A diferencia de lo que se pudiera pensar, el sistema capitalista y su desarrollo en México, es tan fuerte económicamente como cada vez más débil políticamente, su dinero tan abstracto como el poder obrero cada vez más real. La clase obrera de México, sobre todo en las zonas y regiones industriales, se expresa espontáneamente por huelgas, paros y plantones. No obstante, la izquierda nacional, y todo el espectro, con ideas socialdemócratas y anarquistas,  no se mueven al ritmo de la actual lucha de clases. La falta de una dirección política clara y un trabajo de organización interno en las fábricas alargan la vida del régimen y del gobierno. 

La consigna debe ser la ocupación de las fábricas como agenda sistemática contra el capital. Pero la hegemonía cultural del sistema burgués ofrece tres alternativas que no le afectan en mucho: la eternidad del sistema económico, reformas cosméticas al sistema económico o renunciar a la conquista de las masas trabajadoras a favor de otros “sujetos históricos”, expresiones democrático pequeñoburguesas. 

Sin embargo, los trabajadores inconformes con el régimen neoliberal, representado actualmente por el PRI, se dan cuenta de la debilidad política de las fábricas e industrias donde laboran e intuyen que hay que hacer algo. La recesión económica mundial debilita la estructura interna del Estado, porque desmantela el “estado bienestar” emanado de la revolución de 1910. Ahora los obreros están ante la posibilidad de ocupar sus fábricas y hacerlas que funcionen de manera autogestiva. 

En esta coyuntura de formación de MORENA como partido político, sus militantes más avanzados comprenden la tarea de hacer trabajo político al interior de los sindicatos, o de formar nuevos sindicatos cuando en las fábricas estallen de manera espontánea en huelga. La dirección nacional tendrá en estos momentos de conformación de un partido político de izquierda nacional, verse en la necesidad que encabezar y/o respaldar sí o sí la lucha de los compañeros militantes.  La lucha de los trabajadores por mejorar sus condiciones laborales se vendrá como la primera luz del día. El caso de oceanografía, el movimiento magisterial y ahora la huelga en Tamaulipas son ejemplos muy concretos. 

La lucha de clases marcará la agenda en la toma de decisiones en los años por venir al margen de los liderazgos establecidos por la burocracia, a menos que estos se vean arrastrados por la corriente social. El giro de Morena debe trasladarse de la lucha por las reivindicaciones civiles y democráticas al movimiento obrero  nacional y de fábricas e industrias.  Necesariamente surgirá de los ajustes que el capital ha hecho a la Constitución en materia económica, y de la debilidad de un Estado mexicano cada vez más desgastado por la corrupción.

 ¡Al giro a la derecha de la burocracia estatal, debe corresponder un poderoso giro a la izquierda de la organización obrera!