La vox populi señala que los siguientes conflictos sociales van hacer provocados por el agua. Y en San Bartolo Ameyalco (lugar donde brota el agua), es el agua, el origen del conflicto. Es decir, es el principal detonante de los enfrentamientos del pasado mes de mayo, en San Bartolo. 

San Bartolo Ameyalco se ubica al poniente de la ciudad, en la delegación Álvaro Obregón. En dicha localidad se encuentra situado un manantial agua, sin embargo, hay localidades dentro de San Bartolo, que no tienen acceso al vital líquido. Para ello, señalan las autoridades, se estaba construyendo una red de distribución  que vendría del sistema Cutzamala.  Pero a decir de algunos pobladores de la región, la red de distribución era un vil engaño para aprovechase de su manantial para llevarse el agua a zonas residenciales como el complejo Santa Fe o la posibilidad de que se mezclaran las dos fuentes de agua, o sea, la que provenía del Cutzamala y la del Manantial. 

Es en ese contexto de resistencias a la obra emprendida por la administración del perredista Leonel Luna,  que se desataron los fuertes enfrentamientos entre pobladores y granaderos.  Cabe mencionar que la administración señala que el conflicto no es con la población de San Bartolo, sino con un grupo de piperos de agua que se abastecen del manantial y que hacen negocio del desabasto en la región.  

Ahora bien ¿El enfrentamiento en San Bartolo se puede explicar únicamente por un conflicto de agua? Es evidente que fue el detonador del enfrentamiento, sin embargo, detrás de ello pueden existir elementos mucho más profundos.  O sea, yo colocó la posibilidad de que exista un hartazgo colectivo, que no tiene solo que ver con un conflicto con el agua. La furia desatada por llevar a miles de granaderos para imponer una obra hidráulica no se puede explicar, como lo intentan hacer ver las autoridades, a través de un grupo de piperos “alborotadores”, que seguramente existen en la población, pero que por lo visto y por lo fuerte de los enfrentamientos no es la única causa, se puede deducir que existe un gran odio, rencor, coraje, frustración contra la autoridad, en esa ocasión representada con tolete y escudo. Es decir, un accidente (una obra hidráulica) pudo desatar años de marginación, desempleo, pobreza e inseguridad.  La violencia vista en los enfrentamientos, no se puede explicar tan superficialmente, como intentan hacer  ver algunos “analistas” de la burguesía. 

La autoridad en el Distrito Federal ha encontrado como mecanismo de negociación la utilización de la fuerza pública, pero que en San Bartolo por sus tradiciones y su forma organizacional, encontraron resistencias. Será, a mi parecer, las expresiones cotidianas de un país y una ciudad que cada día se viene desquebrajando. No soy un apologista de la violencia, sin embargo, tampoco ingenuo como para no poder ver que eventos como los de San Bartolo serán una de las expresiones de lo cotidiano.