[Carta a la redacción] La democracia en el Estado de México

Escrito por: 

Gil Mayorga

El Estado de México es un territorio enclavado en el centro del país, con sus poco más de 21 mil km2, es comparable  a países como Israel y El Salvador.  Pero su extensión no es la única similitud con aquellos países; el estado de México  ha jugado en la historia reciente un papel político semejante: ha sido una fortaleza del régimen reaccionario.

El Estado se integra con la Cuenca del Valle de México, el Valle de Toluca-Lerma, la zona Oriente, entre otras regiones.  Cada región es una unidad separada por barreras geográficas y de nivel de desarrollo de las otras y del poder central, basado en Toluca.
Por su situación geográfica, clima y recursos naturales, la entidad ha participado del proceso de industrialización del centro del país.  La Cuenca de México (zona conurbana al Distrito Federal) y el valle de Toluca son las zonas con mayor concentración industrial y poblacional.  Después de la reforma cardenista se constituyeron en la Cuenca grandes explotaciones agrícolas y lecheras, y no tardaron en instalarse grandes industrias fabriles que se valieron de la mano de obra que llegaba de muchas partes del país, formándose un proletariado industrial que no tardó en caer bajo el control de los sindicatos gubernamentales, principalmente de la CTM.
Las claves del poderío del PRI  residen, pues, en la división del Estado en regiones, en las constantes oleadas migratorias de trabajadores que por lo general carecen de arraigo y tradiciones de lucha, como es el caso de los llegados del Bajío, de Hidalgo, Jalisco y Michoacán, que tienen una visión más derechista y autoritaria; los oaxaqueños son una excepción, son por lo general más aptos para la lucha de masas.
Así, mientras el PRI ha podido coaligar a sus fuerzas locales gracias a su posición en Toluca, los grupos de oposición han sido incapaces de rebasar los límites regionales y aun municipales, por lo que en los propios partidos acaban reproduciéndose las divisiones estatales.
Aunque el PAN ha llegado a ganar fuerza en la Cuenca de México, y el PRD en la zona oriente, la cooptación de líderes, la corrupción generalizada en los Gobiernos municipales, y las peleas por cargos, minaron a la oposición en el Estado.  Ante la amenaza de una parálisis política, todos los partidos se volcaron entonces a las tácticas corporativas, a la cooptación de transportistas, tianguistas, colonos, etc., que a cambio de dádivas se movilizan en las campañas electorales.
El proceso político mexiquense está desfasado en lo local, lo regional, lo estatal y lo nacional; un votante en la Cuenca puede votar por un gobernador priísta en 2011 y por AMLO en 2012.  Una movilización política tiene mayores posibilidades si gira en torno a reivindicaciones nacionales (las masas se informan con los medios de la Ciudad de México), que si gira en torno a coyunturas locales, fácilmente aislables desde Toluca; por ejemplo, una movilización de masas en oriente difícilmente será auxiliada desde la Cuenca y viceversa, como lo demostró la experiencia de Atenco. 
Toluca, capital tributaria, sobrevive gracias a esa división, que le permite usar los recursos estatales para maniobras políticas dentro y fuera del Estado, corrompiendo a los partidos de oposición (de izquierda, obviamente, el PAN hace mucho que abandonó sus banderas democráticas en el estado), que sólo cuestionan al Gobierno cuando se acercan las elecciones, pero que muy poco hacen para construir organizaciones democráticas que unifiquen a las masas y que hoy, aliándose con la derecha, siguen el camino del PAN, manteniendo al estado como un Israel o El Salvador en el centro de México: una fortaleza de la reacción.

Fecha: 

Septiembre de 2010

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