¿El Boicot contra los cómplices del fraude es suficiente? Sólo la expropiación y el control de las y los trabajadores bastarán

Escrito por: 

Alfredo Elizondo

La rabia que se desprendió del fraudulento proceso electoral ha desembocado en diversas acciones realizadas por compañeras y compañeros que, emulando a aquellos proletarios del siglo XIX que destruían las máquinas como forma de protesta contra el capital, han optado por organizarse para mostrar su descontento ante las elecciones plagadas de irregularidades y con un resultado que ni los propios priístas han salido a festejar.

Retomando prácticas realizadas durante las protestas que se sucedieron posteriores al fraude electoral de 2006, se están organizando nuevamente bloqueos, tomas, boicots económicos contra tiendas y empresas que apoyaron la operación del fraude, no solo con recursos sino con acciones directas, como en el caso de Soriana, al ser un intermediario directo entre los operadores del PRI y aquellos que vendieron su voto.

Haciendo un pequeño recuento histórico, se tiene memoria de los bloqueos y boicots contra Wal-Mart, Coca Cola y otras empresas que participaron en el fraude de 2006; a través de la organización la Resistencia Civil Pacífica se lograron crear incluso cadenas paralelas de producción, por ejemplo, de pan y queso. Sin embargo, es necesaria una reflexión en torno a estos hechos y lo que ahora enfrentamos ante el intento de imposición de Peña Nieto por parte de la burguesía nacional y el capital imperialista.

Los boicots (específicamente las campañas que buscan desincentivar la compra de determinados productos o acudir a ciertos establecimientos, como los ya mencionados Soriana y Wal-Mart) resultaron insuficientes, sobre todo porque, a pesar de haber costado pérdidas para las empresas, no culminaron en su cierre ni la bancarrota. Es comprensible que, después de la cínica intervención de los capitalistas en el proceso electoral, las y los agraviados deseen realizar acciones en su contra, sin embargo, en muchas ocasiones presentan dificultades, no solo de índole organizativas, sino sobre todo, en términos del fin que persiguen dichos actos.

En primera instancia, existe una cierta disyuntiva en si con los boicots se afecta a los trabajadores de las empresas, ante lo cual aparecen los argumentos de abstención a realizar acciones para no afectar a los empleados de las empresas cómplices del fraude. En un segundo plano, argumentos a favor de seguir ejecutando acciones de boicot o tomas, sin tomar en consideración a los trabajadores y casi siempre bajo una tónica de “heroísmo revolucionario”.

Ante ambas perspectivas parecería abrirse un abismo infranqueable, entre el “deber” de manifestarse, contra la “buena conciencia” de no afectar a los trabajadores y evitar sus despidos. Las dos posiciones carecen de un elemento de análisis que, hasta cierto punto, muestra las limitaciones del análisis realizado antes de tomar la decisión de actuar o abstenerse de protestar, a saber, que dichas empresas son empresas capitalistas.

La anterior característica tiene un peso importante pues permite mostrar una ruta de protesta más amplia y que no se reduciría a unos cuantos meses de agitación sino a efectos que pueden sentar un precedente más profundo, desde el punto de vista del autor del artículo, es la EXPROPIACIÓN de las empresas cómplices del fraude.

Como cualquier empresa capitalista, Soriana, Wal-Mart, Jumex, Bimbo y una larga lista de corporaciones del capital están bajo el control de la burguesía, ésta utiliza las ganancias provenientes de la apropiación de la plusvalía a los trabajadores no sólo para la satisfacción de sus necesidades inmediatas y la ampliación del capital, sino también para controlar el aparato estatal. En México, la burocracia de los partidos de la derecha (PRI, PAN, PVEM Y PANAL) y el capital se han unido para tratar de frenar cualquier intento de cambio que pueda afectar, incluso en una mínima proporción, sus ganancias, así lo hicieron en 2006, así lo han vuelto a hacer en 2012 y seguramente, de consumarse la imposición, lo harán en posteriores ocasiones.

Esta es la limitación es de corte reformista, pretende creer que existen empresas “buenas” y empresas “malas”, de acuerdo a qué parte del espectro político apoyen. Las empresas capitalistas son eso, empresas propiedad de la burguesía, los calificativos de “buenas” o “malas” carecen de sustento, simplemente se mantienen dentro de la lógica del capital.

El hecho que debe ser comprendido es que las empresas capitalistas y sus dueños siempre tratarán de sobrevivir al proceso político, utilizarán todos sus recursos disponibles si es necesario con tal de no perecer, y en México lo han demostrado de manera clara. El camino a seguir está en la expropiación y el control de los trabajadores, incluso dicha posibilidad está estipulada en la Ley de Expropiación establecida por Lázaro Cárdenas, que, como para el caso de Soriana, indica una razón válida para su expropiación:

Artículo 1, numeral IX: - La creación, fomento o conservación de una empresa para beneficio de la colectividad;

Es claro que, a pesar de no ser una empresa productora, Soriana obtiene sus ganancias de la compra-venta de mercancías, en muchas ocasiones elevando los precios para obtener mayores ganancias a costas de las mayorías empobrecidas. Si esto se pudiera revertir bajo la expropiación es decir, que los precios fueran más bajos para mayor acceso de la población más pobre además de que sus trabajadores conservaran su empleo incluso con mejores salarios (pues podrían prescindir de la cuota de ganancias de los capitalistas), ¿acaso no valdría la pena luchar por ello? Esta misma lógica puede extenderse a la totalidad de la economía capitalista, lo que vimos en el pasado proceso electoral y la solución aquí planteada para el caso de las empresas cómplices del fraude nos muestran una clara situación, que los capitalistas se han convertido en un lastre, incluso para las propias instituciones de la democracia acotada que han querido construir, otro mundo es posible, hay que considerar al socialismo como posibilidad real y más aún, como una necesidad de primer orden.

Fecha: 

16 de julio de 2012

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