La revolución iraní, ¿qué significa y hacia dónde va?

Escrito por: 

Alan Woods

Este es un extracto del articulo del mismo nombre publicado en nuestra pagina, te invitamos a leerlo completo en militante.org.

Todas las condiciones objetivas para la revolución señaladas por Lenin están maduras en Irán. Los acontecimientos de los últimos días marcan el principio de la revolución iraní, que se desarrollará durante todo un período. Esto se debe a la ausencia de un partido revolucionario de masas capaz de dirigir a las masas hoy. Pero las condiciones para construir esta fuerza también están maduras. Los trabajadores y jóvenes de Irán buscarán las genuinas ideas del socialismo revolucionario, del marxismo.

Lenin explicaba las condiciones para una situación revolucionaria: primero que la clase dominante debe estar dividida e incapaz de gobernar con los mismos métodos que antes. Esta condición está claramente presente en Irán. En segundo lugar, la clase media debe estar vacilante entre la revolución y la contrarrevolución. Ese es el caso ahora en Irán, donde sectores decisivos de la clase media se han posicionado al lado de la revolución y se están manifestando en las calles. Tercero, los trabajadores deben estar preparados para luchar. Ha habido una creciente oleada de huelgas en Irán incluso antes de las elecciones.

Sólo está ausente la última condición: la presencia de un partido y dirección revolucionarios, como el Partido Bolchevique en 1917. La presencia de este partido daría al movimiento de masas la dirección y organización que necesita para el éxito. Significaría una victoria rápida y relativamente pacífica. En ausencia de tal partido, la revolución se desarrollará a lo largo de un período más prolongado de meses, probablemente años, con alzas y bajas.

En ausencia de un partido revolucionario de masas, la revolución iraní, como la revolución española, se puede prolongar durante varios años y se caracterizará por un carácter turbulento y convulsivo, el ascenso y la caída de diferentes gobiernos, líderes y partidos, antes de finalmente plantearse la cuestión del poder. Pero los acontecimientos que se desarrollan ante nuestros ojos marcan un cambio fundamental en toda la situación.

El heroísmo de las masas

El factor decisivo ha sido la reciente irrupción de las masas en la escena de la historia. El tremendo heroísmo de las masas se puede ver en la inmensa manifestación de ayer, desafiando las advertencias del régimen que amenazó con recibirla con balas. Al menos un millón de manifestantes ignoraron estas amenazas, las armas y el derramamiento de sangre para exigir libertad en Irán. Ayer murieron ocho personas y un número desconocido resultaron heridas. Y este movimiento todavía sigue sin disminuir.

Robert Fisk, uno de los mejores periodistas británicos, presenció lo que califica como el día del destino de Irán y envió un reportaje intenso de lo que sucedió: 

"Desde la revolución iraní de 1979 las masas no se habían reunido en tal número o con tal arrolladora popularidad en los bulevares de esta tórrida y desesperada ciudad. Daban empellones, empujaban y se amontonaban a través de los estrechos callejones hasta llegar a la autopista principal y después se encontraron con la policía antidisturbios con cascos de acero y porras a cada lado. La población ignoró todo. Y los policías, horriblemente superados por estas decenas de miles, reían tímidamente y, para nuestro asombro, decían que sí con la cabeza a los hombres y mujeres que exigían libertad. ¿Quién podía creer que el gobierno había prohibido esta manifestación?"

Las manifestaciones de masas eran una réplica exacta de las vividas en la revolución de 1979, que fue posteriormente secuestrada por el ayatolá Jomeini y su banda reaccionaria. El Sha poseía un aparato del estado colosal, pero cuando las masas se enfrentaron a él, se derrumbó como un castillo de arena. Tan pronto como la odiada Basiji atacó a los estudiantes. Por la tarde los propios Basiji se enfrentaron a cientos de manifestantes en el oeste de la ciudad. Después se escucharon dispararon en los suburbios. Aquellos que llegaron demasiado tarde para abandonar Azadi, se encontraron con los disparos de los Basiji. Al final fueron ocho los muertos, con un número desconocido de heridos.

El régimen vacila

Este espléndido movimiento de las masas ha cambiado todo en veinticuatro horas. La arrogancia de poder desplegada por Mahmoud Ahmadinejad sólo un día antes se ha evaporado. En su lugar hay signos de pánico en el régimen. El sábado y el domingo hubo represión, violencia y derramamiento de sangre, pero el lunes todo cambió.

Ahora temen que puedan estallar enfrentamientos violentos e incluso guerra civil, que no están seguros de ganar. Cuando la clase dominante teme que pueda perderlo todo, siempre está dispuesto a hacer concesiones y ofrecer algo. Ahora las autoridades ofrecen el recuento de votos pero no nuevas elecciones. La decisión de retirada procede del líder supremo, el poder real en el Estado, que inicialmente había confirmado el resultado electoral.

El ayatolá Alí Kamenei ha accedido a investigar los resultados electorales, quizá revisen una o dos estadísticas. Pero son pocas concesiones y llegan muy tarde. No pacificarán a los manifestantes sino que conseguirán lo contrario. Cada paso atrás del régimen será visto como un signo de debilidad y les empujará más a la acción. Mousavi ha pedido la anulación de las elecciones, mientras que el régimen sólo ofrece un recuento parcial.

Debilidad de la dirección

La  valentía de los manifestantes no es una característica de los dirigentes. Hombres como Mirhossein Mousavi no son dirigentes sino que están a la cabeza por un accidente histórico. Estos individuos surgen rápidamente a la superficie, impulsados por la marea de los grandes acontecimientos históricos, consiguen una fama prestada en poco tiempo y después desaparecen sin dejar rastro, barridos como la espuma en una ola oceánica, hundidos por otras corrientes más poderosas.

A pesar de sus ataques contra la política interior y exterior del régimen, Mousavi nunca ha sido un oponente de la República Islámica. Su candidatura, además, fue casi accidental. Era reticente a volver a la presidencia pero se lo había pedido, una y otra vez, Mohammad Katamí, el anterior presidente reformista. Una vez decidido, recibió rápidamente el apoyo de Akbar Hashemi Rafsanjani, una figura política destacada del campo conservador que está al frente ahora del Consejo de Conveniencia, un organismo veterano que diseña la política macro, y de la Asamblea de Expertos, que nombra al próximo líder supremo.

Aunque de él esperaban que fuera un centrista, poco a poco la campaña de Mousave adoptó las mismas consignas que los reformistas, incluso con más vigor. Reorientó sus mensajes durante los mítines para apelar a la clase media urbana educada, criticando el extremismo del presidente y ridiculizando su política económica populista.

Pero mientras los jóvenes reformistas, muchos de los cuales tomaron las calles de Teherán de nuevo ayer y se manifestaban cuando terminó en violencia, en él buscaban un cambio fundamental, El ojo perspicaz de Fisk hace un retrato psicológico acertado y penetrante del líder reformista: "sin reír, asombrado e inconsciente" de las inmensos poderes que ha conjurado y que, como el aprendiz de brujo, es incapaz de controlar.

El futuro es la lucha

La revolución iraní ha tenido un largo período mara madurar, pero ha resurgido con mucha más fuerza. Las anteriores insurrecciones de los heroicos estudiantes iraníes han sido silenciadas por la represión sangrienta y la detención de sus dirigentes pero la tendencia general en ascenso no la para nadie. La lucha continuará, con inevitables alzas y bajas, hasta que se llegue a un resultado decisivo.

Los trabajadores y jóvenes de Irán han demostrado repetidamente un gran potencial revolucionario. Lo que hace falta es dar al movimiento una forma organizada, un programa y perspectivas claras. Por el camino del compromiso y la colaboración de clase no hay salida posible. La condición previa para el éxito es el movimiento independiente de la clase obrera, junto con sus aliados naturales, y una ruptura decisiva con la burguesía liberal. Es necesario crear comités de acción para organizar y coordinar el movimiento a nivel local, regional y nacional. Es necesario prepararse para la autodefensa contra las bandas de vigilantes, mientras que hace un llamamiento a la base del ejército para que se pase al lado de la población.

Sobre todo, es necesario elaborar un programa concreto para vincular la lucha por los derechos democráticos con las demandas programáticas para resolver los problemas más apremiantes de la clase obrera, el campesinado, los parados, las mujeres y la juventud. Este programa necesariamente implicará una ruptura radical con el capitalismo y pondrá en el orden del día la lucha por el poder obrero y un movimiento en dirección al socialismo en Irán. La condición previa para el éxito de la lucha es la participación activa de la clase obrera, particularmente del sector decisivo de los trabajadores petroleros.

No estamos discutiendo perspectivas abstractas sino hechos. El maravilloso movimiento de los trabajadores y estudiantes de Irán es la respuesta final a todos los escépticos y cobardes que dudan de la capacidad de la clase obrera para cambiar la sociedad. La revolución en Irán ha comenzado y está destinada a pasar por toda una serie de etapas antes de que finalmente emprenda su rumbo. Pero al final estamos seguros de que triunfará. Cuando llegue ese momento, tendrá repercusiones explosivas en todo Oriente Medio, Asia y el resto del mundo.

Hacemos un llamamiento a los trabajadores del mundo para que ayuden a nuestros hermanos y hermanas iraníes.

¡Viva la revolución iraní!
¡No a la represión y la tiranía!
¡Trabajadores del mundo uníos!

 

Fecha: 

16 de junio de 2009

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