Las medicinas, los laboratorios y monopolios y la salud de los trabajadores

La situación del sector salud en México cambia en el sentido exactamente inverso a las necesidades de la población; poco a poco observamos cómo se ha ido privatizando con el único objetivo de agrandar los bolsillos de un puñado de empresarios capitalistas, claramente está que no les interesa el bienestar, ni la salud de las personas.

El gobierno federal obedece a los mandatos del Banco Mundial (BM) adelgazando el presupuesto destinado al sector salud público e impulsando la participación de iniciativa privada en la prestación de los servicios médicos, de esta forma la salud deja de ser un derecho social, para convertirse en un medio lucrativo, esto se traduce en la pretensión del gobierno para que la atención médica dependa del 8% del salario de los trabajadores.

Esto es que la falta de insumos, equipo, infraestructura, así como las malas condiciones de trabajo en las que laboran el personal médico no son una casualidad, sino una estrategia encaminada a justificar la creación del seguro popular de salud (SPS). Cada vez se limita a instituciones de salud pública el número de medicamentos con el objeto de que las personas, los adquieran fuera de los hospitales por ende abriendo espacios a la iniciativa privada.

Por otra parte el egoísmo de las trasnacionales:
¿Cuál es el objetivo de las industrias farmacéuticas de medicamentos patentados al boicotear la producción y venta de medicamentos genéricos?

Las industrias farmacéuticas, regularmente ubicadas en el mundo desarrollado, continúan operando bajo una lógica mezquina y egoísta, acaparando la tecnología, recursos y restringiendo el acceso a medicamentos de primera necesidad principalmente a la población de países subdesarrollados. Estados Unidos y Suiza, países donde se encuentran los mejores laboratorios farmacéuticos, en combinación con la FDA (food and drugs administration) han lucrado para que países pobres no produzcan sus propios medicamentos, obligándolos a comprar medicina de patente a altos precios y ampliando los periodos de exclusividad en su fabricación y así favorecer a sus propios intereses. Un medicamento patentado tiene un elevado costo porque su dueño tiene el monopolio del mercado, es decir, nadie más lo puede producir. En pocas palabras la salud de millones de personas muchas veces depende de esos medicamentos a un mayor si el medicamento no se encuentra en su forma genérica, es decir, que cuente con las propiedades idénticas de la medicina original, la gran diferencia es que estos medicamentos se encuentran a un menor precio.

Pfizer es actualmente la mayor compañía farmacéutica, y se reporta 45 mil millones de dólares de rentabilidad. Las empresas multinacionales entre ellas Glaxo Smith Kline, Merck & CO., Bristol-Myers Squibb, AstraZeneca, Aventis, Johnson & Johnson, Novartis, Wyeth y Eli Lilly, acapararon el 58,4% del mercado alrededor de 322 mil millones de dólares en ganancias. Vemos que aún las lógicas egoístas se siguen contraponiendo a la salud humana, así mismo las empresas farmacéuticas siguen expandiendo sus redes monopólicas.

(Alan Woods) Los últimos descubrimientos de la genética, conseguidos gracias a la colaboración de hombres y mujeres de cada continente y nacionalidad, intentan ir al fondo de una profunda cuestión: quiénes somos. Esto no puede ser monopolizado por un puñado de capitalistas. El movimiento obrero debe exigir la nacionalización de las grandes empresas biotecnológicas y farmacéuticas como un primer paso para nacionalización de los grandes bancos y monopolios que dominan nuestra vida y que someten cada uno de los aspectos de nuestra existencia a la dictadura del Capital. Sólo en una economía socialista planificada racionalmente estos nuevos descubrimientos podrán desarrollar todo su potencial y se pondrán al servicio la humanidad.

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