No sólo son 43, más los muertos de ese fatídico 26 de septiembre, son varios asesinados y desaparecidos día a día por el narcoestado; no sólo es el IPN, son millones que no tienen acceso a una educación de calidad; no sólo son los enfermeros  que quieren defender su profesión, son millones de profesionistas desempleados, subcontratados y explotados bajo el régimen capitalista. No sólo son los que están hoy en las noticias, son las mujeres explotadas y asesinadas a lo largo y ancho del país, los niños que no tienen acceso a servicios básicos de salud; millones de hombres y mujeres que viven en pobreza extrema. Todos de alguna forma pagamos el costo del capitalismo para que los beneficios solo se los lleven unos cuantos, por ello es importante seguir en la lucha por un cambio radical en la sociedad.

 

Pero, ¿Qué hacer? Hemos visto que las marchas no han sido suficientes, no nos han devuelto a los 43 compañeros desaparecidos, ni han logrado justicia para las familias de nuestros muertos; pero tampoco podemos decir que han sido en vano, ya que como sociedad nos han abierto los ojos, la conciencia colectiva es mayor que hace dos meses. En el caso del IPN, las marchas y paros, como única alternativa de presión social, obligaron a Osorio Chong a salir a dar respuestas a los estudiantes, quienes después de un análisis determinaron que las aparentes respuestas positivas eran más bien mediáticas, siendo el origen del dialogo que ahora ofrece a la comunidad politécnica la posibilidad de llevar a cabo un congreso en donde sí se pueda dar una mejor solución a las demandas. ¿Qué sigue? Solo una organización real de los estudiantes y de toda la comunidad en el IPN, en alianza con el pueblo trabajador, va a lograr que lo que ahora está en el papel, a modo de acuerdos entre los representantes gubernamentales y los estudiantes, se vea reflejado en acciones que mejoren la calidad del IPN en beneficio del país. Del mismo modo pasa en la sociedad, no bastan las marchas y el expresar nuestro descontento; sólo una organización del pueblo trabajador podría hacer que el mal gobierno responda por sus atrocidades; sólo un partido de masas, un partido proletario y popular podría ser capaz de tomar el poder y  actuar para el beneficio de todos y no de unos cuantos. 

 

La tarea no es fácil ni a corto plazo, pero podemos empezar a construir nuestra organización formando círculos de estudios con nuestros vecinos, en nuestros centros de trabajo, acercándonos a sindicatos o a aquellas organizaciones que quieran cambiar de raíz al sistema. Convendría acercarnos a las ideas de Marx, Engels, Lenin, Trosky y todos aquellos que, como Ted Grand y Alan Woods, han entendido como funciona el sistema capitalista y han propuesto al socialismo como una alternativa a la sociedad actual capitalista. ¡Unámonos por una lucha socialista, unámonos por el bien común!