A 25 años del Caracazo: Las lecciones de un gobierno de derecha

Evert Beltrán González 

caracaso.jpgDesde hace algunos días hemos visto como la derecha en Venezuela se abalanza contra el gobierno democráticamente electo de Nicolás Maduro. Hemos visto como la burguesía venezolana, el imperialismo yanqui y todos los países “democráticos” tratan de desestabilizar a este país, éstos últimos por medio de la difamación y la calumnia para, como en 2002 contra Hugo Chávez, dar un golpe de estado que lleve de vuelta a Venezuela, su petróleo y su mano de obra al servicio del imperialismo internacional.

El presente artículo tiene como principal objetivo echar luz sobre lo que han sido los gobiernos de derecha en Venezuela, sobre todo ahora que está en peligro la Revolución Bolivariana y que la burguesía afila sus garras para meter las manos en Venezuela, para dejar claro dos cosas: el gobierno de Maduro no es el mismo que el de Carlos Andrés Pérez y que la derecha en Venezuela es la misma desde hace 25 años, incluso es peor debido a la crisis que vive ahora el capitalismo.

Ajustes en la economía venezolana en 1989

Carlos Andrés Pérez llega al poder a través de las elecciones del 4 de diciembre de 1988, con 3,879,024 votos (52, 91%), hasta esa fecha, fue el mayor número de votos absolutos. Sin duda alguna un factor determinante para tener un segundo periodo al frente de Venezuela (antes gobernó de 1974-1979), fue la situación en la que se encontraba el país en aquellos momentos, después de la liberación de los precios, aunado a los bajos precios del petróleo y a la elevada deuda externa. El poder adquisitivo no había hecho otra cosa que bajar, la población vio en Andrés Pérez el regreso a los relativos “buenos años” de 1974.

Esta situación económica, no proporcionó a Pérez mucho margen de maniobra, anunció un plan de austeridad redactado por el Fondo Monetario Internacional (FMI). Entre los principales puntos que contenía dicho plan, se deben mencionar: la privatización de las empresas, según ellos, no estratégicas en manos del estado; aumento del precio de la gasolina; congelación de salarios; adelgazamiento del Estado, así como del gasto público; se anunció el incremento gradual de las tarifas de servicios públicos, tales como teléfono, agua potable, electricidad y gas doméstico.

La medida más sentida al corto plazo fue el aumento del 100% de la gasolina, toda la población entendió que al aumentar la gasolina inevitablemente aumentarían todos los productos, aumenta el precio para transportarlos, aumenta el pasaje, etc.

Revuelta popular

El 4 de febrero de 1989 tomó posesión de la presidencia Andrés Pérez, pocos días después presentó los ajustes antes mencionados. Para el 27 de febrero la negativa de los trabajadores de pagar el boleto de autobús con las nuevas tarifas triplicadas marcó el inicio de la revuelta de Guarenas, que al poco tiempo se extendió a la capital, Caracas. Los enfrentamientos con la policía comienzan ese mismo día, así como los ataques a los comercios cuyos propietarios habían duplicado y triplicado los precios de sus productos en paralelo al aumento del precio del transporte público (debido al incremento en el precio de la gasolina).

El 28 de febrero se paralizó Caracas y la revuelta tomó nuevas proporciones. A pesar de los intentos de la mayoría de los medios de comunicación de presentar a los manifestantes como hordas de delincuentes, la actuación de éstos fue bastante selectiva: se respetaron las farmacias, los dispensarios, los hospitales, las escuelas, etc. Los saqueos se centraron en los negocios de bienes de consumo que habían aumentado los precios, así como en los bancos y puestos de policía. Pero el tratamiento mediático, especialmente por parte de las grandes cadenas de televisión, estuvo orientado desde el primer momento a fomentar el miedo a la población en general, presentando la revuelta como una amenaza general para la paz y exigiendo una intervención de fuerza.
Ese mismo día 28 el gobierno lanzó el Plan Ávila (que representó la militarización del país en respuesta a la crisis), conjunto de medidas de emergencia cocinado en las últimas horas del 27 en el palacio de Miraflores entre el Gobierno, las autoridades militares y los partidos de oposición.

Para llevar a cabo la represión, el Gobierno decretó la suspensión de las garantías constitucionales y la introducción de la ley marcial, que hizo posible el uso de la fuerza militar contra la población civil y una represión particularmente dura, en especial en los cerros, barrios pobres de la periferia de la capital y de las ciudades donde se produjo el alzamiento (Maracay, La Guaira, Barquisimeto, Mérida, entre otras). La revuelta no pudo ser controlada sino hasta después de cuatro días de represión por parte del ejército. El Gobierno reconoció más tarde unas cifras oficiales de 276 muertos pero estimaciones independientes posteriores apuntan a una cifra mucho mayor de 3,000.

Proceso revolucionario 

Al lanzar las fuerzas militares contra la población y con la errática imposición posterior de las medidas de su programa quedaría de manifiesto la debilidad institucional no sólo del propio presidente sino también del régimen político predominante en el país desde 1958, surgido del acuerdo conocido como “Pacto de Punto Fijo” (la IV República) que fijaba un reparto del poder entre dos partidos mayoritarios: Acción Democrática (socialdemócratas) y Copei (demócrata-cristianos). Dicho pacto se centraba en la distribución de la renta petrolera entre las clases y grupos dominantes. En los años de alza de los precios petroleros, el modelo funcionó, pero los acontecimientos de 1989 y las exigencias de los organismos internacionales, el FMI en particular, agotaron en poco tiempo el régimen del pacto. El epílogo vendría con la imputación de Pérez acusado de corrupción a gran escala, quien escaparía del país y moriría en el exilio perseguido por la justicia venezolana.

Por otra parte, el 4 de febrero de 1992, el coronel Hugo Chávez Frías y otros oficiales realizaron un intento de expulsar al presidente Pérez y tomar el poder por la fuerza, con un levantamiento militar que fracasó en Caracas. Sin embargo, la divulgación de un video de un minuto de duración en el que Hugo Chávez asumía la responsabilidad de los hechos dio a conocer la existencia de un movimiento militar bolivariano en sintonía con la sensibilidad y las demandas de las mayorías populares venezolanas que gozaba de gran popularidad.

Tras dos años de prisión, Hugo Chávez organizó un movimiento dirigido a llegar al poder y crear un régimen de nuevo cuño calificado de “bolivariano”. En 1998 las elecciones expulsaron de la primera línea de la escena política a los dos partidos cuyo turno en el poder había dominado los últimos cuatro decenios. Con la elección de Hugo Chávez Frías a la presidencia de la República, y sobre todo con la posterior Constitución Bolivariana, se puso fin al régimen instaurado en 1958 a la caída del dictador Marcos Pérez Giménez, y se dio inicio a un nuevo proceso socioeconómico y político.

Hemos sido testigos del proceso revolucionario que inicio Chávez y que defendió hasta su muerte el año pasado y que ha pasado a las riendas de Nicolás Maduro. También hemos sido testigos de las acciones de sabotaje e incluso del golpe de estado contra la revolución en Venezuela en 2002, ahora nuevamente la derecha venezolana y el imperialismo yanqui (en representación del imperialismo mundial) desestabiliza al país y al gobierno de Maduro, con el objetivo de dar un nuevo golpe de estado y restaurar lo que Chávez combatió en 1992.

La revolución en la encrucijada: las tareas pendientes

Sin duda la revolución ha mejorado las condiciones de la clase trabajadora y la juventud en Venezuela, los venezolanos se pueden jactar de tener un gobierno que, a diferencia de los gobiernos “democráticos” de Estados Unidos, España e Italia, por poner algunos ejemplos, no despide masivamente a los trabajadores y no privatiza las empresas paraestatales. Aunque no puede escapar a la crisis mundial, los trabajadores no tienen nada que envidiar a los gobiernos que proclaman la “paz y la libertad” en Venezuela.

Sin embargo, y a pesar de sus logros, no todo está dicho, se tiene que profundizar la revolución y hacer lo que inició Chávez, las nacionalizaciones, pero sin indemnización y bajo gestión obrera de todas y cada una de las empresas de los que incitan a la desestabilización y al golpe. Expropiando los bancos y la gran industria, de ahí salen los recursos para los grupos de ultraderecha que violentan y agreden al pueblo venezolano. Pero lo más importante por hacer es exportar la revolución, desde hace años los avances en Venezuela han sido  un tanque de oxígeno para la izquierda en Latinoamérica, y han demostrado en la vía de los hechos que las condiciones para el establecimiento del socialismo son reales.

Ahora más que nunca no puede haber conciliación con la burguesía ni con ninguno de sus sectores “progresistas”, porque no los hay. Lo que debe de haber es la mayor unidad de los trabajadores, la juventud y el campesinado pobre, ellos deben de ser la palanca que lleve a Venezuela a la destrucción de raíz del capitalismo. Las lecciones que tenemos que sacar es que un gobierno de derecha en estos momentos como en 1989, atacaría salvajemente los derechos y las conquistas de los trabajadores obtenidas a lo largo de más de 10 años de lucha, como lo hace el capitalismo a nivel mundial; no hay que confiar en el discurso demagógico de la derecha venezolana, busca lo mismo que hace 25 años, debido a que sigue influenciada por el FMI. Para aquellos que piensan que las manifestaciones (muy reducidas por cierto) que reclaman “paz y libertad” se asemejan a la lucha emprendida por el pueblo contra el alza en los precios, está equivocada, no hay similitud alguna, sino todo lo contrario. 

La lucha iniciada con el Caracazo aún no se concluye, la tarea sigue siendo la edificación del socialismo a nivel internacional.

¡Viva la Revolución venezolana!

¡Viva la lucha por el socialismo!

¡Viva el pueblo venezolano!

 

Fuentes de información:

http://www.luchadeclases.org.ve/venezuela/6887-cap

http://www.rebelion.org/noticia.php?id=164505

Teoría Marxista: 

Internacional: