México: La táctica de socialistas en la revolución democrática

Escrito por: 

Rubén Rivera

Se han cumplido ya más de 4 años desde el ascenso de Felipe Calderón a la presidencia de México, en este lapso se ha podido constatar un panorama desolador para el conjunto de los trabajadores mexicanos. De hecho su llegada a la presidencia está marcada por un enorme fraude que quedará en la memoria colectiva de los trabajadores para siempre. Aún restan poco menos de dos años para que su gestión termine pero conforme avanza el tiempo también se profundiza la crisis de la casta gobernante.

 

En circunstancias parecidas cualquier otro gobierno estaría a punto de caer, no obstante en México el régimen presidencial ha resistido a esta y otras crisis más profundas, las razón es simple; la burguesía tiene miedo de no poder mantener su hegemonía en el marco de otro régimen político. La historia reciente demuestra que su preocupación es tal que ni siquiera se atreve a permitir la llegada a la presidencia de algún elemento ajeno a su programa, esa es la explicación de los descomunales fraudes de 1988 y 2006. También es la razón por la cual para los trabajadores no hay esperanza en la reforma o transición, la burguesía no está dispuesta a aceparla. La ruptura del régimen presidencialista,  pilar de la dominación burguesa durante 150 años será producto de un proceso revolucionario o no será.

Por supuesto, los acontecimientos recientes en el mundo árabe lo confirman, dichos procesos no son producto de la conjura de tal o cual grupo sino de factores que combinan el resquebrajamiento del régimen con el desarrollo de movimientos de masas que abarcan a los trabajadores e importantes sectores de la pequeña burguesía.
No obstante, depende de la construcción direcciones revolucionarias serias que impidan el advenimiento de tal o cual aventurero o  charlatán que lleve al traste un esfuerzo de generaciones.
En este contexto proponemos discutir seriamente cual debería serla táctica de los trabajadores, específicamente los sectores más organizados y militantes de frente a este proceso, con el objeto de intervenir en el de la forma más positiva posible para el futuro del movimiento en su conjunto.
La situación no es simple, en este contexto  evitar la confusión y señalar la táctica adecuada en la lucha de los trabajadores por un régimen acorde a sus intereses es vital.

México un capitalismo de desarrollo subordinado

México es un país dominado por un puñado de 30 oligarcas que controlan el sector bancario e industrial en colusión con sus socios en Estados Unidos y Europa y por ese medio al conjunto de la economía. Lo que se conoce como "transición democrática",- que ha coincidido con políticas económicas de corte "neoliberal"-, ha sido en realidad un proceso de transferencia del poder político a este grupo de oligarcas, cuyos afanes por mantener a toda costa su tasa de beneficios los obliga a implementar todo tipo de maniobras para asegurarse  el  dominio dentro del aparato del estado.
La alta burguesía “tradicional” salió de la revolución en condiciones precarias, de tal modo que el Estado que se conformó inmediatamente después del final de la conflagración, integrado fundamentalmente por elementos pequeñoburgueses emergidos del ejército constitucionalista, tuvo un cierto margen de maniobra que le permitió a lo largo de algunas décadas balancearse entre las clases, impulsando un programa de construcción capitalista desde el Estado y sosteniendo un equilibrio que paulatinamente se fue quebrando.
Con el tiempo surgió una burguesía  desde el aparato del estado que paulatinamente se fue confundiendo con la alta burguesía. Con el paso del tiempo las diferencias se fueron diluyendo hasta generar tal afinidad de intereses que se sentaron las bases de los cogobiernos  PRI-PAN o PAN-PRI según sea el caso.

Una crisis política es una crisis de dominación

El estado postrevolucionario dejó de tener sentido cuando quedo claro que las fuerzas sociales desatadas a lo largo del siglo XX ya no podían ser controladas por los mecanismos tradicionales de represión y cooptación, una primera señal la dio el movimiento estudiantil del 68, pero un punto de quiebre fue la lucha electoral del 88, cuando Cárdenas ganó la presidencia y el Estado se vio obligado a perpetrar un fraude electoral para impedir la llegada de un gobierno que no correspondía a las necesidades de la nueva oligarquía.
El periodo del 88 al 2000 fue una fase de transición en la cual  el poder político fue trasferido al control directo de la alta burguesía que, sin intermediarios pretendía revertir los efectos de la revolución de principios de siglo XX.
Por supuesto en todo este proceso los trabajadores han jugado un papel determinante, ya que fue a partir de la necesidad de establecer un control sobre ellos que se creó el régimen corporativo en el que se basó el estado postrevolucionario y fueron sus luchas, gestadas a lo largo de décadas las que minaron lenta pero inexorablemente los mecanismos de control tradicional.
El 68 fue clave dado que después de dicha lucha no hubo realmente un momento de respiro para el estado; luego de los estudiantes siguieron los trabajadores de los setentas y el movimiento urbano de los ochentas, para culminar con la lucha contra el fraude del 88.
En ese entonces estaba claro que el régimen priista tal y como estaba no servía a nadie. El surgimiento del PRD significó una voz de alarma para la alta burguesía, por primera vez en décadas surgía un organismo político ajeno a su control, aunque desde el principio dentro del mismo ha habido elementos que responden a sus intereses.
Incluso el tradicional linchamiento mediático que la burguesía organiza cada que surge una lucha social que considera peligrosa para sus intereses no fue suficiente. Para 1997, el PRD ganó las elecciones en la capital de la república. Las posibilidades de un triunfo a nivel nacional en el 2000 estaban más que abiertas. En contexto de estabilidad social, -es decir cuando las relaciones sociales  conducen a una consolidación del régimen económico-, no habría problema porque los gobernantes fueran de uno u otro partido, incluso en ese marco la alternancia da estabilidad al capitalismo, no obstante el prologando periodo de estancamiento había generado ya el estallido social de Chiapas en el 94 con la irrupción del EZLN, no estaba claro que la llegada de un gobierno de izquierda defendiera realmente los intereses de los oligarcas, por ello después del triunfo del PRD en el 97 se empezó a fabricar una alternancia de derecha que diera un desfogue a las necesidades de cambio de amplias capas de la población y al mismo tiempo implicara el asegurar un proyecto político absolutamente afín a los intereses de la oligarquía.

Alternancia de grupos no de programas

La "alternancia " del 2000 se fabricó con años de anticipación. aprovechando el hartazgo de la pequeña burguesía respecto al PRI. En general el voto de las masas trabajadoras quedó dividido, una parte cayó en el juego del voto por el que más posibilidades tuviera de ganarle al PRI, otra apoyó la tercera candidatura de Cárdenas y otra más  no encontrando diferencias sustanciales  se abstuvo, de este modo el demagogo derechista Vicente Fox llegó a la presidencia.
El movimiento de masas durante muchas décadas había vivido bajo la tutela del PRI, ahora esta se empezaba a resquebrajar, pero el contexto no era fácil, Fox desarrollo una política de ataques desde el principio y si no los llevó hasta el final fue por la respuesta de los trabajadores  tanto del campo como de la ciudad.
El gobierno de Andrés Manuel López Obrador poco a poco empezó a destacar de frente a la farsa caótica que significaba el foxismo, esto especialmente en el marco del profundo estancamiento económico durante los primeros tres años de Fox, nuevamente la burguesía encendió los focos rojos desatando una feroz campaña de en contra de AMLO la cual culminó en el 2005 con el intento de encarcelarlo para impedir que participara en la presidencia.
La segunda parte del gobierno foxista vivió un nuevo auge de luchas de los trabajadores, destacando el nuevo protagonismo del sector campesino priista y sindicatos como el minero, el electricista, los trabajadores del IMSS y en general el ala aglutinada en torno a la Unión Nacional de Trabajadores.
Para la oligarquía y sus socios norteamericanos estaba claro que el peligro que lograron prevenir en el 2000  acechaba para el 2006, de tal modo que arreciaron los ataques desatando la campaña sucia  más grande y costosa de la historia.

2006, una situación revolucionaria

López Obrador como aceptó después que el movimiento se había preparado para la elección pero no para el fraude, suponiendo que la diferencia sería suficiente.
La burguesía aprecia la democracia electoral siempre y cuando sus candidatos sean los elegidos, cuando las cosas resultan contrarias a sus necesidades no dudan en implementar todo tipo de maniobras para imponer su voluntad. El 2006 constituyó un auténtico golpe de estado
A pesar de todas las maniobras más de 15 millones de votos le fueron reconocidos a AMLO, el nivel más alto de la historia para un candidato de izquierda en México. Dicha votación constituía una toma de posición de los trabajadores mexicanos. Las condiciones para un transformación revolucionaria estaban más que dadas, muestra de ello fueron los 3 millones de trabajadores que se movilizaron en los días posteriores al fraude y el inmenso plantón que durante tres meses ocupó el centro de la ciudad.
La situación revolucionaria no solo estaba concentrada en el frente electoral, ejemplo de ello fue la lucha en Oaxaca la cual fue finalmente sofocada a sangre y fuego.
Recientemente las filtraciones de wikileaks (La Jornada 21 de Febrero) han demostrado que el mismo gobierno de los Estados Unidos armó desde la embajada norteamericana una estrategia para sostener contra viento y marea al tambaleante Calderón.
La lucha postelectoral significó un momento de potencial ruptura revolucionaria. La imagen de Calderón entrando a escondidas a la cámara de diputados para tomar protesta es más que ilustrativa de la extrema debilidad del régimen.
Un año duró la crisis, durante este periodo las masas se mantuvieron en constante movilización, mientras que se construía una aparatosa estructura de seguridad en torno a Calderón.
Un momento que marco el fin del periodo crítico del régimen entrante fue el primer informe de gobierno, para ese entonces López Obrador ya no sostuvo la demanda de la caída del gobierno, modificando la orientación de las movilizaciones a la defensa del petróleo y la economía popular.

Ante la ausencia de legitimidad estrategia del miedo

Por su parte el gobierno calderonista, ausente de legitimidad y capacidad para generar consenso al margen del pequeño círculo de oligarcas que lo impusieron se orientó a  una estrategia  que consistió en:
1.- Aplicar a rajatabla una política de gobierno abiertamente anti sindical basada en la criminalización de las protestas, la destrucción de los contratos colectivos y organizaciones sindicales  de carácter combativo.
2.- Continuar una política de estímulo a los negocios privados a costa de las finanzas públicas y por supuesto colocando en puestos clave; energía, telecomunicaciones, etc. a empleados directos del puñado de oligarcas que dominan la economía.
3.- Generar legitimidad en base a una política de “guerra”, es decir construyendo la  imagen de  un enemigo de toda la nación frente la cual no quede más que agruparse en torno al gobierno La propia embajada norteamericana avaló la estrategia del “narcosexenio”. La militarización en realidad juega  en Calderón el papel de generar la idea de un gobierno fuerte que defiende a la sociedad del enemigo común.
4.- Una permanente campaña de odio en todos los medios contra todo lo que  suene o parezca de izquierda. Simultáneamente tratar de cooptar a favor del gobierno al ala de derechas del PRD
No es que Calderón tenga un plan maquiavélico que impulse  esta política reaccionaria. Lo que sucede en realidad es que la debilidad del capitalismo mexicano   (crecimiento del 0.8% en el periodo de calderón y menor al 2% en el de Fox) es tal que no frece márgenes de maniobra para otra cosa
Se crea por lo tanto un ambiente de crisis permanente que desemboca de cuando en cuando en crisis políticas y posibles explosiones sociales.
El régimen priista entró en crisis en 88 y en el 2000 prácticamente colapsó, ello en parte porque la burguesía consideraba que generaría más consenso una imagen de alternancia que en el fondo sostuviera un mismo programa político.
No obstante con el paso del tiempo los gobiernos panistas han optado por reproducir los aspectos principales del viejo régimen: autoritarismo, alianza con el sindicalismo corrupto,  obediencia ciega a los dictados del capital financiero, etc.

 

Transición y democracia

La estructura social de nuestro país no es  un todo armonioso de ciudadanos con idénticas preocupaciones en donde la opinión mayoritaria de respeta. Lo que tenemos es un conjunto de clases y sectores de clase que se enfrentan día a día por predominar, vivir o sobrevivir. Es lógico que la burguesía pretenda hacer aparecer sus intereses particulares como los del conjunto del país y construya una niebla ideológica según la cual es patriótico lo que les conviene a ellos y no lo es lo que afecta sus negocios.
La legitimidad y la legalidad  son instituciones que tienen la función de hacer pasar el estado de cosas como algo natural, aceptable e incluso deseable. Son hojas de parra que de cuando en cuando se caen dejando ver un régimen de explotación y de ausencia de libertades como no sean aquellas que el dinero puede comprar.
Los trabajadores, tanto del campo como de la ciudad pugnan por un cierto margen de estabilidad también, sobre todo en la medida de proteger  niveles de vida y el futuro de sus familias. En ese contexto la legalidad puede jugar un papel de barrera de contención de frente a la voracidad de la burgués, el cual siempre busca el menor pretexto para arrebatar aquello que en otros tiempos otros burgueses cedieron a cambio de la ansiada legitimidad.
Se genera entonces un equilibrio inestable. Las transiciones políticas en un régimen de explotación como el nuestro, demuestran que el sistema no es capaz de aparecer como legítimo de frente a las grandes masas y que por lo tanto la legalidad, en la que sustentan sus privilegios, puede ser trastocada en cualquier momento.
El objetivo de un tránsito a la “democracia” no es el adecuar el régimen a las necesidades de las mayorías sino en regenerar la legitimidad que día con día las relaciones de explotación pierden.
En el seno de los sectores de clase que comparten el poder hay fuertes diferencia respecto a cómo deberían gobernar a las masas, pero no  respecto a la actitud frente a los trabajadores y sus distintas expresiones organizadas frente a las cuales hay actitudes hostiles por no decir histéricas. Es decir  pueden enfrentarse en una elección pero actúan juntos para atacar a los trabajadores, por ejemplo aumentar el IVA, destruir contratos colectivos, perseguir sindicalistas, etc.
Tanto el panismo como el priismo apuestan por seguir manteniendo como eje político al presidencialismo, con la posibilidad de un  recambio de papeles de cuando en cuando, en suma una especie de bipartidismo de derecha.

 Crisis y caos social

Cuando en una sociedad las condiciones para una transformación social están dadas puede suceder que las fuerzas reaccionarias, en este caso la oligarquía y sus amos extranjeros, logren triunfos parciales que frustren las aspiraciones transformadoras de las masas. De ese modo la sociedad puede entrar en una fase de caos, generando el regreso de aspectos de barbarie que parecían superados.
Hace tiempo que el capitalismo mexicano no es capaz de generar condiciones de desarrollo para las masas trabajadoras, cerca de la mitad de la población económicamente activa es desempleada o vive en la informalidad, 4 millones de trabajadores han emigrado a los Estados Unidos durante el siglo XXI, la economía no crece pese a que las ganancias de los empresarios aumentan día con día.  De forma paralela se frustran las aspiraciones de cambio con fraudes y represión, esto necesariamente debe tener un efecto desmoralizador, especialmente para la capa de la población que no encuentra futuro, ahí están los 7 millones de jóvenes que según la UNAM no estudian ni trabajan.
En este contexto crece como el pasto la base para el incremento de la delincuencia en todos los ámbitos especialmente cuando el estado mismo ha abandonado todo intento de jugar un papel activo en la economía en su conjunto, dejando todo a la mano invisible del mercado. El estado no puede ni quiere estimular la economía, luego entonces tan solo queda la iniciativa de los distintos sectores de la burguesía para que aprovechen los vacíos que deja el propio su estado.

El narco, una carta más

Una parte de la burguesía a asumido el negocio del narcotráfico como una alternativa para obtener ganancias rápidas, sin cuestionar al estado, exige espacios de poder dentro del mismo y el control de una parte de la población, genera  y defiende en suma un espacio vital.
El problema del narcotráfico no es la carne de cañón que se mata a diario en las calles de todo el país, sino la clase capitalista que absorbe, sin mala gana, los 25 mil millones de dólares que reporta anualmente dicho "negocio".
Políticamente el gobierno ha empleado la propaganda en contra del narco para generar un cierto consenso, ello fue particularmente importante en los primeros años, no obstante conforme pasa el tiempo los efectos se tornan en su contrario, decenas de miles de personas desplazadas de sus lugares de origen, cientos de asesinatos de civiles que se hacen pasar por "sicarios", defensores de derechos humanos y periodistas asesinados, y un largo etcétera han ayudado a que  conforme pasa el tiempo la estrategia de legitimización de convierta en un lastre.
Por supuesto la violencia del narco no es algo nuevo, los carteles actuales no nacieron como hongos después de la lluvia, casi todos tienen antecedentes que datan de mediados del  siglo pasado y sus conflictos siempre han conducido a matanzas de uno u otro bando, no obstante durante los gobiernos panistas la situación ha adquirido dimensiones  espectaculares; en el sexenio de Fox  se reconocieron alrededor de 15000 asesinatos y al ritmo actual se llegará durante el sexenio de calderón a 50000. En inmensa mayoría se trata de simple carne de cañón, los verdaderos señores del narco se confunden con la alta burguesía. No cabe duda que la crisis social  ha permitido que la acción de las bandas criminales rebase sus esferas tradicionales, no obstante los discursos de “insurgencia criminal” o “estado fallido” son construcciones ideológicas norteamericanas que tienen como objeto justificar la implementación de la militarización, apuntalar a Calderón y argumentara favor de la intervención norteamericana.
Como parte de la estrategia de legitimización el gobierno implemento una serie de medidas de “fuerza” con la esperanza de restablecer el control del narco mas no eliminarlo. Un ejemplo emblemático es Colombia, la cual sigue siendo el principal exportador de cocaína aun cuando se supone que han desaparecido los grandes carteles de droga. Otro es Afganistán país ocupado por el propio ejército norteamericano y que es al mismo tiempo el principal productor de heroína.
Como hemos dicho la estrategia ha fracasado, realmente los únicos que podrían realmente enfrentar el problema del narcotráfico son los trabajadores organizados.

La apuesta para  el 2012 

Pese al lógico reflujo propiciado tanto por la crisis como la política reaccionaria calderonista el movimiento empieza a mostrar síntomas de recuperación, se abrirán nuevas oportunidades para dar la lucha y nuevamente el régimen se tabaleará.

En un lapso relativamente breve: 18 años, los trabajadores han puesto a temblarlos cimientos del régimen, y a lo largo de los últimos veinte hemos vivido fases de ascenso y descenso de lucha en todos los terrenos, sindical, campesina, estudiantil, incluso vivimos el surgimiento y paulatina desaparición de un movimiento guerrillero (EZLN) con repercusiones nacionales e internacionales.
La burguesía, hablando específicamente la oligarquía que se mantiene gobernando, lo sabe muy bien y pretende mantener el juego de simulación democrática ( cambiar de nombres pero no de programa) todo el tiempo que le sea  posible, para ello necesita consolidar un régimen bipartidista de conservador (PRI-PAN).Para ellos es una necesidad vital anular definitivamente la formación de una fuerza política que refleje en un momento dado las aspiraciones de las masas, aún si estas en un momento dado no son muy radicales. El problema para el capitalismo es que en estos momentos cualquier movilización de las masas en su conjunto y fuera de su control  puede adquirir tintes insurreccionales.
El surgimiento en su momento del PRD fue un peligro en su momento y lo trataron de resolver tratando de corromperlo desde adentro.  Prácticamente desde que el partido existe ha vivido un conflicto entre un sector vinculado basado en el movimiento de masas y otro que tiene su razón de ser por su relación con el estado. En repetidas ocasiones se han logrado acuerdos entre las dos alas que sólo han logrado aplazar el enfrentamiento inevitable.
Lo ideal sería que el ala de izquierda dentro del PRD, actualmente representada por AMLO y su entorno, encabezara una lucha decidida por recuperar al partido. Tan sólo bastaría con la movilización de los más de dos millones de afiliados que integran el gobierno legítimo.
Realmente la derecha del PRD representada por Nueva Izquierda se afianzó a partir de la alianza que mantienen con el Calderón, no obstante también coadyuvó el hecho de que AMLO no imprimirá una política de lucha a lo interno del PRD.
Actualmente Nueva Izquierda representa los intereses del aparato del partido firmemente identificados con los de los otros partidos burgueses, PRI y PAN. Al parecer no están dispuestos a ceder ningún espacio de poder y ello supondrá a la larga una ruptura organizativa con la izquierda lopeobradorista. Un ejemplo de ello ha sido la negativa de Lázaro Cárdenas a asumir la dirección del PRD. La razón fue que Nueva izquierda se opuso a ceder espacios en el comité ejecutivo, en esas circunstancias Cárdenas sería un rehén a manos de la derecha. Los cardenistas pese a haber girado a la derecha en los últimos años no serían capaces de avalar una alianza con Acción Nacional, a la que Nueva Izquierda ha vendido su alma aún a costa de destruir al PRD.
Otro elemento ha sido el empecinamiento de la dirección del partido a formar una alianza en el Estado de México con el PAN. Lo cual ha forzado a AMLO a preparar condiciones para una candidatura distinta a la oficial. En los hechos lo que veremos será la entrega de miles de votos perredistas al candidato del PAN. La única posibilidad de que se presente una candidatura de izquierda en el Estado de México es que AMLO logre consolidar una alternativa apoyada por el PT y Convergencia, que por supuesto  los sectores avanzados de los trabajadores y los socialistas tendríamos que apoyar.
Los acontecimientos en el seno del PRD pueden variar de un momento a otro, aún es posible que la izquierda rescate al partido pero la confrontación llevara a una ruptura. Un triunfo de la izquierda significaría la expulsión de NI, pero si estos se aferran al aparato es posible que la izquierda se vea forzada a construir una alternativa organizativa más permanente
La segunda opción sería lamentable y por supuesto habría que luchar para que esta no se dé, pero en caso de verificarse, las circunstancias para el campo de los trabajadores no son de ninguna manera negativas. El potencial para construir un movimiento combativo y mucho más proletario tanto programático como organizativamente están más que abiertos
Se ha conformado un vasto movimiento en torno a AMLO que  incluye  las bases del PRD, del PT y de Convergencia, un movimiento que incluye a más de dos millones de participantes y que se ha construido en base a la lucha contra el fraude, en defensa del petróleo entre otras.
La fuerza de dicho movimiento sería suficiente como para que tanto el PT como convergencia aceptaran ofrecer su registro para  candidaturas del movimiento pudiéndose repetir a escala mayor fenómenos como el de Iztapalapa, cuando las bases perredistas usaron el nombre del PT para votar a su candidata.
Tenemos que ser claros, Marcelo Ebrard, en aras de asegurar ser el candidato del PRD se ha adaptado al discurso y a la práctica de Nueva Izquierda, ha defendido a capa y espada las alianzas con la derecha, se lanzado una asociación civil de carácter nacional  promoviéndose al margen del movimiento en torno a AMLO, en suma no forma parte ya de la lucha que comenzó en julio del 2006 y no puede  por tanto aspirar a ser un candidato de una lucha que ha abandonado.
La burguesía en el interés estratégico de preservar su dominio está orientada  a bloquear una opción de los trabajadores en el próximo proceso, por el otro lado para los trabajadores no hay otra opción de la ruptura con la burguesía y el socialismo, en esta coyuntura un gran paso adelante será construir y fortalecer un polo de izquierda que participe en el proceso con un claro perfil anti oligárquico y que asuma un programa de los trabajadores.
En suma y para ser claros el interés táctico del campo de los trabajadores es construir un frente político de izquierda que le dispute a la burguesía el poder político en el próximo periodo. La consistencia programática y organizativa de dicho polo sería un reto que habría que enfrentar como una obligación de todo trabajador consciente
Dicho polo sería políticamente más consistente que el desarrollado tano e 1988 como en el 2006. Los marxistas lucharíamos en su seno por nutrirlo con un programa socialista que en el fondo es lo único que realmente puede poner fin a la barbarie que significa el sistema capitalista.
Para nosotros la revolución es democrática porque apunta en un primer momento a destruir las bases políticas del antiguo régimen, que tanto el PAN como el PRI se empecinan en conservar, es anti oligárquica porque para lograr un desarrollo mínimamente digno de la vida de los trabajadores del campo y la ciudad debe democratizar la conducción de la vida económica del país que hoy detentan a lo mucho 30 consorcios bancario industriales y eso solo puede lograrse expropiándolos; es antiimperialista porque  todos los sectores económicos, especialmente los más dinámicos están relacionados directa o indirectamente con firmas extranjeras, especialmente norteamericanas y españolas. La única forma de lograr cierto grado de independencia seria asumiendo el control de esas palancas claves y al nivel de integración que tiene el sistema capitalista actual eso significa su ruptura. El socialismo surge entonces como una alternativa viable para la reorganización de la sociedad sobre bases democráticas en el terreno tanto político como económico. En suma el carácter socialista del proceso no está en función del modo en que la lucha empiece ni en las consignas iniciales, sino en la medida que esta se consolide.
Construyamos las bases del proceso revolucionario fortaleciendo un frente de lucha unitario en todos los terrenos.
Rompamos la política de unidad con la burguesía de Nueva Izquierda
Impulsemos un programa en defensa de los trabajadores

 

Fecha: 

24 de febrero de 2011