EEUU: Crisis y lucha de clases en los años treinta y hoy en día

Escrito por: 

Comité de Redacción de Socialist Appeal (EEUU)

Durante décadas, el mantra "capitalismo = bueno" y "socialismo = malo" golpeó nuestras cabezas. Pero incluso el aparato más sofisticado para influir en la opinión pública, los principales medios de comunicación, no pueden enmohecer la opinión frente a algo tan poderoso como es la experiencia. Desde las vertiginosas cumbres del boom a la implosión económica de los últimos diez meses, acontecimientos dramáticos que están sacudiendo y transformando la forma en que los norteamericanos ven el mundo que les rodea.

La desconexión entre lo que razonablemente esperan los trabajadores si trabajan duro y "cumplen las leyes", a lo que realmente consiguen del capitalismo, a pesar de trabajar más duro que nunca, cada vez más norteamericanos se alejan de las concepciones más básicas sobre la sociedad.

Los estadounidenses que vivieron en los "estruendosos años veinte" y la posterior conmoción de la Gran Depresión, sacaron conclusiones muy radicales sobre la base de su propia experiencia. Aunque hay diferencias significativas, también hay muchas lecciones importantes que podemos aprender de ese período de la historia. Sobre todo, debemos comprender que, en última instancia, las condiciones sociales determinan la conciencia. En otras palabras, experiencias similares provocarán resultados similares.  En los años treinta, despidos masivos y desempleo, cierres de fábricas, caídas de los salarios, desahucios, sin techo y aumento de la miseria para la mayoría, llevaron a explosiones masivas de la lucha de clases incluidas huelgas de brazos caídos, huelgas generales en ciudades y ascenso del sindicalismo industrial.

La Gran Depresión

La Gran Depresión fue una crisis económica mundial que se desencadenó después del crack bursátil del "Martes Negro", el 29 de octubre de 1929. Pero no fue un proceso descendente lineal. Entre el crack inicial y el punto más bajo de la depresión, hubo auges momentáneos en los que parecía que lo peor ya había pasado, para ser seguidos después por caídas aún más abruptas. Del punto álgido cíclico de 381,17 puntos el 3 de septiembre de 1929, el Dow Jones Industrial Average cayó a 198,60 el 13 de noviembre de ese mismo año. Después se recuperó de manera sustancial y el 17 de abril de 1930 subió hasta los 294,07 puntos. Pero este pico secundario no duró, algunos economistas lo denominaron acertadamente "rebote del gato muerto" [Nt. Hace referencia al comentario humorístico de que incluso un gato muerto si lo tiras desde una altura elevada rebotaría]. En realidad, lo peor estaba por llegar. Un año después, en abril de 1931, el Dow comenzó una espiral descendente hasta casi un colapso total, cayó un 89 por ciento respecto a su punto máximo de 1929, a 41,22 puntos el 8 de julio de 1932. Hay muchos economistas que creen que la actual recuperación del mercado también es un "rebote de gato muerto".

Pero lo más importantes que debemos comprender es que el crack de Wall Street no fue la "causa" de la Gran Depresión, sino simplemente un reflejo de un castillo de naipes especulativo insostenible que se había construido durante la década anterior. En sólo seis años, el Dow quintuplicó su valor. La bolsa era un gigantesco casino para los ricos, un episodio de "enloquecimiento de los especuladores", comprando y vendiendo la vida y el futuro de millones de personas como si se tratara del Monopoly. La economía parecía desafiar las leyes de la gravedad con una extensión masiva del crédito que permitió al mercado ir más allá de sus límites naturales, sólo para derrumbarse violentamente después. Se especulaba con miles de millones que desaparecían prácticamente de la noche a la mañana, golpeando más duro a los pequeños inversores.

Los efectos de la crisis se dejaron sentir en todo el mundo.  El comercio internacional se hundió dos tercios cuando el proteccionismo volvió al revés el proceso de globalización. EN 1933, 11.000 de los 25.000 bancos norteamericanos colapsaron. Los beneficios empresariales pasaron de 10.000 millones de dólares en 1929 a 1.000 millones en 1932. Los precios comenzaron a caer precipitadamente y aunque los salarios se mantuvieron altos durante los primeros meses, finalmente también comenzaron a caer. ¿Por qué comprar algo hoy cuando dentro de unos meses probablemente sería más barato? Aunque el crédito aún estuvo disponible durante unos meses, la gente era reticente a endeudarse más. El consumo se agotó, provocando más cierres de fábricas y despidos. En 1929, la tasa de desempleo era del 3 por ciento. En 1933, el 25 por ciento de todos los trabajadores y el 37 por ciento de los trabajadores no agrícolas estaban en el paro. La construcción se contrajo un 80 por ciento entre 1929 y 1932. La producción industrial cayó casi un 45 por ciento entre 1929 y 1932. 13 millones de personas estaban en el paro. En 1932, 34 millones de norteamericanos pertenecían a familias con un asalariado a tiempo parcial. Unos dos millones de sin techo tuvieron que recorrer el país en busca de empleo.  ¿Suena familiar?

"¡No os preocupéis!" nos decían, "eso no puede suceder de nuevo, hoy hay muchas ‘salvaguardas', ¡en esta ocasión es diferente!" Sin embargo, durante los últimos meses, hemos presenciado un empeoramiento sostenido e impactante de la economía que aún no ha terminado. El empleo no agrícola lleva 18 meses consecutivos cayendo, el período más prolongado de destrucción de empleo desde la Segunda Guerra Mundial. Desde principios de año, la economía ha destruido aproximadamente medio millón de puestos de trabajo más cada mes, sólo en junio desaparecieron 467.000 empleos. Las "buenas noticias", nos dicen, es que ¡al menos no estamos perdiendo 741.000 empleos como sucedió en enero!

La tasa oficial de paro es del 9,5 por ciento, la más alta en 26 años y continuará creciendo. Además están los nueve millones de trabajadores a tiempo parcial que buscan empleo y los millones que han dejado de buscar empleo, sumando a todos la tasa de paro superarían el 15 por ciento. Entre las minorías, jóvenes y en las ciudades del interior, es por lo menos dos veces esa tasa. Un 29 por ciento de los parados llevan en esa situación más de seis meses.

Increíblemente, la economía ha perdido el equivalente a cada uno de los empleos creados en los últimos nueve años. Se han destruido 6,5 millones de puestos de trabajo desde diciembre de 2007. Según el Economic Policy Institute, es la primera vez desde la Gran Depresión donde se ha evaporado todos los empleos creados en el boom anterior. El empleo público, que en cierta forma contrarrestó el declive constante en la construcción, manufactura y servicios durante los últimos meses, ahora también está en problemas. En junio se destruyeron 52.000 empleos públicos, el número más alto desde julio de 2007.

El mercado inmobiliario, que ayudó a desencadenar la crisis actual, continúa su caída, la vivienda privada cayó un 33,9 por ciento respecto a hace un año, la caída más abrupta desde 1980. Los proyectos de construcción estatales y federales también han caído. Las oficinas vacías alcanzaron el 15,9 por ciento en el segundo trimestre de 2009, el nivel más alto en cuatro años, los precios de los alquileres han sufrido su mayor caída en siete años, hay cierres en cadena de empresas y tiendas. Las infames "hoorvervilles", colonias de tiendas de campaña y casas de cartón de sin techo y desempleados que caracterizaron los años treinta, han reaparecido por todo el país, literalmente miles de personas acampan de noche con la esperanza de encontrar un puñado de empleos disponibles cuando las empresas contratan. Ahora hay 5 parados por cada puesto de trabajo disponible.

El nivel de utilización de la capacidad productiva de la industria cayó en mayo al 68,3 por ciento, un 12,6 por ciento inferior al nivel de 1972-2008. Además, los salarios medios por hora se han estancado, las horas medias trabajadas han caído al nivel más bajo desde que se comenzó a registrar este dato en 1964. La jornada semanal media ha bajado un 8,2 por ciento desde el inicio de la recesión, lo que hace más difícil para el que tiene empleo poder cubrir todas sus necesidades. Eso significa que los empresarios contratarán menos o invertirán menos en nueva maquinaria y tecnología, aunque exista un amplio margen para incrementar las horas de trabajo de los trabajadores en activo o expandir el uso de la capacidad no utilizada. Según Ian Shepherdson, economista jefe norteamericano de High Frequency Economics: "Los salarios pronto caerán de manera absoluta, una señal clásica de deflación". Incluso cuando la economía inevitablemente se estabiliza, será probablemente una "recuperación sin trabajo" prolongada.

Pero finalmente el sistema capitalista se recuperará de esta crisis, sobre las espaldas de los trabajadores. Hasta que sea conscientemente derrocado y sustituido por un sistema más racional donde la economía se planifique de manera democrática en interés de todos, es decir, el socialismo, este continuará explotando a la población y el planeta en la búsqueda del máximo beneficio a corto plazo. No es nada personal, es sólo la naturaleza de la bestia. Por eso estamos a favor de acabar con el sistema de una vez por todas, en lugar de rescatarlo cada pocas décadas, sólo para regresar después más hambriento y más destructivo.

La clase obrera norteamericana aún no está en situación de poner fin al capitalismo. Por eso, será necesario más tiempo para acumular más experiencia. Sin embargo, esta perspectiva no está tan lejos como podría pensarse. Es imposible decir precisamente cuándo y dónde, pero podemos pronosticar con confianza que las condiciones que el capitalismo impone a la sociedad llevarán a tremendas convulsiones sociales. En el próximo período, veremos enfrentamientos abiertos de la lucha de clases, creciente tensión y agitación en los sindicatos, y giros dramáticos en el panorama política. El pasado mes de diciembre, la ocupación de la fábrica Republic Windows and Doors y la votación de cientos de trabajadores del textil de la empresa Hartmarx después de que se anunciara sus despidos por parte de Wells Fargo, son sólo la punta del iceberg de lo que está por venir.

Fecha: 

15 de julio de 2009

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