Morelos y la revolución de independencia de México (2)

Escrito por: 

Carlos Márquez
 
La constitución de Cádiz de 1812
 
m1.jpgEn España las masas daban una lucha de independencia contra los franceses, se formaron juntas revolucionarias con influencias liberales. La lucha independentista española fue un proceso profundamente contradictorio, las ideas de la revolución francesa eran inspiración de muchos de quienes luchaban contra su invasión pero al final, al conseguir la independencia, regresó el reaccionario dominio borbónico. Antes de que esto último ocurriera, en 1812, el péndulo giraba a la izquierda y se estableció una constitución conocida como la de Cádiz.
 
La constitución liberal de Cádiz daba derechos a las colonias, eliminaba la discriminación hacia criollos y daba curules a los americanos en el parlamento central. Había sectores en América que veían en la Constitución de Cádiz una salida que permitiera mayores derechos autonómicos, pero esta llegó cuando la llama revolucionaria estaba firmemente encendida y los independentistas controlaban ya territorios enteros de América. Estas concesiones eran muy poco para el ala revolucionaria, además que los sectores más conservadores del viejo régimen se negaban, con su lucha sangrienta, a otorgar dichas concesiones.
 
Morelos, en diciembre de 1812, da un discurso a los oaxaqueños, en el que deja clara su posición:
 
“Las Cortes de Cádiz han asentado más de una vez, que los americanos eran iguales a los europeos, y para halagarnos más, nos han tratado de hermanos; pero si ellos hubieran procedido con sinceridad y buena fe, era consiguiente que al mismo tiempo que declararon su independencia, hubieran declarado la nuestra y nos hubieran dejado libertad para establecer nuestro gobierno, así como ellos establecieron el suyo”.
 
La reforma no era suficiente, pero había que oponerse no solo con la vía de las armas al viejo régimen monárquico, sino también con un programa revolucionario.
 
Los elementos constitucionales y los sentimientos de la nación
 
mmmm.jpgYa hemos señalado que entre José Morelos y López Rayón se desarrollaron diferencias. Hay historiadores que señalan que estas eran de carácter personal o simplemente era la lucha por el poder al interior de los independentistas, pero eso solo eran manifestaciones de diferencias de carácter político. Existió una lucha fraccional que también significó la lucha por la hegemonía y la dirección del movimiento.
 
No cabe duda que los debates con el cura Miguel Hidalgo influyeron en estos dos dirigentes y en sus escritos. López Rayón escribiría un documento llamado Elementos constitucionales, es la primera constitución, o mejor dicho proyecto constitucional, que existió en lo que hoy es México, incluso se redactó antes de la de Cádiz. Mórelos retomaría algunos de sus  puntos para su discurso conocido como Los Sentimientos de la Nación.  Coinciden Morelos y Rayón en que América es libre  de toda nación, en la abolición de la esclavitud y de la tortura y en que la iglesia católica debe ser única sin tolerancia de otra, aunque este sea un punto en el que nosotros no concordemos.
 
Pero ¿cuáles eran los puntos divergentes entre ello? La diferencia fundamental radica en éste artículo. Rayón diría:
 
“5° La soberanía dimana inmediatamente del pueblo, reside en la persona del señor don Fernando VII y su ejercicio en el Supremo Congreso Nacional Americano.”
 
Mientras que Morelos en sus sentimientos a la Nación señalaría:
 
“5° Que la Soberanía dimana inmediatamente del Pueblo, el que sólo quiere depositarla en sus representantes dividiendo los Poderes de ella en legislativo, ejecutivo y judiciario, eligiendo las Provincias sus vocales, y estos a los demás, que deben ser Sujetos sabios y de probidad”.
 
Rayón nos recuerda a quienes en la actualidad señalan que sí hay que luchar por el socialismo pero por táctica no hay que decirlo, al final esta táctica termina significando la adopción de un programa ajeno. Aunque formalmente Ignacio López Rayón estaba de acuerdo con la independencia (algo que plasma en sus elementos constitucionales) al aceptar la figura de Fernando VII “por táctica” sigue aceptando el dominio monárquico español, por tanto tampoco plantea el establecimiento de una República, contrario a lo que reflejan los Sentimientos de la Nación de Morelos.
 
Los sentimientos de la nación es uno de los documentos más profundos de la independencia mexicana. Efectivamente resalta esa idea de nacionalismo y soberanía, que en ese momento eran muy progresistas. Pero también señala la abolición de la esclavitud, la eliminación de la tortura y de las castas, al mismo tiempo que la igualdad de los americanos. Plantea ideas republicanas y la división de poderes en Legislativo, Ejecutivo y Judicial. En su artículo 12, dice:
 
“Que como la buena Ley es Superior a todo hombre, las que dicte nuestro Congreso deben ser tales que obliguen a constancia y patriotismo, moderen la opulencia y la indigencia, y de tal suerte se aumente el Jornal del pobre, que mejoren sus costumbres, aleje la ignorancia, la rapiña y el hurto”.
 
Se establece la igualdad ante la Ley, se habla de igualdad de los hombres aunque no se habla propiamente de una igualdad social sino de una reducción de la diferenciación social. Pero son ideas sumamente revolucionarias para su época.
 
En sus Sentimientos de la nación Morelos rindió honores a Allende e Hidalgo y a quienes con ellos iniciaron la lucha de independencia estableciendo que el 16 de septiembre debía celebrarse cada año.
 
José María Morelos no luchó en contra la iglesia o la religión, era un ferviente católico que se oponía al sistema injusto. Esta es una parte negativa de su ideario político porque no hace una separación de sus ideales religiosos sino que habla de no tolerancia de cualquier otra religión. Morelos fue el más guadalupano de los dirigentes insurgentes, fue él quien llamó a celebrar cada 12 de diciembre a la virgen de Guadalupe (sabemos que ésta, la virgen indígena, fue estandarte de los independentistas durante la lucha). Andrés Quintana Roo, uno de los diputados independentistas más notables, durante los debates del congreso de Anáhuac, criticó fuertemente estas ideas y llamaba correctamente a la libertad de culto.
 
La iglesia católica después de la independencia se convertiría en la principal clase dominante, siendo los más grandes terratenientes y explotadores de campesinos. No fue sino medio siglo después de la lucha de Morelos, que la revolución conocida como Reforma, establecería el gobierno secular y la separación de la iglesia y el Estado corrigiendo este error del siervo de la nación.
 
El nacionalismo mexicano
 
m00.jpgLa nación mexicana es producto de un largo desarrollo histórico y de una serie de luchas revolucionarias de liberación nacional (contra españoles, estadounidenses y franceses). En estas luchas las masas explotadas jugaron un papel de primer orden, aunque la dirección no iba encaminada a la abolición de la desigualdad social sino de la formación de un Estado Nacional y el desarrollo del capitalismo. La lucha de Morelos no triunfó, pero si sentó bases ideológicas y una tradición de lucha que retomarían las generaciones futuras. En la lucha de Hidalgo, Morelos y del resto de los insurgentes vemos embrionariamente el nacimiento de la nación mexicana, pero el proceso de  su formación no concluiría sino con la lucha de reforma, encabezada por Benito Juárez, a mediados del siglo XIX. El Estado mexicano tuvo importantes transformaciones producto de la lucha revolucionaria de 1910-1917.
 
No podemos hablar de que en los pueblos prehispánicos hubiera una nación, sin embargo hay elementos de aquella época que han contribuido a desarrollar una conciencia colectiva. La formación de un estado nacional es un paso revolucionario, sin embargo es sólo un paso en el desarrollo histórico.
 
El nacionalismo puede ser un elemento muy conservador, incluso desde aquella época de inicios del siglo XIX. Tenemos ejemplos como el de Francisco Javier Mina, quién luchó contra los opresores sin importar el país o continente. Viniendo de y luchando en España, no dudo en empuñar las armas por la independencia de América, sin embargo siembre hubo elementos independentistas que lo vieron con malos ojos, lo intrigaron y hasta dejaron aislado, simplemente porque él no era americano.
 
Simón Bolívar, el libertador del sur, soñó con la patria grande porque sabía que había una historia de opresión similar que unía a los hoy latinoamericanos. José María Morelos y Pavón hablaba de la independencia de América. Hoy los países de América Latina somos independientes formalmente, pero tenemos un nuevo opresor: el imperialismo estadounidense que se apoya en las oligarquías locales que muchas veces son fervientes nacionalistas. En la actualidad, así como en los tiempos de la colonia española, un minúsculo sector privilegiado, ahora no solo extranjero sino también nacional, explota y oprime a la inmensa mayoría de la sociedad. La verdadera independencia y soberanía de los pueblos vendrá cuando acabemos con la sociedad dividida en clases,  es decir, cuando establezcamos una federación socialista de América y el mundo. Las ideas revolucionarias de nuestro tiempo no son las del nacionalismo sino las del internacionalismo proletario.
 
 
El congreso de Anáhuac
 
manahuac.jpgLa Junta de Zitácuaro, encabezada por Rayón, era un obstáculo para que las ideas de Morelos prevalecieran. En medio de los debates entre los dirigentes, cuando el futuro Siervo de la Nación tuvo la fuerza suficiente, planteó una instancia que la supliera, pero que además pusiera al movimiento independentista en una nueva perspectiva que pudiera oponer un proyecto propio al de la Constitución de Cádiz (aunque las ideas liberales de esta influirían) y a la Monarquía española. Este fue el congreso de Anáhuac.
 
El 13 de Septiembre de 1813, establecidos en la ciudad de Chilpancingo, se inauguró el congreso independentista. Este asumiría el Nombre de Anáhuac buscando una identidad propia, porque este era el nombre como los Mexicas llamaban, antes de la llegada de los españoles, al territorio por ellos conocido. El congreso se desarrollaría en medio de la guerra civil, suspendido constantemente por combates y trasladándose de un punto a otro para tener las condiciones necesarias de seguridad.
 
Ya instalado el congreso, el 14 de septiembre se leyeron Los Sentimientos de la Nación de Morelos. El congreso declararía alteza serenísima a Morelos, este rechazó el nombramiento y como muestra de humildad se autonombró El Siervo de la Nación.
 
El congreso establecería una constitución que terminarían de redactar en Apatzingán en 1814. Se establece una república católica con un gobierno dividido en tres poderes, donde todos los americanos tenían igualdad de derechos y se declaraba la soberanía nacional. Esta constitución fue influenciada por las revolucionase burguesas internacionales, por la misma constitución de Cádiz, la constitución de Estados Unidos y la emanada de la revolución francesa de 1789.
 
Esta constitución refleja muy bien el carácter de clase de la dirección de la lucha de independencia. Los diputados, minúsculos en número, fueron electos entre los sacerdotes, generales del ejército y personas notables. La mayoría de las masas (indígenas, campesinos, esclavos) no participaron en el mismo. Fue un congreso de los criollos influidos por las ideas de la revolución burguesa internacional.
 
La burguesía y sus partidos en la actualidad lanzan loas a Morelos y los insurgentes. El siervo de la nación es un símbolo que tratan de utilizan para justificar sus leyes y su régimen. La lucha de Morelos no estuvo exenta de una lucha ideológica, reflejada en sus escritos y la constitución de Apatzingán de 1814, pero fue ante todo un revolucionario que no se basó simplemente en decretos constitucionales, por el contrario, dio una lucha real para imponer las leyes de la revolución de independencia y aplastar al caduco sistema de castas monárquico. La derecha trata de hacer una imagen de Morelos de un gran legislador cuando ante todo fue un gran revolucionario.
 
¿Fue Morelos un comunista?
 
Jose-Maria-Morelos-y-Pavon-y-Miguel-Hidalgo-y-Costilla.jpg“Los Comunistas y los socialistas, a cuyos sistemas propendía bastante Morelos, reconocerán en algunos de los puntos que recomendaba al Congreso plenamente sus principios”. Decía el historiador conservador Lucas Alamán y añadía: “Pues habiendo venido a hacer la guerra, entre los propietarios y los proletarios, se trataba en él nada menos que de la destrucción completa de todas las propiedades, distribuyéndolas entre los que nada tenían”.
 
¿Era en realidad Morelos un comunista? Fue un gran revolucionario, sin duda, que tomó todas las medidas que creyó necesarias para combatir al viejo sistema. ¿No saqueó la monarquía española, a sangre y fuego, las riquezas del “nuevo” continente durante tres siglos? Las masas oprimidas después de 300 años de opresión lucharon con gran heroísmo y odio de clase, el mismo odio que los realistas y sus historiadores, como Lucas Alamán, tuvieron contra los insurgentes. La revolución de independencia no dudó en luchar contra la propiedad de las viejas clases, pero no era realmente comunista, era una en cierne revolución burguesa.
 
Existe un documento, comúnmente atribuido a Morelos, conocido como Medidas políticas que deben jefes de los ejércitos americanos para lograr sus fines por medios llanos y seguros,  evitando la efusión de sangre de una y otra parte, vale la pena citarlo extensamente, pues es quizás el documento más radical de la independencia que refleja el choque entre clases:
 
"Sea la primera.
 
Deben considerar como enemigos de la nación y adictos al partido de la tiranía, a todos los ricos, nobles y empleados de primer orden, criollos y gachupines, porque todos estos tienen autorizados sus vicios y pasiones en el sistema y legislación europea (…) luego que ocupen alguna población grande o pequeña, es informarse de la clase de ricos, nobles y empleados que haya en ella, para despojarlos en el momento de todo el dinero y bienes raíces o muebles que tengan, repartiendo la mitad de su producto entre los vecinos pobres de la misma población, para captarse la voluntad del mayor número, reservando la otra mitad para fondos de la caja militar.
 
Segunda.
 
Para esta providencia debe preceder una proclama compendiosa, en que se expongan las urgentes causas que obligan a la nación a tomar este recurso, con calidad de reintegro, para impedir que las tropas llamadas del rey hostilicen los pueblos con el objeto de saquearlos, pues sabedores de que ya no hay en ellos lo que buscan, no emprenderán tantas expediciones.
 
Tercera.
 
El repartimiento que tocare a los vecinos de dichas poblaciones ha de hacerse con la mayor economía y proporción, de manera que nadie enriquezca en lo particular, y todos queden socorridos en lo general para prendarlos conciliándose su gratitud, y así cuando se colecten 10,000 pesos partibles, se reservarán 5,000 para el fondo, y los otros 5,000 se repartirán en aquellos vecinos más infelices a 10, 15 o 20 pesos según fuese su número, procurando que lo mismo se haga con las semillas y ganados etcétera, sin dejarles muebles o alhajas conocidas que después se las quiten los dueños, cuando entre la tropa enemiga.
 
Cuarta.
 
Esta medida deberá extenderse al oro, plata y demás preciosidades de las iglesias, llevándose cuenta y razón para su reintegro, y fundiéndose para reducirlos a barras o tejos portátiles, disponiéndose los ánimos con ponderar en la proclama, las profanaciones y sacrilegios a que están expuestos los templos con la entrada del enemigo.
 
Quinta.
 
Deberán derribarse en dichas poblaciones todas las aduanas, garitas y demás oficinas reales, quemándose los archivos, a excepción de los libros parroquiales, pues sin esta medida jamás se conseguirá establecer un sistema liberal nuevo, contra el partido realista.
 
Sexta.
 
En la inteligencia de que para reedificar es necesario destruir lo antiguo, deberán quemarse todos los efectos ultramarinos que se encuentren en dichos pueblos, sin que en esto de lujo haya piedad ni disimulo.
 
No hay que temer la enemistad de los despojados, porque además de que son muy pocos, comparados con el crecido número de miserables que han de resultar beneficiados, ya sabemos por experiencia que cuando el rico se vuelve pobre por culpa o por desgracia, son impotentes sus esfuerzos.
 
Séptima.
 
Deben también inutilizarse todas las haciendas grandes, cuyos terrenos laboríos pasen de dos leguas cuando mucho, porque el beneficio positivo de la agricultura consiste, en que muchos se dediquen a beneficiar con separación un corto terreno que puedan asistir con su trabajo e industria.
 
Esta es una de las medidas más importantes, por tanto deben destruirse todas las obras de presas, acueductos, caseríos y demás oficinas de los hacendados pudientes, criollos o gachupines.
 
Octava.
 
Debe también quemarse el tabaco que se encuentre, así en rama como labrado, docilitando a los pueblos para que se priven de este detestable vicio, tan dañoso a la salud.
 
Finalmente, estas propias medidas deben ser contra las minas, destruyendo sus obras y las haciendas de metales, sin dejar ni rastro, porque en esto consiste nuestro remedio.
 
La misma diligencia se practicará con los ingenios de azúcar, pues lo que necesitamos por ahora es que haya semillas y demás alimentos de primera necesidad para mantener las vidas, sin querernos meter a proyectos más altos.
 
Este plan es obra de muy profundas meditaciones y experiencias.
 
Si se ejecuta al pie de la letra ya tenemos conseguida la victoria”. 
 
 
Este documento refleja como la lucha de la construcción de la nación mexicana no dudó en atacar la propiedad de las viejas clase que se oponían a la transformación social, derecho legítimo de toda revolución. Además, siendo las masas quienes se levantan contra el sistema de castas, se ve reflejado ahí demandas y concesiones para ellas.
 
Muy posiblemente este documento no fuera redactado por Morelos sino por la organización clandestina independentista llamada como los Guadalupes.
 
Morelos sí confiscó los bienes de los realistas para la causa independentistas. En sus zonas de gobierno tomó medidas como la cancelación de la mayoría de los impuestos, cobró otros de importación y exportación. Eliminó los monopolios estatales, pero en algunas ramas estas mercancías debían venderse en exclusividad al gobierno insurgente como era el caso del azufre y la pólvora. Estableció su propia moneda para facilitar el comercio. La propia burguesía, los comerciantes, jugó un papel retrograda, especulando con las mercancías o falsificando monedas, algo que llevaría a dificultades económicas al gobierno insurgente.
 
El declive
 
descarga (3)_0.jpgEs común que en la lucha de clases en México ciertos movimientos (desde el EZLN, las luchas encabezadas por López Obrador, luchas sindicales y hasta la lucha en torno a Ayotzinapa) realicen congresos populares, convenciones nacionales o simples reuniones en que desconozcan al gobierno e incluso “establezcan” uno más favorable al pueblo. La diferencia es que el movimiento insurgente tenía el control real de una extensa  parte del territorio de la Nueva España y no se hacían la ilusión de que el mal gobierno ya estaba derrotado, había que vencerlos completamente en la lucha real.
 
La lucha insurgente era viva, la victoria no estaba asegurada pero era posible. Al final la monarquía española no fue capaz de mantener sus colonias americanas y en una zona tras otra se estableció la independencia. Era posible que los insurgentes ganaran, algo que por desgracia no ocurrió.
 
El sitio de Cuautla, en febrero de 1812, fue una derrota militar parcial pero fue un claro triunfo político de la cual Morelos iría en acenso, conquistando una ciudad tras otra. La toma de Oaxaca, en noviembre de 1812, fue la cúspide de la lucha de Morelos. Los realistas estaban desprestigiados y debilitados, mientras la popularidad de Morelos y moral de los insurgentes estaba por los cielos. La lucha no podía triunfar sin tomar la Ciudad de México, donde los Guadalupes se encontraban también en una buena situación.
 
Morelos no aprovechó el momento y, quizás siguiendo las órdenes que recibiera de Miguel Hidalgo cuando los sumo a la causa, decidió avanzar hacia el puerto de Acapulco. Este fue tomado, era de gran importancia para limitar el abastecimiento a los realistas y allegar importantes recursos económicos para los independentistas. Acapulco cayó después de un mes de combate a lo que se destinaron grandes esfuerzos. Acto seguido a la toma del puerto se realizó el congreso de Chilpancingo, que aportó las bases políticas para la conformación del Estado mexicano pero que en la coyuntura dio también tiempo valioso a los realistas para recuperarse y asestar contragolpes contundentes a los independentistas de los que nunca se recuperarían.
 
Había que añadir las limitaciones de fuerzas y cuadros de los independentistas quienes tenían que priorizar una u otra tarea, dividir fuerzas, etc., sumado a la perdida de cuadros valiosos en el transcurso de la guerra (Allende, Hidalgo, Bravo, Matamoros, Galeana…), lo cual limitaba su actuar.
 
Después de tener el control de Oaxaca era factible avanzar hacia la toma de la Ciudad de México. Cuando Morelos finalmente avanzó hacia la importante ciudad de Valladolid (actual Morelia), que lo acercaba a la capital, había pasado más de un año desde la toma Oaxaca. 
 
La toma de Valladolid tenía el objetivo de establecer ahí al Congreso de Anáhuac, pero la expedición militar fue un desastre. Los insurgentes fueron derrotados por las tropas encabezadas por el entonces realista y futuro emperador del México Independiente, Agustín de Iturbide. Esta derrota insurgente marcaría el inicio del declive de Morelos y la lucha de independencia.
 
Lo insurgentes se repliegan a Puebla. En la hacienda de Peruarán, Mórelos escribirá otro importante Manifiesto en el que hace un balance de la lucha y explica su desarrollo y causas. Ahí se protagoniza otra batalla y nuevamente son derrotados los insurgentes por Iturbide. En la huida es capturado Mariano Matamoros. Al igual que cuando fue capturado Bravo en Cuautla, Morelos intentó rescatar a Matamoros ofreciendo a cambio entregar a 300 soldados realistas capturados en batallas, pero la respuesta fue la misma, el fusilamiento, los insurgentes procedieron de igual forma con sus prisioneros.
 
La derrota en Valladolid y la muerte de Matamoros ya eran dos golpes fuertes, un tercer revés fue la muerte de Hermenegildo Galeana en Coyuca, el 27 de junio de 1814, al que de forma similar a la de los primeros dirigentes insurgentes asesinados, su cabeza fue cortada y expuesta públicamente como trofeo de la reacción. 
 
Morelos continuó la tarea de proteger al congreso insurgente, quien finalmente promulgó el 22 de octubre de 1814, en Apatzingán, la primera constitución del país. 
 
Durante 2015 Morelos, con un ejército debilitado, mantuvo una lucha de resistencia frente a un ejército superior. En Temazcala, camino a Tehuacán, Puebla, finalmente Morelos caería prisionero a inicios del mes de noviembre de1815. No podría haber llegado mejor trofeo a los realistas quienes no dudaron en usarlo para terminar de minar la moral de los insurgentes. Sus días estaban contados pero antes de asesinarlo había que exponerlo y humillarlo, hacer la mayor propaganda posible contra la causa insurgente.
 
Los distintos poderes de la reacción querían condenarlo por igual y tuvo un juicio civil, pero también uno eclesiástico con la santa inquisición, sin dejar de lado la intervención del poder militar. Morelos fue sometido a torturas físicas y psicológicas, lo obligaron a renegar de sus ideales y denunciar a los insurgentes. Firmó una carta de arrepentimiento que usaron en contra de la causa insurgente. Morelos en vida fue un gran revolucionario, pero su muerte mostró su parte débil. Morelos era un fiel creyente católico y sus últimos días tuvo como prioridad salvar su alma, por lo que se entiende que actuara de esa forma. El mismo Callejas sería el que dictaría su sentencia de muerte.
 
Para morir sin estar excomulgado, antes de su fusilamiento fue sometido a una escena triste y humillante. Fue vestido con una ajustada sotana amarilla que apenas le llegaba a las rodillas y un gorro en la cabeza. Sus manos y pies tenían pesadas cadenas. Despojado de su ropa sacerdotal, se le denigró de sacerdote siendo la piel de sus manos rasgadas con lo cual le quitaron la unción para impartir sacramentos. Con su destitución sacerdotal, Morelos era reconocido dentro de la iglesia y podría morir como buen cristiano.
 
Morelos fue condenado por alta traición al Rey, a Dios y a la Patria, por haber ocasionados muertes, sabotaje y destrozos al virreinato. También por haber violado el celibato y tener tres hijos y se le declaró hereje.
 
Debido al miedo a un motín, fue elegido San Cristóbal, hoy cabecera del poblado Municipio de Ecatepec que ha sido absorbido por la mancha urbana de la Ciudad de México, como el lugar de sus últimas humillaciones y su fusilamiento.
 
Con un crucifijo en la mano y lo ojos vendados, poco antes de la voz de fuego, Morelos pronunció estas palabras: “Señor, si he obrado bien, tú lo sabes, pero si he obrado mal, yo me acojo a tu infinita misericordia”. Acto después se arrodilló y recibió las descargas que le arrebataran la vida. Alrededor de las 4:00 de la tarde del 22 de diciembre de 1815, José María Morelos y Pavón murió. 
 
El legado de Morelos
 
mppp.jpgLos últimos días de torturas y debilidades de José María Morelos no cambiarán el heroico papel revolucionario jugado por él en el transcurso de la lucha. No fueron sus flaquezas, sino ese legado el que ha inspirado a las posteriores revoluciones y luchas del pueblo mexicano. Las fuerzas conservadoras querían acabar con la memoria de Morelos, pero la llama de la revolución de independencia y de Morelos fue tan profunda que sus ejemplos siguen inspirándonos. Los conservadores realistas fueron barridos por la historia y el ejemplo de los insurgentes sigue vivo hasta hoy.
 
Con la Muerte de Morelos el movimiento insurgente se dividió, el congreso se disolvió y se entró a un periodo prolongado de lucha de guerrillas difícil que casi siempre estuvo aislada. Vicente Guerrero tiene el mérito de haber mantenido la lucha de independencia en esas condiciones tan difíciles. Francisco Javier Mina, venido de España, luchó sin piedad contra los tiranos y reavivó la lucha independentista. 
 
Los ideales de la independencia se propagaron, la monarquía española estaba en declive y finalmente no era posible mantener a sus viejas colonias. Una triste paradoja de la historia es que la independencia se consumara con uno de esos personajes que combatieron a Morelos y a los Insurgentes. Agustín de Iturbide, contrario a los ideas de Morelos, no proclamaría una república sino que se declararía emperador del nuevo imperio mexicano. Esa sería una efímera monarquía con la que iniciara la independencia de México el 27 de septiembre de 1821, 11 años después del llamado a la insurrección del cura Miguel Hidalgo.
 
El país se sumió durante décadas en inestabilidad lo que no permitió cumplir con los objetivos históricos del desarrollo capitalista. El triunfo de los insurgentes, con ideas más claras y avanzadas, podría haber ahorrado tiempo y permitido un desarrollo capitalista que hubiera generado mejores condiciones en el futuro para luchar por una sociedad verdaderamente igualitaria, que solo puede ser un socialismo democrático que se erige sobre un desarrollo de las fuerzas productivas.
 
Es mejor luchar y ser derrotado que ser derrotado sin luchar. México sería acosado por los EEUU que constituían como un naciente imperialismo, finalmente perdió la mitad de su territorio cuando el país era dirigido por Antonio López de Santa Anna. No podíamos hablar de una conciencia nacional consolidada en esos momentos, algo que ayudó a la separación de tan extenso territorio. Esas nuevas humillaciones de los nacientes imperialistas dieron paso a una generación que no se dejaría humillar y se inspiraría en el legado de Miguel Hidalgo y Costilla y de José María Morelos y Pavón. El periodo conocido como la reforma, fue una nueva revolución en la que se expulsó a los invasores franceses y se sentaron bases más sólidas para la conformación del Estado mexicano y el desarrollo del capitalismo. Fue una revolución burguesa prácticamente sin burguesía.
 
Cuando en 1910 se inicia una nueva revolución, con demandas más claramente sociales a favor de las clases explotadas, los obreros y campesinos podían mirar atrás e inspirarse en quienes tomaron las armas y dieron sus vidas por construir una sociedad más justa y no dudaron en hacer todo lo que estaba en sus manos para destruir al viejo régimen y a las viejas clases dominantes. Nuevamente Miguel Hidalgo y José Morelos fueron símbolos de nuestra revolución.
 
La historia no se ha detenido. Una nueva revolución en México es inevitable, cuando esta estalle nuevamente el legado de la historia resurgirá y los revolucionarios del pasado serán nuestra guía. De ellos debemos aprender de su entrega, de sus aciertos y también de sus debilidades y errores. Debemos entender las tareas que a ellos les tocó cubrir y las que son necesarias en nuestra época. 
 
León Trotsky decía que una revolución es ante todo la irrupción violenta de las masas en la política, surge cuando aquella gente común comienza a tomar el destino de la sociedad en sus manos. La independencia de México fue una auténtica revolución en la que no solo criollos, sino también campesinos, esclavos, indígenas, negros y mestizos, es decir las clases oprimidas y explotadas, lucharon y hasta dieron sus vidas. Eso lo vimos también en la reforma y en la revolución de 1910. Pero en cada caso las masas no han conseguido la igualdad que ellos esperaban.
 
Lenin dijo alguna vez:
 
“Los hombres han sido siempre, en política, víctimas necias del engaño ajeno y propio, y lo seguirán siendo mientras no aprendan a descubrir detrás de todas las frases, declaraciones y promesas morales, religiosas, políticas y sociales, los intereses de una u otra clase. Los que abogan por reformas y mejoras se verán siempre burlados por los defensores de lo viejo mientras no comprendan que toda institución vieja, por bárbara y podrida que parezca, se sostiene por la fuerza de determinadas clases dominantes. Y para vencer la resistencia de esas clases, sólo hay un medio: encontrar en la misma sociedad que nos rodea, las fuerzas que pueden --y, por su situación social, deben-- constituir la fuerza capaz de barrer lo viejo y crear lo nuevo, y educar y organizar a esas fuerzas para la lucha” (Lenin, Tres fuentes y tres partes integrantes del marxismo).
 
Morelos no creía en la reforma, por eso combatió la figura y las referencias a Fernando VII que los mantenían atados al viejo sistema de castas monárquico. Su lucha fue revolucionaria. Él tenía la desventaja de que en su tiempo el proletariado prácticamente no existía y había un pobre desarrollo de la economía, pero se apoyó en las fuerzas dentro de la sociedad que le ayudaron a combatir al viejo régimen. Hoy existen las condiciones objetivas no solo para combatir al actual sistema opresor, llamado capitalismo, sino para sentar las bases de una verdadera sociedad igualitaria y la fuerza principal para hacer ese cambio es el proletariado moderno. 
 
En el pasado el nacionalismo revolucionario significaba un paso al frente, hoy las ideas revolucionarias son las internacionalistas. En el pasado los independentistas se apoyaron en los ideales de la ilustración, hoy los ideales revolucionarios son lo del marxismo revolucionario. En el pasado los insurgentes se inspiraron en la revolución burguesa internacional, hoy es el momento de la revolución proletaria.
 
Bajo una sociedad socialista no habrá más gente que viva en la indigencia, ni tampoco quienes estén en la opulencia. Cada ser humano tendrá estudio y/o trabajo asegurado, no habrá necesidad de hurto ni rapiña y el establecimiento de un estado obrero de las mayorías permitiría combatir con relativa facilidad abusos particulares de este tipo. Se establecerá la ley de trabajo igual salario igual, lo cual reducirá enormemente las desigualdades sociales. Basados en la democracia obrera, que es la expresión mayor de la democracia, se podrá también controlar a los dirigentes para evitar la corrupción y el privilegio. La revolución no conoce fronteras como lo demostró la misma revolución burguesa, cuando la revolución proletaria triunfe y se extienda se establecerá una federación socialista que borre artificiales barreras nacionales, pero sin el sometimiento que se vivió en la colonia o bajo el imperialismo, manteniendo el derecho de autodeterminación de los pueblos. Con el desarrollo de las fuerzas productivas se sentarán las bases para una sociedad realmente igualitaria, donde cada quién trabaje según sus capacidades y reciba según sus necesidades.
 
Morelos hablaba de que la soberanía dimanaba inmediatamente del pueblo, esa sigue siendo una idea muy profunda, pero hoy no es aplicable depositando la confianza en los tres poderes del gobierno porque estos ya no juegan un papel revolucionario, no representan al pueblo y por el contrario sirven como instrumento para entregar al país a los imperialistas y capitalistas nacionales. La soberanía del pueblo solo se hará valer de la misma forma que la hizo valer José María Morelos: con una revolución. Es momento de que nuevamente el pueblo de México haga valer su soberanía.
 
 
Apéndice de documentos citados y mencionados:
 
 
 
 
 
 
 
 

 

Lee la primera parte

Fecha: 

22 de diciembre de 2015

Teoría Marxista: