Estética e Intervención Socialista

Escrito por: 

Héctor Malavé Gamboa

¿Por qué? Porque mañana “ser humano” será un delito. Por eso hay que intervenir el mundo de los productos funcionales –televisiones, computadoras, autos, máquinas-, no reciclarlos para devolverlos,  más bien convertirlos en verdaderas obras de arte para resarcir un poco el daño a la humanidad. Pensamos que nuestro lenguaje – español- como algo acabado  o tendiente a la perfectibilidad es suficiente para la comunicación, no lo creo; es posible que sea demasiado primitivo, sea lejano e insuficiente para comprendernos.  Por eso quizá sea bueno regresar a rayar las paredes y los pisos de los adultos como cuando éramos niños.

Pigmalión humanizó su escultura, mientras que el rey Midas contaminó con oro su corazón. Socializar no es masificar solamente, socializar la obra de arte es también hacerla traducible a los otr@s. Por eso, exponer (poner fuera)  la obra a la vista de todos en un gran mural o en su caso, recoger con las manos una imagen fotográfica, no es más que el espectador contemplando la creación, peor aun distrayéndose. ¡No es suficiente!

Del espectador al contacto con el alma revolucionaria

Sólo es posible entrar en el lenguaje de la obra de arte desafiándola, entonces éste “acontece” para el espectador y va cobrando un significado. La creación es participando en los sentidos del espectador. ¿Qué emociones despierta? De humanidad y comunismo. El desinterés no me conduce a lo divino sino al contacto florecer ¡Lo humano con humano!

Pigmalión es la metáfora a la que aludo para explicar el mundo de los fenómenos estéticos. En la era de la reproductibilidad de la obra de arte, en las masas y la racionalidad tecnológica, lo humano se transforma en mercancía como señaló el filósofo Walter Benjamín. El valor del mercado sustituye la fuerza de trabajo y lo reduce a fuerza enajenante.

De lo que se trata en cambio es que el producto de una necesidad se transforme en obra de la libertad. La destreza del artista, transforma el producto enajenado del obrero, lo transmuta, la mano del taumaturgo rehumaniza. Humanizar el mundo de la técnica se logra cuándo se interviene lo producido en lo creado. La imposición de manos es medicina. De esta manera, el artista expropia y repropia la cosa para liberarla de su valor financiero a lo universal sin fin, como dice Kant en su Crítica del Juicio.

Por eso, todo el mundo de objetos producido por la mano del obrero es susceptible de transustanciarse en la dimensión de lo que es bello, en el mundo de los fenómenos estéticos, siempre y cuando no tenga interés ni fin determinado, tampoco concreto. Entonces,  se convierte en puro lenguaje universal traducible para todas las culturas.  Humanidad no es fin, en todo caso sería principio. El Renacimiento Cultural después de la postmodernidad es planetario y literalmente cósmico, la tierra le quedará chica a la gran humanidad colonizadora y conquistadora del planeta rojo.

El plano de lo estético se conquista, como se conquista la libertad de pensamiento y creación. Por eso, la dimensión de las formas es pleno lienzo. El artista revolucionario interviniendo hace bien, con su fuerza creativa e imaginación, encima de las decadentes ciudades capitalistas, funcionales y operativas, las arranca de su mundo enajenado y nos devuelve a la humanidad. Los traduce en acontecer quitándoles su valor mercantil y lo ofrece a disposición de una interacción no contemplativa sino dinámica, directa y prodigiosa del mundo.

 

Fecha: 

13 de Junio de 2013

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