Acerca de la organización de los “Comités Culturales de Resistencia”

Escrito por: 

Héctor Malavé Gamboa, Coordinador de la Resistencia Cultural en Camino Real
lucha-del-pueblo.jpgSi definimos la cultura como el producto ideológico de la manera de trabajar de un pueblo en una formación social concreta, entonces el producto espiritual es efecto de una larga explotación que produce un condicionamiento mental de sometimiento y aceptación que obnubila el hecho de que el trabajador pueda ser el dueño de la soberanía y el poder político. 
 
La cultura también se organiza, sea una cultura de la opresión o una cultura de la liberación. 
 
La ciencia de la organización es una ciencia burguesa nacida al calor de la industria y el mercado. Al pueblo le es difícil organizarse por sí mismo tiene que aprenderlo con la ayuda de intelectuales externos que colaboren para facilitar el proceso de aprendizaje. En la burguesía la organización genera una burocracia administrativa que hace más eficaz el control por medio de la supervisión exacta de las actividades laborales. 
 
El Estado es el resultado de una larga organización burguesa, lo mismo que el sistema educativo y las instituciones públicas. Por lo tanto, no es de extrañarse que los procesos electorales, ciencia de la organización burguesa, más afinada por el desarrollo de la cuarta revolución tecnológica vayan contra el intento de organizar a la clase campesina bajo la vanguardia de la clase obrera, los intelectuales socialistas y militantes revolucionarios. 
 
Un revolucionario es fundamentalmente un excelente organizador. ¿Cómo combinar la lucha revolucionaria aprovechando la geografía electoral burguesa? Los sistemas democráticos son un instrumento de segmentación de los grupos culturales subalternos para ejercer controles más eficaces sobre la población campesina y obrera, distribuirlos y agruparlos por su número de habitantes.
 
El sector obrero-campesino que es el mayor número de votantes en un país atrasado, en la mayoría de las ocasiones vota por los partidos que más representan a la  burguesía por medio de las tradicionales prácticas clientelares y corporativas, que han hecho de las jornadas electorales mercados trianuales. De esta manera, el sufragio universal producto de las largas luchas obreras está sostenido por una ciencia electoral que invierte la voluntad de los trabajadores gracias al analfabetismo, a la miseria en la que se vive, el atraso cultural y político, además de la ausencia de una organización social. 
 
Romper las formas de organización burguesa que dividen al pueblo es entendiéndola, discutiéndola y superándola de manera dialéctica con una organización científica, no negándola. Primero debemos reconocer que los trabajadores del campo y de la industria están organizados sistemáticamente para la explotación económica en términos de espacio-tiempo, también están organizados políticamente en la geografía electoral. ¡Hay que desorganizarlos y reorganizarlos!
 
Una forma de organización que escapa más o menos a estos controles fácticos. Se articula por medio de la tradición, la costumbre,  el lenguaje y sus fronteras son menos perceptibles. Así por ejemplo, los estados de Quintana Roo, Yucatán y Campeche, a pesar de estar divididos políticamente se encuentran unidos por una tradición cultural maya. En el estado de Campeche podemos distinguir varias regiones: Camino Real, Campeche, y el sureste que comprende los municipios de Champotón hasta Ciudad del Carmen. En esos municipios hay diferencias por lo que el Estado es pluricultural. El dominio ideológico juega un papel fundamental, los intelectuales burgueses crean el mito de unidad nacional para evitar que el estado nacional sufra fracturas como pasa en Europa. 
 
Entonces, las delimitaciones fronterizas finalmente obedecen a intereses de los grupos económicos y políticos de las diferentes capas burguesas de cada formación social concreta. La esfera cultural se contrapone a veces, y hay ejemplos de resistencias a algunas formas de distribución demográfica en función del poder establecido que no trataré aquí. 
 
Una revolución cultural es finalmente una revolución integral que no da marcha atrás. Se compone de una emancipación económica, política y de la conciencia.  Sus etapas son finalmente tres en términos organizativos: reunir, organizar y estructurar. Una elección es una etapa álgida de la lucha de clases que no se puede desaprovechar, pero no será posible usarla a favor de un empuje revolucionario, sin una movilización que genere una coyuntura de quiebre.  Finalmente, una elección es una coyuntura de cambio de gobierno, no de poderes, que ofrece cierta posibilidad al pueblo. 
 
La construcción de los comités de resistencia en cada sección electoral se compone de una célula que genera círculos de reflexión y crítica de la cual emergen los mejores liderazgos de la clase trabajadora. Tiene como objetivo combatir la alienación, su pedagogía libre consiste en invertir el pensamiento de dominación del pueblo por uno de autonomía de pensamiento y acción. El acompañamiento político no impone ni dejar que se impongan al constructor de comités. 
 
Los grupos aún reunidos no significan que estén organizados, el siguiente paso es la organización cultural. No es rápido, es un proceso lento en las que el propio grupo define sus estrategias de acción adecuadas a sus regiones culturales y su número de personas e interés colectivos. Una organización de izquierda debe dotarles de recursos necesarios para la movilización pero al mismo tiempo, los mismos grupos deben hacerse autogestivos más no independientes del partido. Lo cual significa pasar de una lógica de sometimiento a una lógica de liberación y entendimiento de una célula como representante el partido, y el partido como representante de la clase trabajadora. 
 
La finalidad de una organización cultural es crear sus propios intelectuales populares para la lucha concreta en sus comunidades. Es una distribución del trabajo político definido por sus mismos integrantes que generen tácticas de acción concretas, articulen a los trabajadores y los llamen a realizar tareas de concientización de manera sistemática en una región política específica. 
 
Finalmente, la conformación de varias organizaciones culturales en un territorio cultural específico bajo un programa centralizado constituye una estructura cultural capaz de movilizarse para un proceso de cambio radical y profundo que inicie un cambio de gobierno, una modificación de un modelo económico y finalmente, una revolución cultural. No será posible, sin una base flexible de acción que se movilice con sus propios recursos materiales e intelectuales a los campesinos en el caso de zonas rurales y obreros y empleados en el caso de las ciudades. 
 
Cada molécula y célula cultural en un futuro socialismo cultural debe sustituir la estructura educativa burguesa, arrancándole el monopolio de la ciencia, el arte y la filosofía a la inteligencia clásica que siguen en manos de una minoría de sabios.
 

Fecha: 

26 de enero de 2016

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