El Marxismo y la Guerrilla

Escrito por: 

Rubén Rivera

"Toda la historia de la economía política, toda la historia de la revolución, toda la historia del desarrollo político durante el siglo XIX nos ha enseñado que el campesino no ha hecho sino seguir a la burguesía o al proletariado. No saben la razón de esto es un consejo que les doy a los que no lo sepan examinad el desarrollo de las grandes revoluciones del siglo XVIII o del siglo XIX, o la historia política de algún país del siglo XIX. La economía de la sociedad capitalista es tal que sólo el capital o el proletariado se puede convertir en una fuerza dominante, no existen otras fuerzas en la economía."

Lenin.

Contenido

Introducción.. 1
La Revolución colonial 2
La revolución rusa de 1917. 4
Cómo surge el guerrillerismo.. 9
La revolución china.. 13
La experiencia cubana.. 17
El auge de los frentes guerrilleros centroamericanos. 27
Colombia.. 31
México, EZLN, EPR ¿un nuevo repunte de la guerrilla?. 34
Conclusiones. 37

Introducción

México, los países de América Latina y el mundo atraviesan uno de los periodos más convulsivos de su historia, es una época de revoluciones. Estamos muy lejos de ese fin de la historia que planteaban los ideólogos burgueses luego de la caída de los países de Europa del Este (El supuesto “fin del comunismo”), lejos de morir la idea del socialismo ha retomado vigor y es un proyecto que se discute tanto entre organizaciones como en las calles, fábricas y escuelas de decenas de ciudades latinoamericanas, especialmente en Venezuela, Ecuador y Bolivia, por sólo citar a aquellos donde sus presidentes se han proclamado socialistas.

Estamos a unos pocos años del comienzo del siglo XXI, la humanidad ha sido capaz de alcanzar logros históricos en todos los órdenes de la ciencia y la tecnología, a tal grado de que la pobreza, mediante una planificación racional de los recursos existentes, no tendría por que existir.

A pesar de ello, miles de millones de hombres y mujeres luchan por sobrevivir al hambre, las enfermedades y todo lo que acompaña la miseria; la opresión nacional, el racismo, la discriminación sexual, las drogas, la delincuencia, etc. adquieren cada vez más cotidianos.

Mientras que 500 empresas controlan el 90% del comercio mundial y 400 grandes hombres de negocios tienen un ingreso superior a la mitad de la población mundial, millones de niños mueren de hambre o asesinados (10 mil en 2006).

Esa circunstancia ha llevado a las masas de los distintos países a levantarse una y otra vez contra sus opresores adoptando diversas formas de lucha

El siglo XX fue escenario de movimientos colosales de los trabajadores por revertir esta situación, la revolución rusa de 1917 y la revolución china de 1949 significaron para millones de obreros y campesinos de los países llamados coloniales la posibilidad de luchar y triunfar contra los explotadores capitalistas.

Luchas heroicas se desarrollaron en todos estos países oprimidos por el yugo del imperialismo; guerras civiles, revoluciones y contra revoluciones cimbraron al capitalismo de pies a cabeza. Nadie mínimamente conocedor de la realidad contemporánea puede acusar a los trabajadores del campo y la ciudad de falta de voluntad de lucha en los momentos decisivos. En América Latina en particular casi ningún país quedó exento de la llama de la lucha de clases, lamentablemente en ningún país existió la decisión de los dirigentes de ir hasta el final (con la excepción quizá de Cuba), mucho menos se estableció un análisis marxista de las victorias y derrotas. Solo sobre un análisis crítico de estas luchas se puede armar una verdadera alternativa revolucionaria, que impulse el proceso de transformación social, tan necesaria en Latinoamérica y el mundo. Sobre todo ahora que pueblos enteros se lanzan a construir el socialismo del siglo XXI.

Particularmente en América Latina se suele confundir a la revolución con la lucha guerrillera. El punto de vista marxista sobre este tema es muy definido, una lucha revolucionaria basada en las capas más importantes de la clase obrera es la forma más adecuada para desarrollar la lucha por la transformación social y llevarla a buen término. En el siglo XXI una revolución puede o no atravesar por una fase de armada, por el contrario un movimiento guerrillero que no sea producto endógeno de las luchas campesinas, muy raramente puede ser realmente revolucionario.

En el presente documento trataremos de abordar los aspectos más importantes sobre la relación entre lucha revolucionaria, guerrilla y la posición del marxismo al respecto. De ninguna manera es un examen acabado de todas las luchas guerrilleras, la idea fundamental es emplear los ejemplos más representativos que, de cara a la juventud deseosa de una salida revolucionaria, significan ejemplos a seguir.

La Revolución colonial

Así denominamos al proceso revolucionario que se desarrolla en los países oprimidos por el imperialismo y que constantemente a lo largo de este siglo han luchado por su emancipación. Evidentemente la cuestión de la opresión imperialista no afecta por igual a todos los sectores de una nación oprimida, son los jóvenes y trabajadores del campo y la ciudad los que a final de cuentas tienen que soportar todo el peso de las relaciones sociales que instaura el imperialismo en un momento determinado.

La revolución colonial como todos los acontecimientos importantes en el mundo durante las últimas cinco décadas, han estado decisivamente influidos por la correlación de fuerzas que emergió de la segunda guerra mundial.

Tras el final de ésta, se produjeron numerosas oportunidades revolucionarias en diferentes países, pero la política de los dirigentes socialdemócratas y estalinistas provocó que fuesen desaprovechadas. El retroceso de la marea revolucionaria permitió un margen de maniobra a la burguesía de los países avanzados. La enorme destrucción de las fuerzas productivas, la firma de tratados comerciales como los que dieron origen al GATT[1] y al mercado común europeo, el papel rector del capitalismo norteamericano, la intervención del Estado en la economía, etc., le permitieron a la burguesía internacional un excepcional período de progreso económico. Durante todo este período gracias a ésta situación especial, las luchas de los trabajadores de los países avanzados eran mediatizadas con importantes concesiones que a la larga dieron origen a lo que conocemos como “Estado de bienestar”. Esta situación fue propicia para que el reformismo nuevamente levantara cabeza y se restableciera su posición hegemónica dentro del movimiento obrero, aunque no faltaron luchas de los obreros de los países avanzados, la situación objetiva, durante un buen tiempo, no permitió que se desarrollaran crisis revolucionarias. El caso de Francia del 68 es más bien la señal del inicio de un nuevo periodo que una característica del periodo inmediato de la postguerra.

El estalinismo salía de la Segunda guerra consolidado y fortalecido, el pueblo soviético se batió como nadie en contra de la locura fascista aplastándola. Lamentablemente el trabajo de exterminio en contra de todo dirigente capaz de ofrecer otra alternativa al estalinismo en la URSS fue brutalmente eficaz, lo que evitó la posibilidad de un movimiento de masas hacia la restauración de la democracia soviética. El prodigioso avance del Ejército rojo por el centro y este de Europa, y la huida de la burguesía de esos países hacia occidente, permitió el establecimiento de estados obreros deformados a imagen y semejanza de Moscú.

Gracias a la economía planificada, la situación anteriormente descrita le permitió a la burocracia rusa un inmenso poder económico político y militar.

Con la revolución social en los países capitalistas avanzados y la revolución política en la URSS excluida del orden del día, el foco de la revolución mundial se desplazó hacia los países llamados coloniales. La mayoría de estos países lejos de recibir algunas migajas del auge económico en occidente, se enfrentaban a situaciones límite.

La opresión a la que se veían sometidas las masas por el imperialismo, el terrible abismo que separaba las dramáticas condiciones de la clase obrera, campesinos pobres e incluso importantes sectores de la pequeña burguesía con respecto de la opulencia de la burguesía autóctona, que nada tenía que envidiar a los grandes capitalistas occidentales, provocó un constante despertar de conciencia nacional y de clase que se expresaba en una permanente inestabilidad social. Ya durante principios de siglo estos países habían protagonizado una dura y prolongada lucha por su independencia contra el dominio colonial directo ejercido por las diversas potencias imperialistas. A la larga, producto de las luchas de los pueblos coloniales y del tremendo desgaste que representaban las colonias para las metrópolis, éstas se vieron obligadas a ceder la independencia formal a la mayoría de estos países.

Esto representó un paso adelante, pues aumentaba la confianza de los trabajadores en sus propias fuerzas, incrementaba su conciencia y debilitaba objetivamente al imperialismo; pero esta independencia política formal no acabó con el saqueo económico de las antiguas colonias por los imperialistas, ni resolvió los graves problemas de sus débiles y atrasadas economías. De hecho, uno de los factores que contribuyeron a prolongar por décadas el auge de los países capitalistas avanzados, fue la brutal explotación de las masas trabajadoras de los países capitalistas dependientes, a través del intercambio desigual de materias primas a bajo precio por productos elaborados hechos en occidente con un precio muy superior, (cada año se obtenían ganancias por 50 mil millones de dólares producto de esta estafa). Otro mecanismo fue la inversión ya sea en forma de deuda externa, cuyo volumen supone el 70% del PIB de los países dependientes y cuyos intereses suponen cargas inmensas, sólo México entre 1996 y 2006 pagó más de 300 mil millones de dólares

El capitalismo en su fase imperialista se caracteriza por la existencia de un mercado mundial al cual todas las economías nacionales están subordinadas e interrelacionadas entre sí (ahora le llaman Globalización), pero bajo este sistema basado en la explotación del hombre por el hombre y en la obtención del máximo beneficio privado por una minoría a costa del trabajo y empobrecimiento de la mayoría, esta interdependencia económica sólo puede darse en la forma de explotación de las economías más débiles por las más poderosas y de toda la economía mundial por un puñado de multinacionales que dominan todo el comercio internacional.

La soberanía nacional formal nunca dio satisfacción alguna a las demandas más inmediatas y urgentes de las masas protagonistas de todos los movimientos de liberación nacional. En estas sociedades estaba y aún está todavía pendiente la realización de las tareas básicas que la revolución burguesa llevó acabo en su época de ascenso, (desarrollo industrial, la reforma agraria, el establecimiento de un estado nacional y de una democracia parlamentaria estable), pero las débiles y parásitas burguesías nacionales vinculadas por medios directos e indirectos a la burguesía imperialista y ligados fuertemente a los terratenientes—, estaban absolutamente incapacitadas para llevarlas acabo.

La Teoría de la Revolución Permanente

Este planteamiento elaborado por Trotsky, es un desarrollo de las conclusiones que Marx había sacado de la revolución alemana de 1848, cuando la burguesía optó por pactar con la aristocracia abandonando a los obreros y campesinos a la brutal represión:

“Mientras que los pequeños burgueses democráticos quieren poner fin a la revolución lo más rápidamente posible que se pueda (...) nuestros intereses y nuestras tareas consisten en hacer la revolución permanente hasta que sea descartada la dominación de las clases más o menos poseedoras, hasta que el proletariado conquiste el poder del Estado, hasta que la asociación se desarrolle, y no solo en un país sino en todos los países dominantes del mundo, en proporciones tales, que cese la competencia entre los proletarios de estos países, y hasta que, por lo menos, las fuerzas productivas decisivas estén concentradas en manos del proletariado”[2]

El desarrollo del capitalismo de su fase de libre concurrencia al imperialismo, afianzó definitivamente al capitalismo como modo de producción dominante a nivel internacional, los capitales de los países avanzados fluyeron hacia los países coloniales en búsqueda de mayores ganancias, se instalaron grandes industrias y modernas vías de comunicación en países fundamentalmente agrícolas donde el feudalismo aún oprimía a la mayoría de la población, un desarrollo desigual y combinado en donde la moderna explotación capitalista, se alternaba con las formas más ancestrales de explotación.

Los únicos socios que podían encontrar los imperialistas eran los miembros de la oligarquía terrateniente, de ésta manera la burguesía autóctona nació sujeta de pies y manos a su amo francés, inglés o alemán, según el caso. Evidentemente el desarrollo capitalista a la larga generó distintos estratos de burgueses, que en algunos de los casos de manera tímida reclamaban espacios en la forma de mayores libertades democráticas, independencia, etc. Sin embargo, en última instancia su posición de clase los llevó siempre a aliarse con los imperialistas para sofocar el movimiento revolucionario.

Los grandes capitalistas (en muchos casos terratenientes) no tenían ningún interés en impulsar una reforma agraria o establecer reformas de carácter democrático burgués en los diversos países dependientes, es más aprovechaban y aún lo hacen, las formas de explotación ancestrales para exprimir de manera brutal a las masas.

La única clase capaz de encabezar un movimiento democrático o de liberación nacional y llevarlo hasta sus últimas consecuencias es el proletariado, aliado con los sectores más oprimidos del campo.

Trotsky rechazaba la teoría menchevique de las dos etapas, según la cual, durante la revolución burguesa, la clase obrera debía conformarse con apoyar a la burguesía liberal y sólo después de que ésta llegara al poder, y consolidara un largo periodo de desarrollo capitalista, podría pensarse en la revolución socialista. Esta teoría convertía al proletariado en mero apéndice de la burguesía liberal, creando ilusiones en ésta y en la práctica sujetando al partido del proletariado haciéndolo incapaz de tener cualquier iniciativa revolucionaria. Se trataba de una interpretación mecánica, —es decir no dialéctica—, del tránsito de un modo de producción a otro.

La burguesía de inicios del capitalismo, que necesitaba usar a los sectores revolucionarios de las relaciones sociales feudales (y todo lo que implica, es decir, normas políticas, jurídicas, etc.) y sin embargo, estos elementos revolucionarios constituían un obstáculo para su desarrollo. Por otro lado, la burguesía de los países dependientes surgió cuando el capitalismo era ya de hecho el modo de producción dominante a nivel internacional, de ahí su papel dependiente política y económicamente.

El elemento básico de una revolución democrático burguesía es la reforma agraria, la burguesía no podía emprender acciones serias para llevarla acabo en la medida que en muchos casos ellos mismos eran terratenientes o socios de los mismos. Además, otro factor de diferencia era que el proletariado de los países coloniales aparecían no en las condiciones del siglo XVII o XVII, sino del siglo XX con un crecimiento vertiginoso, fuerte y capaz de enfrentarse a la burguesía con demandas propias a diferencia de los proletarios de principio del capitalismo. Una lucha revolucionaria tendría que involucrar necesariamente al proletariado, en la cual fortalecería su conciencia de si mismo y su nivel de lucha y organización no pudiendo detenerse en el nivel puramente democrático burgués que pretendiese imponerle la burguesía liberal, el conflicto entre capital y trabajo se vería de pronto en el centro de la escena.

Por estas razones la burguesía liberal tenía pánico a un conflicto que pudiera generar un despertar revolucionario de los trabajadores, por lo que en vez de apoyar los procesos revolucionarios terminaban por conciliar con el imperialismo ayudándolo a aplastar las luchas, en muchos casos de manera sangrienta. Sólo el proletariado, al no tener una alternativa dentro del sistema está capacitado para ofrecer una alternativa realmente distinta al capitalismo. Con un programa, métodos e ideas correctos se puede ganar el apoyo de los campesinos pobres y avanzar, contando con el desarrollo de la revolución mundial, hacia la construcción de una sociedad socialista.

Un proceso revolucionario, señala Trotsky, que se da en países dependientes, sólo pude mantener y hacer avanzar las conquistas revolucionarias aplicando medidas de carácter socialista como la nacionalización de los medios de producción y planificando la economía, este sería el único medio para garantizar unas condiciones de vida dignas para las masas de trabajadores del campo y la ciudad y sacar a estas economías atrasadas del callejón sin salida en el que se encontraban. La revolución permanente sólo significa que la revolución democrática se transforma en un momento dado, de desarrollo revolucionario en socialista, o de lo contrario el proceso de la contra revolución aplastaría los avances hasta ese momento logrados.

Así mismo el socialismo sólo puede ser construido internacionalmente, es posible la victoria en un país atrasado, esto esta claro, pero para poner los cimientos de una economía socialista la revolución debe extenderse más allá de los límites de una nación, de lo contrario la lucha por lo indispensable generaría a la larga el surgimiento de una casta burocrática, llevando al Estado obrero a deformaciones cada vez más graves, que llevarían a la larga a la derrota de la revolución.

La revolución rusa de 1917

Muchos otros procesos revolucionarios pueden ser útiles para ejemplificar la dinámica de la Revolución permanente, pero sin duda la Revolución rusa es la muestra más significativa de ella.

El contexto

La Rusia de fines del siglo XIX y principios del XX, vivía una dramática transformación en lo que hace a su estructura económica. La dinastía de los Romanov cumplía 300 años en el poder durante los cuales había convertido a Rusia en la fortaleza de la reacción europea, la aristocracia feudal había caído del poder en uno y otro país con excepción del imperio de los zares.

La estructura económica y social del imperio zarista se asemejaba más al de un estado feudal que al de un estado capitalista contemporáneo. La servidumbre apenas había sido abolida en 1861, pero en condiciones tales que esto sólo sujetó aún más al campesino al terrateniente. No obstante el capitalismo europeo pretendió aprovechar esta situación de atraso de Rusia y su cercanía con los centros industriales de Europa para hacer inversiones obteniendo rápidos beneficios.

Rusia de este modo se industrializó de manera acelerada en zonas como San Petesburgo y Moscú. Las grandes masas de campesinos en la miseria iban a la ciudad a ocuparse de la pujante industria. De esta forma en Rusia convivían la explotación semifeudal en el campo y las formas más avanzadas de explotación capitalista en la ciudad.

En el campo vivía el 80% de la población total de Rusia. Mientras que 30 mil terratenientes poseían 70 millones de deciatinas (medida rusa de superficie), 10 millones de familias tenían que repartirse la misma cantidad de tierra. El noble terrateniente dominaba el campo ruso sujetando al campesinado a su control y condenándolo a la miseria más absoluta.

Mientras tanto los grandes centros industriales concentraban en torno a 10 millones de obreros. El 41.4% de los obreros industriales estaban empleados en fabricas de mil obreros o más. Un proletariado joven sometido a jornadas de 10 o 12 horas diarias sin ningún tipo de libertades políticas o sindicales.

Otro elemento importante era la opresión nacional. El imperio zarista se había construido sobre la base de la conquista militar y el dominio de multitud de pueblos y naciones como los polacos, letones, finlandeses, ucranianos, lituanos, musulmanes, etc.

La aristocracia zarista cada vez más parásita basaba su poder en la iglesia y fundamentalmente en el ejército, el cual era famoso por sofocar rebeliones dentro de Rusia y combatir revoluciones afuera. Sin embargo la situación se fue modificando; todas las instituciones del régimen zarista estaban en crisis a principios de siglo, la aristocracia parásita se endeudaba cada vez más sometiéndose al capital financiero, la iglesia era incapaz de someter a los trabajadores a la espera paciente de la vida eterna y finalmente el ejército atrasado en cuanto a su estructura, métodos y medios de combate se vería sometido a enfrentar guerras que exhibirían todas sus deficiencias y la bancarrota del Estado que defendía.

La Revolución de Febrero

En 1916 ejército se mostraba cada vez más inconforme, las insubordinaciones y las deserciones aumentaban mientras en las ciudades las protestas por es desbasto crecían. El año de 1917 comenzaba con malos augurios para los Romanov, en el frente las derrotas continuaban mientras que a lo interno se fermentaba un estallido. El día 23 de Febrero, día internacional de la mujer según el calendario ruso, las obreras textiles inician un movimiento huelguístico, rápidamente se movilizan a distintos centros de trabajo desafiando a la policía y al ejército, —que tenía órdenes de dispersar cualquier disturbio—, invitando a los demás obreros a sumarse, para el día 25 la huelga se vuelve absoluta y los obreros comienzan a saltar comisarías donde se hacen de armas. El día 27 la revolución se decide. Ante la presión de los obreros, —que muestran su disposición a entregarlo todo y de ir hasta el fin contra la guerra y la autocracia—, uno a uno los regimientos de soldados se suman a la insurrección.

Ese mismo día se reconstituye el soviet de San Petesburgo, lo cual se realiza, por cierto, por iniciativa de los socialrevolucionarios y mencheviches, los cuales esperaban que con esto capitalizarían la situación a su favor.

El Comité Ejecutivo Provisional del Soviet de Diputados Obreros decide solicitar al Comité Provisional de la Duma (parlamento) hacerse cargo del poder, de esta forma la dirección pequeñoburguesa del soviet entrega el poder que los obreros habían arrebatado a la autocracia a una coalición de burgueses y monárquicos, que era lo que en realidad significaba el Comité Provisional de la Duma.

Los bolcheviques redefinen su camino

De marzo a abril los bolcheviques modifican su posición. En un inició la dirección bolchevique de San Petesburgo, sostiene una actitud hostil ante el gobierno provisional aunque confusa en cuanto a las consignas que habría que aplicar. Sin embargo, Kamenev y Stalin regresan del exilio a principios de marzo dando un viraje brusco a la posición de Pravda el periódico bolchevique, en el cual se puede leer:

“Nuestra posición debe ser obligar al gobierno provisional a tantear las disposiciones de los países beligerantes respecto a la posibilidad de entablar negociaciones inmediatamente (...), la misión fundamental consiste en la instauración de un régimen democrático republicano”.

Stalin añadiría el 29 de marzo:

“El soviet... es un órgano destinado a controlar al gobierno. Este, por su parte, ha abrazado en la práctica la tarea de consolidar las conquistas del pueblo.”

Para Stalin la revolución la hacen los obreros y campesinos y los burgueses la consolidan.

Cuando Lenin regresó imprimió una férrea ofensiva contra estas posiciones, sus planteamientos conocidos como las “Tesis de abril” explicaban la necesidad de luchar por la dictadura del proletariado, de luchar por obtener la mayoría en los soviets como condición previa a la toma del poder, del combate todo tipo de ilusión en el gobierno provisional o alguna forma de democracia burguesa y emprender desde el inicio medidas de transición como la nacionalización de la banca y las tierras. La tarea inmediata no obstante no era la toma del poder sino ganar a las masas a esta idea.

En medio de este debate los obreros y soldados salieron a las calles protestando contra la guerra, la convulsión fue tal que el gobierno provisional se vio forzado a dimitir. Hasta entonces la burguesía con el partido cadete (Liberal Constitucionalistas) al frente era quién asumía la principal responsabilidad en el gobierno, sin embargo el repudio de los trabajadores hacia el gobierno era tal que los mencheviques junto con los social revolucionarios se tiene que hacer cargo de las principales responsabilidades del gobierno con la idea de contener el auge del movimiento de masas. No obstante la burguesía sostuvo importantes posiciones, de hecho este gobierno de mayoría “socialista”. no impulso las medidas que la difícil situación requería por miedo a que esto generará una ruptura con la burguesía.

El ambiente combativo de Las jornadas de abril facilitó finalmente que las tesis de Lenin se aprobaran en la conferencia bolchevique de finales de aquel mes.

Doble poder

En mayo hace su arribo a la capital Rusa el antiguo presidente del soviet de 1905; Lev Davidovich Bronstein mejor conocido como León Trotsky, desde su llegada se puso en contacto con los bolcheviques convirtiéndose en uno de los principales dirigentes de la Revolución.

El gobierno provisional era un poder que existía sólo porque los soviets lo toleraban, desde el inicio de la revolución los soviets de diputados obreros y soldados se habían hecho cargo de casi todos los aspectos principales de la vida de las masas; los destacamentos del ejército sólo obedecían la autoridad de los soviets, los obreros de los distintos sectores de la ciudad elegían, reelegían o revocaban a sus representantes en asambleas multitudinarias por lo que el soviet sin lugar a dudas era el órgano más democrático y dueño absoluto de la situación.

Sin embargo el Soviet era dirigido por los mencheviques y socialrevolucionarios. De hecho la dirección del soviet se estaba convirtiendo en un obstáculo para el desarrollo de la revolución.

Lenin sabía que la dualidad de poderes no podía mantenerse mucho tiempo, era necesario convencer a las masas trabajadoras de que la única posibilidad de salvación de la revolución era que los soviets tomaran el poder y derribaran a la burguesía, por ello era necesario que los bolcheviques se alzaran con la mayoría de ese órgano de la revolución. los meses siguientes la propaganda y acción bolchevique junto con los acontecimientos mostraron a los trabajadores que no había otra alternativa, la dualidad de poderes tenía que romperse o la reacción triunfaba iniciándose una masacre como en la Comuna de París, o los soviets se alzaban con la victoria lo que implicaba la revolución socialista.

Durante todo el mes de mayo el Partido Bolchevique empezó a difundir la nueva orientación mientras que los partidos conciliadores mostraban más evidentemente su sujeción a la burguesía. Su participación en el gobierno provisional, la incapacidad de éste para enfrentar la miseria cada vez más grande y su empecinamiento por continuar la odiada guerra, abrían los ojos a los trabajadores que poco a poco empezaban a girar hacia los bolcheviques.

El 3 de junio se reunió el primer Congreso de Soviets de toda Rusia, en él la mayoría aún era de los partidos conciliadores, lo cual permitió que éste aprobara la participación de los partidos menchevique y socialrevolucionario en el Gobierno provisional.

Mientras esto sucedía, en los barrios y las fábricas había un ambiente explosivo. El gobierno preparaba una nueva ofensiva, los obreros y soldados repudiaban dicha posibilidad y estaban dispuestos a movilizarse para impedirlo. Ante dicho ambiente el Partido Bolchevique decide convocar a una movilización para el 10 de junio. El Congreso del los Soviets temeroso de que dicha movilización pusiera a los bolcheviques al frente de las masas decide prohibir la manifestación, a cambio se proponía organizar otra una semana después en la que participarían todos los partidos de la “democracia”, los bolcheviques temerosos de un enfrentamiento prematuro aceptaron la propuesta, no obstante el día 18 de junio la movilización mostró la tremenda influencia de los bolcheviques en el seno de las masas.

Las jornadas de julio

El fracaso de la ofensiva contra los alemanes llevó a los trabajadores a la conclusión de que había que derribar lo más pronto posible al gobierno provisional, sin embargo el ambiente general aún no estaba maduro para una victoria plena. La derrota de 1905 se debió, como hemos explicado, a la no participación de los campesinos, esto no podía ser así, había que esperar a que la situación madurase entre las distintas capas de la población especialmente los campesinos y el ejército, había que aislar aún más a la burguesía.

El 3 y 4 de julio se organizan mítines en fábricas y cuarteles, casi de medio millón de obreros y soldados salen a las calles exigiendo todo el poder para los soviets, el partido rápidamente se despliega para ponerse al frente de la movilización tratando de evitar enfrentamientos que sólo beneficiarían a la reacción, la cual organiza ataques de francotiradores contra los manifestantes.

El partido organiza un repliegue, no obstante la burguesía aprovecharía la situación para iniciar una ofensiva contra los bolcheviques y trabajadores, Trotsky y Kamenev son detenidos, mientras que Lenin y Zinoviev se tienen que esconder para evitar la posibilidad de que se les asesinara. Las detenciones se extienden a numerosos cuadros bolcheviques y dirigentes obreros, se prohíbe la prensa bolchevique acusándoseles de agentes alemanes. Los partidos conciliadores apoyan plenamente dicha campaña que llega a afectar a un sector de las masas.

Kornilov intenta un golpe de Estado

Los reaccionarios, sobre todo los generales monárquicos como Kornilov, se sentían cada vez más seguros, a un sector de la burguesía también le parecía que sólo la dictadura militar podría poner fin a la agitación entre los obreros, el menchevique Kerensky también soñaba con algo parecido, Fue Kornilov quien asumió la iniciativa el 27 de agosto, iniciando un levantamiento militar con el objetivo de derrocar al gobierno y aplastar la revolución.

Los bolcheviques que habían celebrado su sexto congreso en la clandestinidad, decidieron encabezar la defensa de la ciudad ante la inminente llegada de las fuerzas contra revolucionarias, sin dar ninguna confianza en Kerensky llamaron a defender a la revolución. Los partidos conciliadores quedaron paralizados, los trabajadores y soldados nuevamente se orientaban para luchar solo en la perspectiva señalada por el bolchevismo, de esta forma los "agentes alemanes " de un mes antes, se encargaron de dirigir a los trabajadores que finalmente aplastaron la intentona contra revolucionaria sin dar un sólo disiparon. Las tropas de Kornilov se disolvieron antes que enfrentar a los trabajadores armados de San Petesburgo.

La toma del poder

En septiembre los bolcheviques obtienen la mayoría en los soviets de San Petesburgo y Moscú. El poder de los soviets se convierte no en la consigna de un partido sino en el principal fundamento de la revolución. Mientras tanto el gobierno provisional pretende reorganizarse e incluso hace el llamado a una asamblea de partidos políticos o "preparlamento" la idea era rescatar la iniciativa perdida y someter a los partidos obreros a un nuevo compromiso que impidiera el inminente asalto al poder. Lenin y Trotsky se oponen resueltamente a dicha maniobra y los bolcheviques le hacen vacío a dicha instancia. Luego de este paso ya no era posible dar marcha atrás, las masas se había definido en las calles, en las fábricas y cuarteles a favor de los bolcheviques, la organización militar bolchevique controlaba ya la situación en la guarnición de San Petesburgo, la burguesía junto con el conglomerado de partidos que la defendían estaban inermes, la hora del levantamiento había llegado.

Los bolcheviques celebraron una reunión de su comité central el día 10 de octubre en ella Lenin defendió ferozmente la necesidad de tomar el poder antes que las condiciones favorables variaran, mientras que Kamenev y Zinoviev se declararon esgrimiendo todo tipo de argumentos relacionados con la posibilidad de que el poder soviético no se pudiera sostener debido a la fuerza del enemigo. al final Lenin triunfa y el partido se pone a trabajar a marchas forzadas para preparar la toma del poder.

El Segundo Congreso de los Soviets estaba convocado para el 20 de octubre, sin embargo los conciliadores, esperando ganar tiempo para negociar, lo postergan hasta el 25 de octubre. Soviet de San Petesburgo por medio del Comité Militar Revolucionario se aboca a organizar la insurrección, la idea propuesta por Trotsky era que el soviet se hiciera cargo del poder para depositarlo en manos del Congreso de los Soviets el cual se encargaría de organizar un nuevo gobierno.

La noche del 24 al 25 de octubre la guarnición de San Petesburgo se levanta, se toma el control de los puntos centrales de la ciudad con la excepción del Palacio de invierno el cual caería la noche del 26 de octubre. ¡En el momento del levantamiento no hubo un sólo regimiento dispuesto a defender al gobierno provisional!

De esta forma prácticamente sin derramamiento de sangre y con la aprobación de la amplia mayoría de los trabajadores organizados en torno al los soviets de diputados de obreros y soldados.

El Congreso Soviético avala la toma del poder y asume la tarea de formar un nuevo gobierno, sólo los bolcheviques y la izquierda de los socialrevolucionarios aceptan participar en él. Los partidos conciliadores renuncian a participar en él, marcando así definitivamente su distanciamiento con la revolución triunfante.

El nuevo gobierno de aboca inmediatamente a tratar de reorganizar e impulsar el desarrollo de la revolución en todo el territorio ruso.

La vigencia de la Revolución de Octubre

En las condiciones de total dependencia de Rusia con respecto de las potencias europeas, de la estructura económica y social y de las fuerzas que impulsaron la revolución , esta no podía avanzar si no se orientaba a derrocar a la burguesía como clase dominante y a construir por lo tanto una sociedad socialista, el partido bolchevique no eligió las condiciones dadas de la revolución, con lo que tenía hizo lo único que desde la perspectiva del marxismo revolucionario y las condiciones de Rusia era necesario hacer es decir la revolución socialista. Este sería el primer paso, la revolución se extendería por el resto de Europa , esta sería la única garantía de evitar la derrota posterior de la revolución, por otro lado sólo en este sentido se podía concebir el asalto al poder en octubre en un país como Rusia.

En muchas otras partes del mundo los trabajadores también se levantarían, la ausencia de un factor dirigente como el Partido Bolchevique determinó finalmente que estas luchas no terminaran en triunfo.

La historia de la revolución del siglo XX quedó marcada por la lucha de octubre. Los objetivos de aquella revolución siguen siendo válidos y vigentes en la medida de que la principal tarea de los revolucionarios, es decir la superación del capitalismo, aún esta por cumplirse.

En esta lucha el legado de los obreros, soldados y campesinos de Rusia y de su partido nos marca el sendero por el que hay que avanzar.

¡Viva la Revolución Socialista de 1917!

El papel del estalinismo

El desarrollo de Trotsky de la teoría de la revolución permanente fue brillantemente confirmado por el desarrollo de la revolución rusa y sobre esta base se estaba construyendo la Tercera internacional, fundada y dirigida por Lenin y Trotsky.

Del mismo modo el proceso de degeneración burocrática de la URSS bajo Stalin también se reflejó en el abandono de un pensamiento y acciones revolucionarias a nivel internacional. El proceso de degeneración es un tema complejo que merece tratarse en un documento aparte, en el caso del presente escrito nos contentaremos por explicar de manera breve los efectos que la política del estalinismo generó a la lucha revolucionaria a nivel mundial.

Desde que asumieron el control del partido y del aparato del estado Stalin y sus socios supeditaron la política de la internacional comunista a la consolidación del poder burocrático en la URSS, para ello no eran necesarias revoluciones dado que según ellos la URSS era por sí sólo un país socialista, de tal manera que transformaron el método del marxismo revolucionario en una serie de reglas rígidas empleadas para justificarse.

El abandono del marxismo trajo consigo el empleo de viejas fórmulas como la menchevique de la revolución por etapas y la de la colaboración de clase. La revolución permanente simplemente se prohibió, Condenado a todos los partidos de la internacional comunista a las aventuras de los burócratas soviéticos.

La revolución china de 1925-27 —que ya explicaremos más adelante— fue una de las primeras que la política estalinista llevó la derrota sangrienta. Este no fue el único error de aquel periodo, la derrota de Huelga General en Inglaterra en 1926 y el despilfarro de las oportunidades revolucionarias en Alemania durante todo el periodo anterior al triunfo del fascismo, así como el sacrificio de la revolución española de los años treinta. Estos no eran hechos fortuitos, respondían a una necesidad de la burocracia estalinista por conservar el monopolio del poder bajo el pretexto del aislamiento de la revolución. Una victoria y el surgimiento de un Estado obrero sano en cualquier país del mundo supondrían un estímulo para el proletariado soviético y animaría su lucha por recuperar el control del Estado, acabando así con el poder de los burócratas. Para estos la revolución mundial, lejos de ser un objetivo era una amenaza. La cada vez más degenerada burocracia soviética utilizaba a las secciones de la internacional comunista como peones en un tablero de ajedrez que se podían sacrificar en función de intereses momentáneos o acuerdos diplomáticos a los que llegaban con las potencias imperialistas. Las revoluciones traicionadas en los años veintes y los treintas en gran medida permitieron la subsistencia del capitalismo y esa catástrofe de la civilización que significó la Segunda guerra mundial.

Cómo surge el guerrillerismo

Las políticas claudicantes de los dirigentes reformistas y estalinistas sembraron la desorientación y confusión entre las masas y provocaban el descrédito y aislamiento de los partidos comunistas. A pesar de ello la total incapacidad de las burguesías nacionales en los países dependientes provocaba la irrupción de las masas en la lucha una y otra vez.

Los sectores más avanzados de los jóvenes y los trabajadores del campo y la ciudad buscaban afanosamente una alternativa para impulsar la transformación social, la burocracia soviética utilizó el prestigio de la revolución de octubre —que había usurpado— para influir en toda una generación de revolucionarios, mal educando severamente a toda una generación de revolucionarios sinceros. El aislamiento en el que estaban las ideas de Lenin y Trotsky hizo imposible que ellos conocieran otra cosa que no fuera la basura estalinista.

En América Latina los Partidos comunistas nacieron producto tanto de la actividad de los emisarios de la Tercera internacional, como de las necesidades de lucha de las masas y la insuficiencia de los partidos políticos tradicionales de la región (liberales y conservadores), para darles alternativas de lucha. En todos los casos, los primeros años de dichos partidos fueron de grandes sacrificios y heroicidad que es digna de respeto y admiración, fue la época de Julio Antonio Mella en Cuba y de José Carlos Mariátegui en Perú. Lamentablemente con el triunfo del estalinismo la enorme autoridad política de la Internacional Comunista se empleó para sofocar tanto a los elementos con pensamiento propio, como a los revolucionarios. Así el simpatizante del trotskysmo, Julio Antonio Mella murió asesinado en México justo cuando se avecinaba una acusación partidista en su contra, y Mariátegui murió bajo la angustia de ver cómo el estalinismo prácticamente engullía a su recién formado partido comunista. Los estalinistas no dudaban en ordenar la formación de sóviets y la toma del poder a organizaciones comunistas pequeñas que aún estaban lejos de ser una fuerza de masas; lo que generaba aislamiento. Al mismo tempo y casi sin explicación coherente, se pasaba a la alianza entre las clases y a la denuncia de todo intento revolucionario como inoportuno o como provocación.

Los campesinos salvadoreños se lanzaron a un lucha que significó el asesinato de 30 mil de ellos, entre los cuales se encontraba el héroe revolucionario latinoamericano Farabundo Martí. La Tercera internacional en pleno giro a la derecha, no dudó en denunciar el levantamiento del pueblo de El Salvador como un error irresponsable.

Así se pasaba de arranques ultraizquerdistas calificando de fascista a todo el que no fuera comunista a el oportunismo más vil. En particular, la idea de la “revolución nacional”, donde una burguesía ”progresista” jugaría el papel dirigente y al que los Partidos comunistas tendrían que apoyar, significó todo un desastre en casi todos los países de América Latina; el movimiento obrero fue entregado sin lucha a caudillos populistas burgueses. Producto de esto, con la excepción tal vez de Chile, los partidos comunistas quedaron convertidos en sectas mas o menos grandes pero sin un vínculo directo con el movimiento obrero, el cual fue controlado política e ideológicamente por la burguesía nacional, llámese cardenista, peronista u otras denominaciones por el estilo.

La nueva generación de revolucionarios que surgieron luego de la Segunda guerra mundial se desarrollan en el contexto de la extensión del bloque soviético producto del triunfo militar del ejército rojo y del triunfo de la Revolución China en 1949, la situación explosiva en cada país, la falta de alternativas y la búsqueda de atajos hacia la revolución, generan un auge de los movimientos guerrilleros en Asia, África y América Latina.

La guerra de guerrillas en el pasado había sido una de las formas que en ocasiones asumía la guerra campesina y los movimientos de liberación nacional, pero nunca había sido un método que reivindicaran los dirigentes que se consideraban marxistas. Hartos de no ver una lucha seria y con perspectivas para combatir a la miseria y la opresión en las ciudades, toda una serie de activistas revolucionarios, sobre todo jóvenes, abandonaron las ciudades y su posición de clase en la sociedad para empuñar las armas en el campo para combatir al Estado burgués. Tenían la esperanza de que con su heroico ejemplo estimularían las luchas en el campo y la ciudad para acelerar el proceso de la revolución. En estas actitudes hay mucho de heroísmo y abnegación, pero responde más bien a un considerable elemento de frustración y desorientación, hay más misticismo cristiano (sacrificio para salvar a la humanidad), que conciencia basada en un análisis social, ya no digamos marxista.

El trabajo de construcción de un partido revolucionario sólidamente enraizado en las clases explotadas fundamentalmente en el proletariado y que sea capaz de dirigir a las masas a la lucha por la toma del poder, es lento, paciente y laborioso. No es un proceso lineal pero en la mayoría de los casos es necesario partir de grupos pequeños que en base a la formación de cuadros a través de la discusión política y la práctica revolucionaria se desarrollan y multiplican. Este proceso en general dura largos años de sacrificio pero son necesarios para forjar una vanguardia capaz de estar a la altura de las luchas a la victoria y al socialismo. Este trabajo sólo es posible si se tienen ideas claras, análisis capaces de explicar y prever los procesos, alternativas y métodos que enlacen con la experiencia de las masas y la reflejen.

Ese fue el proceso de formación de la maquinaria política revolucionaria más eficiente de todos los tiempos: el Partido Bolchevique. Desde la formación de los primeros grupos socialdemócratas hasta la toma del poder, pasaron casi 30 años. El trabajo de construcción de un partido revolucionario pude ser más corto o más largo dependiendo de las circunstancias, pero no hay fórmulas mágicas para brincar el proceso antes descrito de sacrificio y trabajo permanente. En dicho trabajo no hay muchos reflectores, no hay entrevistas en la selva, no hay fama y fortuna. Frente a esto, la solución guerrillera aparece como más inmediata, práctica y rápida. No obstante, la búsqueda de atajos, intentado sustituir el movimiento real de la lucha de clases y el proceso variable de toma de conciencia de la clase obrera por las acciones minoritarias de grupos de activistas enfrentándose con sus propias fuerzas al Estado burgués al margen de la clase, independientemente de cuales sean sus intenciones, tiende al fracaso, al aislarles del movimiento obrero.

Esto no significa que los marxistas defendamos la necesidad de tomar las armas como una especie de artículo de fe. Pero explicamos que lo importante y determinante en un proceso revolucionario es la toma del poder y la transformación de la sociedad en líneas socialistas, y ese proceso es un acto de una clase social, que puede tener como bujía impulsora una marcha de mujeres exigiendo pan (como en Rusia del 17), una gran huelga general contra un gobierno reaccionario (como en Asturias en 1934), un fraude electoral (como en México en 1910), un triunfo electoral (como en Venezuela de 1998), el asesinato de un líder carismático (Monseñor Romero en El Salvador 1980 y Gaytán en Colombia de 1948) y un largo etcétera. En todos los casos la violencia armada fue el resultado de la acción asesina de la burguesía, contra la que hay que prepararse seriamente.

La política militar de una organización revolucionaria no comienza con entrenarse en un cerro, sino en hacer un trabajo de masas lo suficientemente importante como para que con una política genuinamente revolucionaría trate de ganar para la revolución a una parte del ejército y, si en ese proceso antes de la toma del poder hay una guerra civil, sería absurdo el negarse a la lucha armada; en otros casos podría suceder que el campesinado se insurreccione y organice una guerra en el campo, sin embargo la diferenciación que hacemos los marxistas es:

¿Quién toma la armas, una clase oprimida o un grupo aislado?, nosotros estamos por impulsar la primera opción en el caso de que la negativa de la burguesía por abandonar el poder lo haga necesario y en el caso de que una vez en el poder la contrarrevolución intente derrocar al poder revolucionario.

La revolución es un torbellino que arrastra a millones de seres, es la suprema acción creadora de las masas, no la acción de un grupo aislado y si en ese contexto existe la posibilidad de una acción que inmovilice a la burguesía y permita la toma del poder sin importantes pérdidas humanas hay que tomarla, aunque como hemos reiterado la burguesía no duda en sacrificar pueblos enteros con tal se mantenerse y bajo esta consideración hay que estar listos y dispuestos a lo necesario para nulificar su accionar.

Aún la guerra campesina por sí sola no es capaz de avanzar más que en la fase democrática del proceso. La revolución mexicana de principios de siglo es un claro ejemplo de ello.

En palabras de Trotsky ”una cosa es que un partido comunista firmemente apoyado en el proletariado urbano se esfuerce por dirigir por intermedio de los obreros, una guerra campesina; otra cosa es que unos cuantos miles incluso decenas de miles de revolucionarios que realmente son o se llaman comunistas, asuman la dirección de una guerra campesina sin contar con una base de apoyo entre el proletariado.[3]

El marxismo desde su nacimiento ha rechazado las salidas al margen de la lucha organizada y consciente de la clase. La crítica a los anarquistas como Bakunin se basaba entre otras cosas en este criterio. El mismo Lenin cuyo hermano Alejandro murió ejecutado por intentar asesinar al Zar, combatió con todas sus fuerzas a los grupos que dentro del movimiento revolucionario empleaban el argumento de las bombas y las pistolas. Se podría decir que el marxismo en Rusia se construyó sobre la base de la crítica de estos métodos.

Para los marxistas la participación consciente masiva y organizada de los trabajadores en todas las etapas de la lucha de clases (incluyendo una eventual guerra revolucionaria) constituye la única garantía de que la revolución triunfe y se desarrolle en líneas sanas. Para comprender esta afirmación es necesario recordar algunos planteamientos básicos sobre la composición de clases en una sociedad donde el modo de producción capitalista es dominante y el papel que juegan en particular los campesinos.

Proletariado y campesinado

No cabe duda que el campesino sin tierra ha sido desde épocas inmemoriales un gran impulsor de revueltas históricas y lo seguirá siendo, pero esa no es la cuestión, sino definir si el campesinado en general es capaz de ofrecer un programa que supere al capitalismo y que sea una alternativa que puedan enarbolar las distintas clases explotadas. La respuesta es: no.

El campesinado es una clase social, que sustenta su existencia en la tierra, no es homogéneo, en el podemos encontrar desde el gran terrateniente más cercano a la gran burguesía hasta el jornalero agrícola que podríamos identificar como obrero del campo.

La propiedad de la tierra es la máxima aspiración del campesino sobre todo del campesino pobre ya sea minifundista o peón, en ese sentido es un pequeño burgués en potencia. Sin embargo el desarrollo del capitalismo poco a poco va minando las posibilidades de que sus aspiraciones se vean cumplidas, la gran propiedad combinada con una alta tecnología que incluye el procesamiento casi inmediato de el producto del campo abarata brutalmente los productos de tal manera el gran capitalista del campo por la vía de mercancías mas baratas va destruyendo las bases de la economía campesina que lentamente se orienta cada vez mas a la subsistencia o a la emigración engrosando las filas del ejécito industrial de reserva al respecto Engels comenta: ”Los impuestos, las malas cosechas, las particiones hereditarias, los pleitos echan a un campesino tras otro en brazos del usurero, el agobio de deudas se generaliza cada vez más, y cada campesino individual se hunde más y más con él. En una palabra nuestro pequeño campesino se ve, como todo lo que es vestigio de un modo de producción caduco esta condenado a perecer. El pequeño labrador es el futuro proletario.” México con 10 millones de desplazados, todos después de la puesta en vigor del TLC, es una muestra evidente de este proceso.

En los países industrializados el campesinado como tal ha dejado de existir, en Inglaterra por ejemplo la población económicamente activa dedicada al campo significa tan sólo el 2 % del total.

En los países dependientes la situación si bien es similar, guarda ciertas particularidades inherentes al hecho de que cuando el capitalismo se introdujo a ellos, lo hizo en gran medida bajo los auspicios de los grandes terratenientes que eran los únicos socios posibles de el capital foráneo, de tal manera que la opresión del campesinado pobre vivió una combinación de las formas más brutales de explotación del capitalismo combinado con la vieja esclavitud feudal, aún los países que como México que tuvo la revolución democrático burguesa más radical de América Latina existen hoy en el norte del país zonas agro industrias donde las condiciones de trabajo de hombres, mujeres y niños son muy similares a las de la esclavitud, no se diga en otras zonas como por ejemplo Brasil, país donde el reparto agrario nunca ha existido y hoy en día millones de campesinos están luchando, contra los terratenientes.

En estos países la lucha del campesino por la tierra ha sido una de las características del proceso revolucionario, en la época en la que vivimos por las condiciones de desarrollo del capitalismo esta lucha tiene límites bastante marcados tanto en el terreno económico donde dentro de los marcos del capitalismo el campesino no puede progresar sino a condición de que se convierta en un gran capitalista del campo, como en el terreno político, dado que a lo largo de los años se ha mostrado que el campesinado como todas las demás clases intermedias no tiene un programa político propio, es decir en un momento dado o asume el programa de la burguesía y sirve como base social para la reacción o sigue el programa del proletariado y se convierte en una fuerza de masas para la revolución.

El poder sobre el cual se sustentó el poder de Luís Bonaparte en Francia en 1851, fue precisamente el campesinado ansioso de volver a los viejos tiempos, el fascismo en los años veintes y treintas, también tuvo como fuerza de masas importante al campesinado atrasado.

En el 18 Brumario de Luís Bonaparte, Marx describe las características del campesinado francés de la época:

“Los campesinos parcelarios forman una masa inmensa, cuyos individuos viven una idéntica situación pero sin que entre ellos existan muchas relaciones, su modo de producción los aísla unos de otros, en vez de establecer relaciones mutuas entre ellos... Su campo de producción, la parcela, no admite división alguna de trabajo ni aplicación de ninguna ciencia; no admite por lo tanto multiplicidad de desarrollo, ni diversos talentos, ni riqueza de relaciones sociales. Cada familia campesina se basta, sobre poco más o menos, a sí misma, produce directamente ella misma la mayor parte de lo que consume y obtiene así sus materiales de existencia mas bien del intercambio con la naturaleza que con la sociedad...

“Por cuanto existe entre los campesinos parcelarios una articulación puramente local y la identidad de sus intereses no engendran ninguna comunidad... No forman una clase. Son por tanto incapaces de hacer valer su interés de clase en su propio nombre, ya sea por medio del parlamento o por medio de una convención. No pueden representarse, sino que tienen que ser representados. Su representante tiene que aparecer ante ellos mismos como su señor, como una autoridad por encima de ellos,...”

Aquí Marx hace una caracterización del campesinado conservador pero en última instancia establece el elemento de dependencia política del campesinado. Existen dentro del mismo campesinado estratos que son susceptibles de ser ganados para la lucha revolucionaria de los trabajadores, en la medida que como hemos visto, el capitalismo los condena a la desaparición, especialmente los estratos de campesinos pobres que no tienen una alternativa, que ante la falta de opciones que hay dentro del capitalismo están condenados también a la muerte o a la miseria más absoluta.

La historia conoce infinidad de rebeliones campesinas, suscitadas especialmente contra la opresión feudal, en realidad la revolución burguesa en sus primeros tiempos asumió la forma de rebeliones campesinas, sin embargo estos levantamientos o bien derrocaban al viejo poder para instaurar otro del mismo estilo, o eran aplastadas. No existe en la historia de la humanidad una rebelión campesina que haya instaurado un poder distinto al del viejo estado feudal, al burgués o al del proletariado en los casos de las revoluciones del siglo XX. Aquí, por supuesto algún lector argumentara que sí existe y que ese es el EZLN en sus zonas de influencia, más adelante argumentaremos al respecto, no obstante por el momento nos limitamos a afirmar que en zonas zapatistas rigen las formas de intercambio mercantiles, rige el capitalismo y los conflictos por la tierra, rige la lucha por lo indispensable, y tanto así que el asedio del Estado es permanente.

Por supuesto una cosa es que señalemos las limitantes políticas del campesinado y otra cosa es que se les considere como una masa reaccionaria, todo lo contrario, como una clase explotada puede y debe rebelarse contra los mismos capitalistas con los que se enfrenta el obrero y es incluyéndose en una lucha de todo el pueblo trabajador como puede ver triunfar su causa, no al margen sino con los demás trabajadores.

En la etapa del capitalismo en su fase imperialista la rebelión campesina choca de forma natural contra el poder del Estado, el único programa que puede en todo caso darle coherencia y perspectivas a su lucha es el programa del proletariado, es por tanto una obligación en países capitalistas atrasados —con fuerte base campesina— hacer un trabajo para ganar políticamente a las luchas campesinas para el bando de los trabajadores, como decía Engels:

“Va este partido (el del proletariado) a dejar tranquilamente al campesino, condenado a la ruina, en manos de sus falsos protectores, hasta que se convierta de adversario pasivo a adversario activo de los obreros industriales?”

Trotsky lo plantea de la siguiente forma:

“El problema agrario, y con él el problema nacional asignan a los campesinos, que constituyen la mayoría aplastante de la población de los países atrasados un papel excepcional en la revolución democrática. Sin la alianza del proletariado con los campesinos, los fines de la revolución democrática no solo no pueden realizarse sino que ni siquiera cabe plantearlos seriamente. Sin embargo, esta alianza sólo es factible más que luchando irreconciliablemente contra la influencia liberal nacional.

“Sean las que fueren las primeras etapas episódicas de la revolución en los distintos países, la realización de la alianza revolucionaria del proletariado con las masas campesinas sólo es concebible bajo la dirección política de la vanguardia proletaria organizada en Partido Comunista.”

Al analizar las distintas experiencias históricas de la lucha revolucionaria especialmente aquellas donde el movimiento guerrillero a jugado un papel, así como a los grupos guerrilleros que existen en la actualidad, observaremos como se han interpretado o tergiversado muchos de los postulados que el marxismo plantea para con los campesinos y el papel que juegan en el proceso revolucionario, así como las consecuencias que esto ha generado.

La revolución china

El triunfo de la revolución china en 1949 es el segundo hecho más importante en la historia del siglo XX sólo atrás de la revolución soviética en Rusia en Octubre de 1917. El proceso revolucionario chino, está marcado por la aparición y desarrollo del movimiento comunista en 1921, a partir de entonces y gracias al prestigio de la revolución de Octubre, la influencia del Partido Comunista (PC) se hizo mayoritaria en las nacientes zonas fabriles de Shanghai y Cantón.

China en ese entonces era prácticamente una semi colonia sumida en la feudalidad, condición que el imperialismo aprovechó para explotar al país. El 90% de la población era campesina. El país estaba dividido por los caudillos militares que manejaban cada región como su propio feudo. El desarrollo de zonas fabriles en las costas se combinaba con el milenario atraso del campo chino, como en todo el mundo colonial, el desarrollo desigual y combinado era una característica de la China de la época.

En este momento, el PC aplicando una política revolucionaria independiente hubiera podido hacer triunfar la revolución democrática, consolidar la integración nacional e iniciar la transición al socialismo por medio de la democracia obrera basada en la alianza del proletariado y los campesinos. Sin embargo la Internacional Comunista, dirigida por Stalin y Bujarín, ordenaron la integración del PC al Partido Nacionalista Kuomitang, el cual representaba los intereses de la burguesía. De 1922 a 1927 el Kuomitang libra una guerra contra los caciques militares del norte de China, esto desencadenó levantamientos en las ciudades con un carácter claramente socialista. El Koumitang se aterrorizó y para 1927 ordenó una intensa represión en todo el país, declaró ilegal al PC y ordenó matanzas de obreros y comunistas en los principales centros industriales, solo en Shanghai fueron asesinadas 4 mil personas, desde entonces la influencia del PC en la clase obrera se fue reduciendo.

La acción de PC se concentró en el campo, donde los levantamientos campesinos adquirieron bastante fuerza ante la completa sumisión del Kuomitang a los caciques que asolaban los pueblos.

Una orientación estalinista, así como una base social casi exclusivamente campesina, marcaron el destino de la revolución China, el Partido estuvo a punto de desaparecer en el lapso 1928 -1934 víctima de los giros incoherentes de los enviados de la Internacional Comunista, en un lapso de dos años (La gran Marcha) el PC redujo su militancia en un 90%.

Es entonces cuando Mao se convierte en el jefe del partido. Mao representaba a un sector de la burocracia del partido opuesta al sector totalmente dependiente de la Internacional Comunista (IC) que hasta entonces controló el partido, sin embargo el grupo de Mao no llegó al poder en el PC con los argumentos del marxismo, sino gracias a la autoridad militar que obtuvo durante la guerra civil, de esta manera los dirigentes antes que políticos eran ante todo militares y el PC era más una organización militar que política, "El poder nace del fusil" decía Mao.

  Para 1935 la IC ordenó nuevamente una alianza con el Kuomitang (Frente Amplio Anti japonés), parecía que nuevamente una gran catástrofe se acercaba similar a la de 1927;.

Sin embargo para entonces el Kuomitang ejercía una férrea dictadura de partido único en las zonas que controlaba, su alianza con el imperialismo y con todo lo que para el campesino significaba opresión les ganó un odio profundo en el pueblo. Además exigió la disolución del PC, de su ejército y la entrega de los territorios controlados por el PC, en los cuales los campesinos aún en contra de los dictados del PC, habían tomado tierras y no estaban tan dispuestos a dejárselas arrebatar.

  El pacto entre el PC y el Kuomitang nunca pasó de ser una tregua mientras se combatía a los invasores japoneses, durante la cual (1935 1945) el PC pasó de un ejército de 30 mil hombres a uno de un millón, con una población en las zonas controladas por él de alrededor de 100 millones de personas. El ímpetu revolucionario de los campesinos y la absoluta bancarrota del Koumitang constantemente se expresaba en enfrentamientos que luego de la guerra mundial se convertiría en guerra civil.

De 1945 a 1949 se desarrolló un conflicto armado entre el PC y el Kuomitang que se decidió en los últimos dos, durante los cuales el ejército nacionalista de más de 4 millones de hombres fue desbaratado totalmente. El primer sorprendido del triunfo fue Mao, el cual en sus folletos más importantes “sobre el gobierno de coalición” y “sobre la dictadura democrática popular”, muestra que primero no esperaban un triunfo militar tan rápido y luego las tareas inmediatas después del triunfo no rebasaban los horizontes democrático burgueses.

El imperialismo totalmente impedido de apoyar al Kuomitang a causa de las secuelas de la Segunda guerra mundial sólo pudo atestiguar el desarrollo de una revolución que involucró a la cuarta parte de la humanidad, que logró la unificación nacional y que al no quedarle otra salida a sus dirigentes emprendió un impresionante desarrollo gracias a la planificación económica.

Trotsky explicó que en la época del imperialismo la revolución democrática llevada hasta sus últimas consecuencias debe desembocar en la transición al socialismo. De esta manera, llevado más por circunstancias que por un deseo consciente Mao declaró dos años después el carácter socialista de la revolución china.

Sin embargo, la base social que llevó al PC al poder no fue la clase obrera, sino el campesinado. Los dirigentes estalinistas del PC lejos de propiciar las condiciones para la creación de órganos de poder de los trabajadores como los soviets, desde el principio trataron de maniatar a la clase obrera. De esta manera, en China se formó un Estado burocrático dirigido por un caudillo, el cual apoyado por el ejército campesino se convirtió en el jefe máximo.

 Pero no era un bonapartismo clásico. La planificación económica, y los medios de producción en manos del Estado, la paulatina desaparición de la burguesía, así como el continuo crecimiento del proletariado le daban el carácter de un Estado obrero deformado con un régimen de bonapartismo proletario.

La revolución china es una ratificación práctica de la Teoría de la revolución permanente, pero al mismo tiempo, también demuestra que sin un proletariado activo dirigiendo la revolución es imposible una democracia obrera sana y por lo tanto resulta imposible evitar que el antiguo jefe del aparato militar sea después del triunfo el jefe del aparato del partido y del gobierno.

La revolución china es una de las dos fuentes de inspiración de las guerrillas de América Latina, esta se basa en la guerra popular a partir de la creación de un ejército guerrillero fundamentalmente campesino que pase de la guerra de guerrillas, es decir comandos extremadamente pequeños fundamentalmente dedicados al hostigamiento y desgaste del enemigo (etapa de la defensiva estratégica), a la guerra de movimientos, donde la función del ejército regular reviste mayor importancia y podemos hablar de zonas controladas o liberadas (equilibrio estratégico). Hasta llegar finalmente a la guerra de posiciones donde el ejército regular desempeñará el papel fundamental, esto para paulatinamente cercar la ciudad desde el campo. Este planteamiento militar tenía cierta lógica en China donde el 80% de la población eran campesinos pobres y el extenso territorio permitía la existencia de zonas de muy difícil acceso al ejército regular de aquel entonces, en el caso particular de china, donde era posible la existencia de zonas liberadas (Bases de apoyo), donde el PC era un gobierno real. Sin embargo el desarrollo del capitalismo ha modificado substancialmente la estructura de las sociedades a nivel internacional hoy en día se cuentan con los dedos, los países en particular de América latina, en donde el campesinado es todavía mayoritario. Hoy los principales escenarios de la lucha de clases están en la ciudad, las calles de la Ciudad de México, Caracas, Buenos Aires, Bogotá, La Paz, etc. así lo demuestran.

Sendero Luminoso

“El más grande reservatorio de energía revolucionaria duerme en las profundidades del campesinado quechua”

José Carlos Mariátegui

El maoísmo clásico, propone para el inicio de la guerra popular una serie de condiciones, la formación del partido, la existencia de bases de apoyo que pueden ser movimientos sociales en la ciudad pero fundamentalmente en el campo y la formación de un ejército guerrillero. En Perú la formación de estas condiciones se da como sigue:

A principios de los setentas al calor de la Revolución Cultural se crean diversos grupos de orientación maoísta en América Latina. En Perú un ala del PC basada fundamentalmente en el trabajo estudiantil en Ayacucho (Frente Estudiantil Revolucionario), inicia una serie de luchas en las que logra involucrar también a la población, la respuesta del gobierno es brutal. Lo que lejos de apaciguar los amigos radicaliza aún más a la población, finalmente el gobierno logra asumir el control militar de la región pero la coyuntura es aprovechada por el grupo de Abimael Guzmán (Gonzalo) para ganar a sus ideas a un buen número de jóvenes y trabajadores de la región, este será el sustento de masas para el inicio de una lucha para refundar al PC sobre la base doctrinaria del maoísmo justificándola en una lectura muy sui géneris de Mariátegui, para 1975 culmina esta fase de depuración interna y se comienza los preparativos para el inicio de la guerra popular, la base de apoyo ya existía (Ayacucho en particular), el partido acababa de ser refundado y el ejército estaba en formación.

El proceso electoral de 1980 fue el pretexto para iniciar la lucha armada, la cual se declaró por medio de algunas actividades de propaganda y uno que otro atentado.

Perú era hasta entonces uno de los países de América Latina donde la actividad sindical y política de los trabajadores estaba más influenciada por las ideas socialistas, pero dada a total incapacidad de los partidos de izquierda para ofrecer una alternativa revolucionaria y el absoluto fracaso de la burguesía peruana para desarrollar las fuerzas productivas (en 1960 todavía el 60% de la población vivía en el campo), provocaron que gran cantidad de jóvenes, campesinos y sectores desesperados de las barriadas pobres se integraran a la lucha guerrillera, el crecimiento relativamente grande de Sendero luminoso durante los ochentas se debió a esta falta de alternativas.

Para 1989 se calculaba que Sendero contaba con unos 10 mil hombres y tenía el control de al rededor de 300 poblados de la selva y la sierra del Perú, ese era el año del famoso equilibrio estratégico. El 1º congreso (1991) del partido proclamó el equilibrio estratégico y anunció el inicio de los preparativos para pasar el escenario de acción de la ciudad al campo, el Partido Comunista Peruano (PCP) era una organización “monolítica”, no había lugar para disidencias, las cuales cuando no existen causes formales se resuelven por la vía informal, la detención de Gonzalo en 1993 parecía responder a este hecho, muchos presos de Sendero entre ellos Osman Morote (supuesto número 2) empezaban a plantear la posibilidad de terminar con el conflicto. Por otro lado existían reticencias por parte de algunos sectores dentro de Sendero, a pasar el escenario de actividades del campo a la ciudad, es muy probable que la detención de Gonzalo fuera el resultado de alguna delación desde dentro, ya que si bien la actividad represiva del Estado fue impresionante, desde la llegada al gobierno de Fujimori y aún más con el golpe de Estado que promovió para consolidar un poder casi dictatorial, la represión no era menor en otros tiempos; tan sólo en el período de 1980 a 1983 fueron desaparecidas al rededor de mil personas por parte de las fuerzas armadas y la policía, según un informe de Amnistía Internacional. Durante el gobierno de Alan García tampoco hubo mano blanda; en el año de 1986 más de cuatrocientos presos senderistas fueron masacrados en el penal de Canto Grande.

En términos políticos se acercaba una crisis, el proceso de crecimiento había llegado a su máximo posible en las condiciones que se encontraban, Sendero mismo entendía que tenía que darse el siguiente paso, no se puede proclamar el equilibrio estratégico y seguir actuando como grupo terrorista o cuando más como guerrilla tradicional, en los hechos lo que se demostró fue que tal equilibrio no existía y que los métodos empleados por Sendero generaron todo lo contrario de lo que pretendían lograr, el callejón sin salida de la guerrilla se mostró claramente en la crisis que provocó la detención del Gran timonel de la revolución peruana.

 Si bien la bancarrota del capitalismo peruano le daba —y aún le dan— una inacabable base social entre los sectores más aplastados por la miseria, su táctica de asesinatos a todo aquel que cuestiona su política, los separan de sectores decisivos del proletariado y de las masas.

Las organizaciones sindicales estaban prácticamente inactivas producto tanto de la represión del Estado como la de Sendero, en general las luchas tanto en la ciudad como el campo estaban desarticuladas, la propaganda burguesa de identificar a los métodos de Sendero con el marxismo, provocaban desmoralización y desorientación, en los hechos la sociedad peruana se estaba inundaba de prejuicios contra lo que pudriera significar la lucha por el socialismo. El proceso electoral donde —ante la falta de otra cosa— fue electo Fujimori en 1989 fue una buena muestra de ello.

Desde la detención de Gonzalo se inició una ofensiva político militar que disminuyó en mucho, —según algunos cálculos en un 90%— la capacidad ofensiva de Sendero. Pocos años después, desde la cárcel Gonzalo planteó como línea estratégica la necesidad de un tratado de paz, es decir, un abierta capitulación respecto al Estado peruano, ello sin duda era una muestra significativa de que el movimiento creado en los setentas como PCP estaba acabado. No obstante algunos remanentes del ala más recalcitrante de la organización, continuaron funcionando bajo las órdenes del “camarada Feliciano” el cual también terminó detenido ya durante la gestión de Alejandro Toledo en 1999.

Sendero luminoso desató una guerra que según cálculos gubernamentales significó cerca de 70 mil muertes, de ellos 31 mil corresponden a policías, militares y elementos considerados como colaboradores del Estado, los demás, cerca de 40 mil, eran miembros, simpatizantes o trabajadores y campesinos que el Estado y sus grupos paramilitares —conocidos como rondas campesinos— asesinaron para generar el ambiente de terror tal que la guerrilla no pudiera seguirse desarrollando. Estos datos que el mismo Alejandro Toledo reconoció son una muestra de la profundidad del conflicto.

Estos datos son también una muestra de que decenas de miles de campesinos y pobres del Perú, pese al carácter reaccionario de su dirigente, pelearon y murieron por la transformación social. Solamente el nivel de desesperación que produce el podrido régimen capitalista peruano puede explicar que estos hombres y mujeres se hayan sometido a la política criminal y generalmente absurda de Abimael Guzmán, el cual tuvo la cobardía de ofrecer un tratado de paz con tal de recuperar la libertad personal, cuando cientos de sus camaradas fueron torturados y masacrados en diversos episodios del conflicto; en ese sentido resulta destacable el asesinato en masa de más de 400 presos senderistas en el penal de Canto Grande en 1985 bajo las órdenes de Alan García.

Aún existen núcleos que se reivindican como senderistas en la selva peruana, su acción es relativamente pequeña pero no desdeñable, no obstante como hemos señalado, son más bien un síntoma de la absoluta falta de alternativas que ofrece el capitalismo peruano a ciertos sectores.

Por supuesto, los crímenes del Estado en la guerra contra Sendero, no pueden ni deben olvidarse, son una muestra del carácter bestial que puede asumir un régimen en decadencia cuando se siente en peligro y es responsabilidad de las fuerzas renovadas del movimiento sindicalista, campesino, estudiantil y el movimiento marxista en general, el luchar por el socialismo como único medio de hacer pagar al Estado burgués sus crímenes.

El marxismo considera positivo para los intereses del proletariado todo aquello que contribuya a fortalecer su nivel de organización y lucha y es nocivo todo lo que genere lo contrario, los marxistas no solo no reconocemos, sino que rechazamos y denunciamos los métodos de Sendero como absolutamente ajenos al marxismo revolucionario.

El nivel de organización del proletariado producto de la guerra senderista no aumentó sino todo lo contrario, la situación de represión y miseria en el campo y la ciudad es hoy infinitamente mayor, este es el resultado concreto de los métodos de la guerrilla y terrorismo individual que implementó Sendero luminoso.

 Lo que queda de Sendero es un conjunto de organizaciones formada fundamentalmente por campesinos y lumpen-proletarios, que no defienden una teoría y un método marxista, sino estalinista, impregnado de maoísmo adaptado muy libremente por Abimael Guzmán.

Las masas peruanas se levantarán contra su opresores y por lo tanto, sólo el desarrollo de una alternativa revolucionaria en el Perú, garantizará que organizaciones como Sendero no se desarrollen.

Ni el estalinismo de Sendero, ni el capitalismo corrompido y decadente son la solución para el Perú. Sólo la revolución socialista basada en la acción consciente del proletariado puede construir una auténtica democracia obrera, único régimen capaz de llevar hacia adelante una transición hacía el socialismo, y la construcción de una organización que impulse esta lucha es la tarea de los auténticos marxistas en Perú.

La experiencia cubana

“Castro no es comunista, pero los americanos lo transformarán en comunista dentro en dos años”

Nikita Krushev, 1960

Una victoria guerrillera que sirvió de enorme estímulo al auge de este método de lucha en los años 60´s y 70’s fue el movimiento “26 de Julio” liderado por Fidel Castro y Ernesto “Che” Guevara, que en 1959 se alzó con la victoria frente a la dictadura de Batista.

El PC cubano, tal como sus hermanos de América Latina y el mundo, era una veleta que se movía según la dirección del viento que hiciera en Moscú, incluso en los primeros años del régimen de Batista llegaba a identificar a este como parte de la “burguesía progresista” y como “antiimperialista”, llegando incluso a participar con dos ministros en su primer gobierno. En 1947 acusaban a Fidel Castro de gángster. Incluso más tarde  —cuando giraron 180 grados y cambiaron su actitud hacia éste— dudaban que el dictador pudiese ser derrocado y llamaban a la formación de un gobierno democrático de coalición.

La guerrilla cubana no surge pues ni del Partido Comunista ni del movimiento obrero, sino de grupos de intelectuales y estudiantes radicalizados después del segundo golpe de estado de Batista en 1952. A partir de esto, Fidel y un grupo seguidores inician la preparación de una guerrilla, su acción más importante y con la cual pensaban desencadenar un levantamiento popular, fue el asalto con 120 hombres al cuartel Moncada el 26 de julio de 1953. La intentona fue un fracaso, casi todos los atacantes fueron muertos y Fidel detenido. Por aquellos días el pensamiento de Fidel era fundamentalmente de carácter democrático.

Fidel es expulsado de Cuba y reside en México, donde prepara un nuevo grupo guerrillero que regresa a Cuba en 1956.

El grupo guerrillero de Fidel se orienta rumbo a la Sierra Maestra desde donde protagonista distintos combates contra las fuerzas de Batista.

En la situación peculiar de Cuba donde una pequeñísima oligarquía detentaba el poder, solamente sustentada en la férrea dictadura militar de Batista, era francamente peligrosa hasta para la misma burguesía nacional y a diversos sectores del imperialismo norteamericano, que tal como hicieron con el dictador Huerta en México (1914) abandonaban a Batista a su suerte luego de cobrar muy cara la factura por el apoyo otorgado, dicho en otras palabras todos especialmente los trabajadores estaban hartos de Batista. La acumulación de contradicciones llegó a un punto imposible de sostenerse un momento más y se suscitó una explosión social prácticamente espontanea en donde la clase obrera jugó un papel importante, la caída de Batista se parece mas a la caída del zar en febrero del 17 que a la victoria bolchevique de Octubre.

Por supuesto que el movimiento campesino que siguió con las armas al Movimiento “ 26 de julio” y se integró a él, fue pieza clave, dado que en otras experiencias revolucionarias es precisamente la apatía del campo la que permite a la reacción recomponerse. En el caso de Cuba no había alternativa, salvo el exilio, para las clases sociales sostenes de la reacción.

El ejército rebelde que un mes antes de la caída de Batista contaba a lo sumo con 3 mil combatientes frente a más de 70 mil hombres de las fuerzas regulares, venció por el impresionante apoyo a la Huelga General convocada el 1ª de Enero, ante la cual el ejécito, totalmente desmoralizado al grado que ya había dado muestras de algunas deserciones, simplemente se desmoronó. No se trata aquí de afirmar que la guerrilla no jugó un papel importante, sino que de ningún modo fue el factor decisivo, es decir en este caso particular no fue la guerrilla, sino la total podredumbre del régimen la que desencadenó la insurrección, con la cual muchos dirigentes burgueses como el ex-presidente Carlos Prío Socarras estaban de acuerdo:

“La estrategia común para derrocar a la tiranía es la insurrección armada, reforzando en un plazo mínimo todos los frentes de combate, armando a los miles de cubanos dispuestos a combatir por la libertad. Movilización popular de todas las fuerzas obreras, cívicas, profesionales, económicas, para culminar el esfuerzo cívico en una gran Huelga General...”[4]

Este pronunciamiento político en el que sectores de la burguesía cubana participan, plantea además la formación de un gobierno provisional luego de la caída del dictador, en realidad la burguesía sería absolutamente incapaz de sostener de manera real ningún gobierno, dicho gobierno provisional se formó pero bajo la tutela de la única fuerza militar existente realmente en ese momento: la guerrilla, que por otro lado otro lado es innegable que crecía en influencia y capacidad de lucha, lo que le permitió llenar el vacío dejado por Batista.

La Fuerza decisiva de la revolución cubana es pues sin lugar a dudas el proletariado que por medio de la huelga general desbarató al Estado burgués cubano de aquel entonces pero, lamentablemente el proletariado no jugó nunca un papel dirigente en la revolución, el cual se disputaban los dirigentes guerrilleros y los sectores de la burguesía que habían exigido la caída de Batista, esto a la larga definiría el rumbo de la revolución.

En cuanto la orientación política del “movimiento 26 de julio” tenemos que decir que Fidel y sus seguidores no tuvieron en algún momento como objetivo los ideales del socialismo, algunos podrán objetar “si los tenían pero por cuestiones tácticas los ocultaban a las masas”. Sin embrago no existe alguna evidencia de que esto fuera cierto, es más, sus documentos políticos están impregnados de las ideas de los seguidores de la democracia parlamentaria burguesa norteamericana como Jefferson, Franklin o Lincon. El método de Lenin y Trotsky no era fundamentar su programa y sus ideas en la burguesía, sino se basaban en la estrategia conciente, un programa, un partido para dirigir a los trabajadores y campesinos rusos a la toma del poder y hacía el socialismo.

El objetivo de Fidel y los suyos era derrocar a Batista del poder y crear una democracia parlamentaria. Ya en el poder, Fidel afirmaba a la Asociación de Banqueros el 6 de marzo de 1959, que no tenía la intención de “nacionalizar ninguna industria”. En una entrevista al periodista norteamericano Jules Dubois en la sierra Maestra en 1958 Castro afirmó “…nunca he sido ni soy comunista, si lo fuera tendría el suficiente valor para proclamarlo”

La bancarrota absoluta del capitalismo cubano y la presión de las masas obligaron a los dirigentes de la revolución a tomar una serie de medidas imprescindibles para hacer funcionar la economía, pero dada la situación estas empezaron a chocar con los intereses de la gran burguesía y el imperialismo. El nerviosismo hizo presa del gobierno norteamericano y sus socios, los cuales empezaron a presionar para derribar la revolución.

Aún medidas imprescindibles y de carácter democrático burgués constituían un problema para el imperialismo. Por ejemplo la tímida reforma agraria (17 de mayo) que afectaba tan sólo a las propiedades agrícolas superiores a 4 mil 22 hectáreas (comparémosla con las 100 de México), era una agresión contra los latifundio norteamericanos que por aquel entonces poseían algunos 227 mil hectáreas.

El viaje de Fidel y su entrevista con Nixon no solucionaron nada, los EE UU estaban dispuestos a presionar lo que fuera necesario para instalar un gobierno amigo de los inversionistas extranjeros, es decir, de la rapiña imperialista.

Los dirigentes cubanos se enfrentaban a una disyuntiva; mantenían el poder lo que significaba continuar con las reformas, ya que las masas estaban presionando en ese sentido, o abandonarlo permitiendo el advenimiento de la contra revolución, optaron por la primera opción el 16 de abril de 1961 Fidel declaraba:

“Antes que nada y sobre todas las cosas somos marxistas leninistas

Posteriormente declararía:

“Ese es el camino que hemos elegido que hemos seguido; el camino de la lucha antiimperialista, el de la revolución socialista. Porque además no había ninguna otra posición”.

El mismo Fidel que prometía a los banqueros un año antes el respeto a la propiedad privada, o que viajaba a EUA entrevistándose con Nixon para pedir apoyo económico, ahora se declaraba un ferviente marxista leninista. ¿Por qué?

La razón es que esa era la única salida que tenían para mantener el poder y asegurar las mejoras que las masas exigían. Nuevamente quedó confirmado que en la revolución democrática en los países oprimidos por el imperialismo, las medidas democráticas burguesas no bastan y que si la revolución no quiere fenecer debe avanzar rumbo a medidas de carácter socialista, este es uno de los principios básicos de la teoría de la revolución permanente.

Las nacionalizaciones y la planificación no eran algo preconcebido, era producto de la fuerza del proceso revolucionario en el cual los dirigentes se vieron envueltos y tuvieron que actuar en consecuencia. Ni duda cabe de la sincera voluntad revolucionaria de Castro, el Che, Camilo y la gran mayoría de los dirigentes del movimiento, pero ante su escasas referencias sobre lo que realmente es el marxismo, tuvieron que seguir el modelo de la URSS para emprender el sinuoso camino al socialismo.

Una URSS cada vez más burocratizada y conservadora, no sólo copiaron la planificación económica (algo absolutamente positivo), sino también el régimen autoritario de partido único, la idea del socialismo en un solo país y la inexistencia real de instrumentos de poder del proletariado, lo que aseguraba de antemano que el poder de la burocracia no tuviera ni control ni contrapeso mas que las acciones correctivas que la capa dirigente en torno a Fidel considerara oportuno adoptar cuando las cosas fueran demasiado lejos. Así cada determinado tiempo Fidel tenía que impulsar medidas de rectificación desde arriba para, de alguna manera, contener los apetitos de la burocracia y preservar el sistema.

Si en el caso de Rusia que tenía muchísimos más recursos naturales y potencial económico que Cuba, el aislamiento de la revolución fue el factor clave que provocó que la revolución degenerase, en una pequeña isla como Cuba, con una población y recursos naturales mucho menores que Rusia, el intento de desarrollar un socialismo aislado sólo podía tener alcances muy limitados, especialmente tomando en cuenta el bloqueo económico y los sabotajes impuestos por el imperialismo norteamericano.

Por supuesto la extensión de la revolución en América Latina hubiera permitido la ruptura de la lógica aislacionista del socialismo en un solo país, esto seguramente lo entendía el Che e intentó remediarlo impulsando las luchas guerrilleras en los países dependientes, la intención era la correcta, el método no.

La ausencia de una orientación conciente resultado de un análisis marxista y de años de lucha entre las masas, su llegada al poder en base a un ejército guerrillero y la inexistencia de ningún tipo de supeditación real a la clase obrera, provocó que los dirigentes cubanos, independientemente de sus intenciones quedaran elevados por encima de las masas, primero por medio del ejército y luego de la burocracia partidario - estatal que fueron construyendo paulatinamente. Las condiciones de existencia determinan la conciencia. El comandante de la guerrilla era ahora el comandante del Estado, el principio de autoridad era el mismo, aunque los roles fueran distintos, las medidas se tomaban y aún se toman buscando el apoyo de las masa pero no la participación conciente de las masas en la dirección del Estado, es decir, las masas pueden apoyar pero no de decidir, el partido es más un instrumento de control que una expresión organizada de la clase obrera, esto hace imposible el auténtico socialismo.

El propio Trotsky decía, cuando se le echaba en cara no haber utilizado su enorme autoridad en el ejército para mantener el poder frente a Stalin, que si él y sus colaboradores más cercanos hubieran intentado sin la participación de las masas, frenar la burocratización, que eso habría sido imposible y ellos mismos hubieran quedado en una posición de degeneración burocrática, lo que a la larga no hubiera resuelto ningún problema.

A pesar de las medidas que tomó el régimen cubano como la creación de los comités de defensa de la revolución, estos no tenían nada que ver con los soviets, no eran ni son órganos electos por los trabajadores ni habían surgido del proceso de organización y lucha de la clase obrera en el combate al régimen, tampoco tenían un papel en la toma de decisiones y en el control de la burocracia. Esto mismo ocurría con otros aspectos de la vida política de la isla: los candidatos en las elecciones tenían que ser del PC, y resulta que todos los órganos del PC eran nombrados por la dirección del partido. El PC cubano castrista, fundado en 1965 no celebró ningún congreso sino hasta 1975, hay que contrastar esto con la exigencia de Lenin de celebrar el congreso del partido una vez al año aún en situaciones tan difíciles como la guerra civil, para ver las diferencias de los métodos del marxismo con respecto a otros.

Por otro lado el aislamiento a que fue sometida la revolución llevó a Cuba a una dependencia casi total con respecto de la URSS, cuyas ayudas económicas se tornaban imprescindibles para la isla, al grado de que al colapsar la URSS, la región se a visto en la necesidad de emprender reformas de mercado, abriendo así la posibilidad para el desarrollo de una nueva burguesía en Cuba, base social interna para la contrarrevolución.

Políticamente Cuba era y es un punto de referencia para la revolución latinoamericana, pero especialmente durante el periodo de dependencia respecto de la URSS, no hizo sino reproducir la misma dinámica que el Che y Fidel llegaron a criticar respecto a los viejos partidos comunistas, es decir, supeditar los aspectos de la diplomacia estilo soviético a los de la revolución en los pueblos del continente. Así, uno de los factores de la derrota de la revolución sandinista se debe a los consejos de la dirección cubana, para no seguir los pasos de Cuba y cuidar al sector capitalista en Nicaragua.

En el momento de la caída del bloque soviético, surgió en el seno de la burocracia una tendencia precapitalista admiradora del camino seguido por la burocracia china, dicha tendencia fue creciendo y fortaleciendo posiciones. A finales de los noventas parecía que sólo la existencia de Fidel, que como revolucionario nunca aceptaría bajar las banderas del socialismo, se interponía para un franco proceso de restauración capitalista.

No obstante, con el triunfo de Hugo Chávez en Venezuela, las cosas cambiaron. Los aires que necesitaba una amplia capa de jóvenes y trabajadores para fortalecer su confianza en el socialismo, permitieron que se fuera formando un ala que, libres del dogmatismo estalinista, relancen la lucha contra el capitalismo. La revolución latinoamericana de principios de los noventas ha creado un ala socialista que seguramente tratará de acompañar al proceso continental en un sentido de relanzar el socialismo en Cuba e impulsarlo en todo el continente. En el momento en que escribimos estas líneas (abril del 2008), la situación cubana tiende a polarizarse y pos supuesto los marxistas de todo el mundo esperan y se solidarizan con los nuevos socialistas cubanos que deben avanzar por completar la tarea que los revolucionarios del Movimiento 26 de julio comenzaron.

El caso cubano es una muestra de que el método guerrillero no genera las bases políticas del socialismo, es decir; democracia obrera, sino del poder de un grupo bien o mal intencionado que puede caer con facilidad en todo tipo de desviaciones.

Es necesario recalcar que los marxistas defendemos por principio a la revolución cubana, en particular el sistema de economía planificada, y que es a la clase obrera y a la juventud cubana a quienes corresponde el luchar por defender la revolución por medio del establecimiento de la genuina democracia obrera.

Por supuesto apoyar la revolución cubana es obligación de todo trabajador, joven y en general activista del movimiento de masas latinoamericano, y la mejor manera de apoyarla e impulsar las transformaciones en Cuba es impulsar la revolución en cada uno de nuestros países.

El foquismo

De la experiencia cubana surge una corriente de ideas sobre la guerrilla, el llamado foco guerrillero, su principal teórico Ernesto Guevara de la Serna, proclama: ”No siempre es necesario esperar a que estén dadas todas las condiciones para la revolución, el foco guerrillero puede crearlas”. Así pues, basados en el entusiasmo por la revolución cubana y queriendo convertir una situación muy particular —como lo fue la caída de Batista— en una regla general, miles y miles de jóvenes latinoamericanos siguieron los consejos del Che, que hasta llegó a publicar un manual de guía para el guerrillero foquista.

Ernesto Guevara, nacido el Rosario, ciudad argentina, se encontraba en México cuando Fidel fue expulsado de Cuba luego de la amnistía decretada por Batista a él, a su hermano Raúl y algunos revolucionarios mas. El Che se entregó en cuerpo y alma al proyecto de Fidel, primero como médico de la expedición que partió en el Granma y luego, ante la fuerza de la necesidad dirigiendo una columna guerrillera. Un recorrido por los acontecimientos demuestra que, indiscutiblemente el movimiento guerrillero cubano está firmemente cobijado con un movimiento campesino muy poderoso y una estructura urbana bastante compleja y vinculada con todos los movimientos sociales de Cuba. A decir verdad, en Cuba no fue un foco guerrillero quien creó las condiciones revolucionarias, Fidel y sus camaradas no llegaron Cuba a crear la guerrilla, llegaron a asumir los puestos de dirección que por supuesto posibilitaron un triunfo relativamente rápido sobre el régimen de Batista.

Lamentablemente el Che sacó conclusiones equivocadas respecto a su experiencia sufriendo en carne propia los fracasos de sus teorías, primero en África y luego en Bolivia. Por supuesto los revolucionarios de todo el mundo rinden justo homenaje al espíritu internacionalista y abnegado del Che, y puede ser considerado como una de las figuras universales que América Latina ha aportado a la revolución social, por esa misma importancia se requiere hacer una valoración realista del papel de la teoría del foquismo, juzgada no por sus intenciones sino por sus alcances. Ernesto Guevara murió como comunista convencido y está claro que incluso en sus últimos días no dejo de ser un crítico tenaz de todo lo que consideraba importante para dar pasos firmes en el triunfo definitivo del socialismo. Ser críticos con el foquismo es sin duda ser consecuentes con el Che.

Toda una generación de revolucionarios abnegados incluyendo el mismo Che, morirían en las montañas y en la selva, totalmente aislados de la clase a la que decían representar. Esta es una amarga lección que hoy en día muy pocos han logrado captar y que tal vez cueste todavía mucho por asimilar, producto de la falta de alternativas que los dirigentes de las organizaciones de masas del proletariado ofrecen a los jóvenes y trabajadores que quieren combatir al capitalismo.

Movimientos armados inspirados en el foco revolucionario surgieron en todo el continente incluyendo México, Venezuela, Perú, Colombia y por supuesto Bolivia, el país con uno de los proletariados más beligerantes de América Latina, que ya en 1952 se había encargado de derrocar una dictadura militar por medio de la insurrección y que en 1971 cuatro años después de la muerte del Che, repetiría nuevamente la hazaña.

El foquismo rápidamente se puso de moda en todo el continente. Las consecuencias del fracaso de dicho método aún no son plenamente asimiladas por una capa de sinceros luchadores que lo siguen viendo como una alternativa.

El método del foquismo podría sintetizarse en lo señalado por la Primera Conferencia de la Organización Internacional de partidos y grupos revolucionarios (OLAS) el 10 de agosto de 1967, casi dos meses antes de la muerte de Che en Bolivia:

"En muchos países, las especiales condiciones del campo, una topografía favorable y una base social predominantemente revolucionaria unida a la especial adopción de medios tácticos y de los ejércitos profesionales para reprimir al pueblo en las ciudades; e incapaces en cambio de adaptarse a la guerra irregular, hacen de la guerrilla la fundamental expresión de la lucha armada, las estructura más formidable de los revolucionarios y su vanguardia indiscutible".

Para ejemplificar las consecuencias de dichas concepciones y los métodos que implican emplearemos tres ejemplos, que los mismos foquistas consideraron los más desarrollados de su tipo. Todos ellos surgieron bajo la inspiración cubana, y se dan en medio de vertiginosos acontecimientos que llegan a poner a la burguesía al borde del abismo. Procesos prerrevolucionarios que estuvieron a punto de estallar y el papel que jugaron los grupos foquistas en ellos, será lo que trataremos de explicar a continuación. Los años setentas vieron en Venezuela, Guatemala y Uruguay grupos guerrilleros que podríamos catalogar como foquistas:

Venezuela

El 23 de enero de 1958 estalla una insurrección popular apoyada por el ejército. El régimen de Pérez Jácome cae como un castillo de naipes. El Partido Comunista Venezolano confiado en la preponderancia de la burguesía nacional durante el proceso, deja toda la incitativa a la socialdemocracia y en particular a su líder de aquel entonces Rómulo Betancourt.

Acción Democrática (AD), el tradicional partido de la socialdemocracia venezolana entra a un gobierno de coalición con otros partidos burgueses.

No obstante dicho gobierno no resolvió nada, la caída de Pérez Jácome, más bien abrió un periodo de intensas convulsiones, al grado que las juventudes de AD se escinden para conformar el Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR). Dicho grupo en 1960 adoptaría, bajo el influjo de la revolución cubana, a la lucha armada como el principal camino para la revolución.

Fieles a la moda del momento, el Partido Comunista también adopta posiciones similares e inicia el entrenamiento de diversos grupos, aunque fue sólo hasta diciembre de 1962 cuando adoptan de forma oficial al guerrillerismo como el método principal para la revolución venezolana.

No obstante no fueron ni el PC, ni el MIR los que iniciaron de forma franca el conflicto guerrillero; durante mayo y junio de 1960 los destacamentos militares de Puerto Cabello y Carúpno se sublevan. El movimiento que encabezaron dichos militares era de carácter nacionalista y tenía como objetivo atraer tras de sí la todo el ejército, pero su tentativa fracasó. En pocas semanas los participantes tienen que huir al campo, iniciándose con esto el conflicto guerrillero al que se integraron los grupos del MIR y del PC, que se habían estado preparando para una oportunidad como esta durante meses.

Producto de la fusión de todos estos grupos se forman en 1963 las Fuerzas Armadas de Liberación Nacional FALN, que en su mejor momento llegaron a contar con al rededor de 5 mil efectivos divididos en áreas rurales y urbanas. Paradójicamente el auge del movimiento guerrillero se dio al mismo tiempo que un brusco declive en las luchas urbanas.

De hecho desde la insurrección de 1959 hasta la sublevación militar de 1962, la combatividad de los trabajadores venezolanos parecía no tener límite. Dicho auge del movimiento de masas sólo podía desembocar en el estallido de una revolución en toda la línea o en un periodo de brutal reacción.

A las larga el desgaste de las luchas de los trabajadores se hizo presente. Otro hecho de que el movimiento de masas menguara, fue el hecho de que la mayor parte de las organizaciones que se decían revolucionarias y que tenían alguna influencia importante, adoptaron un punto de vista militarista sobre el desarrollo de la revolución. Esto, aunado a todos los errores heredados de estalinismo, engendraron una total incapacidad para intervenir de modo positivo en una situación prerrevolucionaria que poco a poco de fue diluyendo.

Según el punto de vista de Che, el foco sería una especie de catalizador del movimiento, es decir, aceleraría el proceso de creación de condiciones subjetivas para la revolución, mas en Venezuela sucedió todo lo contrario; es decir los cuadros y dirigentes que el movimiento necesitaba, en lugar de nutrirlo lo abandonaron para construir el aparato militar guerrillero. Así la consecuencia fue que, por un lado el movimiento de masas entró paulatinamente a un impasse y por el otro luego de un inicio prometedor, los focos guerrilleros fueron desapareciendo. Realmente el problema es que si el ambiente general es de reflujo, la guerrilla no lo reanima sino que ésta misma se aísla y es mas fácil presa de la represión.

De 1963 a 1965 todas las columnas guerrilleras fueron derrotadas o dispersadas. Regis Debray, en ese tiempo principal promotor de los métodos del foquismo aceptaba un hecho que era común en las filas de aquellos guerrilleros:

"Muchos militantes habían ido a la montaña convencidos de que bajarían a los seis meses de allí para desfilar como héroes por las calles. Por eso algunos cuando vieron desplomarse este cuento de hadas político, pidieron de buena fe su licencia."

Las FALN se convirtieron en 1965 en un organismo autónomo del PC y del MIR, esto con el objetivo de facilitar el accionar del grupo y separarlo de las disputas partidistas. No obstante esta separación dio pie a una posterior degeneración de la guerrilla.

La represión durante todo el periodo mencionado fue brutal; en 1963 fueron asesinados 80 cuadros dirigentes del PC. Para 1965 el número de militantes del PC en la cárcel superaba los mil 500, para 1967 el número de guerrilleros en armas no superaba las 100 personas. La represión diezmó a toda una generación de activistas sindicales, estudiantiles y campesinos. Para finales de la década, el PC entró a una serie de crisis que lo anularían como el principal partido de los trabajadores en Venezuela.

No podemos atribuir al guerrillerismo todos los pecados del PC y del MIR, mas es indiscutible que una de las razones que a la larga determinarían su fracaso, fue el liberar una guerra al margen del pueblo trabajador.

Teodoro Petkoff, un miembro del PC que después fundaría junto con otros el Movimiento al Socialismo (MAS), participó de manera activa en la guerrilla hasta su detención en 1964. A pesar de que nunca entendió el como y el porque de su derrota, describe de forma muy clara la impotencia en la que termina el foco guerrillero después de su primera fase espectacular:

"Mientras ésta (la lucha guerrillera) se lleva acabo derrochando heroísmo, la burguesía y el capitalismo venezolanos siguen tan tranquilos, la lucha no les perturba en lo más mínimo".[5]

La derrota de la guerrilla no significó el fin de la revolución, años más tarde cuando muchos exguerrilleros se integraban a los gabinetes de presidentes como Rafael Caldera, las masas encontraron sus propios cauces para impulsar el proceso revolucionario. Hoy Venezuela vive una revolución que tiene como génesis no el movimiento guerrillero de los sesentas sino el levantamiento popular de 1989, conocido como el “Caracazo”, que dio pie al levantamiento militar de Hugo Chávez en 1992 y a su triunfo electoral en 1998. Paradójicamente activistas de la guerrilla como el propio Petkoff, son ahora los más furibundos contrarrevolucionarios en Venezuela.

Guatemala

Una huelga general había derrocado en 1944 al dictador Jorge Ubico. Desde entonces y hasta 1954 se permiten en el país una serie de libertades políticas poco comunes en esos tiempos. Durante este periodo democrático es electo en 1950 Jacobo Arbenz, uno de los jefes militares del levantamiento de 1944. El gobierno de Arbenz, muy afín al Partido Comunista (Partido Guatemalteco del Trabajo, PGT fundado en 1949), comienza una serie de medidas de carácter democrático burgués, como fue el caso de la reforma agraria, la cual afectaba a una de las compañías transnacionales más influyentes, la United Fruit company.

La CIA, apoyada el los sectores más reaccionarios de la burguesía local, impulsan un golpe de Estado en 1954. Los comunistas, confiados en su "burguesía progresista" no asumieron ninguna iniciativa para evitar el triunfo del golpe. Si bien se crearon destacamentos de trabajadores para combatir a los golpistas, estos nunca fueron armados por el gobierno. Así el golpe triunfó.

La revolución cubana provocó amplia simpatía en un sector del ejército, que veía el golpe de 1954 como una afrenta, como un acto de intervención norteamericana. Éste sector esperaba un momento oportuno para revertir la situación de postración nacional, por lo menos eso era lo que pensaban los militares que el día 13 de noviembre de 1959 se levantan en armas ocupando algunos cuarteles. El movimiento fue finalmente sofocado, no obstante sus dirigentes forman el movimiento guerrillero MR-13.

Por su parte el PTG también animado por las nuevas teorías de lucha armada, emprende un infructuoso intento de focos guerrilleros en 1962. De los sobrevivientes de ese primer intento se fundan las Fuerzas Armadas Rebeldes, brazo armado del PTG. Dicho movimiento llega a integrar a unos 300 guerrilleros divididos en diversos focos en el territorio guatemalteco.

A diferencia de sus colegas venezolanos, los guerrilleros guatemaltecos lograron cierto apoyo en las comunidades indígenas, lo que les permite una cobertura suficiente para impedir la acción del ejército para aniquilarlos. Las expropiaciones, el secuestro y los asesinatos, es decir, el terrorismo individual poco a poco va ampliando su importancia en las acciones de las FAR. El asesinato del embajador norteamericano (el verdadero hombre fuerte de Guatemala) y del embajador alemán son sus principales "logros".

1967 marcó un punto de inflexión en el movimiento; luego de una simulación de distensión al inicio de la gestión como presidente de Mario Méndez Montenegro, un demagogo abanderado por el "Partido Revolucionario", se lanza una masiva ola de terror en toda Guatemala. Los asesinatos y torturas sacuden al país. Se calcula que entre 1966 y 1971 son asesinadas más de 15 mil personas, la mayoría campesinos y activistas de izquierda. El propio PGT sufrió la detención, tortura y asesinato de su dirección histórica cuando en 1972 es capturado todo su buró político. También desde 1967 es notorio un proceso de despolitización de la guerrilla de las FAR, al grado de que el propio PTG tiene que deslindar de ellas y formar sus propias FAR.

El PTG, aunque en 1954 hay manifestaba algunas dudas con respecto al "carácter progresista de la burguesía guatemalteco" ( ya hemos explicado que en los países dependientes del imperialismo no hay lugar para ninguna burguesía progresista), nunca dejó de tender puentes en su búsqueda. Esto facilitó sin duda tanto la ofensiva gubernamental de 1967 como la catástrofe de 1972.

El maoísmo poco a poco fue ganado terreno en los métodos y concepciones de la guerrilla especialmente en Guatemala, desde finales de los setentas comenzaron a desarrollarse movimientos orientados a establecer un periodo de preparación en el seno de las masas campesinas e indígenas.

Así de concebir al foco guerrillero como el principal artífice del movimiento revolucionario se pasó, sin abandonar la idea de la guerrilla, al intento de creación de bases de apoyo entre el campesinado fundamentalmente indígena. El discurso de una lucha de corto plazo fue cambiado por el de la guerra prolongada. De la ortodoxia guevarista que abiertamente planteaba la revolución socialista, la guerrilla se planteaba ahora la lucha por consignas democráticas en abstracto o la lucha por la cultura y tradiciones indígenas.

En Guatemala con una población mayoritariamente indígena, el tema del indigenismo se convirtió en el principal elemento del discurso y programa de la guerrilla de los setentas.

Durante este proceso surgen grupos como el Ejército Guerrillero de los Pobres, cuyo dirigente histórico en 1973 declara:

" El EGP afirma por primera vez que la revolución en Guatemala debe tener dos facetas: la lucha de clases y la lucha nacional étnica''.

Un año antes, en 1972 surge en Guatemala, como en otras partes de Latinoamérica el "guerrillersimo democrático", que abiertamente abandona la referencia al socialismo. Nos referimos a la Organización Revolucionaria del Pueblo Armado (ORPA), que en su programa declara:

"Una estrategia de amplia alianza con intelectuales progresistas de clase media y profesionales".

De una fusión de estos grupos, donde convive el reformismo con el indigenismo y el pluriclasismo surge una nueva fuerza, si bien militarmente más importante que cualquier antecedente, políticamente mucho más dispersa; la Unión Revolucionaria Nacional Guatemalteca.

En esta ocasión el movimiento desarrollaría una notable extensión abarcando regiones enteras del país, que eran consideradas de hecho como regiones liberadas. No obstante como hemos repetido en ocasiones anteriores, el elemento clave de la lucha de clases en la actualidad es el movimiento obrero y la lucha en las ciudades. Desde ahí el gobierno militar dirigido por Efraín Ríos Mont desencadenó una brutal ofensiva, las prácticas de desaparición de comunidades enteras y de terrorismo de Estado a niveles masivos se hicieron presentes.

La guerrilla ante la imposibilidad de dar una respuesta militar seria, se ve en la necesidad de retirarse dejando la las comunidades indígenas y campesinas a merced del terror. La nueva táctica del ejército no era tanto aniquilar a la guerrilla como desaparecer físicamente sus bases de apoyo. Hoy se habla de más de 150 mil muertos, la mayoría durante aquel periodo de terror gubernamental. De la derrota de ese periodo la guerrilla no volvería a recuperarse.

Desde entonces el movimiento guerrillero fue orientándose a la búsqueda de un acuerdo de paz. Luego de largos años de negociaciones llegó en 1995. Hoy la URNG se ha convertido en partido político, por cierto de presencia bastante ínfima. Luego de más de 30 años de movimiento guerrillero, la situación para las masas sigue siendo desesperada y aterradora, acosada por la miseria, la violencia de los grupos como las pandillas (maras), que por cierto de han nutrido de exmilitares. No obstante el movimiento comienza a recomponerse, con la diferencia de que un movimiento guerrillero es hoy más impensable que nunca en esa nación latinoamericana.

 No podemos decir que todo ha sido en vano, este notable sacrificio no debe pasar como un acontecimiento para recordar sólo por la carnicería ejecutada por el ejército, tampoco se debe tratar como una discusión académica meramente contemplativa. Se deben sacar lecciones para evitar nuevas derrotas, dado que las masas trabajadoras una y otra vez lo volverán a intentar.

Uruguay

Otro grupo notoriamente influenciado por las ideas del Che, fue sin duda el Movimiento de Liberación Nacional - Tupamaros, los cuales son fundados a medidos de los sesentas, producto de la fusión de diversos grupos tanto socialistas como nacionalistas, estos afirmaban:

“Todos procedimos de un mosaico de ideologías... Pero lo que positivamente nos unía, era la voluntad de crear un aparato para la lucha armada”.[6]

Su concepción del foco como pieza clave del estallido revolucionario es expresado claramente en sus proclamas políticas:

“Cuba es un ejemplo, en lugar de un largo proceso de formación de un partido de masas, se instala un foco guerrillero con una docena de hombres y este hecho genera conciencia, organización y condiciones revolucionarías que generan la revolución socialista".

Evidentemente que la teoría no era el fuerte de los tupamaros, declaraciones como estas muestran su absoluto desprecio a cualquier tipo de análisis serio y un desconocimiento no sólo del marxismo sino de la historia del movimiento obrero.

El mecanismo de la construcción no sólo del partido sino de TODO lo necesario para la revolución, es el foco guerrillero. Esta afirmación es la base de la bancarrota de toda una serie de organizaciones cuyos miembros creían poder efectuar la revolución por acción directa, sin necesidad de tanta teoría: "Las palabras dividen, la acción une". Era una máxima tupamara.

Uruguay era un país con una tradición democrática muy antigua. Desde tiempos remotos los dos partidos tradicionales de la burguesía se habían turnado en el gobierno, mientras que la izquierda era un conglomerado de partidos y organizaciones de las cuales ninguna podía considerarse la organización principal del proletariado uruguayo.

Una crisis económica continuada a lo largo de los sesentas acabó con las ilusiones de muchos sectores de la pequeña burguesía de que Uruguay era un "país europeo" situado en América del Sur. Estos sectores bloqueados por la oligarquía bloqueados por los partidos tradicionales y en una situación económica cada vez más precaria formaron la base social del MLN-Tupamaros. Así ingenieros, doctores, profesores y estudiantes, se pusieron a montar un aparato militar con un campo de operación fundamentalmente urbano, que a decir verdad hicieron funcionar muy bien.

El auge y a la vez el declive del movimiento se inician con dos espectaculares fugas masivas de los presos tupamaros. 106 hombres y 38 mujeres escapan ante la sorpresa de todo el mundo.

El MLN tenía como hemos dicho, mucho de militar y poco de político, en esos entonces sus objetivos a pesar de los discursos sobre la revolución estaban centrados en:

"Colocar al gobierno en situación de colapso tal que se llegue a sustituirlo con la participación indirecta de la orga. Obtener el reconocimiento de la orga (amnistía) y la disolución de los aparatos represivos más notorios".

El MLN-T apoyaba de manera indirecta a la alianza de izquierda conocida como Frente Amplio, que en 1971 obtuvo cerca del 20% de los votos, cuando tradicionalmente sólo llegaba al 10%. La burguesía aterrorizada por los resultados y por las acciones de los tupamaros decide iniciar en marzo de 1972 una ola de ataques terroristas en contra de locales y activistas del Frente Amplio. Los tupamaros responden con el asesinato de 4 miembros de los escuadrones de la muerte (nombre genérico de los grupos dirigidos por la policía y el ejército para torturar y asesinar activistas de izquierda).

Luego de la ejecución de algunos funcionarios de la policía y el ejército, se desata una virtual cacería contra el MLN-T, de abril a septiembre de 1972 son asesinadas 29 personas, mil 987 son detenidas y 247 escondites son encontrados.

En medio de este proceso nos encontramos con un movimiento obrero activo y en franco combate, ante el cual el MLN-T estaba evidentemente desconcertado. El ser una organización casi puramente militar se reveló como un obstáculo infranqueable respecto al movimiento de la clase obrera, la cual, para junio de ese mismo año había protagonizado nueve huelgas generales en tres meses.

El aparato clandestino del MLN-T motivo de orgullo para dicha organización (incluía "cárceles populares", hospitales, centros de espionaje y sobre todo arsenales), prácticamente desaparece para finales de 1972. Este proceso hace a los militares cada día más necesarios para la burguesía. Ante el resquebrajamiento del régimen finalmente se hacen del poder por medio de un golpe militar en 1974.

El MLN presumía, y tal vez fuera cierto, de que era de las guerrillas mejor armadas de su época, lo cierto es que indudablemente las armas no sirven de mucho si no es la clase obrera la que en forma organizada las empuña contra el opresor.

La única manera de hacer frente a la violencia reaccionaria de las bandas fascistoides era constituir comités de autodefensa en fábricas y sindicatos, armarlos y prepararlos para responder de forma masiva. El ejército no estaba unido monolíticamente, de todos es sabido que el MLN tenía células dentro del mismo y algunos sectores castrenses nacionalistas incluso habían sostenido pláticas con ellos.

Ante una acción insurreccional es evidente que el ejército no hubiera resistido, pero el MLN no era un partido, no tenía programa y su trabajo en el movimiento de masas estaba orientado a extraer cuadros para el aparato clandestino.

En el momento decisivo su militarismo los llevó a luchar aislados frente a las fuerzas represivas. Cuando los sectores vacilantes del ejército se dieron cuenta que estos no tenían posibilidades de vencer los abandonaron a su suerte.

Así, a finales de 1972 termina el último movimiento importante inspirado por las ideas del Che.

Los años posteriores al regreso de la “democracia” en Uruguay fueron de una paulatina recomposición de fuerzas del movimiento de izquierda y de un deterioro constante de los partidos Liberal y Conservador que habían compartido el poder en Uruguay casi desde su formación como Estado independiente. Así, hace pocos años arribó al gobierno el Frente Amplio aunque sobre la candidatura de Tabaré Vázquez, un político más de corte de gestor del capitalismo, que de dirigentes de los trabajadores; no obstante los pasos de Uruguay y de la nueva radicalización del movimiento latinoamericano se hace sentir cada día más. La experiencia de movimiento armado en Uruguay tampoco es una referencia para las futuras luchas.

El caso argentino

En el caso de la guerrilla urbana en América Latina, esta tuvo como principales escenarios países donde las perspectivas de un movimiento revolucionario eran posibles y la descomposición del régimen estaba bastante avanzada, las posibilidades para trasformar la sociedad eran inmensas pero nuevamente la enfermedad del guerrillerismo hizo aparición en el movimiento de izquierda que pretendía ser revolucionaria. Por supuesto, estamos muy lejos de decir que los alzamientos guerrilleristas o de terrorismo individual desviaron o determinaron la derrota de los procesos. Lo que si afirmamos categóricamente es que no contribuyeron en nada a debilitar al enemigo y a evitar la salida represiva que significaron los golpes de Estado.

En 1975, en Argentina, los Montoneros —un grupo con importante influencia en la juventud peronista— y el Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP) se lanzaron a una campaña de atentados contra militares, policías y torturadores, secuestros espectaculares y otros métodos por el estilo, pensando también que por esta vía acelerarían el advenimiento de la revolución. Las acciones individuales de estos grupos fueron utilizadas como pretexto para llevar acabo una brutal campaña de represión para “combatir el terrorismo”, en realidad las fuerzas represivas orientadas por la reacción enfocaron sus esfuerzos a reprimir al movimiento obrero. Tras la muerte del Perón y la llegada a la presidencia de su mujer —Isabel— tras la cual se encontraba lo más vil y podrido de la sociedad Argentina, la triple A (Alianza Anticomunista Argentina, integrada por militares y fascistas y dirigida por un colaborador cercano a la presidenta) pasó a la ofensiva y cientos de dirigentes y activistas obreros fueron asesinados. Con la excusa de la lucha contra el terrorismo, el gobierno prohibió las huelgas, intervino los sindicatos y obligó a miles de activistas a pasar a la clandestinidad. Los capitalistas aprovecharon la situación para lanzar nuevos ataques en el terreno económico y político.

¿Quiere decir con esto que había que cruzarse de brazos y suspender cualquier lucha para no provocar a la burguesía?, absolutamente no. En esos momentos debería haberse planteado la consigna de autodefensa armada de los trabajadores, era necesario organizar el armamento obrero controlado por los sindicatos, integrando milicias. Contra la represión de los fascistas, había que oponer la fuerza de la clase obrera organizada, convertir la represión en una derrota política y un avance para la revolución, era una tarea que debía implicar a las masas, en lugar de ello, las acciones individuales de Montoneros y ERP continuaron sin establecer ninguna ligazón con el movimiento. Una táctica marxista de lucha contra la reacción —vinculada con un programa revolucionario— hubiese acercado a esos grupos que se reivindicaban del marxismo a la base de los sindicatos peronistas, y de este modo habrían podido ganar cada vez a sectores más amplios de trabajadores, que en esos momento podían sacar conclusiones rápidamente. Pero los métodos de estos grupos en lugar de aproximarlos a la clase obrera, los fue alejando cada vez más, dejándola a merced de los dirigentes peronistas.

Sólo cuando los trabajadores con una huelga general de 36 horas, entraron en escena y adquirieron protagonismo en la lucha, cambió el rumbo de los acontecimientos. El gobierno cayó, López Rega —dirigente de la triple A— huyó del país y su organización aterrorizada por el movimiento de masas declaró una tregua. Los fascistas se ocultaron en sus guardias, pero seguían esperando el momento preciso. La clase obrera, en sólo dos días de lucha colectiva, había logrado lo que no pudo un año de acciones terroristas.

Sin embargo por este carácter colectivo y organizado, las luchas obreras y más en situaciones decisivas requieren de una dirección correcta que les brinde una táctica y estrategia, que le ofrezca un programa y les señale el camino hacia la victoria; si esto no ocurre, más pronto o más tarde la situación se tronará en su contrario, la lucha pasará del ascenso al descenso, el movimiento empezará a dividirse y este comenzará a dispersarse.

 Si hubiese existido una corriente marxista de masas en la base del peronismo, los sectores determinantes de la clase obrera hubiesen sido ganados por ella, y la situación habría cambiado drásticamente. Pero ausente esta corriente, entre los sectores de la juventud que se acercaban al marxismo, los métodos del ERP y los Montoneros parecían más atractivos, más audaces, la desorientación y el ultraizquierdismo nuevamente aparecieron.

La clase obrera temporalmente había paralizado a la reacción, pero en cuanto el movimiento entró en reflujo, las acciones de los guerrilleros eran totalmente insuficientes para detener a los reaccionarios.

Cuando los reaccionarios recuperaron confianza dieron un golpe de Estado que abrió el camino a una de las más brutales dictaduras de los últimos años, con más de 30 mil muertos y desaparecidos.

El terrorismo individual

El guerrillerismo no sólo ha sido adoptado en países capitalistas dependientes, predominantemente campesinos o con una alta población campesina, donde las relaciones de explotación semifeudales subsisten o donde la opresión de las minorías indígenas es brutal. También se han intentado introducir este tipo de métodos de lucha a sociedades industrializadas, donde el proletariado constituye una mayoría aplastante, incluso en países imperialistas. Sectores desesperados y radicalizados de la juventud sobre todo, intentaron trasladar mecánicamente estos métodos, cayendo en el ultraizquierdismo y en el terrorismo individual. Si como ya hemos dicho, existen severas dificultades para el desarrollo de estos grupos en países donde se supone hay condiciones para ello, pues es mucho peor en los casos de países industrializados donde no hay mucha selva o montaña donde esconderse o no hay un campesinado al cual levantar en alguna supuesta “cosecha de otoño”. Por lo que el futuro de estos grupos fue el de la paulatina desaparición.

El problema nacional ha sido el detonante para el accionar de los grupos de este tipo especialmente en Europa, en particular destacan en este sentido el Ejército Republicano Irlandés (IRA), que actuó durante mas de 40 años en Irlanda del norte. Pese a su carácter nacionalista el IRA decía inspirarse en una línea socialista, no obstante finalmente determinó renunciar a las armas integrando a su brazo político el Sinn Féin, en un gobierno de coalición con sus eternos rivales protestantes.

Una vez más se desdeño la política de unidad de clase frente a la de unidad en líneas nacionalistas, lo que ayudó a dividir la causa de los trabajadores y facilitó el trabajo a los provocadores del gobierno inglés que no dudaron en emplear fuerzas paramilitares protestantes para generar una espiral de violencia que desvió totalmente al IRA de sus objetivos originales. Por supuesto el problema nacional en Irlanda del norte está muy lejos de ser resuelto a pesar de que el IRA declaró en el 2005 el cese definitivo de la lucha armada. La alternativa es sin duda el fortalecimiento de organizaciones que correctamente mantuvieron la bandera del socialismo y que sin claudicar, priorizan la lucha de clases y la unidad de los trabajadores de todas las nacionalidades para resolver las lacras y enfrentamientos provocados por el capitalismo, como es el caso del Partido Socialista Republicano Irlandés, el cual por mantener una política de clase, llegó a sufrir el asesinato de uno de sus dirigentes Séamus Costelloe por parte del IRA en los setentas. Ahora resulta paradójico que quienes acusaban de traidores al PSRI compartan el gobierno con los representantes de la Gran Bretaña, mientras que el PSRI sigue luchando en líneas de clase.

Otro caso particularmente representativo es el del país vasco español. Inicialmente ETA (Euskadi Ta Askatasuna) surgió como una aplicación a las condiciones particulares de Euzcadi, de la guerra popular prolongada, esto en los primeros años de los sesentas. Bajo su perspectiva, sus acciones servirían como detonante de un gran movimiento de liberación nacional que traería a Euzcadi independencia y socialismo. En 1960 su declaración política anunciaba un ambicioso plan de acción:

”Los dos primeros años para propaganda y captación de militantes, los dos segundos propaganda y formación de activistas, los dos terceros para la recaudación de fondos, acopio de armamento y despliegue terrorista y en los dos últimos guerra de guerrillas en las ciudades y en el campo hasta poder dar asalto al poder”.

De esta perspectiva original nada se ha cumplido y ETA ha pasado por diversas etapas en cada una de las cuales ha pasado a una situación políticamente más desorientada. partiendo de la famosa guerra popular al terrorismo individual y de los ataques contra representantes del aparato del Estado a atentados cada vez más indiscriminados. A la vez que el aparato del Estado ha fortalecido sus medios represivos, que evidentemente no vacilará en emplear contra el movimiento obrero, el cual sería francamente afectado ante la promoción de una división en líneas nacionales que sólo debilitaría su accionar y le facilitaría el trabajo a la burguesía.

De forma paralela a este proceso, ETA ha abandonado paulatinamente sus referencias al socialismo, concentrándose únicamente a la Cuestión nacional que sin duda es un problema bastante profundo y complejo, tanto así que incluso las organizaciones abiertamente burguesas como el Partido Nacionalista Vasco defienden la autodeterminación de Euskal Herria. A la larga, la dispersión de las propuestas políticas de ETA lo lleva a confundirse con el PNV y otras formaciones nacionalistas que poco tienen que ver con las luchas de los trabajadores, dejando como una referencia que las distingue, la del terrorismo individual.

Por supuesto, la extrema derecha siempre se ha alimentado de la existencia de ETA para justificar sus ataques a los derechos democráticos tanto del pueblo vasco como de los del conjunto de los trabajadores, especialmente dura fue la ley de partidos políticos del 2002, que no sólo declaraba ilegal a ETA sino que convertía en delincuentes a todos aquellos que real o supuestamente declarasen apoyo a dicha organización. Mediante esta ley de corte absolutamente autoritario, han sido ilegalizados distintos frentes electorales generando, por supuesto, un callejón sin salida que a su vez da argumentos a ETA para mantener su política de terrorismo individual.

Afortunadamente las tradiciones revolucionarias de los trabajadores del Estado español son muy fuertes y sucesivamente han puesto contra la pared a la burguesía por medio de acciones de clase, como huelgas generales y movilizaciones masivas de los jóvenes; por ejemplo el 14 de diciembre de 1988 cuando una huelga general paralizó totalmente al país o en marzo del 2003 cuando el Partido Popular quiso emplear un atentado terrorista de Al Qaeda para promocionarse políticamente y prácticamente fue echado a la calle por millones de trabajadores.

 En este proceso de lucha del proletariado español, ETA francamente se ha autoexcluido, aislando y dificultando la lucha por los derechos democráticos de los trabajadores vascos causa que supuestamente defiende.

El auge de los frentes guerrilleros centroamericanos

Nicaragua

“Limitar al marxismo a la teoría de la lucha de clases, significa cercenar al marxismo, tergiversarlo, reducirlo a algo aceptable para la burguesía. Marxista sólo es quien hace extensivo el reconocimiento de la lucha de clases al reconocimiento de la dictadura del proletariado”

Vladimir Ilich Ulianov, Lenin

Las heroica lucha del pueblo nicaragüense ante la férrea dictadura de Somoza es sin lugar a dudas una de las hazañas más importantes de los trabajadores en este continente junto con la revolución cubana, y también debe de ser analizada críticamente para nutrir la memoria colectiva de la lucha de los oprimidos por su liberación.

 La forma en que fue derrocada la dictadura somocista (combinación de insurrección en la ciudad, con guerrilla en el campo), pudiera ser un ejemplo de la manera en que los marxistas proponemos el desarrollo de la revolución en países con alta población campesina, a no ser por un pequeño detalle; nuevamente el papel de la clase obrera no fue  de vanguardia de la lucha, sino de simple apoyo al movimiento del FSLN (Nacionalista de izquierda). La heroica de la lucha del pueblo nicaragüense es una ejemplo para los trabajadores, pero es necesario en este aspecto tal y como lo hizo alguna vez Marx con la dialéctica hegeliana, extraer su núcleo racional y ponerla de pie .

El FSLN había surgido en torno a un grupo de militantes del pro ruso Partido Socialista Nicaragüense que, influidos por la revolución cubana, y cansados de la ausencia de una política revolucionaria seria de lucha contra la dictadura, habían empuñado las armas en 1961. A diferencia de la guerrilla cubana, el movimiento sandinista se movió desde la reivindicación del marxismo hacia una derechización que hoy en día no sabemos dónde vaya a parar, sin embrago en 1969 así hablaba Carlos Fonseca refiriéndose a la necesidad de levantar en alto la bandera del socialismo:

..” es necesario que declaremos sin muchas vueltas que aspiramos a poner fin a la sociedad dividida en explotadores y explotados. Declaramos que nuestro magno propósito es devolver a los obreros y los campesinos y a todos los trabajadores las riquezas que por la fuerza le fueron arrebatadas. La independencia nacional, la derrota del imperialismo, son requisitos para la construcción de un mundo nuevo pletórico de felicidad. En la búsqueda de esta nueva vida, nos guían los nobles principios de Carlos Marx.”

Más adelante declara:

“Enarbolar un programa revolucionario radical es una garantía para el desarrollo de una fuerza independiente que se diferencie con nitidez de los partidos políticos capitalistas” (Nicaragua hora cero, 1969).

Tras una serie de ofensivas militares fracasadas, el FSLN entró en crisis; en 1970 en su seno surgió una tendencia proletaria que planteaba orientarse a la construcción de un partido de masas en las ciudades, en la clase obrera —algo que, aunque tenía lagunas como la ausencia de un programa claro, constituía un importantísimo y positivo paso adelante—, no obstante muchos miembros de esta tendencia fueron expulsados, y la mayoría de la dirección sandinista se orientó a el impulso de la guerrilla en el campo y posteriormente a la búsqueda de un pacto con la burguesía llamada “progresista” por ellos mismos.

No obstante es justo reconocer que en el seno del sandinismo existieron siempre tendencias que buscaron desarrollar un trabajo serio en la clase obrera y aunque ésta nunca fue la principal orientación del Frente, a la larga se constituyó en un aspecto clave para el triunfo del sandinismo, aún a pesar del empirismo con el que actuaban los dirigentes.

En 1975 se inicia una brutal ofensiva del gobierno contra el movimiento armado, el FSLN se divide en tres tendencias, la insurreccional, la maoísta o de la guerra popular prolongada y la proletaria, en estos tiempos los combatientes del Frente se contaban por cientos y las perspectivas no eran muy halagüeñas, es más, en 1977 Somoza llegó a declarar militarmente derrotado al FSLN.

La realidad era que a pesar de su política, el FSLN era visto por el pueblo trabajador como la única alternativa ante la dictadura de Somoza el cual, por otro lado se enfrentaba a conflictos cada vez más serios con la propia burguesía para sostenerse en el poder. Es la crisis en el seno de la burguesía la que permite el margen de maniobra necesario para el desarrollo posterior de los acontecimientos.

El año de 1977 surge un movimiento efervescente de las masas en todas las ciudades, a la par que la situación militar de la guerrilla era bastante mala; esta efervescencia culmina en poderosos disturbios en las principales ciudades de Nicaragua en octubre de ese año (con la participación activa de militantes sandinistas), los efectos que esta semiinsurrección provocaron los describe William Ramírez:

“Nosotros estábamos en serias dificultades. Teníamos algo más de 13 meses de incomunicación total con la ciudad. Ni siquiera estábamos enterados del fraccionamiento del FSLN. Teníamos un cerco de 2 mil guardias. Las acciones de Octubre del Frente lo que hacen es desplazar la atención de la guardia de la montaña hacia las ciudades” (citado en Revolución social, Lenin y América Latina, Martha Harneker).

Esto le da un respiro a la guerrilla y le permite reagruparse, de manera paralela el proceso de descomposición del régimen continúa tan vertiginoso como el proceso de aceleración de la lucha de clases en las ciudades. A principios de 1978 es asesinado Pedro Joaquín Chamorro, el dueño del periódico burgués más conocido de Nicaragua, esto significa ya de hecho un enfrentamiento directo entre los distintos sectores de la burguesía que era ya totalmente incapaz de ponerse de acuerdo en cómo enfrentar el conflicto que evidentemente se avecinaba.

La situación en las ciudades desde el asesinato de Chamorro se torna incontrolable y vuelve a estallar en Monimobo, Matagalpa y de manera general en septiembre de 1978 tomando por sorpresa a los mismos dirigentes del FSLN tal como lo declara Humberto Ortega en 1981:

“No fue una respuesta a un llamado del sandinismo (...) se produjo en una coyuntura que nadie tenía prevista”.

“...se nos precipitaron una serie de acontecimientos, de condiciones objetivas que no permitieron que estuviéramos más preparados, de hecho no podíamos decir no a la insurrección.”

El levantamiento de septiembre, aunque fue derrotado, significó el principio del fin del poder del somocismo en Nicaragua, los meses siguientes a pesar de la intensa represión no hicieron retroceder la lucha de masa en las ciudades, incluso el Frente dándose cuenta de ello, desplaza desde 1978 numerosos cuadros hacia las ciudades.

En marzo del 1979 se inicia la ofensiva final del FSLN, así plantea Humberto Ortega la situación:

“Después de Septiembre nosotros vimos que era necesario conjugar en un mismo tiempo y en un mismo espacio estratégico: la sublevación de las masas a nivel nacional, las de las fuerzas militares del Frente y la huelga nacional...”

El 4 de junio estalla la Huelga General aplastando definitivamente a la dictadura, Somoza finalmente huye del país para ser ejecutado unos años después en Brasil.

Es muy importante recalcar el hecho de que si bien es cierto que existía lucha guerrillera, esta sólo se empezó a constituir como fuerza capaz de enfrentarse a la guardia somocista cuando estalla el movimiento en las ciudades y es este mismo movimiento en el que participa la clase obrera como factor importantísimo, el que determina en última instancia el triunfo de la revolución sandinista.

Por otro lado la revolución no significa guerra civil, si bien en el plano de la dirección de la lucha revolucionaria el FSLN jugó un papel tan importante como el movimiento 26 de julio, también es cierto que las posiciones del Frente, desde antes de la toma del poder facilitaron la derrota posterior de la revolución.

Desde mediados de los setentas el FSLN aspiraba a la unidad con algunos sectores de la burguesía, veamos lo que declara Humberto Ortega, denominando como aliadas a “las fuerzas burguesas que van madurando un fenómeno y no se precipitan en obras aventureras como las de la CIA, las de los reaccionarios retrógrados”.

El programa Sandinista era en general democrático burgués y no tendía algún puente a un ulterior avance hacia el socialismo, la revolución era nacional y democrática, se ufanaban en declarar los dirigentes sandinistas, el mismo Fidel Castro ni tardo ni perezoso declaró que Nicaragua no tenia porque seguir el camino de Cuba. Los nefastos resultados de la revolución en dos etapas se mostraron inmediatamente después de la toma del poder.

La heroica resistencia del pueblo nicaragüense contra los continuos intentos por parte del imperialismo yanqui de aplastar la revolución, convirtió a este país en símbolo de la lucha revolucionaria para cualquier trabajador conciente. Pero los dirigentes sandinistas en lugar de expropiar a la Banca y los grandes terratenientes, así como establecer una economía planificada para poner en actividad la economía y elevar el nivel de vida de las masas, dejaron alrededor de un 50% de la economía en manos privadas. En muchos casos las propiedades de los somocistas simplemente pasaban a la propiedad de algunos dirigentes sandinistas.

El sandinismo en el poder se abocó a construir una economía mixta, con lo que se facilitó la tarea a aquellos burgueses llamados “maduros” por Humberto Ortega, los cuales iniciaron un boicot que fue apoyado por los Estados Unidos, que entrenaron y armaron bandas de mercenarios para acabar con el régimen sandinista, mientras que Ortega y compañía no se atrevían siquiera a nacionalizar la Banca o completar el reparto agrario. Es decir la dirigencia sandinista no sólo no avanzó hacia la transición socialista, sino que ni siquiera tomó las medidas económicas y políticas necesarias para defender la revolución. Ya Lenin lo decía:

“Una revolución solo tiene valor cuando es capaz de defenderse”.

A la larga aprovechando el desgaste sufrido luego de 10 años de “misticismo”, el imperialismo empleó la carta chantajista de la viuda de Chamorro para propinarle un severo golpe a la revolución.

La caída del régimen sandinista representó una amarga derrota para la clase obrera y los campesinos de Nicaragua y el mundo, pero el embrión de la derrota se encontraba en los métodos y programa de los sandinistas, de tal manera que nuevamente la dirección del proceso no la llevó la clase obrera, sino un grupo guerrillero, que al llegar al poder ni siquiera sustituyó al Estado burgués de manera plena, no se creó ningún tipo de órgano de poder obrero (o popular, se suele decir), no había mecanismos de control y decisión sobre el gobierno sandinista.

Los Comités de Defensa Sandinistas tenían cuotas de poder a nivel local y sectorial, lo que convertía a Nicaragua posiblemente en el país más democrático del mundo, pero no eran instancias de decisión y no sometían a su control al gobierno central, las decisiones eran tomadas por antiguos comandantes, de tal manera que en Nicaragua a pesar de que logró derrotar militarmente al Estado burgués, no se construyó nada firme que lo sustituyera, por lo que la reacción logró recomponerse y asestar el golpe electoral de 1989.

Hoy en día Daniel Ortega y el FSLN han regresado al gobierno, pero éste ya no tiene un carácter revolucionario. No obstante otros procesos se desarrollan en el plano continental y sin duda permitirán a las masas nicaragüenses abrir de nuevo una brecha rumbo al socialismo, en este proceso la perspectiva guerrillera tampoco aparece.

Como sea, cuando un movimiento revolucionario llega al poder no puede desentenderse de aplicar el programa del socialismo en aras de “alianzas tácticas” que al final no sirven de nada.

Lenin que conocía algo de cómo ganar y cómo defender una revolución, puede tal vez ser más elocuente que nosotros:

“En ningún lugar existe un camino intermedio, ni puede existir.(...) una de dos o la dictadura de la burguesía (disfrazada con pomposas frases sobre la soberanía del pueblo, una asamblea constituyente, libertades, etc.) o la dictadura del proletariado. Quien no haya aprendido esto de la historia de todo el siglo XIX, es un idiota incorregible”. (Lenin 24 de Agosto de 1919 Carta a Obreros y Campesinos).

El Salvador

El Salvador es un país con un proletariado relativamente grande (a principios de los años 80, la tercera parte del PIB provenían de la industria la minería y la construcción), y con tradiciones revolucionarias impresionantes como las luchas de los años treintas en las que Farabundo Martí dirigió una insurrección que al final fue derrotada, o la huelga general de 1944 que derribó al dictador Hernández Martínez y se convirtió en un gran movimiento popular, arrastrando la clase obrera a las masas oprimidas del campo y la ciudad. Sin embargo, atizados por el triunfo en Nicaragua, la oposición de izquierda que también se reivindicaba como marxista orientó sus esfuerzos a la lucha guerrillera, creando a principios de los años 80 el Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional.

En 1980 la dictadura militar estaba en graves problemas. El ejército estaba dividido y la movilización social estaba también en su apogeo (abril-mayo). Luego del asesinato del sacerdote Oscar Arnulfo Romero, hubo varias huelgas generales e incluso habían elementos de soviets en los comités vecinales y sindicales dirigidos por distintos grupos de izquierda, era una situación prerrevolucionaria. Si los dirigentes de los partidos de izquierda que dominaban la situación, en particular los que conformaban al FMLN hubiesen vinculado la idea de la huelga general con la de crear consejos obreros y hubiesen planeado unificar y extender las luchas ya existentes, ampliándolas a soldados y campesinos, la confrontación, es decir, la insurrección hubiera sido no sólo posible de realizarse, sino que hubiera podido triunfar con relativa facilidad. Habla Joaquín Villalobos de ese momento:

“En el ejército Mena Sandoval y los militares que se incorporaron el 10 de enero (...) estaban en su mejor momento en el seno del ejército, había posibilidades de conspirar dentro de los cuarteles, había una situación dentro del ejército de grandes expectativas en torno al movimiento revolucionario de las masas...”

El culto al guerrillerismo tuvo en esos momentos una influencia nefasta. Un hecho reconocido hasta por los mismos apologistas de la guerrilla, es que las organizaciones del Frente lejos de encauzar el movimiento, desplazaron a sus mejores cuadros al campo para construir el aparato militar del Frente, lo cual debilitó evidentemente al movimiento de masas que quedó a merced de la represión gubernamental. Para el 10 de enero del año siguiente, el FMLN ahora ya armado hasta los dientes organiza una ofensiva militar que tenía como objetivo hacer que las masas se levantaran, pero el movimiento luego de un año de intensas movilizaciones estaba francamente debilitado y no hace eco al llamamiento armado. El momento clave ya había pasado.

Los grupos de izquierda francamente desorientados por los recientes triunfos en Nicaragua establecen una estrategia de subordinación total de la lucha en la ciudad a las ofensivas militares del FMLN en el campo. La confrontación decisiva se aplazaba mientras que se esperara una ofensiva exitosa de la guerrilla, las huelgas eran consideradas como algo auxiliar, un modo de debilitar al gobierno y apoyar al FMLN y no como un medio fundamental para alcanzar el poder. Junto a esto, los dirigentes del FMLN tenían la perspectiva de una alianza con la dirección burguesa del Frente Democrático Revolucionario (FDR) y se preocupaban en no asustarlos con consignas como la nacionalización de la banca y los latifundios, por lo que pregonaban como sus consignas de lucha; la paz, la soberanía nacional, la democracia, en vez de organizar la unión de los explotados en torno a la clase obrera por un programa revolucionario.

El movimiento en las ciudades no podía permanecer en constante ebullición, sin nadie que ofreciera una salida, entró en un impasse, lo que sirvió a los dirigentes del Frente para reafirmar su posición anterior y no sólo eso sino que alzar la consigna del diálogo como el elemento estratégico de la definición de la guerra. De esta manera primero se supedita el movimiento obrero y urbano a la lucha armada tomándolo como un instrumento de la misma, y luego se emplea al movimiento armado como un simple elemento de negociación, de esta manera se entró en un callejón sin salida.

A la larga, el FMLN terminó firmando unos acuerdos de paz que en nada solucionan el verdadero problema, el de la miseria y la explotación, que fue el que hizo levantarse a las masas en El Salvador. Al final de cuentas, una guerra en la que murieron decenas de miles de revolucionarios, sólo sirvió para instalar un partido más al parlamento.

Resulta verdaderamente aleccionador ver cómo los elementos que más se empecinaban en los acuerdos de paz después rompieron definitivamente con el Frente y se pasaron totalmente al bando de la contrarrevolucionaria ARENA. Mientras que el FMLN, pese todo, se ha mantenido como una referencia para las luchas de las masas y aún es su principal instrumento de lucha política, sin duda los acontecimientos revolucionarios para El Salvador y para toda América Central, tendrán que pasar por el Frente.

En marzo del 2009 el Frente por fin logró, por la vía electoral, ganar la presidencia. No obstante ello de ninguna manera implica el final del camino para el FMLN, todo lo contrario, será ahora cuando la necesidad de un programa verdaderamente revolucionario lleve al FMLN a la disyuntiva de gestionar el capitalismo existente o dar pasos para destruirlo.

Colombia

Si existe un país con tradición guerrillera en América Latina, ese es Colombia. Sin embargo, como en el resto de continente, este tipo de método de lucha armada no fue iniciado por los marxistas. En la década de los treintas se integraron diversas guerrillas de filiación liberal (uno de los dos partidos tradicionales de la burguesía colombiana). No fue sino hasta 1949, luego del asesinato del dirigente liberal Jorge Eliécer Gaitán, cuando el Partido Comunista decide formar comités de autodefensa armada conocidos como “comités de resistencia” sin embargo estas no eran guerrillas propiamente dichas y en ellas, los comunistas francamente afectados por la política de colaboración de clases, aceptaron la participación de los liberales. En Colombia producto de la brutal represión en el campo, la lucha armada tenía la forma mas de guerra campesina que de guerrilla tal y como la conocemos. Muchos de los dirigentes de dichos movimientos distaban mucho en un principio de profesar planteamientos de carácter socialista; por ejemplo, el antiguo dirigente guerrillero liberal Julio Guerra, que fundó el Ejército Popular de Liberación EPL. En general seguían la pauta moral de Gaitán, el dirigente de izquierda liberal asesinado en 1948, el cual no dudaba en afirmar: "Porque el gobierno colombiano tiene la metralla homicida para el pueblo y la rodilla puesta en tierra ante el oro americano”.

No es sino hasta el triunfo de la revolución cubana cuando se extienden a lo largo y ancho de Colombia toda una serie de minúsculos grupos que se plantean como focos insurreccionales; Movimiento Obrero Estudiantil Campesino, Fuerzas Armadas de Liberación, además del EPL (brazo armado del Partido comunista de Colombia Marxista Leninista PCCML) y Ejército de Liberación Nacional, la mayor parte de estos grupos formados por estudiantes e intelectuales que a la larga terminaron por integrarse a otros o a desaparecer sin mayor trascendencia.

En sus inicios, el movimiento campesino armado producto de los restos de las guerrillas liberales y comunistas de los años cincuentas, se agrupa en la región de Marquetalia; para el año 1964 el gobierno decide su aniquilamiento y procede a una campaña de cerco y hostigamiento. El gobierno logra desalojar Marquetalia pero no aniquilar al núcleo principal de los insurgentes, a los cuales se sumaron otros campesinos que también venían perseguidos por el ejército. El movimiento campesino va adquiriendo consistencia como organización armada bajo la dirección de Manuel Marulanda Vélez, que conforma el bloque sur de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia.

En 1966, surgen formalmente las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia - Ejército del Pueblo, como la expresión militar del Partido Comunista, cuya amplia base y militancia se debe a que su origen proviene directamente del movimiento campesino armado que existía en Colombia décadas antes. Sin embargo, es evidente que como en los casos anteriores, el concepto de lucha armada no es de ningún modo producto de un análisis científico de la realidad social, sino más bien de la falta de alternativas revolucionarias.

Se podría señalar al respecto de las FARC de composición básicamente campesina, que el marxismo no rechaza la necesidad de armarse en contra de la violencia del Estado y de sus aparatos represivos, ni rechaza la guerra campesina, pero un movimiento campesino armado no tiene perspectivas aislado del movimiento obrero en la ciudad y, la guerrilla de las FARC no sólo no orientó sus esfuerzos a trabajar en el movimiento obrero, sino que como en otros casos, ocupaba el trabajo en fábricas y escuelas no para crear un movimiento ahí, sino para sacar militantes y convertirlos en guerrilleros. A la larga, la lógica misma de la guerrilla absorbe al movimiento, esto fue lo que sucedió con las FARC, que si bien gracias a su origen se constituye como el grupo más grande y con más influencia territorial de Colombia. En la práctica su accionar no se diferencia en esencia de los demás grupos y tampoco significan, como ellos pensaban, un ascenso en las luchas revolucionarias del pueblo sino todo lo contrario.

A mediados de los setentas todos estos grupos estaban en un franco estancamiento, es entonces cuando surge un nuevo tipo de grupos armados. El análisis que hacían muchos intelectuales era que el discurso marxista alejaba la posibilidad de hacer pactos con la burguesía, que eso no les facilitaran acceder al poder, para lo cual los nuevos grupos de los setentas implementaron un discurso de “izquierda nacionalista” en muchos casos bastante alejado o distanciado del marxismo. De esta manera surge el Movimiento 19 de abril (M-19) en 1973, que basaba su accionar en golpes de carácter propagandístico. El objetivo principal de su accionar no era afectar a las fuerzas armadas sino a la opinión pública, para ellos el estar armados era un simple medio para influir en la política nacional, las armas para el M-19 son un instrumento táctico, ni su discurso ni su programa implicaban absolutamente una ruptura abierta con el capitalismo. Democracia, nacionalismo y respeto a los derechos humanos eran sus consignas. A la larga esto le facilita a finales de los años ochentas abandonar las armas e insertarse como un modesto partido más, ni siquiera el más radical del parlamento colombiano. Las armas como hemos visto, no hacen más revolucionarios a unos que a otros.

Actualmente podemos observar un nuevo auge de los movimientos guerrilleros en Colombia, principalmente de las FARC, la bancarrota del capitalismo que ofrece solamente más miseria y la del reformismo cada día menos diferenciado de los partidos burgueses lo están permitiendo. Indudablemente que ante la falta de un partido obrero revolucionario en las ciudades y la brutal bancarrota de los partidos reformistas, en Colombia el movimiento armando es para muchos la única alternativa de lucha honesta contra el régimen Colombiano, Donde la fuerza de los aparatos de represión y de las mafias ha imprimido una dinámica de violencia cotidiana. Ante una situación como esta no está descartado (aunque no es la posibilidad mas cercana) que las FARC pudieran vencer. La posibilidad de un acuerdo para dejar las armas entre gobierno y guerrilla, no es descartable, sin embargo tampoco es una perspectiva de alta posibilidad, ya que las FARC ya vivieron la experiencia traumática de mediados de los años ochentas, cuando se les permitió formar un partido legal: la Unión Patriótica el cual fue totalmente destrozado por la acción de los grupos paramilitares aliados con el Estado (más de 4 mil asesinatos).

La violencia fomentada por el Estado y las bandas del narcotráfico generó una situación tal que para principios de los años noventas, las FARC estaban nuevamente en el monte y el M19, la otra organización importante que firmó acuerdos de paz, está siendo destruida.

Después de ello, Guillermo Endara decidió coordinar a nivel nacional a los grupos paramilitares bajo la forma de Autodefensas Unidas de Colombia y desatar una salvaje represión en el campo. De esta forma miles de campesinos, sindicalistas y jóvenes vieron que la única manera de sobrevivir era o escapando del país o uniéndose a las FARC, esto permitió un nuevo auge del movimiento llegando en su mejor momento a contar con más de 20 mil hombres armados.

En 1998 la situación era tan delicada para el gobierno colombiano que aceptó una tregua y desmilitarizó una región de Colombia de alrededor de 40 mil km2 iniciándose las ya famosas negociaciones de San Vicente del Caguán. Las cuales terminaron en el 2002.

Bajo nuestro punto de vista, ni el Estado ni la guerrilla tenían intenciones reales de llegar acuerdos. Por un lado, la guerrilla, salvo el poder, todo lo demás lo tenía a su alcance. Por el lado del Estado, porque en realidad lo que necesitaba era tiempo para preparar, con apoyo norteamericano, una fuerza contrainsurgente regular ante la derrota que está sufriendo tanto el ejército como las bandas paramilitares. Esa era la esencia del Plan Colombia, que ya se había fraguado desde 1999.

Así llegó Álvaro Uribe a la presidencia de Colombia, dispuesto a repetir la “experiencia” de Fujimori respecto a Sendero Luminoso o la de Efraín Ríos Mont en Guatemala.

El Plan Colombia es la intervención directa más importante de los Estados Unidos en Sudamérica, implica más de 10 mil soldados adiestrados en la lucha contrainsurgente y apoyo en equipo y armas por más de 7  mil 500 millones de dólares a lo largo de ya casi 10 años de su puesta en práctica.

Antes del plan, había un millón de campesinos desplazados, en el 2008 eran 4 millones, 20 mil sindicalistas asesinados, etc.

Hoy en día la guerra en Colombia continúa y de hecho las fuerzas armadas colombianas se están convirtiendo en una amenaza no sólo para el pueblo colombiano sino también para Venezuela y Ecuador, países donde el fermento revolucionario sigue avanzando. Es probablemente este fermento, junto con la lucha de los trabajadores política y económicamente, lo que permitirá la caída del régimen paramilitar colombiano.

De la montaña y el fusil al parlamento y el portafolios

Situaciones de estancamiento de la lucha guerrillera parecidas a las de El Salvador se vivían en mayor o en menor proporción en otros países de América, Asia y África. El colapso del estalinismo rumbo a la contrarrevolución capitalista, cayó como un terrible mazazo sobre la conciencia y el ánimo de miles de activistas. Durante la segunda mitad de la década de los ochentas, vimos un retroceso del guerrillerismo ahí donde tenía alguna importancia. El abandono de las armas por parte de organizaciones como el M-19 en Colombia, y su conversión en partidos reformistas que tras obtener un apoyo masivo en las primeras elecciones, se desploman en una política de pactos con la burguesía y reformismo sin reformas demostrando que no fue el marxismo, sino la desesperación pequeño burguesa la que los movió a la lucha de guerrillas.

En la mayoría de los casos, el intento de buscar una salida por parte de las direcciones de dichos grupos para un abandono de las armas sin represalias y para una hipotética transición democrática, se ha enfrentado con la guerra sucia del ejército y de los escuadrones de la muerte. El problema de fondo es que en ninguno de estos países hay margen para que la burguesía pueda conceder un régimen de democracia parlamentaria estable ni un periodo mínimamente duradero de estabilidad y paz social.

En otros casos como Palestina o Sudáfrica, fue la entrada en la escena de la clase obrera la que puso en evidencia las carencias del guerrillerismo. En Sudáfrica durante años los estalinistas de la dirección del Congreso Nacional Africano habían defendido la guerra de guerrillas como medio para acabar con el apartheid. Los marxistas defendimos incansablemente dentro del CNA, la necesidad de basarse en el proletariado negro de las ciudades, y que el camino a la revolución pasaba por los sindicatos, el trabajo en los suburbios obreros, etc. Finalmente, esto se demostró que era acertado; los métodos guerrilleros no jugaron ningún papel y la lucha se dio enteramente a través de los sindicatos (La COSATU Confederación de sindicatos Sudafricanos, llegó a tener más de 800 mil afiliados) y de huelgas y manifestaciones masivas.

En Palestina tras décadas de terrorismo individual de la OLP, la lucha de la liberación del pueblo palestino, se enfrentaba a un peligroso estancamiento. Pero evidentemente la intifada (levantamiento popular donde la huelga general es un instrumento muy socorrido) iniciada en 1987 y continuada durante más de 5 años, hizo avanzar mucho más al movimiento palestino que décadas de atentados terroristas. En ambos casos, primero la política vacilante y después de pactos con el imperialismo, de Mandela y Arafat llevaron al CNA y a la OLP a la total desorientación de sus activistas, producidos por la caída del referente mundial que significaba el estalinismo.

En ninguno de los dos casos se ha resuelto nada, por un lado en Sudáfrica si bien la política de acuerdos permitió que en el país desarrollara una casta burguesa negra y que ésta tomara las riendas del gobierno, la situación sigue siendo espantosa para la inmensa mayoría de trabajadores, los cuales por supuesto emplearán al Partido Comunista y al Consejo Nacional Africano para dar la batalla por una trasformación real.

En el caso de la OLP la degeneración tremenda de sus dirigentes los han convertido en una especie de agentes de Israel dentro de territorio palestino, esto es aún peor luego de la muerte de Yasser Arafat. Ante esto, las masas palestinas viven un horrendo callejón sin salida dado que ante la debacle de la OLP, el movimiento integrista Hamas no representa una alternativa, más bien todo lo contrario.

Otro caso destacable es el de Joaquín Villalobos, un verdadero aventurero que llegó a ser parte de la dirección del FMLN y que terminó como aliando político de Arena, el partido que organizó el asesinato de Oscar Arnulfo Romero. Otro más, es el ya mencionado Teodoro Petkoff miembro de la guerrilla venezolana de los sesentas y hoy flamante elemento contrarrevolucionario en Venezuela. En todos los casos podemos observar que la degeneración moral y política de estos elementos fue facilitada por la relativa independencia que les proporcionaba su jerarquía militar.

Por supuesto que es muy importante diferenciar entre un dirigente y el movimiento en el que una vez participó. En El Salvador, hubo más de 70 mil muertos, unos combatientes heroicos y otros simplemente asesinados por el Estado. En Venezuela cientos de genuinos revolucionarios dieron sus vidas por el socialismo y en eso no estaban equivocados. En otros tantos países miles y miles de hombres y mujeres entregaron sus vidas en aras de los intereses del pueblo trabajador. Esa abnegación y sacrificio no puede ser despreciado, olvidado y mucho menos traicionado. La labor de todo auténtico revolucionario es rendirles homenaje destruyendo al capitalismo, no claudicando ni vendiéndose, sino continuando con su lucha por los medios más efectivos, esa es la clave.

México, EZLN, EPR ¿un nuevo repunte de la guerrilla?

El Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) se puede ubicar como un movimiento campesino armado que decidió organizar una insurrección que pretendía ser como una chispa que incendiara la pradera. No es como en algunos casos que hemos analizado aquí de la guerrilla latinoamericana, un grupo de estudiantes o intelectuales que se deciden salvar a la humanidad inmolándose en la montaña. El estallido de Chiapas es producto de la desesperación de los campesinos ante la represión y miseria a la que los enfrenta el régimen. Evidentemente su accionar depende de una dirección y esta dirección asumió desde hace años, orientarse por el camino de la guerra campesina.

La heroica lucha de los campesinos pobres de Chiapas y otras partes del país será recordado como uno de los elementos más importantes para mostrar al mundo la verdadera cara del régimen priísta y estimular confianza a los trabajadores, muestra de ello fue el inmediato movimiento en contra de la represión al movimiento zapatista, que logró detener la ofensiva del gobierno. Esta insurrección campesina abrió una nueva etapa en la lucha social en México, la posibilidad de una movilización en la ciudad combinada con la acción de los campesinos armados en todo el país, se muestra como una posibilidad por la que hay que luchar, recordando siempre que sin embargo, el movimiento campesino puede por sí mismo avanzar más que por el terreno de las demandas democráticas, que por la creación de una alternativa revolucionaria en las ciudades, integrada fundamentalmente por los trabajadores. Esta es precisamente la tarea pendiente de los revolucionarios en México y es una condición indispensable para que la lucha que inició el EZLN el 1º de enero del 1994 llegue a feliz término.

Lamentablemente como hemos dicho no basta con el heroísmo de las masas, sin una dirección conciente y basada en la ciencia del marxismo; como la dirección del EZLN no cuenta con una dirección marxista, a la larga se incurrirían en errores que pondrán la victoria del EZLN más lejana o menos trascendente.

En un inicio, el EZLN señaló que los mexicanos y sobre todo los indígenas requieren pan, paz, tierra, trabajo, educación, salud, etc., toda una serie de elementos concretos con los que cualquiera estaría de acuerdo. Hay que decir que en los marcos del capitalismo, esto no es posible y que sólo en una sociedad socialista se podrían hacer realidad.

En 1994 la reivindicación política más importante para el EZLN era la democracia. Para ellos en este sistema es posible obtenerla fortaleciendo a las organizaciones de la “sociedad civil” de tal manera que los votos se cuenten bien y las autoridades electas “manden obedeciendo”. Según ellos el poder es malo pero se le puede controlar presionándolo desde abajo. Para el EZLN el neoliberalismo así como los problemas del capitalismo son fundamentalmente un problema moral, no es más que el poder del imperio del mal que las almas buenas deben combatir. El problema de las relaciones económicas es para los dirigentes un secreto cerrado con 7 sellos.

Tenemos que decir al respecto que ante todo, la raíz del poder de la oligarquía y el imperialismo son las relaciones económicas y mientras que éstas no se trastoquen, por mucho que se cuenten bien los votos, el poder y la opresión se mantendrá intocable. Tenemos que decir que el  sistema organizado a nivel internacional se tiene que derribar con la acción organizada de las masas trabajadoras, esto es en última instancia lo que decidirá la transformación social en México y en el mundo, es decir, la revolución implica un enfrentamiento entre clases, la burguesía por un lado y, el proletariado, los campesinos pobres, los jóvenes y los pobres urbanos por otro. La alternativa de solución a los problemas de los oprimidos sin romper con los marcos del capitalismo, es en realidad una utopía peligrosísima a la hora de la acción práctica.

En esos tiempos el EZLN declaraba constantemente por medio de sus comunicados que ellos no son la vanguardia y que ellos colaborarían con las demás fuerzas para derribar el gobierno y establecer la democracia.

Sin embargo luego de 15 años han abandonado toda iniciativa para establecer la democracia. Las reuniones que ha convocado tienen más el carácter de foros de promoción del neozapatismo, que plataformas para establecer planes de acción y de integrar a las masas a la lucha. Habría que plantear seriamente el trabajo por la construcción de esa alternativa y de convertir esas reuniones, muchas veces inútiles, en verdaderas plataformas de unidad de acción con compromisos concretos.

Primero el FZLN y luego la “Otra campaña” no fueron una organización de lucha, no tienen una estructura que le permita actuar y en ello han influido mucho los grupos de intelectuales universitarios, que luego del levantamiento se integraron al equipo de confianza de Marcos e impactados con el discurso antivanguardista, están construyendo algo que parece un gran club de admiradores de Marcos.

Tenemos que decirlo, desde la creación del EZLN ha sido y puede seguir siendo una esperanza, pero es necesario pasar de las esperanzas a las realidades.

La estrategia de lucha del EZLN es las declaraciones y acciones espectaculares para ganar la opinión pública y obtener posiciones ventajosas en las negociaciones, tenemos que decir que con esa línea de acción se pude conducir a serios problemas al movimiento, sólo la organización de la lucha puede ofrecer soluciones.

El tiempo hace mucho que dejó de ser un aliado para el EZLN, sus comunidades empiezan a impacientarse, ellos se lanzaron a la lucha por soluciones a sus problemas y el tiempo sigue transcurriendo, cada minuto que se pierde es precioso y puede costar bastante.

La lucha del EZLN, es una lucha viva que hay que tratar que triunfe, por ello es importante no echar en saco roto las experiencias similares en América Latina.

Otro movimiento que ha surgido recientemente en el campo mexicano, producto de la desesperante situación de miseria y represión que vive el campo mexicano es el Ejército Popular Revolucionario, brazo armado del Partido Revolucionario Democrático Popular, el cual surge de la fusión de diversos grupos que desde hace décadas han venido trabajando en la conformación de un movimiento guerrillero unificado en el país. El EPR es un grupo guerrillero del tradicional estilo maoísta en cuanto a su programa, el cual aspira a establecer una república democrática popular y a iniciar una guerra popular prolongada contra el Estado burgués (Programa del EPR, Agosto de 1996). Sin embargo, en cuanto a sus métodos de trabajo tiene más semejanza con el foco aislado que con la guerra campesina. El EPR es un grupo guerrillero conformado por activistas de diversos sectores sociales, no hay evidencia alguna de que sea un grupo paramilitar o artificialmente creado desde el gobierno, su accionar y sus documentos no dejan lugar a dudas; declara treguas en tiempos de elecciones, evita confrontaciones verbales o físicas tanto con el PRD (Partido de la Revolución Democrática) como con el EZLN. Además ataca únicamente a la policía y el ejército. El hecho de que sea un movimiento armado honesto no lo convierte en más o menos bueno en realidad. El crecimiento de luchas o de movilizaciones gracias a la acción del EPR dista mucho de ser destacable.

Sin embargo, para muchos el EPR es una guerrilla más revolucionaria, que no pacta y entra en negociaciones como lo hace el EZLN, esto le puede dar una base de apoyo de algunos sectores radicalizados en el campo y la ciudad. Sin embrago, su aparición no ha provocado más que una profundización de la represión del Estado, en esta medida no hay una diferencia sustancial entre éste grupo y otros muchos que han surgido y surgirán a lo largo de este periodo en América Latina.

Aquí es necesario hacer un señalamiento importante, es evidente que el Estado cuando así conviene a sus intereses, busca reprimir y si no tiene pretextos para ello, los inventa. Esto hace pensar a muchos que la aparición de la guerrilla no es un factor que aumente la represión, para quienes piensan esto es necesario recordar que la mayor parte de muertos y desaparecidos durante un conflicto guerrillero no son ni soldados, ni guerrilleros, es el pueblo trabajador, el cual es golpeado salvajemente con el pretexto de acabar con la guerrilla, debilitando así la capacidad de respuesta y de organización de la clase trabajadora. Este proceso se dio en El Salvador, Perú, y en Colombia. Algunos dirán “el Estado siempre emplea provocadores para justificar la represión”; ahorrarle sueldos en provocadores no es precisamente el ideal de la guerrilla, pero en muchos casos eso termina haciendo, sean o no conscientes de ello.

Contra la represión del Estado se tiene que responder planteando la autodefensa activa, proponiendo el armamento del pueblo, preparando en todo caso la insurrección del pueblo, pero ni siquiera esto se ha planteado seriamente por parte de algún grupo, hace llamados abstractos a los sectores atacados por la represión a integrarse a la guerrilla, es decir, sacar a los militantes más activos y sacrificados de su plataforma de lucha, debilitando así la fuerza organizativa en escuelas, sindicatos y barrios . Así en la práctica en muchos casos la guerrilla juega también un papel de desorganización y debilitamiento de la clase obrera.

El indigenismo

El movimiento guerrillero de una u otra forma y más sus formaciones eminentemente campesinas, suelen relacionarse con la lucha indígena. A lo largo de los años, en el continente se han dado levantamientos indígenas, las más de las veces la opresión nacional y la miseria han sido los detonantes; otros grupos han surgido de estos movimiento en defensa de los intereses de los indígenas como el grupo indigenista Quintin Lame a principios de los setentas, o el Juan Lamas en los ochentas en Colombia; grupos que respondían más bien a formas de autodefensa de los pueblos indígenas que, por la dinámica misma de los procesos, terminaron como grupos guerrilleros.

En otros casos el indigenismo se puede emplear para darle sentido a una propuesta radical y facilitar el ingreso de sectores del campesinado en la lucha, Sendero Luminoso por ejemplo, ha explotado esto muy bien, al expresarse ante los indígenas del Perú como la realización de la profecía de la colonia (Inkarrí), según la cual, el caos de la conquista sólo sería terminado por una fuerza sobrehumana que reordenaría el universo. Sendero pretende constituirse como esa fuerza que ha venido a salvar al indio peruano de la opresión del blanco. Este es quizá uno de los puntos de convergencia entre lo que predica Sendero y algunos planteamientos de José Carlos Mariátegui, el revolucionario peruano en el que dice sustentarse Sendero, el cual llegó a decir “el más grande reservatorio de energía revolucionaria en América Latina duerme en las profundidades del campesinado quechua” y que caracterizaba a la sociedad inca como una especie de comunismo indoamericano. Mariátegui estaba lejos de suponer que el imperio inca debería ser reestablecido, incluso luchó contra la consigna de la Internacional comunista que exigía la formación de países indios; pero sus argumentos evidentemente han sido empleados para darle cierto sentido místico a la lucha de Sendero ante el campesinado pobre del Perú.

En el caso de México el movimiento zapatista al ser mayoritariamente indígena, también se le ha atribuido un carácter místico, algo así como la respuesta de los indígenas ante más de 500 años de explotación, como la respuesta de los que nunca habían tenido voz, etc. Se ha querido construir una teoría según la cual el indígena es el ser más puro de la sociedad y la vanguardia del cambio, algo que por lo menos está equivocado, ya que introduce un factor de división, es decir, la raza, en el seno del movimiento de los explotados. Sin menospreciar ni minimizar las particularidades que pueda suponer el indigenismo, un trabajador antes que indígena, mestizo o blanco, es un explotado.

Bolivia

Por supuesto algunos lectores podrían señalar que en el caso de Bolivia las cosas son distintas, en realidad no tanto. El triunfo de Evo Morales fue el resultado de un movimiento de masas de carácter fundamentalmente proletario, el hecho de que sus dirigentes se digan “indigenistas” no modifica la sustancia de este hecho. Así mismo no existen evidencias de que en Bolivia se esté en vías de formar un Estado basado en los principios del indigenismo. En realidad lo que se intenta construir es un Estado que respete a las comunidades indígenas y todo el trabajador avanzado en Bolivia está de acuerdo en que ese Estado debe ser socialista. El problema no es en realidad la confrontación entre un proyecto indígena y otro que no lo es, sino es entre el capitalismo y las clases explotadas.

En nuestra opinión el camino que sigue Evo Morales está lejos de ser el mas adecuado, en realidad esta más cerca de los procesos chilenos y nicaragüenses que del Venezolano o el cubano, no obstante afortunadamente el carácter continental de la revolución permite que aún en esas circunstancias las posibilidades de una salida al estilo de un golpe militar como en Chile sean poco cercanas y da algo de tiempo para que las masas asuman la iniciativa necesaria para vencer las tendencias centrifugas proburguesas y enderezar el barco en un sentido genuinamente socialista, tal y como indican las históricas tesis de Pulacayo, que son el cimento ideológico del proletariado boliviano.

Autonomía indígena y socialismo

El tema indígena y demandas como la autonomía rebasan los propósitos de este documento, los marxistas no estamos por principio peleados con la autonomía de los pueblo indígenas, creemos que esta demanda se debe analizar en función de la situación concreta y tomando en cuenta que no puede haber una solución al problema indígena al margen de la transformación socialista de la sociedad. Cualquier ilusión en que con la autonomía es una solución a los problemas de opresión que ancestralmente hemos vivido los indígenas, es francamente una utopía. En particular la demanda de autonomía sería un paso adelante en la medida de que estuviera acompañado de una plataforma de lucha por la caída del actual gobierno, por medio de la unidad de acción de todos los explotados el mismo día y a la misma hora, y de un programa que incluyera elementos para elevar el nivel de vida de los pueblos indios y además de toda la población trabajadora, la confiscación de las grandes fortunas, los monopolios, la banca y todo el sector financiero, así como el control democrático de los trabajadores de la industria y de la economía en general. Debemos lucha por oponer a las divisiones de raza o nación las luchas de los oprimidos contra los opresores, del proletariado contra la burguesía, ese es el hilo conductor del marxismo.

Nuevamente ante la falta de puntos de referencia se inventan símbolos que justifiquen un accionar, esto es muy peligroso, un actuar revolucionario requiere, no de una religión, sino de una teoría revolucionaria, sin ella los errores y las derrotas pueden ser bastante dolorosas.

El movimiento en búsqueda de esos sustentos pasó de la lucha de nacionalismo (Sandino), a una tergiversación del marxismo (Foquismo y maoísmo), luego nuevamente al nacionalismo de izquierda (FMLN, FSLN)y ahora al indigenismo (EZLN), de cara a todos estos zig-zag el marxismo es la única alternativa para hacer posible una transformación de la sociedad que en verdad acabe con las atrocidades que el capitalismo nos impone a todos los trabajadores.

Conclusiones

La cuestión del guerrillerismo y del terrorismo individual siempre ha sido un tema central a clarificar para los marxistas. En los inicios del internacionalismo marxista, los socialistas científicos tuvieron que luchar contra los métodos anarquistas basados en el terror individual.

En la década de los 70 los métodos de la guerrilla urbana en Argentina, Uruguay y otros países quemaron a toda una generación de jóvenes en América Latina. Y hasta nuestros días sigue generando ilusiones en amplias capas de jóvenes.

Vemos como mientras la burguesía critica hipócritamente el terrorismo individual y la guerrilla, todo su sistema de dominación se basa en la violencia y el terrorismo de Estado. La clase dominante lanza declaraciones públicas de condena a los atentados del IRA, ETA y otros grupos a la vez que fortalecen la represión, a los escuadrones de la muerte, invaden países provocando cientos de miles de muertos y fortalecen su aparato “antiterrorista” que luego es utilizado contra manifestaciones de trabajadores o para detener a dirigentes obreros.

El terror individual y la guerrilla urbana se vuelve un medio de acción cuando se supone que el sistema descansa sobre una serie de individuos. Hay una exageración en el papel que juegan los secretarios o un general o un presidente. El sistema capitalista no es sólo un individuo. Si matas a uno hay miles para sustituirle. Y sin lograr nada efectivo se da excusa a la burguesía para aumentar la represión sobre el conjunto de los trabajadores.

La organización consciente de las masas y su movilización, y no las acciones aisladas de un pequeño grupo son de hecho el factor central para la transformación de la sociedad.

El desarrollo de la guerrilla y de los grupos terroristas a nivel mundial significa un aumento de la rebeldía contra el sistema capitalista, y a la vez la falta de alternativa por parte de los partidos obreros tradicionales para dar una alternativa, especialmente a la juventud de la clase media y de los sectores campesinos.

Esta situación de desesperación les lleva a buscar atajos y a lanzar un combate particular contra el Estado burgués. A la vez vimos que el desarrollo y victoria, como en el caso de Cuba o Nicaragua, de movimientos guerrilleros con base campesina aún cuando pudieron tomar el poder esto no supuso una victoria definitiva en la medida de que o bien no se crearon órganos de poder obrero o bien se implementó un programa de conciliación que a la larga permitió el repunte y victoria de la contrarrevolución.

Los marxistas apoyamos la lucha de todas las clases oprimidas y en esta medida apoyamos críticamente el proceso cubano o 20 años después en 1979 el nicaragüense. Pero nunca apoyamos incondicionalmente un movimiento guerrillero campesino separado del movimiento de la clase obrera. Son ideas ajenas a la experiencia del marxismo. Las pequeñas burguesías nacionales antiimperialistas que se basan en el campesinado aunque pueden ser parte fundamental de la lucha contra el capitalismo, pero no pueden por sí mismas llevar adelante las tareas del socialismo. Por eso el programa que aplican esos movimientos de llegar, o al llegar al poder, es un intento de reforma del capitalismo con tintes colectivizadores. El caso de Cuba, en donde el socialismo aún es una tarea pendiente, fue diferente, dado que al depender económicamente del Kremlin giró hacia una copia del modelo de Estado obrero deformado ruso.

Aún con la victoria de la guerra campesina no se puede plantear la construcción del socialismo en un solo país. Se quedaría aislada de nuevo como vemos que ocurre con Cuba, dada la relación mundial de fuerzas y la crisis del capitalismo y el imperialismo en los países subdesarrollados. Para evitar el colapso de una revolución triunfante se necesita la ayuda de países más avanzados, de su desarrollo industrial y tecnológico. Pero estas condiciones materiales para el desarrollo del socialismo sí existen a nivel mundial, de ahí la necesidad de la extensión del proceso a otros países. Esta es la esencia científica de la imposibilidad de sobrevivir de las revoluciones con una perspectiva nacional y la necesidad de plantear la revolución socialista como un proceso permanente y a nivel mundial.

Cuando un proceso estalla a nivel continental, las fuerzas que estimulan el socialismo crecen en fuerza y en confianza, lo que les permite dar pasos reales adelante, lo que da margen para una edificación del socialismo más y más exitosa. Por supuesto cualquier alto en el camino, cualquier concesión a la burguesía da pie a las posibilidades de un retroceso.

Vimos como ante la caída del estalinismo en los países de Europa del Este y el derrumbe de la URSS, la mayoría de los dirigentes burgueses nacionalistas de las guerrillas en el continente encontraron la excusa para desembarazarse de su supuesto “socialismo”, y en su estrategia, utilizan la guerra de guerrillas campesina no para conseguir la toma del poder, como en décadas pasadas, sino para presionar y lograr la negociación diplomática con la burguesía gobernante, como los hizo el FMLN salvadoreño y lo hace ahora el EZLN. Una negociación que no soluciona los problemas de los obreros ni campesinos pobres.

En el mejor de los casos las organizaciones guerrilleristas que no proceden de un movimiento campesino, terminan sacrificando estudiantes, profesores o trabajadores urbanos en una lucha heroica pero estéril, fuera de sus áreas naturales de trabajo. Ni sus ideas, ni sus métodos, ni su programa tienen nada que ver con el auténtico marxismo, como lo hemos visto a lo largo de este documento.

Sin embargo el callejón sin salida al que el capitalismo está llevando a la humanidad aunado a la falta de una perspectiva revolucionaria verdaderamente marxista, supone la posibilidad de que muchos jóvenes y trabajadores vuelvan a caer en la trampa del guerrillerismo y del terrorismo individual, lo cual implicaría que mucha sangre tendría que pagar todavía la clase obrera por la traición de sus dirigentes. Ante esta situación es una obligación de los marxistas dar una batalla en el terreno teórico y político para esclarecer qué es y para que sirve la guerrilla, pero sobre todo, plantear una alternativa de formación teórica y actuación práctica.

Consideramos a los combatientes de la mayoría de los movimientos guerrilleros como abnegados luchadores sociales que exponen su vida en aras de la transformación social, no obstante, como lo hemos señalado en todo el documento, consideramos que este método de lucha es error fuertísimo y lamentable, sobre todo en el contexto de la lucha que hoy en día libran millones de trabajadores en todo el continente contra el capitalismo, la cual es la base para un nuevo horizonte en la lucha de clases en todo el mundo, en el que la guerrilla sea una dolorosa lección del pasado y no un instrumento del presente y futuro.

Los marxista apoyamos indudablemente a los movimientos guerrilleros frente a la represión del Estado, repudiamos de manera contundente el chantaje y la hipocresía de los burgueses que en última instancia son los verdaderos responsables de la violencia contra la cual dicen luchar, además nosotros más que nadie estamos comprometidos con la lucha por la transformación social y tenemos la convicción que esta lucha se dará en la forma de una colosal confrontación de clases, en donde la única manera de minimizar la violencia con la que la burguesía siempre pretende ahogar la revolución, es la organización de los trabajadores a todos los niveles, pero en este proceso nosotros recalcamos el proletariado debe ser actor no espectador del proceso, esta es una condición indispensable para una revolución sana.

Los marxistas defendemos la organización consciente de las masas y la huelga general como arma, y no el aislamiento nacional sino la destrucción del Estado nacional y sus fronteras junto a la destrucción de la propiedad privada. Sólo sobre estas bases es posible librar a América Latina, y al resto del mundo, de las cadenas del imperialismo y el capitalismo nacional y de todos aquellos que con métodos erróneos son únicamente obstáculos para la transformación de la sociedad y el desarrollo de la Federación Socialista de América Latina, unidos no sólo por el idioma sino por los intereses sin egoísmo de todos los trabajadores del continente.


Notas

  1. El Acuerdo General sobre Aranceles Aduaneros y Comercio (GATT) abarca el comercio internacional de mercancías. El funcionamiento del Acuerdo General es responsabilidad del Consejo del Comercio de Mercancías (CCM) que está integrado por representantes de todos los países Miembros de la Organización Mundial de Comercio.
  2. Mensaje al Comité Central de la Liga de los Comunistas, Londres marzo de 1950.
  3. La guerra campesina en China y el proletariado. Escritos, Tomo III.
  4. Carta de Caracas, firmado por 11 organizaciones políticas de oposición, 20 de julio de 1958.
  5. Citado en Critica de las armas, Regis Debray. editorial siglo XXI.
  6. La guerrilla tupamara. Ediciones de la flor, Buenos Aires 1970.

Fecha: 

Marzo de 2009

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