Violencia en la frontera

Escrito por: 

Ezequiel Bernal Hernández

La multiplicidad de crímenes desatados durante el último periodo en la frontera norte de México hace más notorio el fracaso del gobierno del espurio Calderón. Nos hallamos ante un crecimiento histórico del crimen organizado el cual converge, en el norte del país, con la operación despreocupada de las organizaciones delictivas, las violaciones regulares a los derechos humanos y laborales, la corrupción y la impunidad.

La supuesta lucha contra el narcotráfico y contra la inseguridad existe sólo en el discurso; en la vía de los hechos, la militarización (supuesta medida para combatir el narco) ha sido efectiva no  sólo para reprimir las justas luchas sociales del pueblo y obstaculizar la organización militante sino que ha trascendido a una verdadera pesadilla: el crecimiento desmesurado de la violencia en todas las partes de la república, lo que ha resultado en una enorme lista de muertes con extrema violencia, en un gran número de muertes de inocentes y en un pánico generalizado sobre todo en la frontera del país. Por otro lado, el descontento con el régimen por su ineficiencia no se ha hecho esperar y se ha manifestado en una serie de protestas exigiendo justicia a todas las víctimas. La lucha de los mineros de Cananea  y las exigencias a la solución en el caso de la guardería ABC en Sonora son algunos ejemplos.
El pueblo, al norte de nuestro país, que ha vivido en carne propia ese terror, que ha levantado la voz ante esta evidente descomposición e incapacidad del Estado para brindar las mínimas condiciones de seguridad, se ha ido percatando de la inutilidad del despliegue de las fuerzas armadas para combatir el crimen organizado si antes no se han atendido factores de capital importancia: empleo, educación, política laboral, salud pública, etc., factores estos que aseguren una vida digna. Pero las condiciones muestran que el Estado es sencillamente incapaz de avanzar en estos terrenos en tanto es éste mismo el que permite y mantiene la situación como tal. El Estado, que debería combatir al narco y, a la vez, asegurar una vida digna y de oportunidades para el pueblo, es un servidor de los poderosos que no puede ni quiere acabar con el narco en tanto sus intereses se vean afectados, y los fenómenos de violencia y descontrol que cunden en la franja norte del territorio nacional, en semanas y meses recientes, ponen en perspectiva su extrema debilidad y lo desenmascaran como un servidor de la burguesía.
Ciudad Juárez es muestra por sí sola de este fenómeno de violencia al norte de México. En el número 190 del Militante se publicó un artículo que es muy claro en cuanto a la ascendencia incesante de asesinatos en esta ciudad, lo que le valió el título de ser la ciudad más peligrosa del mundo: el año 2008 cerró con 1610 homicidios y en diciembre del 2009 la cifra de muertos ligados al narco era de 2500. Dadas estas cifras y según el incremento de asesinatos que se venía dando, se esperaba que para 2010 el promedio fuera de 11 asesinatos diarios, pero dicha perspectiva se quedó muy lejos de lo que ocurrió: solamente en diez días hubo 100 muertos; tan sólo recordemos el asesinato de 16 jóvenes el pasado 31 de enero, o el asesinato de 19 más el pasado 11 de junio en el centro de rehabilitación “Cristiano, Fe y Vida” igual en Ciudad Juárez, sólo por mencionar algunos ejemplos de esta barbarie. Gerardo Ignacio de la Cruz Tovar, profesor investigador de la Universidad Panamericana (UP), afirmó que una de las cosas que nos debe preocupar más en este hecho es la impunidad, “a la autoridad le debe interesar resolver tanto un homicidio como 19, pero si no se detiene a los autores intelectuales esto seguirá”. (Info Literas 12 de junio 2010).
Sin embargo, la violencia en todo el país no se agota en Ciudad Juárez. El mismo viernes 11 de junio se vivió una jornada de violencia con 85 muertos, una cifra record de homicidios en México relacionados con el crimen organizado: “(…) en Chihuahua ocurrieron 37 ejecuciones, incluidos los 19 internos del centro de rehabilitación; en Tamaulipas 20; cinco en Guerrero, y seis en Sinaloa. Las 17 restantes narcomuertes se registraron en Jalisco, San Luis Potosí, Baja California, Durango, Morelos, Querétaro, Distrito Federal, Estado de México y Nayarit.” (85 muertos en un día. La Jornada 12 de junio 2010).
De cualquier forma el norte sigue siendo, en este último período, la zona del país más afectada por la violencia. La lamentable muerte del niño Sergio Adrián Hernández a balazos por parte de un agente de la patrulla fronteriza estadounidense así como la del inmigrante Anastasio Hernández golpeado en San Diego hasta la muerte es una muestra más de la debilidad del gobierno espurio. Aunque éste condene los actos y exija de forma artificial que se avance en las investigaciones para aclarar y hacer justicia a las víctimas, esto sólo muestra uno de los tantos problemas que este gobierno no puede resolver. 
Los múltiples fenómenos de violencia que integran la realidad del país tienen como común denominador un deterioro social generalizado, que se gesta, a su vez, en la desigualdad, el desempleo, la marginación, la corrupción y la miseria, y que se expresa en forma de delincuencia organizada, migración y descomposición política. Vemos al Estado (supuesta solución al crimen organizado) en manos de las peores lacras: el espurio y todos sus colaboradores servidores de la clase dominante. Una verdadera solución a este problema de la violencia pasa por la de solucionar la cuestión de la educación, el desempleo, la pobreza y la calidad de vida en general, cosa que sólo se puede lograr a manos de los trabajadores y un paso para ello es el derrocar al espurio Calderón. Solamente la lucha organizada del pueblo puede mejorar las condiciones de vida y con ello acabar con la creciente violencia en el país. 

Fecha: 

Julio de 2010

Periódico: 

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