Hubo un tiempo en el que el estado no existía, tampoco las clases. En la comunidad agrícola primitiva todos eran iguales, sin embargo comenzó a destacarse un grupo de personas acomodadas quienes, en el  afán de proteger esos privilegios, formaron al estado. Vemos entonces que el estado es en realidad el resultado de la división de clases y no al revés. Por ello la idea de la abolición del estado sin la previa desaparición de las clases es imposible. Bajo esta perspectiva, la lucha del comunista se centra en la abolición de las clases y lograr una sociedad en donde todos puedan tener las mismas oportunidades (y deberes) para poder eliminar al estado como una herramienta de control de las clases dominantes sobre las dominadas.

Históricamente, dentro del sistema feudal el estado se encontraba perfectamente establecido como una herramienta de control descarada en la que la esclavitud y la falta de libertades reinaban con el fin de mantener los privilegios de los señores feudales. En el estado burgués, la violencia esta enmascarada bajo el término de libertad para elegir entre morir de hambre o trabajar para el capitalista. En este sentido, el primer objetivo del socialista-comunista es el de establecer al estado proletario, que surge de una revolución exitosa y tiene como tarea quitarle a la burguesía el control de los medios de producción para eliminar la explotación de las masas e instaurar el ejército trabajador. El estado proletario, por definición, es también un instrumento de violencia y control, pero, en este caso, la violencia está dirigida en contra de aquellos que pretendan dañar los derechos de todos y con ello evitar el restablecimiento de los privilegios de unos cuantos. El estado proletario representa la unión de los trabajadores en contra de la minoría explotadora. El fin último de los comunistas es la desaparición progresiva del estado proletario, lo que se logrará una vez que todos seamos iguales y se acaben las clases sociales.

El ideal anarquista a todas luces es destruir el poder opresor del estado, lo que coincide con el propósito final del comunismo, pero los anarquistas omiten la formación del estado proletario en rechazo a todo aquello que represente opresión. Sin embargo, debemos entender que todo fenómeno involucra un proceso; la eliminación del estado involucra primero la eliminación de las clases. El pretender eliminar de golpe al estado, sin la previa desaparición de las desigualdades y la creación de una sociedad más justa, es ayudar a la burguesía, ya que la opresión que el estado proletario pretende ejercer es precisamente en contra de aquellos que ahora son opresores, el estado proletario busca mantener el control de la sociedad hasta eliminar los privilegios de los opresores y lograr que todos los medios de producción sean de propiedad colectiva, donde todos trabajan según sus fuerzas y reciben según sus necesidades. Una ausencia total de poder de forma inmediata después del derrocamiento del sistema capitalista, como proponen los anarquistas, significaría la formación de grupos aislados y desorganizados que no serían capaces de llevar a cabo una adecuada distribución de los bienes, lo que resultaría en el control de algunos puntos de la producción por unos cuantos, sin un beneficio real para el pueblo.

En general, todas las corrientes del anarquismo tienen en común la repugnancia por la lucha política y centran su atención en la lucha económica, sin embargo, la lucha contra el capitalismo es en sí una lucha política. El proletariado debe dar una lucha política para destruir al capitalismo y posteriormente tomar el poder. La destrucción del aparato burgués debería ser en sí el camino del comunismo. La lucha es larga y difícil, pudiendo ir de una lucha política a una armada, lo que sin duda dejaría consecuencias desastrosas para la economía y dificultaría la organización del estado proletario; sin embargo, la lucha es necesaria. Las bases sobre las cuales se debe centrar la lucha serán dictadas por las circunstancias que rodeen al movimiento revolucionario en un momento determinado.
 

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