El proceso electoral en el PRD y la lucha por la democracia

Escrito por: 

GM

Conforme al mandato del Tribunal electoral, se realizaron las elecciones de consejeros y delegados del PRD, proceso que se caracterizó por la confrontación entre las corrientes y grupos del partido, por la manipulación del padrón que efectuaron la dirigencia y las maniobras golpistas de grupos aislados para impedir la elección en muchos lugares.

El marco en el cual se desarrolló la elección fue el pertinaz intento de los grupos dominantes por mantener sus posiciones en las estructuras del partido a costa de cualquier maniobra, sin importar cuan ilegal o ilegítima fuera.

Otro elemento fue la irrupción abrupta de grupos presuntamente afines a Marcelo Ebrard, uno de los cuales irrumpió en las instalaciones donde se resguardaba la papelería electoral, impidiendo la realización de los procesos en el DF y en cinco estados. Naturalmente, Ebrard, como todo aventurero, se deslindó y terminó agazapándose frente a los desmanes de la planilla 22. Para acabar el cuadro, el ingenuo Cordero le “abre” las puertas del PAN a Ebrard, como si su aliado fuera beneficiado por el “espaldarazo” del lacayo gubernamental.
Las maniobras de Nueva Izquierda, Alternativa Democrática Nacional y Foro Nuevo Sol, quedaron, sin embargo a la luz: rasurado del padrón, secuestro de urnas, instalación tardía de las casillas o no instalación de las mismas, acarreo de votantes, etc., que en su conjunto dan un cuadro que las suaves declaraciones de Jesús Zambrano (http://www.jornada.unam.mx/2011/10/25/politica/003n1pol) no pueden ocultar, y significa una continuación exacerbada de la crisis del partido y de la izquierda en su conjunto, pese a las afirmaciones de muchos grupos que creen ingenuamente que basta con deslindarse del PRD para hacer una política de izquierda.
La crisis, ciertamente no es reciente, y sus prolegómenos pueden rastrearse hasta los mismos orígenes del partido a fines de los 1980s, pero en su fase actual puede decirse sin ambigüedades que se debe a factores identificables. En primer lugar el reflujo social que comenzó en 2006, en el cual las masas se han replegado de la política por rechazo a las prácticas corruptas de la dirigencia; por el recrudecimiento de la crisis económica, además, un lugar importante lo ocupa la escalada delincuencial y policial que ha llevado el terror a buena parte del país, lo que ha terminado por atemorizar y desmoralizar a muchos ciudadanos, retirándolos efectivamente de toda actividad política.
El enquistamiento de grupos burocráticos en el PRD se ha servido de este clima social para desarrollar toda clase de maniobras administrativas a fin de eliminar cualquier rastro de democracia interna del partido, pretendiendo simular que es la militancia la que toma las decisiones, cuando en realidad se practica un exclusivismo antidemocrático; cuando lo real es que un militante sin corriente no tiene voz ni voto y aún a las corrientes que se asocian a López Obrador se les excluye sistemáticamente y son relegadas a todos los niveles, resultando de esto que corrientes afines a la alianza con la derecha, o sea ADN y NI pretenden ser las verdaderas y únicas representantes legítimas de la izquierda y por tanto del pueblo de México.
Así, apenas pueden creerse afirmaciones en el sentido de que las corrientes derechistas obran de manera independiente respecto a las directrices de la política del Gobierno federal. La lucha por la democracia en el PRD se torna en una lucha por la democracia en el país.
El análisis izquierdista, al igual que el oportunista, se mueve entre los extremos de aceptación incondicional de las maniobras de la  dirigencia partidaria o rompimiento absoluto con los partidos, para ambas perspectivas no hay términos medios. Los oportunistas buscan siempre que toda maniobra de la dirigencia derechista debe ser justificada y asumida por el ala izquierda. Para los izquierdistas el rechazo a lo que ocurre en los partidos implica romper de manera absoluta con la política partidaria. Tales razonamientos son más que aceptables para los dirigentes derechistas y para sus aliados del PAN y del Gobierno. El partido es un medio de lucha, no el fin de la misma, nunca debe perderse esta perspectiva, pues en los hechos significa claudicar; teniendo todas estas cuestiones en consideración, es claro que la participación o la no participación en el PRD y en los partidos legales de izquierda sólo puede determinarse en términos de la estrategia general de la lucha democrática en México.
La izquierda anti partido tiene que valorar la cuestión desde una amplia perspectiva histórica antes que repetir inconscientemente las consignas de la prensa oficialista, pues nada beneficia más a la derecha que la retirada de las masas de la política y el desmantelamiento de los cuadros de izquierda. Y, si se observa con un poco de atención la política de las últimas dos décadas, las acciones de los grupos de derecha de dentro y fuera del partido han estado encaminados sistemáticamente a la destrucción de una opción legal para los movimientos populares, a los que se ha buscado encausar en las organizaciones del PRI e incluso en las del PAN u otras.
No se puede negar que las posibilidades de que el partido sea liquidado como opción de izquierda legal son mayores hoy que nunca, pero sería un error histórico pronunciarse en un sentido liquidacionista, abandonando las convocatorias partidarias, dejando así la manga ancha a las corrientes derechistas del partido. Las maniobras burocráticas que tanto y tan justificadamente repugnan a los ciudadanos tienen un sentido bien claro en este momento y van encaminadas a apretar el dominio del capital sobre los trabajadores en nuestro país.

Nacional: