La revolución rusa de 1917

Escrito por: 

Armando Gonzalez

En estos días se estará cumpliendo un aniversario más de la histórica Revolución Rusa de 1917. Dicho acontecimiento demostró la viabilidad de las ideas y de los métodos del marxismo revolucionario aplicados a la lucha de clases. El desarrollo de la revolución de octubre marcó un punto de inflexión en la lucha contra el régimen de explotación y miseria capitalista, y estableció una alternativa para la clase trabajadora.

Antes del estallido revolucionario de 1917, las masas campesinas y el naciente proletariado ruso sufrieron el yugo de la opresión ejercido por parte de la monarquía zarista y de los grandes terratenientes. Las condiciones de vida eran paupérrimas, y las masas proletarias del campo y de la cuidad parecían condenadas al vasallaje y a la explotación, debido a que los medios de producción y las tierras cultivables se encontraban secuestradas por un pequeño grupo de individuos pertenecientes a la clase dominante.
Paralelamente a esta situación, la entrada de Rusia a la primera guerra mundial generó una polarización aun más radical respecto a las desigualdades sociales. La integración de más de 15 millones de hombres al ejercito ruso provocó el abandono masivo de las fábricas y del campo, producto de esta situación fue la escases generalizada de alimentos, razón que coloco al país al borde de la hambruna. Al mismo tiempo, los trabajadores del campo y de la ciudad que permanecieron en el país fueron sometidos a condiciones de trabajo infrahumanas soportando jornada laborales superiores a las 12 horas de trabajo, recibiendo a cambio salarios de miseria.
Las condiciones materiales para observar un estallido revolucionario estaban sobre la mesa, las masas explotadas no soportaban sus condiciones de vida y estaban decididas a luchar en contra del sistema. Sin embargo, la influencia del partido bolchevique, bajo la dirección de Lennin y Trotsky, jugó un papel fundamental en el desarrollo y triunfo de la lucha emprendida por los obreros soviéticos.     
Cansados de los abusos y excesos de la clase dominante y de las pésimas condiciones de vida, los trabajadores rusos exigieron la caída del régimen zarista. Tras la abolición del régimen, producto de la revolución de febrero de 1917, los trabajadores rusos organizados en torno a los consejos obreros conocidos como “soviets”, los cuales funcionaron como verdaderos organismos de lucha y participación política, y bajo la dirección del partido bolchevique, comenzaron a cuestionar el gobierno provisional instaurado por Aleksandre Kérensky.
El ascenso de Kérensky al poder no cambio el panorama del país, su incapacidad para resolver los problemas fundamentales y hacer avanzar a la sociedad, e inclusive, la indisposición del gobierno para llevar a cabo las reformas sociales y económicas que habían sido prometidas y el termino de la guerra, provocó diversos levantamientos en todo el territorio ruso. A mediados de junio y julio, se desataron insurrecciones populares y huelgas en los sectores industriales más importantes de Rusia; ante la ofensiva del proletariado, la respuesta del estado fue la represión y la utilización del ejercito, sin embrago el pueblo soviético estaba dispuesto a llegar hasta las ultimas consecuencias.
Durante el periodo posterior, las insurrecciones fueron en ascenso, y el desempeño de los soviets generó organismos de doble poder, mediante los cuales los trabajadores exigían la caída del gobierno provisional. En esos momentos, Lenin y Trotsky libraron una batalla muy importante en el terreno político para ganar el apoyo de las masas proletarias al partido bolchevique, y por lo tanto asegurar el éxito de la revolución. Los miembros del partido aprovecharon cada manifestación y jornada de lucha para explicar pacientemente a los trabajadores las ideas y el programa del partido, manejando consignas tales como: “pan, tierra y libertad”. Para principios de septiembre los bolcheviques lograron ganar la mayoría de los soviets de Petrogrado y de Moscú.   
A finales de Octubre, y con el respaldo de las masas explotadas levantadas en armas, el partido bolchevique arrebata el poder al gobierno de Kérensky, instaurando así la dictadura del proletariado. A partir de la toma del poder se impulsa la economía planificada, la democracia obrera y la redistribución de tierras producto de la expropiación a los grandes  terratenientes.
A 93 años de la revolución de octubre los marxistas reivindicamos dicho acontecimiento como una de las expresiones más gloriosas en el andar revolucionario de la clase trabajadora. Reivindicamos la necesidad de la conformación del partido revolucionario formado en las ideas y métodos de Marx, Engels, Lennin y Trotsky, que pueda llevar al proletariado a la toma del poder, y al mismo tiempo pueda sepultar la miseria y desigualdad del sistema capitalista.
 

Fecha: 

octubre de 2010

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