Editorial: El Plan Emergente de Calderón

Toda la crisis en las espaldas de los trabajadores

Uno de los elementos básicos de los postulados monetaristas en la economía es la suposición de que si el estado de las finanzas publicas está bien (es decir si no hay déficit), entonces la economía está bien. Incluso si el crecimiento económico es raquítico o nulo. Un ejemplo de ello es el mito respecto a los años de “populismo”. Los economistas burgueses no se cansan de repetir que durante los años 40-82 las cosas en materia económica se hicieron muy mal y que desde 1982 se han hecho muy bien.

La base para medir el grado de salud de una economía es la inversión productiva. Antes, cuando el Estado poseía un fuerte sector paraestatal (cercano al 50% del total del PIB), se podían establecer políticas que significaran palancas para impulsar tal o cual área sobre la base de una prioridad de desarrollo. Seguramente estamos todos de acuerdo en que los gobiernos priístas, profundamente corruptos y autoritarios, pesaba más el capricho del presidente o político influyente, que las necesidades de las masas. Había un problema de democracia que pasaba desde la gestión del Estado hasta la gestión de las empresas públicas, las cuales eran saqueadas por cada nueva capa de funcionarios que tocaba turno hacerse cargo de ellas. No obstante, era una realidad que una palanca económica de esa magnitud era clave para asegurar que una política económica publica tuviera impacto. Así, el país se industrializó y emergió un proletariado de más de 10 millones de personas, cuyo trabajo se expresaba en el desarrollo económico y social del país.

Actualmente, la orientación del gasto público no va a la inversión productiva, como en otros tiempos, sino a establecer subsidios al consumo de sectores específicos de población supuestamente en “extrema pobreza”. En suma, el gasto publico en el área social está orientado, no a modificar los factores estructurales que generan la pobreza, sino a paliar un poco los efectos de los bajos salarios, el desempleo y la falta de inversión productiva en el campo.

La política fiscal y monetaria en realidad sólo ha podido funcionar como una especie de camisa de fuerza del desarrollo de las fuerzas productivas: ha limitado el desarrollo económico y lo ha orientado sólo a los sectores más convenientes para la inversión extranjera y con posibilidades de recuperación más rápidas. Bajo el punto de vista de los economistas que dirigen la economía, el “crecimiento económico es sobrecalentamiento” e implica la confesión implícita del sistema capitalista en el sentido de que no pueden evitar el advenimiento de una crisis, por tanto prefieren un crecimiento raquítico limitando el circulante y dificultando el crédito y la inversión productiva en el conjunto de la economía, que un crecimiento que no pueden controlar.

La parte de la sociedad que tiene el control de los sectores claves de la economía - la burguesía socia del imperialismo - sólo exige una cosa del gobierno: que le permita acceso ilimitado a fuentes de ganancia rápida y de bajo riesgo y le garantice que en caso de algún problema, el Estado (con los recursos del pueblo) acuda a su rescate.

El Estado tiene importantes reservas monetarias: más de 80 mil millones de dólares, más la acumulación de los excedentes por los precios del petróleo, que en este año superarán los 20 mil millones de dólares. Por lo tanto una crisis económica no necesariamente implica una crisis de las finanzas del Estado, de hecho hemos contemplado desde 1995 (año de la crisis del error de diciembre) cómo el Estado acumula y acumula reservas mientras que el desempleo, la miseria, los bajos salarios y todo lo que implican, sumen en la desesperanza a millones de familias trabajadoras. Es decir, un Estado en relativa bonanza y una economía estancada y con crisis permanente.

Con todo, el tamaño de la economía mexicana no es insignificante. Éste año será superior a los 900 mil millones de dólares en su Producto Interno Bruto. Es la economía más grande de América Latina después de Brasil, así que las políticas que pretendan “estimularla” deben estar acordes con estas dimensiones, deben intervenir en la actividad productiva para forzar al conjunto hacia delante y deben, al mismo tiempo, suponer una mejora tanto en las condiciones de trabajo, como en los niveles de vida de las masas. Pasemos entonces a comparara estas necesidades con el “plan emergente” que el gobierno de facto ha propuesto.

Uno de ellos es el pago por parte del gobierno del 5 % de las cuotas patronales al IMSS, esto sólo significa un subsidio más a la burguesía con cargo para los contribuyentes, especialmente los asalariados, que como sabemos son los únicos que pagan puntualmente sus impuestos.
Otra medida es la reducción del 20% de las tarifas eléctricas en horas punta, esto es también un subsidio a las empresas en la media en que, como se sabe son las únicas que efectúan un pago extra producto del empleo de energía eléctrica en dichos horarios. En los cuales se tiene que poner en marcha plantas generadoras tan sólo para cubrir con sus necesidades. En suma, estamos hablando de una medida que trata de evitar que paguen los que pueden pagar.

Otras medida son la reducción e incentivos fiscales a empresas por 50 mil millones de pesos. Por cierto, esto no representa algo en lo que el gobierno vaya a invertir, sino en lo que dejara de recibir. Por tanto, no supone un impacto o estimulo directo a la dinámica de la economía sino más bien una forma de resarcir a las empresas por las posibles pérdidas que se vayan a generar. En pocas palabras, ni un centavo para la creación de nuevas industrias, de nuevas fuentes de riqueza. Resultado: 0% de valor añadido al crecimiento.

Otra medida es la reducción de 3% de pago provisionales al IETU y el impuesto sobre la renta empresarial, lo que significa otros 6 mil millones de pesos que el Gobierno dejará de recibir. No hay compromisos de que ese dinero que la burguesía no pagara se traducirá en inversión productiva, ni un niño pequeño puede creer que en un entorno de crisis la burguesía va a invertir los impuestos que el Estado no le va a cobrar, sobre todo cuando en el marco de la crisis las perspectivas de recuperar rápidamente sus inversión son más que inciertas.

Por alguna razón un tanto rara, se incluyó dentro de las medidas la inversión de 10 mil millones de pesos el presupuesto de mantenimiento y del Sistema Nacional de Ductos de Petróleos Mexicanos, resulta extraño porque hubiese o no un entorno complicado es indispensable invertir en dichos ductos o la pregunta sería ¿si no hubiera habido crisis entonces ni un centavo para dichos trabajos? La verdad es que se esta pretendiendo incluir un gasto programado en un programa emergente para darle más vista en la medida del carácter francamente mezquino de dicho plan.

Una propuesta que el gobierno hace como para que no digan que “todo para ellos y nada para nosotros”, es la contribución gubernamental a las cuotas del IMSS de obreros y patrones en municipios de menos de 50 mil habitantes. Al respecto decimos: muy poco y muy tarde, en la medida en que el único impacto que reflejará esta medida es el mantenimiento de un servicio que es obligación del Estado. En suma, esta medida tampoco supone imprimir una mayor dinámica a la economía.

La otra medida es recortar los gastos en trámites hasta por 1 500 millones de pesos. Es decir, otro recorte de ingresos directo a los bolsillos de los patrones.

Ah, pero que no se diga que el Gobierno sólo mira en favor de sus amos burgueses. Dentro de las propuestas esta el portal www.empleo.gob.mx, para que las masas puedan ocupar unas 130 mil vacantes frente al millón y medio de empleos que se requieren incrementar anualmente para mantener en el mismo nivel el desempleo. Por supuesto, la diferencia es que ahora el portal está más “bonito” e incluirá estadísticas y asesoría para convencernos de que si no hay empleo es por culpa de nuestra falta de capacitación. En definitiva, toda una burla al pueblo trabajador que no supone un solo empleo.
Lo único en donde se supone habrá inversiones frescas es en “acelerar” la entrega de 3 mil millones de pesos para la banca de desarrollo. Si, lo leyó usted bien, 3 mil millones de pesos es lo único que todo el plan de Calderón ofrece para invertir, ello representa el 0.03% del PIB. Es decir: nada. Como si se echara una gota de agua en un comal ardiendo.
Si hacemos una revisión, el Estado dejará de percibir unos 100 mil millones de pesos en impuestos. Le estará regalando a la burguesía esos montos y tan sólo invertirá 3 mil millones de pesos extra. Cabe recordar que los excedentes petroleros superarán los 200 mil millones de pesos y por supuesto, lejos de reflejarse en inversión productiva, se quedarán nuevamente para cubrir las necesidades de los buitres burgueses que requieran nuevos rescates.
La recesión no es producto de la falta de dinero y liquidez de los burgueses sino de la incapacidad del mercado para absorber la producción de bienes y servicios, es decir de las mercancías y para mantener operando la planta productiva un nivel pleno. Esos elemento no son contrarrestados con el plan, y por lo tanto la crisis se expresará en cierres de empresas, crisis de deudas impagables y reducción de la actividad comercial, que como siempre los burgueses pretenderán que los trabajadores seamos lo que paguemos.

Escudados en el pretexto de la crisis, los señores del Gobierno tratarán de lanzar más ataques, no hay de otra tenemos que unificarnos y luchar para derribar al Gobierno o este último continuará con sus ataques y sus burlas al pueblo trabajador.

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