Carlos Lage y Felipe Pérez Roque fueron  destituidos de todos sus cargos dentro del gobierno cubano el día 3 de marzo. En esa fecha se especulaba al respecto de una probable acción de Raúl Castro para aislar aún más a Fidel, ya que era conocido que tanto Lage como Pérez Roque habían sido promovidos desde la dirección de las Juventudes Comunistas a cargos de dirección del Estado con el patrocinio de Fidel. Lage, principal responsable económico durante los últimos 20 años y Pérez Roque,  responsable de relaciones exteriores hace casi 10 años.

No obstante el día 4 se publicó un escrito de Fidel Castro renegando de sus antiguos cuadros, señalando que no sudaron para llegar al poder y el poder mismo los sedujo al grado de llegar a situaciones indignas del Partido Comunista, en palabras de Fidel “La miel del poder por el cual no conocieron sacrificio alguno, despertó en ellos ambiciones que los condujeron a un papel indigno. El enemigo externo se llenó de ilusiones con ellos”.

Al día siguiente tanto Pérez Roque como Lage cumplieron con el ritual, una vez que el propio Fidel dio su veredicto. Ambos se declararon indignos de continuar no sólo en el gobierno sino en los órganos del propio Partido Comunista.

Muchos días han pasado y en general se sostiene entre los círculos periodísticos que Raúl está preparando un giro a la derecha y que en esas circunstancias, Pérez Roque y Lage le estorbaban.  De hecho mucho se ha insistido que la acción marca un punto de distanciamiento con Hugo Chávez con quién Lage tenía una fuerte relación.

Otro signo en ese sentido sería la designación de Bruno Rodríguez en Relaciones Exteriores, un funcionario de toda la vida, representante cubano ante la ONU desde hace años. Elemento que sin duda nunca ha trascendido por su protagonismo revolucionario.

Lo cierto es que las masas populares cubanas una vez más miran los acontecimientos como espectadores, no hay duda que las esperanzas de la mayoría de los trabajadores cubanos están puestas en que los cambios sirvan para hacer que la revolución dé pasos adelante y que la anuencia de Fidel a las destituciones significa que antes de dar el paso, la dirigencia histórica de la Revolución consensó los pros y los contras de tal medida.

No tenemos parámetros para determinar lo justo o injusto de la medida, la falta de información, incluso en los círculos más cercanos a la cúpula del PCC, es lo único constatable.

Como sea, creemos que la manera en que se implementaron dichas acciones no es lo mejor que le pudiera suceder a la Revolución Cubana, incluso si se tratara de una medida necesaria o correcta, o si Pérez Roque y Lage, como insinúa Fidel, hayan tenido  ambiciones indignas.

La Revolución Cubana requiere de la participación amplia de las masas en la toma de decisiones. La forma en la que se tomaron sólo crea incertidumbre y desconcierto, al mismo tiempo que alimenta el ímpetu intervencionista de aquellos que, desde Miami u otras partes, conspiran para destruir la revolución cubana.

Extender la democracia obrera en Cuba es el único medio que permitiría a la revolución defenderse eficazmente en el caso de que las agresiones contra la isla se profundizaran; al mismo tiempo el hecho de que las principales decisiones surgieran del consenso de los trabajadores cubanos ayudaría a una ejecución muchísimo más efectiva que una serie de directivas desde arriba que ni siquiera se explican.

Del mismo modo los trabajadores cubanos necesitan información y medios para defender su revolución, no debemos olvidar que los principales pasos para la destrucción de la URSS provinieron desde la propia burocracia, la cual puso a los trabajadores ante hechos consumados y sumidos en tal confusión que no hubo medios para impedir desde abajo la brutal contrarrevolución capitalista.

El socialismo en Cuba necesita el oxígeno de la democracia obrera y el alimento de la extensión de la revolución socialista a otras partes del mundo, es indudable que la revolución en Venezuela ha hecho muchísimo más por el socialismo en Cuba que la apertura al turismo de las décadas pasadas.

Los trabajadores del campo y la ciudad en México y en toda Latinoamérica miramos con preocupación los recientes acontecimientos en la dirección cubana y señalamos que urge profundizar el trabajo para extender la revolución socialista en el conjunto del continente americano para evitar los peligros de una contrarrevolución capitalista que si bien no se ve próxima en un escenario inmediato, sí es una posibilidad que nunca dejará de subsistir mientras el capitalismo y el imperialismo norteamericano exista.