Martí Batres tiene que ser el candidato de la izquierda para el GDF

Escrito por: 

GM y Edgar López

Las redes de clientelas políticas que se hallan de antaño asentadas en el DF, las prácticas de corrupción y el burocratismo del Estado han realizado una labor de zapa en la estructura política del gobierno local.
La cúspide de este proceso lo representa la camarilla ebrardista, originada en la confluencia de burócratas eficientistas y las capas oportunistas del PRD.  Estos burócratas, encabezados por Marcelo Ebrard y Manuel Camacho se acercaron al movimiento democrático a través de su PCD (Partido del Centro Democrático), y se volvieron los sucesores de López Obrador en la jefatura de Gobierno.

No obstante sus méritos a los ojos de ciertos círculos de izquierda en la capital y en el país, entre las cualidades  de esta camarilla nunca se halló una comunión con la política popular, sino más bien el empleo de esa política a fin de alcanzar el poder, del cual se hallaban marginados por los reacomodos en su partido de origen: el PRI.
El hecho de que algunos sectores de la izquierda se hayan marginado de la política partidaria ha sido el puntal de apoyo del que se ha servido la camarilla burocrática ebrardista para cooptar a sectores importantes del PRD, además de los derechistas de NI, con lo que la presencia ebrardista en el PRD ha pasado de nula a significativa.
Ebrard y Camacho han llegado al grado de intentar imponer su candidatura presidencial en franca alianza con el Gobierno federal y con las corrientes derechistas ADN y NI, pero habiendo fracasado en su intentona, debido al rechazo que provocaron en amplios sectores y que habría llevado al rompimiento definitivo del PRD, Ebrard y Camacho recularon y prefirieron presentarse como los contendientes civilistas que “permitieron” la candidatura de AMLO, la cual, en los hechos intentaron obstruir.
Ahora han obtenido o pretenden obtener la joya de la corona: la candidatura a Jefe de Gobierno del DF, es decir, buscan mantener la posición que la izquierda les concedió y que han usufructuado a su conveniencia. De aquí el artero cese de Martí Batres en la secretaría de Desarrollo Social y la nefasta política laboral que ha implementado el gobierno de Ebrard (Proceso 1833, 18 de diciembre de 2011), así como el sistemático desplazamiento de la izquierda en el DF.
Ante este cuadro, las opciones son claras: una candidatura ebrardista con Mario Delgado, Miguel Mancera, Alejandra Barrales o cualquier otro sólo puede significar una consolidación de la camarilla burocrática arribista y, por tanto, una regresión en la política capitalina y nacional bajo una apariencia de “apertura” y “modernización”.  Constituiría el entronizamiento de una nueva camada de políticos intercambiables, faltos de toda referencia explícita al movimiento popular mexicano, que se limitan a esgrimir su presunta eficiencia administrativa como una carta de presentación “izquierdista”, y que en realidad sólo saben contemporizar con la derecha, con la cual se hallan más a gusto.
Por todo ello, la única candidatura viable para la izquierda en la capital sólo puede venir del movimiento lopezobradorista, que tiene en Martí Batres a su principal representnte, quien tiene una amplia trayectoria de lucha  a lo largo de estos años.
Los movimientos de izquierda y marxistas tenemos que apoyar decididamente la candidatura de Batres Guadarrama, no mirando desde la barrera, sino participando dentro del proceso mismo, en la conciencia de lo que la candidatura implica para el conjunto del movimiento popular. Flaquear en este punto sólo puede significar la bancarrota política.
Desde luego, el apoyo a Batres no puede ser acrítico, su candidatura tiene que representar una radicalización de las masas, un impulso a sus demandas más profundas, un apoyo decidido al morena y no basarse en el aplacamiento de los sectores derechistas del PRD, del GDF y del resto de la derecha.  En suma la candidatura de Batres debe significar un avance en el proceso de democratización de la capital y del país en beneficio de los trabajadores y de sus familias y no un escalón para políticos arribistas.
 

Fecha: 

enero de 2012

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