Estado Español: Balance de la movilización educativa del 20 de noviembre. Lecciones para el movimiento estudiantil

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Lucha de clases - Estado Español

El desprestigio de la ley de educación del PP y de su ministro Wert es total en la comunidad educativa. Lo dejó claro la movilización del 24 de octubre cuando más de un millón de personas salimos a la calle para repudiarlos. El miércoles 20 de noviembre fue convocada otra jornada de movilizaciones contra la LOMCE por la Plataforma en Defensa de la Educación Pública y el Sindicato de Estudiantes. Sin embargo, su impacto fue muy pequeño en la calle ¿Qué balance debemos hacer de esto y qué pasos adelante debe dar ahora el movimiento estudiantil?

BZgt-sBIUAAjw3qLa jornada de lucha del 20 de noviembre consistió en una huelga de estudiantes con manifestaciones por la mañana, convocada por el Sindicato de Estudiantes (SE) con apoyo regional o local de otras organizaciones, y en una manifestación por la tarde en las principales ciudades del país convocada por la Plataforma en Defensa de la Educación Pública. Esta Plataforma está integrada por los sindicatos del profesorado, las federaciones de Asociaciones de Madres y Padres de Alumnos y organizaciones estudiantiles, como el SE y Estudiantes en Movimiento (EeM).

Por su parte, EeM no secundó la convocatoria del SE el 20 y convocó otra aparte, junto a otras organizaciones, para el día siguiente, ayer jueves 21 de noviembre.

La movilización del 20-N fue convocada por iniciarse ese día en el Senado el tratamiento de la Ley Educativa antes de su envío al Congreso para su aprobación definitiva el jueves próximo 28 de noviembre.

20-N ¿Triunfo o fracaso?

Desde Lucha de Clases apoyamos las movilizaciones del 20 de noviembre pero lo hicimos críticamente porque, como planteamos en un comunicado anterior, nos parecía que el tipo de movilización convocada y el modo en que se desarrolló no fueron acertados. También dimos apoyo crítico a la movilización del 21 de noviembre en Euskadi porque en esta comunidad convocaba Ikasle Abertzaleak, la organización estudiantil más importante del País Vasco, y se dio allí en los hechos una lucha de frente único ese día, aunque le hicimos un llamamiento para confluir también el 20-N con el resto del Estado.

Vaya por delante nuestro reconocimiento a la Plataforma en Defensa de la Educación Pública, al SE, a EeM, así como a los profesores y padres agrupados en Marea Verde, por su dedicación en estos meses a la lucha por una educación pública de calidad y su labor de concienciación sobre el significado de la LOMCE. Pero creemos que la comunidad educativa no es un grifo que se puede abrir y cerrar a voluntad, sino que una vez que se inicia un proceso de luchas, sobre todo cuando comienza siendo exitoso como el 24-O, tiene sus propias leyes y dinámica que requieren de una actitud muy atenta y cuidadosa por parte de quienes las dirigen para asegurarse que culminen con éxito o, en el peor de los casos, que no terminen en una desbandada general. Lo que sucedió en los días 20 y 21 de noviembre, lamentablemente, y lo decimos con pesar, se asemeja más a esto último.

Como dijimos antes, el 24 de octubre fue un éxito rotundo con más de un millón de personas en las calles. Es cierto que la huelga estudiantil de 3 días convocada por el SE y las manifestaciones estudiantiles del día 23, a las que se sumaron algunas asociaciones de EeM, jugaron un papel en ayudar a crear un ambiente favorable para la movilización central de la comunidad educativa el jueves 24 por la tarde; lo mismo que la propia actividad de EeM en la Universidad, donde tienen su fuerza principal, y en decenas de institutos del país.

El SE y el frente único

Pero incluso aquí ya se advirtieron algunos de los problemas que se expresaron con toda su crudeza el 20 y 21 de noviembre. El SE, que tiene una responsabilidad importante en el movimiento estudiantil, por su influencia en Secundaria y su larga tradición, tenía la obligación de haber hecho un llamamiento público y sincero al resto del movimiento estudiantil para convocar unidos en un frente común las movilizaciones estudiantiles que rodearon el 24 de octubre.

En lugar de eso, ya antes de comenzar el curso, los dirigentes del SE lanzaron en solitario la convocatoria de los 3 días de huelga, del 22 al 24 de octubre, ninguneando a las demás organizaciones estudiantiles, que existen y tienen una influencia real. Si el SE hubiera lanzado tal llamamiento y formado ese frente único de organizaciones estudiantiles, estamos seguros de que la movilización estudiantil de fines de octubre – hubiera sido de tres días de huelga o solamente de uno – habría tenido un impacto incluso mayor que el que tuvo en ayudar a garantizar la movilización masiva el 24 de octubre por la tarde. Además, habría ayudado a cerrar las suspicacias, rivalidades y celos de aparato acumulados dentro del movimiento estudiantil en una competencia estúpida para ver quién lo dirige, en lugar de orientar todos los esfuerzos a desarrollar al máximo el movimiento en un frente único sincero.

Por supuesto, si EeM u otras organizaciones hubieran rechazado ese ofrecimiento de frente único, nadie podría reprocharle al SE haber convocado sus propias movilizaciones, pero el problema es que los dirigentes del SE ni siquiera dieron la opción de probar la voluntad de trabajo en común de las demás organizaciones.

Qué pasos habría que haber dado después del 24-O

Después del éxito del 24 de octubre, se abría el debate de qué pasos adelante dar para incrementar la escala de la presión sobre el gobierno. El gobierno y el ministro Wert quedaron seriamente tocados por la extensión de las movilizaciones estudiantiles y ciudadanas del 23 y, sobre todo, del 24. Incluso se ofrecieron a negociar algunos aspectos de la ley con la oposición y a retrasar su plena aplicación para que entrara en vigor de manera escalonada en dos o tres años.

Era el momento de haber señalado una nueva referencia de lucha que supusiera un jalón superior al 24. El SE señaló insistentemente la necesidad de una huelga general de 3 días del profesorado y los estudiantes. Por supuesto, que habría sido deseable la convocatoria de tal medida de lucha. El problema es que las direcciones sindicales no estaban por la labor. Cierto que existe aquí un problema de dirección, pero también es cierto que después de 2 años de ataques a los salarios, a la jornada laboral, y a las condiciones de trabajo (3 años en el caso de Cataluña) y de luchas incesantes e infructuosas del profesorado para revertir esta situación, particularmente en el curso 2011-1012, existe un cierto repliegue y cansancio en el profesorado que hay que tener la honestidad de reconocer, agravado por la falta de orientación y alternativas de sus direcciones sindicales. Todo ello hace que, actualmente, la consigna de huelga entre el profesorado no encuentre un eco entusiasta en estos momentos. Es duro reconocerlo, pero es nuestra obligación decirlo. Eso cambiará, pero llevará todavía un poco de tiempo.

En realidad, como ocurre en todo servicio público, como la sanidad y otros, la presión que más temen los gobiernos son las movilizaciones masivas del conjunto de la población en la calle. Por eso, las veces en que el reclamo de una educación pública digna consiguió acorralar al gobierno de Rajoy fue con las movilizaciones de la Marea Verde (y de Marea Amarilla en Cataluña contra CiU-Mas en 2011 y 2012) y las manifestaciones de padres, profesores y estudiantes en octubre de 2012 y de este 24 de octubre. Aquí es donde habría que haber apuntado como paso siguiente en la lucha.

Desde nuestro punto de vista, el paso siguiente a la magnífica movilización del 24 debía haber sido, como fue anunciado inicialmente por la Plataforma, una Marcha a Madrid en las semanas inmediatas que trajera a la capital del Estado a cientos de miles de personas de todo el país. Y esto hubiera sido totalmente posible. Por esos días se produjo el descrédito vergonzoso sobre las becas Erasmus, donde el ministro tuvo que dar marcha atrás en su pretensión de recortarlas.

Creemos, y así lo manifestamos, que la fecha para esa movilización debía haber sido no más tarde del fin de semana pasado, 16-17 de noviembre, días antes de la discusión de la ley en el Senado, para haber concentrado la máxima presión sobre el gobierno y haber tenido más garantías de retrasar aún más su tramitación o, al menos, de obligarlo a retirar algunas de sus propuestas más reaccionarias.

Desde nuestro punto de vista, haber retrasado la movilización prácticamente un mes, para el jueves 20 de noviembre, con una medida de lucha que no era percibida como un paso superior en relación al 24-O, hizo que se desinflara el ambiente general de euforia generado por el 24 de octubre, y además dejó sin margen alguno a la presión popular para ejercer presión sobre el gobierno al convocarse la movilización el mismo día que la ley se discutía en el Senado y se votaban las enmiendas de la oposición. La convocatoria fue sentida como forzada y de carácter meramente simbólico, sin utilidad efectiva, por la mayoría de los estudiantes, padres y profesores; daba la sensación de ser una especie de trámite moral simbólico para cerrar la lucha. Esa fue la razón del fracaso de la movilización del 20 de noviembre.

La movilización del 20-N

La dirección del SE, que fue muy insistente en exigir 3 días de huelga a los sindicatos de profesores en los días previos, lanzó nuevamente por su propia cuenta una huelga estudiantil y manifestaciones para el 20-N por la mañana, sin dar una explicación pública de la respuesta recibida por los dirigentes sindicales a su petición, si la hubo, ni las razones que les llevaba a plantear como un paso adelante en la lucha el pasar de exigir una huelga de 3 días a convocar otra de un solo día. Sólo el día 19, quizás intuyendo la débil respuesta a su convocatoria de huelga y manifestación, sacó un comunicado lamentando la decisión de los dirigentes sindicales del profesorado y de las federaciones de AMPAS de no haber atendido su petición de una huelga de 3 días de la comunidad educativa, y no haber dado así un paso superior en la lucha con respecto al 24-O.

Nuevamente, la dirección del SE no hizo ningún esfuerzo en llamar a una convocatoria unitaria del movimiento estudiantil, reforzando la imagen autoproclamatoria y sectaria que, lamentablemente, han creado de sí mismos los dirigentes del SE en capas crecientes del activismo estudiantil. Esta fue la excusa que llevó a los dirigentes de EeM – repitiendo el error sectario de la dirección del SE- de convocar separadamente el día 21 de noviembre.

Las manifestaciones estudiantiles convocadas por el SE fueron insignificantes, en clarísimo contraste con las del 23 de octubre: con no más de 500 en Madrid, 200 en Barcelona, Málaga y Sevilla, etc. Solamente en Galicia fueron significativamente mayores, sobre todo en Vigo (1.000) y Ferrol (cerca de 4.000), aquí gracias a la participación de los obreros del astillero que acudieron a la manifestación, lo que fue un logro significativo de los compañeros del SE. En Granada, la movilización fue también algo mejor (cerca de 1.000) aunque aquí fue convocada por una organización estudiantil afín a EeM.

Las manifestaciones de la Plataforma en la tarde del 20-N también fueron pequeñísimas comparadas con las del 24 de octubre: apenas 6.000-7.000 en Madrid (comparadas con las 200.000 del 24-O) y de apenas 1.000 o unos pocos cientos en las demás ciudades donde se desarrollaron. Por otro lado, la huelga estudiantil del 21-N fue más insignificante aún que el 20-N, salvo en Euskadi donde convocaba la organización estudiantil nacionalista Ikasle Abertzaleak, y en alguna ciudad aislada.

El anuncio de última hora de la Plataforma de convocar la Marcha a Madrid de la comunidad educativa para el sábado 30 de noviembre nos parece sorprendente, visto el declive del movimiento, máxime cuando la LOMCE será aprobada por el Congreso dos días antes, el jueves 28 de noviembre. Si la Marcha a Madrid tenía un sentido era hacerla antes de aprobarse la LOMCE y no después ¿Con qué entusiasmo van a participar miles de personas en una marcha a la que no van a encontrar ninguna utilidad? Lamentamos advertir que, con toda probabilidad, podría ser desconvocada sin pena ni gloria.

Tal contraste entre lo que sucedió el 24-O y el 20N-21N revela que en lugar de cerrar de manera digna la movilización educativa contra la LOMCE, lo que tuvimos fue un cierre desordenado y en parte, desmoralizante, que lejos de debilitar a Wert y al gobierno, no le hicieron ninguna mella en la semana final y decisiva de la tramitación de esta ley reaccionaria en el Senado y el Congreso.

La necesidad de un balance honesto

Lamentablemente, en lugar de hacer un reconocimiento honesto y sincero de la situación, todos los integrantes de la Plataforma, desde las direcciones de los sindicatos del profesorado a las federaciones de AMPAs y la del SE, en todos sus comunicados emitidos al día siguiente, se felicitaron por el resultado de la movilización del 20-N, queriendo hacer pasar como un paso adelante lo que fue un claro fracaso de la misma en su tamaño y en sus objetivos de, no ya de forzar la retirada de la LOMCE o de introducir cambios significativos en la misma, sino de debilitar aún más al infame Ministro de Educación José Luis Wert y al gobierno de Rajoy.

Debemos hacer un balance honesto de lo sucedido. Por supuesto, todas nuestras simpatías están con los activistas estudiantiles, de los padres y de los profesores, en el SE, EeM, Marea Verde, AMPAS, UGT, CCOO, CGT, STES, etc. Sin duda, son compañeros abnegados que luchan por defender la educación pública como parte de la lucha contra los ajustes y, en general, contra el capitalismo.

Pero no se trata de ser “luchistas”. Tan importante como la lucha es “cómo” y “para qué” se lucha. Se lucha para ganar, para hacer avanzar al movimiento o, en la peor de las situaciones, para ayudar a un repliegue ordenado del movimiento.

Para ello, una condición básica es que el movimiento estudiantil trabaje con una concepción de unidad en la lucha. Tenemos el mismo enemigo enfrente y somos compañeros en la misma trinchera. El movimiento estudiantil es un factor importante, pero no es todopoderoso para desafiar con sus solas fuerzas, ni las del SE ni las de EeM, la negativa de las direcciones sindicales, dentro y fuera del profesorado, a dar una continuidad a la lucha o para derrotar la policía reaccionaria del gobierno. Hay que reconocer honestamente este hecho. El movimiento estudiantil sí puede ser un poderoso catalizador que desarrolle e impulse procesos que ya están presentes, en estado larvado, en el seno de la sociedad.

Independientemente del resultado de la lucha contra LOMCE, no es el fin de la historia. La dinámica de la oposición popular contra el gobierno del PP vuelve a ir en ascenso. Las luchas obreras arrecian y se distinguen por su extensión y dureza. Más pronto que tarde la movilización popular pondrá de rodillas a este gobierno reaccionario, como indica la movilización general convocada para el sábado 23 de noviembre. Y en ese combate el movimiento estudiantil, acompañando al movimiento obrero, estará destinado a jugar, como lo ha demostrado en incontables ocasiones, un papel de privilegio.

Fecha: 

22 de noviembre de 2013

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