica, una historia de las teorías de la cultura”

Marvin Harris “Nuestra especie”

Marvin Harris “Vacas, cerdos, guerras y brujas”

Marvin Harris “Bueno para comer”

Arnold Hauser “Historia social de la literatura y el arte”

Lewis Mumford “Técnica y civilización”

Mayr  Ernst “Así es la biología”

Pablo arias et al,  “El Neolítico”

Ruth Whitehouse “Los orígenes de las civilizaciones”

José Ki-Zerbo “Historial del África negra”

Carol R. Ember, et al; “Atropología”

María Purificación “Atropología, sociedad y cultura”

Evans-Pritchard  “Las teorías de la religión primitiva”

Godelier, M “Economía, fetichismo y religión en las sociedades primitivas”

Levi-Strauss, C “Antropología estructural”

Levi-Strauss  “Arte, lenguaje, etnología”

Leroi-Gourgham “El útil y la palabra”

Leakey  “El origen del hombre”

      

 

                         




[1] Marx. C. “Prologo de la contribución a la crítica de la economía política”, en “C. Marx, F. Engels Obras escogidas en tres tomos”, Progreso, Moscú, 1976,  pp 517-518,

[2] No obstante Marx afirma en la Ideología Alemana que con la revolución socialista comienza la historia de la humanidad y concluye la prehistoria.

[3] Antropología,  Carol R Ember, et al; p.122

[4] Marvin Harris “Nuestra especie” p. 29

[5] Marvin Harris “Nuestra especie” p. 33

[6] Marvin Harris “Nuestra especie” p.34

[7] Maria purificación (..) “Antropología sociedad y cultura” p.62

[8] Engels “El papel del trabajo en la transformación del mono en hombre” en “Dialéctica de la naturaleza2, p. 139

[9] Carol R. Ember, Melvit Ember, Meter Peregrine “Antropología”, p.103

[11] Para una valoración de la parte perdurable de Morgan y también de sus elementos caducos véase con espíritu crítico y con ciertas reservas “El desarrollo de la teoría antropológica, una historia de las teorías de la cultura” de Marvin Harris.

[12] Marvin Harris “Nuestra especie”, p.41

[13] Gordon Childe “Los orígenes de la civilización” pp 26-27

[15] Marvin Harris “Introducción a la Antropología General”, p.118

[16]Cf. María Purificación Cervera Rivero, María Candelaria Ku Puc “Antropología, sociedad y cultura” pp. 68-69

[18] Idid. P.118

[19] Marvin “Nuestra especie” p. 82

[21] Cf M Harris Nuestra especie pp 85-86

[22] Marvin Harris, Op cit, p. 234

[23] Marvin Harris, Op cit, p. 220

[24] Ibid. pp 222-223

[25] Marvin Haris, “Itroducción a la antropología general”, p. 224

[26] Antropología, p.110

[27] Marvin Harris “Nuestra especie” p.186

[28] Engels “El origen de la familia la propiedad privada y el estado” p 52

[29] “Antropología, Carol R. Ember, p.142”

[30] Engels “El origen de la familia la propiedad privada y el estado”, pp41-42

[31] Engels “El origen de la familia la propiedad privada y el estado”, pp 43-44

[32] Arnol Hausser “op cit”, p 14

[33] Arnold Hausser “Historia social de la literatura y el arte” Tomo I, p.15

[34] Harnold Hausser “Historia social de la literatura y el arte” tomo I p. 16

[35] Marvin Harris, Introducción.. p. 231

[36] Citado en “Antropología” p.175

[37] Gordon Childe “Que sucedió en la Historia” p. 31-32

[38] Marvin Harris, pp. 232-233

[39] Marvin Harris. “Nuestra especie” p. 318

[40] Marvin Harris “Introducción a la antropología general” p.451

[41] Ibid. p.315

[42] Ibid. p.317

[43] Vease por ejemplo “

[44] Marvin Harris  “Caníbales y Reyes”, p.27

[45] Cf. Ibid. p.28

[46] Cf. Ibid. p.31

[47] Marvin Harris “Introducción…” p. 452

[48] Marvin Harris  “Canibale y reyes” p.103

[49] Marvin Harris “Introducción a la antropología general” p. 458

[50] Aunque hay que anotar que según Marvin Harris (en su obra Caníbales y Reyes) algunos miembros de esta lista se componen de refugiados producto del enfrentamiento entre bandas de cazadores recolectores producto de la lucha por los cotos de recolección y casa. Mas adelante analizaremos esta fuente de conflicto.

[51] Gordon Childe “Que sucedió en la historia” p.59

[52] “Introducción a la antropología….. p. 234

[53] Ibid. p.233

[54]Ibid. p. 237

[55] Marvin Harris, “Caníbales y reyes” p.44

[56] Marvin Harris “Inroducción a la antropología p. 256

[57] Marvin Harris “Introducción a la antropología general” p 256

[58] Marvin Harris “Introducción a la antropología…” p. 279

Teoría Marxista: