La elección interna por la presidencia nacional del PRD es el accidente

La revolución social, es la necesidad

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Escrito por Samuel Santibañez

Los marxistas hemos explicado que los principales procesos políticos pasarían por el PRD y los sindicatos. En México se está desarrollando un proceso revolucionario. Las instituciones, las organizaciones, los hombres y las mujeres están a prueba. En medio del torbellino político, el PRD está pasando por una crisis que refleja profundos procesos cuyo epicentro es la lucha de clases de este país.

La medida de la histeria con que los medios de comunicación burgueses atacan al PRD, es la medida del odio de clase hacia los trabajadores y la juventud. La burguesía sueña con un PRD debilitado, dividido, destruido. Si el PRD fuera un partido burgués, como tontamente gritan las sectas, ¿para qué atacarlo?. En la base del PRD yace la esperanza de millones de trabajadores y jóvenes, que conjuntamente con los sindicatos, es el germen de la revolución socialista en México, por eso la burguesía lo ataca como fiera desquiciada.

La polarización social, ricos-pobres, opresores-oprimidos, explotados-explotadores, la debilidad del régimen del PAN, la crisis económica, el ascenso del movimiento obrero, etc, todo esto de conjunto tiene una expresión en el PRD. La necesidad está haciendo uso del accidente. La elección interna por la presidencia nacional del PRD es el accidente, la revolución social es la necesidad. El PRD es uno de los instrumentos que las masas han tratado, tratan y tratarán de usar para transformar su realidad concreta.

La burguesía tiene una palanca dentro del PRD y es la derecha del partido representada por Jesús Ortega; por eso impulsan a Nueva Izquierda, la burocracia de derechas del PRD, por eso le dan tiempo y voz en los medios, lo mejor para la burguesía sería que Jesús Ortega se hiciera del control total del PRD, pero Ortega no tiene a las masas, está suspendido en el aire, es repudiado por las masas avanzadas del pueblo trabajador.

La fuerza real del partido, antes que el aparato, son las masas, la fuerza en las calles que aún confía en AMLO, quien aún tiene margen de control y que aún es susceptible de ser presionado por las masas. No está dicha la última palabra. Si bien es cierto que AMLO puede ceder a las presiones de la burguesía, también es cierto que puede ir más allá de lo que algún día imaginó impulsado por los trabajadores, algo similar a Chávez en Venezuela, guardando las distancias. La moneda está en el aire.

Pero el punto medular no es tanto AMLO como lo son las masas, de hecho la profundidad de la crisis que ha alcanzado la dirección del PRD, es síntoma inequívoco del camino que las masas se están abriendo a pesar de su dirección, es muestra clara de su combustible revolucionario y de que o AMLO se pone al frente, o las masas lo desecharán, tal como lo hicieron con Cuauhtémoc Cárdenas o con Marcos del EZLN, quienes ya no tienen influencia sobre los trabajadores.

La importancia del individuo en la historia, si bien tiene un peso relativo, está determinado por las condiciones materiales de las relaciones de clase. El margen de acción de AMLO para dar cause al uso excesivo del parlamento y al freno a la energía revolucionaria de las masas, tiene un límite objetivo que no podrá sobreponerse siempre. En vez de estar discutiendo sobre el tiempo para “discutir” la reforma petrolera, las masas podrían haber derribado, no una vez sino diez veces al decrépito capitalismo mexicano, las masas lo comprenderán tarde o temprano y obligarán a su dirección a ponerse al frente o la rebasarán.

El estado burgués tiene totalmente comprada a la derecha de Jesús Ortega. Lo que estamos viendo es tan sólo la punta del iceberg, por ejemplo, con la traición de Navarrete, el jefe de la bancada en el senado, al haber pasado a los medios burgueses la grabación de una reunión privada, donde AMLO traza la táctica a seguir y que fue aprovechado ferozmente por la prensa burguesa para atacar al PRD; o la celebración de los 19 años del nacimiento del PRD, una celebración por separado donde Nueva Izquierda reunió a sólo un puñado de acarreados en el Monumento a la revolución (por cierto, con un estricto mecanismo de seguridad y fuertes baradales que separaban el pódium de la gente).

Por lo que debemos luchar es por echar fuera a la burocracia, en estas circunstancias sería un paso adelante que Jesús Ortega y lo que representa, se escindieran del PRD, aunque no lo harán por sí solos y más aún, se aferrarán a veinte uñas por seguir usufructuando el florido presupuesto del Instituto Federal Electoral, que asciende a más de 400 millones de pesos.

AMLO no puede seguir dependiendo de la fuerza que se pueda tener en las cámaras, ahí hay elementos de toda índole cegados por su cretinismo parlamentario y cuya única inspiración son los puestos. Muchos han traicionado y muchos más lo harán, no podemos tener un gramo de confianza en que sólo con las medidas de presión en el parlamento se logrará frenar la ofensiva burguesa contra nuestros niveles de vida, contra nuestros bolsillos, contra Pemex.

La clave está en la lucha en las calles, realmente en las calles es donde se dirimirá la lucha, el parlamento debe ser visto como un complemento, pero no más. El PRD y los sindicatos deben llamar a derribar a Calderón, deben organizar una huelga general, deben defender a Pemex coordinando y extendiendo la lucha hasta el último rincón del país, ligando la defensa del petróleo con la defensa del empleo, la defensa de la educación, la vivienda y los salarios.

La crisis de la dirección del PRD es reflejo de la guerra de clases y no hay lugar para medias tintas, o se está con las masas o contra ellas. Estar con la derecha, cualesquiera que sea el artificio, es estar en contra de las masas.


¡El PRD y los sindicatos deben convocar a huelga general para derribar a Calderón!

¡Defendamos Pemex defendiendo el empleo y la educación!

¡Depuremos al PRD echando fuera a la derecha!

¡Por un PRD con un programa socialista!

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