La catástrofe de barro rojo en Hungría: ¿Desastre natural o provocado por el hombre?

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Nuestro corresponsal en Hungría

Durante la noche del lunes 4 de octubre, el mundo ha despertado al conocimiento del proceso de extracción de aluminio de la bauxita, y de su sub-producto: el barro rojo, que devastó varios pueblos, incluyendo Kolontár y Devecser, en el suroeste de Hungría, trayendo una amenaza a largo plazo de contaminación del medio ambiente en varios países.

Gergely Simon, en su artículo de magyardiplo.hu, afirma que los ambientalistas de Hungría y otros países se han estado ocupando durante varios años en señalar los peligros de esta sustancia, sobre todo por la forma en que se está almacenado en Hungría. El PTAL (Partido de Trabajadores por el Aire Limpio), un activo grupo ambientalista, ha estado bombardeando a los miembros del gobierno de Hungría desde 2003 con sus advertencias. Señalaron que los aproximadamente 30 millones de toneladas de este material están vencidos desde hace mucho tiempo para su neutralización y sus contenedores, para el recultivo. Hungría tiene 4 embalses para almacenar este subproducto de la producción de aluminio, la mayoría de los cuales está amenazando las zonas pobladas y los principales ríos. El almacenamiento al aire libre tiene el peligro de que el polvo seco viaje en el viento y dañe a los seres humanos, incluso sin una catástrofe, como el de Kolontár del 4 de octubre de 2010. Además, los cuatro embalses pueden filtrarse a la capa freática, lo que causaría un daño incalculable para la salud humana. Las advertencias del  PTAL hasta ahora han permanecido sin respuesta por parte de las autoridades.

Así la producción de barro rojo continua sin obstáculos y sin cambios en su método de almacenamiento. Como subproducto de la fundición del aluminio, es el resultado de la bauxita tratada con una sustancia cáustica sólida para extraer su contenido de aluminio. Lo que queda es este lodo rojo con un alto valor de pH, muy cáustico y con otros materiales tóxicos, como metales pesados. Por cada tonelada de aluminio hay 2 toneladas de lodo rojo. Se calcula que en Hungría se producen de 6 a 700.000 toneladas al año. En otras partes del mundo este lodo es luego utilizado para así extraer su valioso contenido, como su base alcalina para su reutilización en el proceso de producción. Obviamente, esto no está ocurriendo en Hungría. En la reciente crisis expertos de EE.UU. y Australia no podían comprender la naturaleza altamente cáustica del barro ya que en sus países el mismo barro, después de haber pasado por 5-7 lavados, es sólo ligeramente cáustico.

La industria del aluminio húngaro fue privatizada a mediados de la década de 1990. Los nuevos propietarios compraron las fábricas del viejo Estado y las plantas productoras, que fueron y siguen siendo muy rentables, por una fracción de su valor real. Se cree que el bajo precio era a cambio de la promesa de limpiar la contaminación industrial gastando los miles de millones necesarios para que sea ambientalmente segura. De acuerdo con una estimación de 2003 hecha por el PTAL "el almacenamiento y los costos de neutralización de este lodo rojo era de aproximadamente 50 a 100.000 florines húngaros (200-400 euros) por tonelada". Sin embargo, no hay información disponible sobre la operación de Magyar Aluminiumtermelõ és Kereskedelmi Zrt. (MAL) y su obligación contractual.

Viendo las fotos y el análisis de los datos del lodo rojo, que lentamente aparecen ahora, no hay duda de que este lodo no se ha limpiado. Sigue siendo tan cáustico como lo arrojó el proceso de producción a través de tuberías y como se almacenó a la intemperie. El contenido exacto de la inundación de color rojo que mató a siete e hirió a casi 150 personas, inundando varios pueblos en más de un millar de hectáreas (2500 acres) el 4 de octubre, todavía no está claro.

ÁNTSZ (la Autoridad del Estado en Salud Pública) anunció el 5 de octubre que el barro no era tóxico. Sin embargo, su afirmación de que los límites legales establecidos en 2009 no se alcanzaron, se basa en datos un tanto cuestionables de una medición de 1987. El valor de 11,8 pH a partir de 1987 es radicalmente erróneo teniendo en cuenta la medida tomada desde el 4 de octubre de 2010 en Kolontár de 13.5pH. (La escala del pH es exponencial, por lo que un valor de 9PH es 10 veces más cáustico que 8PH!)

De acuerdo con la Academia Húngara de Ciencias (MTA) no hay metales pesados tóxicos en el barro. Esto contrasta marcadamente con las mediciones tomadas por Greenpeace, que han encontrado cantidades de cancerígenos como arsénico, cromo y el venenoso mercurio en una muestra tomada en Kolontár. La Academia explicó más tarde que midió el líquido, no el barro, e incluso que lo hizo en otro lugar, no en Kolontár. Según Benedek Jávor, presidente de la Comisión de Medio Ambiente del Parlamento húngaro, el MTA ni siquiera ha testeado si había arsénico y mercurio en el lodo tóxico y negaron que hubiera metales pesados tóxicos allí. La declaración de los propietarios de las empresas de aluminio, haciendo hincapié en que el barro no es peligroso, es especialmente escandalosa a la luz de las muchas lesiones por quemaduras cáusticas que han sufrido las personas que están actualmente en el hospital recibiendo tratamiento por ello.

Es innegable que más allá de la tragedia humana y la destrucción completa de decenas de familias y pueblos enteros, lo que tenemos aquí es la completa extinción de la vida en la corriente de Torna y el río Marcal e incluso el MTA dijo que "el área agrícola alrededor del embalse había sufrido daños de tal magnitud que incluso con una eliminación completa y la sustitución del suelo no sería utilizable para la agricultura durante un tiempo considerable, si acaso alguna vez”. Mientras que el vertido de ácidos, yeso y nitratos salvó la vida de los ríos Raba y  Danubio, todavía no estamos seguros de los efectos a largo plazo de estas sustancias en la vida silvestre. Si hay metales pesados en el barro pueden ser disueltos por los ácidos vertidos en el agua pero contaminar el suelo y el río aguas abajo.

Otra característica interesante de esta crisis ha sido la actitud gubernamental que muestra una demanda de penas severas a los responsables, mientras hace un llamado a la población a rezar y ha realizar donaciones. En sus declaraciones a la prensa extranjera, sin embargo, parecen restar importancia a la gravedad de la crisis.

Una cosa es segura: desde la caída del estalinismo nadie había tratado de resolver o hacer que los nuevos propietarios resuelvan el problema que representa el barro rojo. Puede ser que las autoridades del Estado sean demasiado débiles y no les importe o -más probablemente– exista una confrontación de carácter político entre la corrupción y los intereses comerciales personales. (Los propietarios de MAL Zrt. son bien conocidos por su cercanía a determinados círculos políticos, uno de ellos por haber tenido una empresa conjunta en el pasado con Ferenc Gyurcsány, ex Primer Ministro). Una cosa es segura: los que tienen la producción de aluminio desde 1995 en y alrededor de Ajka no pueden hacer que la población pague por el daño ambiental que ha hecho su industria.

Greenpeace Hungría ha colaborado activamente con el análisis del lodo rojo a través de la toma de muestras en Kolontár y enviándolo al Bálint Analytical Institute en Budapest, así como a la Oficina Federal del Medio Ambiente en Viena para su análisis. En su sitio web, se pueden encontrar los resultados de ambas pruebas: el doble de los niveles de arsénico habitual para este tipo de subproducto, lo que significa que se ha producido un estimado de 50 toneladas de arsénico, que ha sido liberado por la inundación. Los niveles de arsénico en las zanjas alrededor de Kolontár mostraron 25 veces los niveles de seguridad para el agua potable.

Greenpeace fue mordaz sobre el gobierno y todas las autoridades que han tratado de restar importancia a los peligros y mantener al público en la oscuridad con la desinformación. Zsolt Szegfalvi, portavoz de Greenpeace Hungría preguntó: "¿Por qué se dejó a Greenpeace revelar y hacer público el contenido de toxinas en el lodo rojo?" Hizo un llamado al gobierno a revelar toda información que verdaderamente informe al público qué tan grave es este derrame. También exigió que las fuerzas del gobierno, MAL Zrt. y sus propietarios multimillonarios compensen plenamente a todas las víctimas por sus pérdidas y pague con sus beneficios la operación de limpieza entera.

Existe una generalizada y sincera simpatía hacia las víctimas de este desastre, respaldada por las donaciones hechas por la gente común en el mundo entero. Esto es comprensible, ya que las imágenes horrendas de varios pueblos, su gente y sus animales, que luchan por sobrevivir a la inundación del lodo rojo aparecieron en las pantallas de televisión, en periódicos y en Internet. Pero ¿debemos usted y yo pagar por algo que fue causado por la negligencia, la búsqueda de beneficios y una cruel indiferencia, incluso para los más elementales estándares de seguridad en un sector reconocido desde hace tiempo como un gran contaminador de la tierra, el aire y el agua? No, no y otra vez ¡NO!

La única manera de salvar al mundo de los desastres de este tipo es acabar con el sistema económico y político que alimenta este cruel desprecio por la salud y el bienestar de la gente común. El capitalismo engendra este mal, ya que se basa en el afán de lucro que anula todas las demás consideraciones y porque es la regla de unos pocos sobre muchos desposeídos. La privatización de esta fábrica en particular no fue inusual en la Hungría post-estalinista. El viejo adagio de "No es lo que sabes sino quién sabe, lo que importa" fue el principio rector de la ola de privatizaciones a principios y mediados de 1990. Con la excusa de la necesidad de modernización del Estado, valiosos activos fueron despojados al por mayor y se transmitieron a personas cercanas a los poderosos. La trama de corrupción ya existente se aseguró de que ninguna cláusula vinculante se pusiera en los contratos relativos a la modernización, lo mejor de todas las industrias se vendió por muy poco con la excusa de ser anticuadas. En los pocos casos en que estas cláusulas se incluyeron, desde entonces nadie se ha preocupado por cumplir con sus disposiciones. El movimiento sindical fue casi destruido y se encuentra todavía en un nivel muy bajo para un país de la UE. Salud y seguridad en el trabajo son prácticamente inexistentes, a pesar de las millones de palabras que figuran en las leyes que nunca se cumplen. La Inspección de Salud y Seguridad tiene un inspector cada más de mil fábricas, por lo que las inspecciones no son exactamente frecuentes o completas. La corrupción tiene su papel que desempeñar, así como un sobre en el bolsillo se asegurará de que el inspector no vea muy de cerca cualquier cosa y de esta manera todo esté seguro y de acuerdo con la ley. Uno de los canales de noticias informó después del 4 de octubre que fue hace menos de dos meses que el depósito recibió una evaluación totalmente limpia en una inspección, pero con los húngaros que discutí esto, sólo sonrieron y encogieron de hombros ante esta noticia. "No significa nada¨-dijo uno de ellos. ¨Tenemos de esas aprobaciones en mi fábrica, pero los accidentes siguen siendo frecuentes debido a los equipos inseguros y prácticas de trabajo peligrosas".

El único sistema social y económico que se asegurará de que su pueblo, su ciudad, su casa o apartamento, su lugar de trabajo y su país sea seguro es el socialismo, basado en la democracia de los trabajadores. ¿Te imaginas un comité de trabajadores, consumidores y habitantes gestionando esta fábrica de aluminio y permitiendo el almacenamiento de residuos peligrosos? ¡De ninguna manera! En un sistema económico y político socialista, la riqueza creada por la fuerza de trabajo de cada trabajador se pondrá a disposición de la gente común para planificar, realizar y disfrutar de su trabajo, su vida y los recursos serán suficientes para la seguridad y nada de ganancias para la clase dominante. Cuando todo el mundo administra, nadie es un burócrata.

La inundación del lodo rojo en Kolontár, Hungría del 4 de octubre de 2010 fue, sin duda, un desastre hecho por el hombre y no un desastre natural. Pero no fue hecho sólo por un hombre, sino por la industria capitalista, que se preocupa por sus propios miles de millones y las ganancias de sus accionistas más que de la vida y la salud de las personas y del medio ambiente. ¡Hay que deshacerse de él y del sistema que él representa, y nunca tendremos que volver a donar un centavo más para los fondos para desastres!

Fecha: 

19 de octubre de 2010

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